Análisis Kharon's Crypt, la gran aventura de la Muerte (Switch, PC)

Si sois de los que tuvisteis la suerte de tener una Game Boy Color, probablemente recordaréis con muchísima nostalgia y una sonrisa en la boca las tardes que pasasteis jugando a sus juegos. Una consola de 8 bits cuyos gráficos, sonidos y sistemas jugables tenían una personalidad muy marcada y reconocible que, no lo vamos a negar, a veces echamos de menos por todo lo que nos transmiten y los recuerdos tan especiales que nos despiertan.

Al parecer, no somos los únicos que se sienten así, ya que Andromeda Project, un pequeño estudio indie español formado por apenas tres personas, estrenó el pasado mes de febrero Kharon’s Crypt: Even Death May Die, una aventura que quizás ha pasado un tanto desapercibida ante la avalancha de lanzamientos que hemos tenido en estos primeros meses de 2022, pero que sabe ir más allá del simple homenaje a esta mítica portátil para ofrecernos un título muy competente y fácilmente recomendable.

La odisea de Caronte

Su historia nos narra cómo un rey, temeroso de morir, le tienda una trampa a Caronte, la mismísima Muerte, para así evitar su destino final cuando viniese a por él. Su plan tiene tanto éxito que consigue sellar a la parca y esconder su receptáculo en una profundísima cripta repleta de peligros, pero como no podía ser de otro modo, los años pasan, el sello se debilita y el espíritu acaba por liberarse.

A partir de aquí encarnaremos a Caronte y nos tocará ayudarle a volver a la superficie para que pueda reclamar de una vez por todas el alma del enloquecido monarca, una tarea nada sencilla que nos llevará a explorar una gigantesca mazmorra de varios pisos donde aguardan todo tipo de obstáculos, monstruos y puzles.

Si bien la premisa argumental es bastante sencilla, el trasfondo de su mundo y de sus personajes nos ha parecido muy interesante por la forma tan peculiar en la que combina y retuerce cuentos populares bien conocidos por todos con toques de horror inspirados por la narrativa de H.P. Lovecraft. Eso sí, para descubrir estos relatos primero deberéis dar con unos documentos coleccionables que se encuentran desperdigados por todo el mapa, un pequeño detalle que en nuestro caso nos ha animado a investigar los escenarios a fondo.

Una aventura con sabor clásico y un interesante giro

Centrándonos en lo puramente jugable, decir que estamos ante un dungeon crawler que bebe mucho de lo visto en las entregas de The Legend of Zelda para Game Boy, por lo que deberemos avanzar luchando en tiempo real, evitando trampas, consiguiendo ítems que nos permitan desbloquear nuevos caminos, resolviendo numerosos rompecabezas y encontrando llaves.

La cripta está dividida en sectores compuestos por un conjunto de varios pisos entre los que nos tendremos que mover constantemente antes de pasar al siguiente, algo que nos obligará a dar muchísimas vueltas y a retroceder sobre nuestros pasos con asiduidad. La buena noticia aquí es que el diseño de niveles es realmente bueno y es capaz de crear todo tipo de inteligentes conexiones entre sus distintas salas y plantas, algo que nos obligará a hacer un uso extensivo del mapa para encontrar la forma de llegar a muchos lugares e incluso descubrir habitaciones ocultas.

Además, los retos que nos iremos encontrando están muy bien planteados y hemos disfrutado muchísimo con sus inteligentes puzles, la variedad de situaciones que se dan, el uso tan ingenioso que hace de algunos de sus objetos e incluso de sus intensas y largas batallas contra una serie de jefes que nos han puesto en más de un aprieto con sus patrones de ataque. De hecho, tenemos que admitir que nos ha sorprendido muy gratamente lo estudiada que está la curva de dificultad, con un delicioso puntito de reto que consigue dos cosas: que siempre tengamos que jugar con cuidado y que nunca dejemos de usar nuestra materia gris, por lo que avanzar y progresar se convierte en una experiencia muy gratificante.

Si bien todo esto podría llevaros a pensar que el juego no hace nada medianamente nuevo u original que le ayude a diferenciarse de sus influencias, lo cierto es que hay una mecánica en torno a la cual gira casi todo su desarrollo que le da carácter propio: la posibilidad de poseer a nuestros enemigos para controlar sus cuerpos.

Por mucho que represente a la propia Muerte, Caronte no deja de ser un simple espíritu intangible que apenas tiene la capacidad para interactuar con su entorno, motivo por el cual deberemos usar activamente su habilidad para aturdir monstruos e introducirse en sus cuerpos para progresar. Como podréis intuir, cada rival tiene unas características propias que nos permitirán hacer unas cosas u otras. Por ejemplo, un murciélago no puede abrir cofres ni puertas al no disponer de manos, pero sí que puede sobrevolar abismos, mientras que un ratón puede aprovechar su tamaño para colarse por pequeños huecos. Además, todo el daño que recibamos cuando poseamos un cuerpo lo sufrirá dicha criatura en vez de nuestro protagonista, algo muy útil que nos permitirá estar protegidos y evitar la temida pantalla de fin de juego.

La parte positiva de esta mecánica es que, además de ser divertida, está muy bien integrada y resulta fundamental para resolver puzles, superar obstáculos y, en definitiva, progresar por la mazmorra, algo que en combinación con el uso de objetos propicia situaciones muy ingeniosas, sobre todo en la segunda mitad de nuestro viaje. Lo malo es que a nivel puramente jugable, la variedad de seres no es demasiado extensa y hay una serie de arquetipos que acaban por repetirse constantemente durante toda la odisea, dejándonos con la sensación de que es una característica a la que se le podría haber sacado más partido incluso.

Algo parecido nos ha pasado con los ítems, quedando muchos de ellos muy desaprovechados y relegados a usos concretos en momentos bastante específicos. Por ejemplo, las bombas las vais a usar de principio a fin, pero no podemos decir lo mismo de la cabellera de Medusa o el Espejo de Nitocris.

Otro aspecto que no nos ha terminado de convencer es su sistema de guardado por medio de objetos consumibles, el cual no nos ha terminado de encajar en un juego de estas características. No en vano, conseguir los ítems necesarios para salvar nuestros progresos es algo relativamente sencillo y no nos hemos quedado sin ellos en toda la aventura, por lo que al final acaba convirtiéndose en una especie de trámite molesto sin mucho sentido en vez de en algo que sume y aporte valor al conjunto.

Por último, cabe destacar que el título se toma tan en serio lo de emular a los clásicos de Game Boy Color que limita sus controles a tan solo dos botones principales, obligándonos a abrir constantemente el inventario para reasignar objetos en vez de aprovechar los botones adicionales de los mandos actuales para reducir el número de veces en el que debemos abrir el menú. No es que sea algo negativo como tal, pues tiene su razón de ser y al menos nos deja tener dos sets distintos entre los que cambiar rápidamente, pero no podíamos cerrar el texto sin comentarlo.

En total, llegar al final es una tarea que os llevará entre 10 y 12 horas en vuestra primera partida, una cifra que puede irse entre las 15 y 18 horas si os proponéis completarlo al 100% encontrando todos los coleccionables y cumpliendo sus pocas misiones secundarias. Y si lo que buscáis es desbloquear sus logros (también incluidos en Switch), ya os vamos avisando que hay algunos bastante difíciles y que os requerirán muchísima paciencia y habilidad.

Un gran homenaje a Game Boy Color

Tal y como os comentamos al principio, a nivel audiovisual se trata de un grandísimo tributo a los juegos de Game Boy Color gracias a un pixel art cuidadísimo y muy bonito que capta a la perfección el estilo de los cartuchos de la portátil. Evidentemente, cuenta con efectos y técnicas más complejos que no serían posibles en dicha consola, pero el espíritu que transmite es el mismo y difícilmente podríamos haber sentido más nostalgia jugándolo. Es más, hasta tiene un formato de pantalla en 4:3 con marcos laterales que pueden emular los bordes de una GBC si así lo deseamos. Y ojo a las preciosas ilustraciones con las que nos deleitan las páginas del Necronomicón, donde podremos consultar los relatos coleccionables y el bestiario. Del sonido podemos decir algo similar, donde destacan una pegadiza y acertada banda sonora que ambienta a la perfección nuestras aventuras y unos efectos clavados a los que nos acostumbramos a escuchar en la máquina de 8 bits.

Conclusiones

Kharon’s Crypt: Even Death May Die es una aventura muy recomendable con la que nos lo hemos pasado realmente bien. No solo se trata de un fantástico y nostálgico homenaje a una consola mítica, sino que también sabe sorprendernos con un buen diseño de niveles, puzles interesantes, intensos jefes y una mecánica de posesión que le da entidad propia a su desarrollo. Quizá no sea perfecto, pero si echáis de menos los tiempos de GBC y os apasiona el "mazmorreo" de las entregas clásicas de The Legend of Zelda, aquí encontraréis una experiencia a la que bien merece la pena darle una oportunidad.

Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga para Nintendo Switch que nos ha ofrecido Andromeda Project.