Análisis de Yomawari: Night Alone (PSVITA, PC)
Yomawari: Night Alone probablemente tenga más de survival horror al estilo clásico –Resident Evil, Silent Hill- que la mayoría de producciones, grandes o independientes, enfocadas al gore y el terror fácil. Detrás de esos gráficos 2D con una protagonista super deformed se encuentra una historia más cruel que la enésima visita a una casa abandonada de gráficos fotorrealistas y asesinos en serie.
Este es el segundo juego de Nippon Ichi Software en su plan de desarrollar proyectos pequeños, al estilo indie, que comenzó con htoL#NiQ: The Firefly Diary. Aquel título de nombre impronunciable nos dejó un poco fríos –especialmente por su control-, pero sin duda fue una buena iniciativa para una compañía que generalmente se mueve en el mercado del presupuesto medio. Esta vez sí han dado en el clavo, Yomawari logra captar los ambientes lúgubres, la supervivencia y los puzles de las viejas aventuras; nada terriblemente original, salvo quizás su presentación.
La historia comienza cuando la protagonista regresa a casa después de pasear con su perro. Algo ha sucedido con él –no vamos a desvelar nada- y llega al hogar tirando de una correa. La hermana, asustada por el incidente, sale búsqueda de la mascota.
Pero el tiempo pasa y no vuelve; la protagonista se ha quedado sola. ¿Podremos localizar a estos personajes en la terrible oscuridad de los callejones? ¿Cuánto cambia la ciudad en la noche?
Desde una vista superior exploramos barrios y zonas próximas al pueblo para cumplir la misión de cada capítulo o periodo, generalmente seguir una vaga pista que recogemos previamente. Es un falso mundo abierto, y aunque juega un poco con la libertad de poder elegir rutas, tampoco se permite que desde un principio puedas acceder a cualquier lugar. Más que una limitación, es una ayuda para no perderse en este mapa repleto de enemigos.
En cuanto a la jugabilidad, nuestra niña está completamente indefensa. Sí, hay algunos ítems para enfrentarse a un fantasma o al menos deshacerse de ellos cuando nos está molestando, pero la mayor parte del tiempo sólo tenemos dos opciones: ir con cuidado para esquivar criaturas o utilizar objetos de escondite hasta que pasen de largo.
Este último sistema de escabullirse en un arbusto o decorado del escenario pone a la protagonista con los ojos cerrados. Nosotros no podremos ver nada del exterior, sólo el ruido y su representación gráfica con manchas de color. Es tan impreciso como realista, puesto que no te puedes aprovechar de la visión en tercera persona para saber con exactitud si ha pasado el peligro. Sabes lo mismo que la protagonista.
Los espíritus son muy del estilo japonés. Los hay grotescos, con extremidades que surgen de paredes o suelos, animales con cabeza humana e invisibles hasta que son iluminados por la luz de nuestra linterna. Recordarán a criaturas de Silent Hill 4 y fantasmas del folclore nipón, sin llegar al extremo gore en ningún momento. Eso no impide algún que otro susto provocado por detectar una criatura cuando pensabas que no había nadie cerca. Existe una gran variedad de diseños y tienen diferentes comportamientos: algunos se pueden distraer con una piedra, otros nos ignoran al apagar la luz o pasar de puntillas. Para aprender esto no hay más remedio que experimentar.
Yomawari utiliza un curioso sistema por el cual el terror sube las pulsaciones y nos deja casi paralizados. No tiene nada que ver con el extraño sistema de Fear Effect, ni es el indicador de salud oculto bajo una gráfica de Resident Evil. De hecho, tocar a un espectro supone nuestra muerte instantánea. Lo que sucede es que en un estado normal podemos caminar y correr casi sin límite, mientras que al aproximarse a un fantasma el estrés agota mucho más rápidamente nuestra barra, provocando que sea más difícil huir del enemigo.
Esta tensión afecta directamente a la jugabilidad y se transmite en el jugador. Son esos nervios que causa el buen survival horror, similar a pasar corriendo junto a un zombi porque no tienes munición. No es miedo por sustos baratos, es pánico a morir porque el peligro está cerca y la protagonista camina lentamente.
Algunas zonas se hacen difíciles por la aparición de espectros donde menos lo esperamos, así que no serán pocas las veces que la niña muera. Está diseñado con esto en mente y no perdemos los objetos recogidos en la anterior partida, ni siquiera se oculta la porción de mapa descubierta. El juego nos devuelve al último altar donde hemos guardado mediante el gasto de una moneda, impidiendo el derroche. Al cerrar el juego y volver más tarde empezaremos desde la casa inicial, por tanto los templos son puntos de control temporal.
Hay otra función muy útil de estos altares: teletransportarse entre los descubiertos, algo que facilita mucho el desplazamiento cuando se avanza en la aventura y el objetivo se aleja demasiado de nuestro hogar.
Nippon Ichi combina supervivencia, exploración y una dosis de puzles similar a las sagas de terror de Capcom y Konami. A veces queremos entrar en un lugar y está bloqueado -¡el colegio no tiene actividad por la noche!-, invitando a que busquemos pistas sobre un pasadizo secreto, por ejemplo. Otras puertas necesitan una llave a su vez escondida en otro lugar bloqueado, o se necesita utilizar un objeto en el lugar oportuno para causar una reacción. Es el esquema típico de las aventuras gráficas ligeras, no son puzles para exprimir el cerebro pero vas a dar más de una vuelta por el mapa.
Un importante de los juegos de ambiente es el sonido. Yomawari: Night Alone utiliza los efectos de sonido para recrear ambientes y detectar fantasmas. No hay música y sin embargo el juego nunca está en completo silencio. El único idioma para los textos es el inglés, bastante asequible y sólo necesario para entender las pistas o el objeto que nos piden.
Conclusiones
Así como esperábamos más de htoL#NiQ y nos decepcionó, Yomawari ha causado el efecto contrario. Es una pequeña joya independiente japonesa, y no hay muchas por cierto, que va a gustar a los aficionados del survival horror noventero. Un buen planteamiento, visualmente encantador y con personalidad.
¿Qué falla o es mejorable? La duración –tres o cuatro horas- podría saber a poco, aunque es justo reconocer que más vale una retirada a tiempo que mostrar signos de repetitividad; tampoco se caracteriza por ser muy rejugable. Ahora bien, si valoras la calidad por encima de la cantidad, Yomawari no defrauda.
Hemos realizado este análisis con un código de descarga de la versión PS Vita que nos ha proporcionado NIS America.