Análisis de Tony Hawk's Project 8 (PSP)
En 1999, PlayStation se encontraba en plena madurez con un fuerte catálogo para casi todos los gustos. El género deportivo cubría sus vertientes más demandadas (fútbol, baloncesto, conducción). A pesar de ello, Neversoft hizo una apuesta arriesgada con un título que crearía escuela y que inspiraría a varias sagas alternativas: Tony Hawk´s Pro Skater.
Apoyándose en el nombre del patinador más famoso del momento, el juego se coló poco a poco entre los favoritos del público de todas las edades (incluso entre aquellos que desconocía totalmente el mundo que rodea a este deporte) gracias a un sólido apartado técnico y especialmente a una jugabilidad original, diferente a todo lo que había hasta el momento.
El éxito tanto de crítica como de ventas de aquella primera entrega dio lugar ha varias secuelas (y pseudo secuelas, con bicicletas como protagonistas) y en multitud de sistemas, hasta llegar a la última, Tony Hawk Project 8 con varias adaptaciones, entre ellas la portátil de Sony.
Para esta entrega, la principal novedad la encontramos en la cámara lenta que permitirá un control en los pies no visto hasta la fecha, algo que en las consolas domésticas se podía hacer de manera intuitiva con los sticks analógicos. Una evolución de la saga que apreciaremos desde la intro del juego, que nos mostrará esos espectaculares momentos de zoom. Por desgracia, lo que puede ser una interesante idea para las domésticas, no tiene por qué serlo en portátil, y esta es una de las primeras desventajas de la versión PSP (o por lo menos, de unos programadores que no han tenido en cuenta las características de la consola).
Hacer este movimiento con los botones de la consola se hace difícil, y en todo caso frustrante, algo que no debería caber en la definición de un Tony Hawk. El uso de esta novedad la limitaremos a pocos casos, y sólo tras mucha práctica. Esto da lugar a que, eliminando el movimiento, el título no deja de ser una mera revisión de lo ofrecido en otras entregas.
Por suerte, Tony Hawk Project 8 es mucho más que habilidad a cámara lenta. Todas las características acumuladas durante casi una década se mantienen, y sigue siendo una delicia deslizarse por el suelo para saltar sobre barandillas y prácticamente cualquier objeto susceptible de ser "monopatinable", tanto en los escenarios inspirados en parques de entrenamiento como en las fases exteriores aparentemente más inocentes, como simples barrios urbanos.
La lista de movimientos especiales (que podríamos denominar combos) mantiene los famosos 720º, 900º, Airwalk y una larga lista de habilidades que realizadas con más o menos rapidez otorgará mejor puntuación. Un gran jugador puede conseguir grandes cantidades de puntos en los sitios más inesperados, y la clave para ganar se encuentra en encadenar el mayor número de trucos, que en algunas ocasiones se convierte en una apuesta arriesgada ante la duda de detenerse y sumar la puntuación o continuar, con el riesgo que supone perder todo lo acumulado en la última cadena.
Los modos de juego no varían mucho de lo visto hasta la fecha. Encontramos el modo carrera en el que nuestro personaje, un completo desconocido en el mundo del skate, desea tener un nombre en el deporte extremo, a base de superar pruebas con diferentes objetivos, todos ellos poniendo a prueba nuestra habilidad con los saltos y en ocasiones el ingenio. El editor de personajes es básico pero suficiente como para crear un personaje con el que identificarnos, incluso pudiendo crear aspectos bastante estrafalarios.
De forma alternativa, podremos entrenar y superar misiones en el modo Clásico (como las recolecciones de letras SKATE u otros objetos flotantes del escenario) en los circuitos que deseemos (previamente desbloqueados), o jugar al típico minijuego de la saga Horse, en el que dos personajes se picarán por conseguir la puntuación más alta; el jugador que sale derrotado de cada duelo consigue una letra, hasta formar la palabra que da título a la prueba (u otra que deseemos).
Un interesante modo ad-hoc (por desgracia, no hay on-line) aporta numerosos objetivos para un máximo de cuatro jugadores, en diferentes lugares (según los desbloqueados por el jugador que sea el anfitrión). Estos modos resultan bastante divertidos, y no solo por los piques con otros jugadores (siempre más atrayentes que el mero hecho de superar un record), entre los que destaca Elimiskate, que consiste en eliminar al personaje de menor puntuación en diferentes rondas medidas por tiempo, lo que crea mucha tensión entre jugadores de habilidades similares.
Uno de los defectos del título se encuentra precisamente en la poca oferta de terrenos en los que practicar durante nuestras primeras partidas. Todas las pistas (salvo una) están cerradas y ello nos obligará a avanzar en el juego, algo que puede echar un poco atrás a quienes toman contacto con la saga por primera vez o desean partidas rápidas sin tiempo para profundizar en el modo Carrera.
El extra que menos aporta es una galería de vídeos con ingentes cantidades de secuencias, tanto de la vida de los patinadores o demostraciones de sus habilidades, hasta clips de los principales patrocinadores de ropa y tablas presentes en el título (objetos que pueden ser comprados en las tiendas del juego). No pasa de una mera anécdota, y muchos de estos vídeos serán las recompensas por nuestras hazañas en el juego.
El juego mantiene la suavidad en casi todo momento con un motor sólido, tanto para los entornos más abiertos (que no poseen niebla u otro defecto gráficos) como en los cerrados. Estos últimos, como suele ser habitual en la saga, pecan de ser poco atractivos visualmente, ya que se basan en recrear diversas rampas en lo que aparentan ser almacenes, algo que se compensa con las calles, parques y paisajes urbanos. Desgraciadamente, estos lugares son conocidos para el fan de la saga, no en cuanto al diseño, pero si la idea de, por ejemplo, usar un colegio como escenario.
Las animaciones de los personajes siguen siendo buenas (sin exceso), con las espectaculares caídas y accidentes que podemos sufrir, a las que podemos añadir o quitar la salpicadura de sangre desde el menú. Los modelados de los patinadores tampoco decepcionan (salvo algún caso puntual) y los objetos del escenario van de lo notable (en los exteriores) a lo simple (aunque fiel a la realidad) de rampas y objetos para practicar. Algo similar encontramos en la calidad de las texturas, que varían mucho según el escenario y objeto en el que nos fijemos, pero generalmente no apreciaremos posibles fallos dado que pocas veces perderemos tiempo en posición estática. Es apreciable que en esta ocasión los colores son más vistosos que anteriores entregas (especialmente en las zonas con vegetación), y en general hay más detalles que en Tony Hawk Underground 2 Remix.
En conjunto el apartado visual es uno de los más positivos de juego. Carece de molestos defectos que afecten a la jugabilidad, y los poseedores de PSP pueden probar sus habilidades sobre la tabla en las diez nuevas áreas, amplias y, como suele ser habitual, con zonas secretas accesibles que descubriremos, en ocasiones, por casualidad.
La ambientación sonora apenas incluye ruidos, aparte del rodaje de la tabla en las diferentes superficies, pero la banda sonora, como de costumbre, es un punto a destacar, con las licencias de grupos que van del rock alternativo al punk o rap. Únicamente nuestros gustos musicales podrán poner pegas, pero se trata de una cuestión subjetiva.