Análisis Sonic Frontiers, el regreso al buen camino de la mascota de Sega (PS5, PC, PS4, Xbox Series X/S, Xbox One, Switch)
Al final de Sonic Generations, el icónico erizo le dijo a su versión del pasado que podía estar tranquilo, pues le esperaba un gran futuro, unas palabras en las que quisimos creer con todo nuestro corazón, especialmente tras haber jugado a semejante maravilla de juego. En realidad, sabíamos que no era exactamente así y que el Sonic clásico iba a encontrarse por el camino con muchos baches y capítulos realmente oscuros que todavía intentamos olvidar, como el innombrable Sonic the Hedgehog (2006), pero el Sonic Team acababa de encadenar dos títulos fantásticos con Colours y Generations. Parecía que, por fin, la mascota de Sega había vuelto a enderezar su rumbo y que los errores del pasado no se volverían a repetir. Lamentablemente, nos equivocábamos.
Entre las horrendas entregas de Sonic Boom (la serie de televisión no os la perdáis que es divertidísima), el desangelado Sonic: Lost World y el flojísimo Sonic Forces, solo esa brillante joya llamada Sonic Mania trajo algo de luz a este queridísimo personaje en la última década. Bueno, Sonic Mania, Sonic & All-Stars Racing Transformed, los nuevos cómics y las recientes películas de acción real. Por todo ello, Sonic Frontiers es un juego importante. Un juego con el que Sonic Team tiene que demostrar que es un equipo capaz de devolver el lustre perdido a uno de los mayores iconos de la industria de los videojuegos, un héroe tan querido y con tanto calado que incluso en sus horas más bajas sigue vendiendo bien y contando con el apoyo del público. Y para hacer eso, nada mejor que apostar por algo nuevo, libre de los grilletes de los vicios del pasado y de una fórmula que mostraba síntomas de agotamiento desde hace mucho.
La apuesta con esta entrega, desde luego, es arriesgada, ya que supone reinventar al erizo llevándolo a un nuevo terreno, uno con combates más elaborados y grandes mapas que explorar con total libertad. Esto, que muchos podrían considerar un disparate y una locura, ha acabado por resultar todo un acierto, algo que nos ha quedado muy claro tras haber completado la aventura de principio a fin con trofeo de Platino incluido. Sí, estáis leyendo bien, no es un espejismo: Sonic Frontiers ha dado la sorpresa.
Análisis en vídeo y nota de voz
A continuación podéis ver nuestro análisis en vídeo, con imágenes pertenecientes a la versión de PS5:
También podéis escuchar la nota de voz un audio en el que os contamos qué nos ha parecido:
El misterio de Starfall Islands
Sabemos que no es lo habitual y que en el análisis de casi cualquier otro juego de Sonic probablemente pasaríamos de puntillas por su historia, pero esta vez estamos ante un caso especial en el que nos queremos detener por numerosos motivos. El primero y más importante es que el guion lo ha escrito Ian Flynn, un veterano guionista de cómics que lleva años trabajando con el personaje y que lo conoce mejor que la propia Sega. No en vano, es quien está liderando su nueva serie de tebeos en IDW Publishing, donde está realizando una labor excelente, por lo que su fichaje para esta nueva aventura del erizo tiene todo el sentido del mundo. Y creednos, su mano es algo que se nota de principio a fin, firmando una de las mejores tramas que ha tenido nunca la saga.
En ella nos narran cómo Sonic, Tails y Amy viajan hasta Starfall Islands, un misterioso complejo de islas en el que han detectado una inusual actividad de las Chaos Emeralds. Sin embargo, a su llegada son arrastrados por un vórtice hacia una dimensión digital conocida como el Ciberespacio. Como era de esperar, nuestro héroe, gracias a su velocidad, es capaz de salir de allí y volver al mundo real, momento en el que escucha una voz que le dice que para liberar a sus amigos debe acabar con los titanes que protegen la región.
A partir de aquí, comienza una historia sencilla, pero muy bien escrita y lo suficientemente interesante como para captar nuestra atención hasta el final. Destaca, sobre todo, la mayor profundidad que se le ha dado a Sonic y al resto de personajes, así como las relaciones que tienen entre ellos. No es que sean especialmente complejos, pero sí que tienen más "sustancia" y resulta refrescante ver cómo Tails se plantea su propia inseguridad y lo mucho que depende de Sonic o cómo Knuckles reflexiona sobre la posibilidad de que sea el último de su especie mientras el erizo, por primera vez, se queda sin palabras y sin saber qué decir para animar a su amigo. Mención especial también a Sage, una nueva incorporación a este universo que nos ha encantado y nos ha permitido ver un lado de Eggman que hasta ahora desconocíamos. Como veis, siguen siendo los mismos de siempre y sus personalidades no han cambiado, pero tienen un pequeño punto de madurez que se agradece muchísimo, permitiéndonos empatizar mejor con ellos.
Además, el guion se toma más en serio, recupera ese toque oscuro que tuvieron los dos Sonic Adventure y hace muchísimos esfuerzos por ampliar el trasfondo de la serie y conectar sus diferentes entregas, con montones de referencias y guiños a juegos pasados y explicaciones muy curiosas a ciertos detalles y eventos.
Con esto no queremos decir que sea la mejor historia que se ha escrito nunca para un videojuego, ni mucho menos, pero no se puede negar que, dentro de su sencillez y de lo relativamente predecible que resulta, sabe construir un relato muy entretenido y agradable que trata a la licencia con un respeto casi religioso y donde todo tiene su razón de ser, virtudes que lo hacen destacar por encima de cualquiera de sus predecesores y de otros productos dirigidos a todos los públicos.
El erizo tridimensional más rápido, controlable y preciso
Pero por mucho que nos alegre que se haya dado un salto cualitativo en sus valores narrativos, al final, lo que realmente importa en una aventura de la mascota de Sega es su jugabilidad y esta entrega llega al mercado rodeada de dudas por culpa de una serie de desacertados vídeos y tráileres que hacían presagiar lo peor, aunque ya os vamos avisando que no le hacen la más mínima justicia a lo que nos hemos encontrado cuando nos hemos puesto a los mandos.
Sonic Frontiers es un juego divertidísimo que acierta de lleno en lo que se propone y que ha conseguido algo que llevaba más de 20 años resistiéndosele a sus incursiones 3D: clavar sus físicas y controles. No catalogaríamos el control de los títulos anteriores como malos, pero la precisión que tenemos ahora al mover al personaje es algo que no hemos experimentado nunca en la saga, con un turbo mucho más controlable, saltos intuitivos que se calculan al milímetro y una facilidad espectacular en los giros y en los cambios de dirección.
En las casi 25 horas que hemos jugado, jamás hemos tenido que luchar con el mando para recuperar el control de Sonic, ni siquiera al correr a la máxima velocidad mientras encadenábamos piruetas de todo tipo, lo que habla genial del trabajo que se ha realizado en este sentido. El simple hecho de mover a nuestro héroe ya resulta divertido y gratificante, algo a lo que deberían aspirar todos los juegos de plataformas y que aquí se cumple a rajatabla.
Aunque la disposición de los botones ha cambiado un poco, el erizo sigue contando con sus habilidades habituales, por lo que podremos aumentar nuestra velocidad de carrera con un turbo, realizar saltos dobles, descender con un poderoso pisotón y dirigir nuestros ataques hacia los enemigos y otros elementos del escenario con el Homing Attack (el cual, por cierto, tiene un rango mucho mayor del habitual). Incluso se ha recuperado el Drop Dash. Eso sí, ahora contamos con nuevos trucos, como el cibergiro, una técnica que nos permite dejar una estela detrás nuestra mientras corremos para dibujar círculos con ella y que todo lo que esté dentro sufra daño o, en su defecto, produzca algún tipo de efecto que nos permita revelar secretos y resolver puzles.
Un nuevo y divertidísimo campo de juego
Sin embargo, es en su estructura donde reside la mayor de sus novedades. Esta vez no nos encontramos ante una sucesión de niveles lineales en los que poner a prueba nuestros reflejos y habilidades, sino ante una aventura de acción y plataformas con alma de collectathon. De este modo, podremos explorar con total libertad una serie de mapas con un tamaño más que considerable en los que encontraremos infinidad de ítems para recoger y coleccionar, desafíos plataformeros de toda índole, sencillos minijuegos, algún que otro rompecabezas e incluso espectaculares combates contra enemigos de gran tamaño.
Nuestro objetivo en cada una de las islas que visitaremos (a excepción de una de ellas) será hacernos con las Chaos Emeralds para poder convertirnos en Super Sonic y hacer frente al gran jefazo de la zona. Por supuesto, las esmeraldas no nos las van a regalar y para romper el sello de estas poderosas reliquias tendremos que obtener una serie de llaves que se consiguen como recompensa por superar las misiones y desafíos secundarios de los niveles del Ciberespacio, unas pantallas lineales muy en la línea de lo visto en títulos como Sonic Unleashed, Generations o Colours. Eso sí, para acceder a ellas primero deberemos encontrar sus portales y recolectar los engranajes que nos pidan, artefactos que conseguiremos al derrotar a los Guardianes, unos minijefes que encontraremos pululando por los escenarios.
Por si no fuese suficiente, también tendremos que conseguir fragmentos de los recuerdos de nuestros amigos, como Amy, Knuckles o Tails, unos ítems que se encuentran, literalmente, por todas partes. Hay cientos de ellos y para hacernos con la mayoría nos tocará averiguar cómo alcanzarlos, lo que suele conllevar el uso de raíles, bumpers, muelles, desniveles y cualquier otra cosa que veamos por el mapa. Hacer esto no es una tarea opcional, pues algunas esmeraldas solo se pueden conseguir recolectándolos, algo también aplicable a ciertos eventos que hacen progresar a la historia.
A todo lo comentado, también hay que sumarle tareas algo más opcionales, como conseguir semillas para subir nuestro nivel de ataque y defensa, encontrar Kocos (unos adorables seres de piedra) para aumentar la cantidad de anillos que podemos llevar y nuestra velocidad máxima o interactuar con unas pequeñas pruebas y rompecabezas que al completarse revelan parte del mapa y sus puntos de interés.
Lo mejor de todo es que esta estructura acaba enganchando con una facilidad pasmosa a poco que te gusten este tipo de juegos, ya que hay mucho que explorar, montones de cosas por conseguir y una sensación de progreso constante, por lo que no daremos dos pasos sin ver algo que nos llame la atención, un fragmento que obtener, un puzle que resolver, un portal hacia una fase lineal o un Guardián al que hacer frente.
Los mapas están sorprendentemente bien diseñados y hay multitud de elementos que podemos utilizar para atajar y movernos por las islas en cuestión de segundos, lo que, sumado a la velocidad y movilidad propia de Sonic, da como resultado que cada escenario en sí mismo se convierta en nuestro patio de recreo particular. Correr y dejarse llevar sin rumbo fijo mientras exploramos y vamos de un lugar a otro resulta divertido en sí mismo y pocas cosas se nos ocurren que encajen mejor con el espíritu de la mascota de Sega que esto, demostrando que llevarla a un terreno amplio en el que disfruta de total libertad ha sido un rotundo acierto.
Ahora bien, no todo es perfecto y hay cosas que distan de convencer, como unos puzles, pruebas y minijuegos que, por lo general, tienden a repetirse y dejan mucho que desear (mención especial a cierto pinball obligatorio con las peores físicas que recordamos haber visto en mucho tiempo). De igual modo, le cuesta bastante sorprender con nuevas situaciones y mecánicas, por lo que la exploración de cada isla siempre es muy similar. Da igual que estemos en un desierto o en un bonito campo lleno de verdes praderas, pues los mecanismos y los retos de plataformas que vamos a encontrar siempre están cortados por los mismos patrones. Insistimos en que resulta muy divertido buscar la manera de llegar a los sitios, pero se echa de menos un desarrollo menos encorsetado, que se atreva a hacer cosas únicas en cada rincón del mapa y que nos sorprenda con retos exclusivos que hagan de cada lugar algo especial.
Hablando de las islas, cabe señalar que las dos últimas nos han decepcionado bastante, ya que son mucho más pequeñas que el resto (de hecho, una de ellas solo la visitaremos durante unos minutos en una parte muy concreta de la historia) y reciclan la ambientación de la primera de todas, lo que transmite la sensación de que el equipo de desarrollo se quedó sin tiempo o presupuesto en algún punto y tuvieron que reutilizar parte de lo que ya tenían hecho para poder alargar la duración de la aventura. Lamentablemente, esto deriva en una recta final un tanto estirada que falla a la hora de construir el clímax previo a la última gran batalla de la historia principal.
Otra cosa que tampoco nos ha convencido es su árbol de talentos, donde podremos invertir los puntos de habilidad que obtengamos con la experiencia de los combates para aprender nuevas técnicas. Es tan simple y básico que antes de llegar al ecuador de nuestro viaje ya tendremos todo desbloqueado, por no hablar de que aporta tan poco al conjunto general que parece que se haya añadido más por la necesidad de seguir las modas actuales que por sus hipotéticos beneficios a la hora de hacer la progresión más satisfactoria.
Sonic contra los Guardianes
Ya que hemos mencionado los combates, conviene destacar que nuestro héroe es ahora mucho más capaz que antes y puede desatar devastadores combos de puñetazos y patadas, realizar esquivas, bloquear, contraatacar y fijar enemigos, entre otros nuevos trucos como el mencionado cibergiro o una andanada de proyectiles. Las peleas se suelen caracterizar por ser muy ágiles y frenéticas, pero también extremadamente sencillas. No esperéis encontrar en ellas la más mínima profundidad, ya que solo existe un botón para atacar y lo único que podremos hacer será añadir alguna técnica en medio de una cadena de golpes y poco más, aunque no os penséis que esto significa que combatir sea algo aburrido.
Sonic Frontiers no deja de ser un juego de plataformas así que es perfectamente entendible que el sistema de combate sea tan simple, por lo que el Sonic Team se ha centrado en hacer que las batallas contra nuestros rivales sean divertidas a través de sus mecánicas y patrones. Si bien en Starfall Islands apenas hay enemigos básicos y lo normal suele ser que pasemos de ellos la mayoría de las veces, el plato fuerte está en los duelos contra los Guardianes, unos gigantescos engendros mecánicos a los que deberemos derrotar para hacernos con los engranajes necesarios para acceder a las fases del Ciberespacio.
A efectos prácticos, actúan como minijefes que deambulan por el mundo, planteándonos unos enfrentamientos muy diferentes en los que no nos bastará solo con atacar y defender, sino que tendremos que encontrar la forma de hacerles daño. Hay una buena variedad de ellos y algunos son puros retos plataformeros que hemos disfrutado mucho, por no hablar del pequeño puzle que a veces supone exponer sus puntos débiles.
Por norma, son unas batallas facilísimas incluso en el nivel de dificultad más alto, pero también espectaculares y muy entretenidas que siempre nos han animado a lanzarnos de cabeza a por los nuevos tipos de Guardianes con los que nos topábamos para ver qué clase de enfrentamiento nos iban a proponer. Eso sí, recicla algunos enemigos con los colores cambiados, pero la cantidad de engranajes que nos requieren los portales está lo suficientemente bien equilibrada como para que no tengamos que luchar demasiado y podamos evitar la repetición de un mismo Guardián si así lo deseamos.
Batallas titánicas
Mención aparte merecen los titanes, los grandes jefazos a los que tendremos que abatir al final de cada isla y los protagonistas de los que creemos que son los momentos más espectaculares, brutales, desfasados y alucinantes que hemos visto jamás en los 31 años de historia del personaje. Todas estas batallas tienen en común dos cosas: el descomunal tamaño de estos seres y que controlaremos a Super Sonic. Ahora bien, la forma en la que se desarrolla cada una suele ser muy distinta y tiene sus propias particularidades.
Son unas luchas tremendamente épicas donde tanto el erizo como sus enemigos demuestran una escala de poder más propia de Dragon Ball que de lo que la licencia nos tiene acostumbrados, con técnicas, ataques y golpes capaces de destruir montañas enteras. A nivel mecánico son unas peleas muy sencillas en las que debemos buscar la forma de abrir la defensa del rival para así activar una serie de secuencias que, si superamos correctamente haciendo las acciones requeridas, suelen acabar con Sonic lanzando un poderosísimo movimiento que resta una buena porción de la barra de vida del enemigo.
La puesta en escena es soberbia y las coreografías son una auténtica pasada, con un sinfín de "flipadas" a cada cual más exagerada, algo a lo que hay que sumar unos temazos vocales muy cañeros que se encargan de subirnos la adrenalina y de crear la ambientación sonora perfecta para el despliegue de efectos que sucede en pantalla. Quizá pequen de fáciles y simples, pero os mentiríamos si os dijésemos que no nos han emocionado y puesto los pelos de punta. Extrañamente, la última batalla no nos ha terminado de convencer por culpa de unas mecánicas muy poco inspiradas y una decepcionante fase final que, por muy épica y pasada de vueltas que sea a nivel argumental, en lo jugable es de todo menos lo que cabría esperar de un juego de Sonic.
A toda velocidad por el Ciberespacio
Más allá de los combates y la exploración, el otro gran pilar del juego reside en las fases del Ciberespacio, la parte más clásica y tradicional de toda la aventura. Como dijimos antes, son pantallas lineales al más puro estilo Sonic Generations o Sonic Colours en las que solo tendremos que preocuparnos de avanzar a toda pastilla esquivando obstáculos, encadenando todo nuestro repertorio de movimientos y "plataformeando" tanto en secciones 3D como 2D. Por supuesto, hay cinco monedas rojas por encontrar y numerosos atajos y rutas alternativas que podemos aprovechar para recortar segundos al cronómetro e intentar conseguir un tiempo de rango S. Puro Sonic.
Lo mejor es que cuentan con un diseño de niveles muy bueno que huye de los automatismos de juegos anteriores, por lo que no esperéis encontrar en ellos ningún tramo en el que solo tengáis que pulsar el botón de turbo mientras suceden cosas en el televisor. De hecho, suelen ofrecer desafíos muy variados y el "plataformeo" puro y duro está muy presente en casi todo momento, el cual ha ganado considerablemente gracias a la mejora que han experimentado los controles. Además, evita colocar obstáculos de forma tramposa para frenarnos en plena carrera, por lo que siempre tendremos tiempo para reaccionar a todo, independientemente de lo rápido que vayamos.
Lamentablemente, duran un suspiro y rara es la fase que llega siquiera al minuto de duración, con algunos niveles que se pueden superar incluso en apenas 30 o 40 segundos. Evidentemente, también hay pantallas que tienen una duración más aceptable, pero eso no quita que, en líneas generales, nos hayan sabido a poco. A esto tenemos que sumarle que en lo visual recicla los escenarios de Generations, con muchas situaciones jugables y secciones claramente inspiradas por lo visto en entregas pasadas, por lo que no hay nada realmente nuevo, fresco o único en ellas.
En total, completar la historia principal es algo que os llevará entre 12 y 15 horas, dependiendo de lo mucho o poco que os detengáis a explorar y a realizar actividades opcionales, aunque si lo que pretendéis es conseguir todos sus logros o trofeos, debéis saber que a nosotros es algo que nos ha llevado 20 horas exactas. Aquí tenéis que tener en cuenta que esto último no requiere limpiar los mapas de fragmentos ni completar todos los niveles del Ciberespacio con todas sus misiones opcionales, así que si os proponéis no dejar ni un solo icono por conseguir, la cifra puede elevarse unas cuantas horas más.
Discreto en lo técnico, magistral en lo sonoro
Y llegamos al apartado más flojo del juego: sus gráficos. Se trata de un título muy discreto en lo técnico que se queda corto incluso para los estándares de la pasada generación, con unas texturas muy mejorables, unos escenarios desangelados, unos modelados correctos pero sin grandes alardes, unos efectos cumplidores y una distancia de dibujado inexplicablemente baja. No en vano, estamos hablando de un juego en el que la aparición repentina de elementos en pantalla es completamente atroz y donde todo tipo de estructuras van apareciendo y desapareciendo delante de nuestras narices a medida que corremos, lo que crea una sensación visual espantosa que es imposible pasar por alto.
Por desgracia, la dirección de arte no hace mucho por ayudar, algo que se nota especialmente en las islas, cuyos parajes no podrían tener menos alma, reduciéndose todo a una pradera, un desierto y un volcán de aspecto más o menos realista que no consiguen justificar la cantidad de raíles, muelles y plataformas flotantes que hay por todos lados, lo que crea un extraño contraste que no convence. Al menos, las animaciones son buenas, las batallas de Super Sonic sí consiguen elevar el listón y ser muy espectaculares, en el modo rendimiento se mueve a 60 fps sólidos como una roca y no hemos sufrido ni un solo bug destacable en todo el juego.
Donde sí que no falla es en el sonido, deleitándonos los oídos con una banda sonora simple y llanamente espectacular. Más de 150 temas variadísimos que juegan con montones de estilos distintos, desde melodías relajadas y aventureras hasta la electrónica más fascinante y el metal más cañero. Y todo ello aderezado además por una buena selección de canciones vocales que suenan justo cuando tienen que hacerlo para convertir sus mejores momentos en experiencias inolvidables. Sumadle unos efectos fácilmente reconocibles y de mucha calidad y un doblaje al español sobresaliente con todas las voces habituales, y tendréis uno de los apartados sonoros más cuidados de los últimos años en videojuego alguno.
Conclusiones
Sonic Frontiers es una obra imperfecta que nos ha devuelto la ilusión por esta leyenda de los videojuegos. Un título que transmite en todo momento la sensación de ser un experimento, una prueba de concepto para todo lo que está por llegar, pero que también es capaz de divertir y sostenerse por sí solo para hacernos pasar un rato estupendo "plataformeando", combatiendo, explorando y correteando por Starfall Islands. Tiene muchas aristas, hay numerosas cosas por pulir y otras tantas siguen necesitando una vuelta o dos, pero, al final, lo que perdura y se impone son sus virtudes y la base tan sólida que tiene su nueva fórmula jugable. Así que sí, Sonic, volvemos a soñar y creer en ese brillante futuro del que nos hablaste una vez hace once años. Un futuro que, con suerte, por fin empieza a ser nuestro presente.
Hemos realizado este análisis tras jugar a la versión de PS5 gracias a un código de descarga que nos ha facilitado Plaion.