Análisis Romancing SaGa 2: Revenge of the Seven, un JRPG diferente con aroma a clásico actualizado (PS5, Switch, PS4, PC)
Los clásicos del género tienen un aroma inconfundible. Bien sea por su mecánica, por sus gráficos o simplemente por su puesta en escena, es fácil reconocerlos y por lo general dejan tras de sí una buena dosis de nostalgia. En un mercado en constante expansión como el de los videojuegos, hoy es fácil recuperar parte de esas viejas glorias en su formato original y disfrutar de ellas evitando algunos aspectos que inevitablemente han envejecido mal.
Para qué vamos a engañarnos: nos encanta echar un vistazo a las glorias del pasado, ya que con ellas descubrimos cómo fue evolucionando un género que, a tenor de la calidad (y cantidad) de lanzamientos que recibe últimamente, se encuentra estado de salud envidiable.
A veces, aunque no suele ser lo más frecuente, tenemos la suerte de recibir versiones de clásicos que se actualizan a los tiempos que corren.
Después de probar suerte con Trials of Mana, una versión totalmente actualizada de un JRPG del calibre de Seiken Densetsu 3 que ni tan siquiera llegó a ver la luz en Occidente, Square Enix ha cedido el testigo del desarrollo de una nueva adaptación tridimensional de uno de sus clásicos a Xeen Inc., un pequeño estudio japonés que poco a poco está llamando la atención gracias al buen hacer de sus productos. SaGa, la franquicia elegida, siempre ha llevado consigo la aureola de experimental, no en vano casi todas sus entregas ofrecen perspectivas novedosas y originales con las que se exploran vertientes que se alejan del clásico concepto de "héroe y su grupo de compañeros salvan al mundo". Y de entre todas sus numerosas entregas, probablemente la más representativa de todas sea este Romancing SaGa 2 que hoy nos ocupa.
No hay héroes, solo soldados
Es la más representativa, decimos, porque cambia drásticamente la fórmula que emplea para abordar su argumento, pilar central de cualquier JRPG que se precie. Lo hace a través de un sistema de Legado, o de herencia, en el que se elimina de un plumazo la presencia de un héroe o heroína principal para dejar paso a un séquito o grupo de soldados. Tras los compases iniciales en los que se presenta a grandes rasgos la historia de los Siete Héroes, otrora salvadores del mundo de Avalon y hoy convertidos en una amenaza, descubrimos que nuestro principal cometido no es solo salvar al mundo, sino también hacer todo lo posible por mantener a flote nuestro imperio.
En la práctica, esto se traduce en una mecánica de juego que por un lado nos lleva al sistema de ‘pueblo – exploración – mazmorra – jefe final’, mientras que por el otro nos obliga a tener en cuenta también otros aspectos secundarios como el desarrollo de nuevas armas, armaduras y hechizos, la construcción de nuevas zonas para el castillo que sirve como base de operaciones o el nivel de popularidad de nuestro ejército, que se formula en base al equilibrio de las habilidades que vamos aprendiendo en combate. Estos elementos se mantienen tal y como los conocimos en la versión original (y en las sucesivas, aparecidas hace algunos años para móviles y consolas de la anterior generación); no presentan cambios significativos y destilan la esencia tradicional del género de la que hablábamos al principio de este análisis.
Esa esencia tradicional
Otra peculiaridad de la mecánica de juego es el sistema de progresión paralelo entre nuestro nivel de experiencia y el de los monstruos. En Romancing Saga 2: Revenge of the Seven no son nuestros soldados los que suben de experiencia, sino sus armas. Existen varias clases de soldados con sus respectivas peculiaridades, que van desde el clásico monje que emplea artes marciales pasando por el aguerrido soldado-tanque de vanguardia, sin olvidar diferentes clases de magos o de ladrones, por mencionar algunos ejemplos. Cuanto más empleamos un arma en el combate, más sube el nivel de esta. Además, es posible adquirir nuevas habilidades insistiendo en el uso de otras con las que contamos ya de antemano, explotando de paso las debilidades de los enemigos, afines a distintos elementos (agua, viento, fuego, hielo, etcétera).
Es curioso porque, cuanto más sube nuestro nivel de pericia con las armas y el del séquito en su conjunto, mayor es también el nivel de exigencia de los monstruos, lo que nos lleva a encontrarnos con una situación un tanto peculiar: cuanto más combatimos, más aumenta el nivel de dificultad de los combates. Las mazmorras están repletas de enemigos y no es extraño salir de un combate para entrar en otro a los pocos segundos, por lo que, si queremos progresar sin sufrir duras consecuencias, no queda otra que correr de un lado a otro evitando enfrentamientos innecesarios.
Y aunque el sistema es cuando menos peculiar, arrastra inevitablemente algo de desgaste debido a los contratiempos que genera, como picos elevados de dificultad (especialmente en los enfrentamientos ante jefes finales) o una sensación latente de frustración incluso jugando en el modo de dificultad fácil. Habrá jugadores que consideren este aspecto un punto a favor, especialmente en estos días en los que apreciamos más que nunca experiencias muy exigentes, y qué duda cabe que se trata de una de las señas de identidad de la versión original, pero es una lástima que no se haya tenido esto en cuenta ofreciendo alguna forma de facilitar la vida al jugador que solo quiera disfrutar del argumento sin complicarse excesivamente la vida.
Sistema de Legado
Si somos capaces de obviar este punto, podremos disfrutar del sistema de Legado en todo se esplendor. Como decíamos anteriormente, se basa en la ausencia de un protagonista. La atención se centra en nuestro séquito de soldados, cuyas habilidades se heredan de generación en generación. La mecánica se divide en dos vertientes: la anexión de nuevos terrenos y la lucha ante los Siete Héroes. En ambos casos se desarrolla de la misma manera: comenzamos en el castillo y se nos informa de las últimas novedades. Por lo general siempre hay alguna comunidad que requiere nuestra ayuda, por lo que acudimos prestos a ello. En Romancing SaGa 2: Revenge of the Seven exploramos una gran cantidad de pueblos y de mazmorras, y aunque solo contamos con un puñado de edificios a los que podemos acceder (tabernas desde las que podemos modificar nuestro séquito, tiendas de armas y objetos), tenemos la sensación de estar constantemente descubriendo nuevas ubicaciones.
Los saltos generacionales se producen tras realizar o bien varias misiones "secundarias" (todas, o casi todas, las misiones que realizamos tienen algún vínculo entre ellas, por lo que catalogarlas de secundarias tal vez no sea lo más adecuado) o tras derrotar a uno de los Siete Héroes, momento en el que avanzamos varias décadas en el tiempo. Hay momentos en los que tenemos que tomar decisiones que alteran el transcurso de ciertos acontecimientos, por lo que para exprimir todas las armas argumentales es imprescindible terminar varias veces la partida.
Esto nos permitirá también probar suerte con distintos estilos de combate, buscando el que mejor se adapte a nuestro estilo de juego, y especialmente entender cómo funciona la mecánica y en qué se diferencia del JRPG tradicional. Tened una cosa clara: no jugaremos dos partidas iguales.
Combate y más combates
Por suerte, la mecánica nos lleva a disfrutar de combates rápidos y ágiles, basados en explotar las debilidades enemigas, para lo cual es fundamental ir aprendiendo nuevas habilidades. Este sistema de aprendizaje, basado en emplear una habilidad varias veces para que de manera aleatoria nuestro personaje aprenda una nueva (o una evolución de esta) es uno de los pilares básicos sobre los que se sustenta el sistema de progresión.
Cuando cambiamos de generación, las habilidades que hemos aprendido con una determinada categoría pueden ser adquiridas por todos los personajes del séquito. Sin embargo, hay algunas limitaciones: aunque todos los soldados pueden emplear magias, no todos podrán hacer uso de hechizos de mayor nivel si no han subido previamente de nivel en este aspecto. Hay que establecer estrategias para poder avanzar, aunque está claro que la premisa es simple: a mayor cantidad de habilidades, más probabilidades tendremos de encontrar con rapidez las debilidades enemigas… aunque esto conlleva también, como comentamos anteriormente, una subida considerable en el nivel de experiencia de los enemigos.
Un remake satisfactorio
La apuesta de Xeen Inc. para dar vida al mundo de Romancing SaGa 2: Revenge of the Seven ha sido volver a emplear el Unreal Engine 4 que tan buenos resultados dio en el caso de Trials of Mana. El resultado es satisfactorio sin ofrecer un gran despliegue gráfico, actualizando el rico mundo de Avalon a los tiempos que corren. Tanto el diseño de los personajes como el de los escenarios es notable, y aunque las mazmorras pueden pecar de ser algo monótonas, lo cierto es que el nivel final que ofrece esta adaptación en ese sentido es más que aceptable. Hay que tener en cuenta, no obstante, que el salto a las tres dimensiones conlleva la pérdida del peculiar estilo artístico del original, algo de lo que ya pudimos dar cuenta en la demostración que apareció hace algunas semanas.
Al margen de esto y en lo referente al aspecto técnico, la banda sonora, que tiene nuevos arreglos orquestales, es tal vez el más llamativo de todos. Cuenta de nuevo con el magnífico trabajo a la batuta de Kenji Ito, uno de los primeros compositores en poner de relieve la importancia de contar con un buen apoyo sonoro para potenciar los acontecimientos que tienen lugar en pantalla.
Celebramos también poder disfrutar de un SaGa en perfecto español, con una traducción que nuevamente está a la altura de las circunstancias. Podemos cambiar si lo deseamos entre varios idiomas, al igual que con las voces, que aquí se ofrecen tanto en su idioma original como en inglés, quedando a gusto de cada uno qué versión elegir. La versión de PS5 que hemos analizado agiliza varios aspectos cruciales para disfrutar de una partida rápida, sin prácticamente tiempos de carga y con opción a desplazarnos de inmediato entre determinados pueblos y ubicaciones específicas.
Conclusiones
Treinta años después de su lanzamiento original, Romancing SaGa 2: Revenge of the Seven presenta la versión más refinada de un JRPG cuando menos peculiar. La parte estrictamente relacionada con el remake, su salto a las tres dimensiones y el remozado sonoro, cumple con su cometido sin reinventar la rueda, pero ofreciendo un resultado notable. Todo lo relacionado con peculiar mecánica de juego sigue prácticamente tal y como la pudimos conocer en su día, con un divertido sistema de combate y una progresión paralela entre nuestro séquito y los monstruos que arrastra claramente el peso del paso del tiempo. Si la idea era ofrecer un juego clásico adaptándolo a los tiempos que corren, no cabe la menor duda que el binomio Square Enix-Xeen Inc. ha vuelto a dar sus frutos. Habrá quien eche de menos el estilo artístico tradicional, pero dejando eso y algunos otros elementos secundarios menores al margen, el resultado es digno de celebrar. Disfrutadlo.
*Hemos realizado este análisis en PS5 gracias a un código proporcionado por Square Enix.