Análisis Ender Magnolia: Bloom in the Mist: estilo gótico y combates brutales en un imprescindible de los metroidvania (PS5, PC, PS4, Xbox Series X, Switch, Xbox One)

Cuesta creer que en los tiempos que corren siga habiendo margen para que estudios menores o poco conocidos nos sorprendan con propuestas inesperadas, de esas que se quedan guardadas en nuestra retina durante semanas o meses, pero lo cierto es que eso fue exactamente lo que logró Live Wire con Ender Lilies: Quietus of the Knights. Dentro del nutrido mundo de los metroidvania en el que prácticamente celebramos nuevos lanzamientos semana sí y semana también (véase el caso de Blade Chimera o de Tails of Iron 2 por mencionar dos ejemplos entre muchos otros), queda patente que todavía queda lugar para ofrecer nuevas y trepidantes propuestas, generalmente de índole indie, siguiendo casi siempre la estela del sobresaliente Hollow Knight.
Perdido el factor sorpresa, el objetivo que se marcó Live Wire de cara a desarrollar una secuela que mantuviese intacta la frescura del original fue mejorar todo lo que no terminaba de encajar en aquella, potenciando en el proceso aspectos como el argumento o la cantidad y variedad de habilidades de las que podemos hacer uso durante la aventura. El resultado es este Ender Magnolia: Bloom in the Mist, un digno sucesor que mantiene intacto el tono gótico y melancólico del original, así como también su espléndido aspecto artístico, de marcada (y evidente) estética anime.
Más allá de su atractiva puesta en escena y de contar con una mecánica de juego pulida con esmero, el detalle más significativo de esta secuela es una notable reducción en el nivel de dificultad, algo de lo que sus propios creadores daban buena cuenta en entrevistas aparecidas en el momento del lanzamiento oficial del mismo. Como veremos a continuación, esto no implica que estemos ante una aventura sencilla o poco exigente, sino que ahora, si así lo deseamos, podemos elegir un modo de juego más asequible, que penaliza menos nuestros errores y nos permite disfrutar de la aventura sin tener que pasar por el inevitable escarnio de repetir una y otra vez los mismos segmentos. Es decir: si no te gusta morir una y otra vez, puedes evitarlo (o casi) bajando el nivel de dificultad. Si prefieres una experiencia más dura, por así decirlo, también la encontrarás aquí.

No obstante, los cambios en concepto de dificultad no son los únicos que merece la pena destacar. Como veremos a continuación, Ender Magnolia: Bloom in the Mist cuenta con motivos de sobra para conquistar a los amantes del género desde los primeros compases de juego, ya no solo por su espectacular puesta en escena o tiernas y melancólicas melodías, sino también (y sobre todo) por sus fases de exploración y por contar con un diseño de niveles que hará las delicias de todos aquellos que gusten de perderse por mundos oscuros, inexplorados, tan tétricos como arrebatadores por momentos.
Nueva protagonista, misma melancolía
Para unir todos los bellos parajes que recorremos, Ender Magnolia nos pone en la piel de Lilac, una nueva heroína de pelo corto que recoge el testigo de Lily. Con ella atravesamos la Tierra de las Emanaciones, un enorme mapa subterráneo en el que se ha recluido la pobreza y las criaturas que por diversos motivos han sido excluidas de la sociedad. Con toques que recuerdan a otras producciones recientes como Nier: Automata, es frecuente encontrarnos con peligrosos robots o con otros monstruos que patrullan zonas otrora habitadas y repletas de vida. Lilac es una afinadora y su cometido principal, a grandes rasgos, es el de restaurar la paz o la normalidad en estas mermadas tierras. Para ello cuenta con la ayuda de los homúnculos, unas criaturas que se vinculan al espíritu de la heroína y le permiten aprovechar distintas habilidades con las que paulatinamente descubrimos áreas que anteriormente eran inaccesibles.

Pese a mantener un tono sesgado, la narrativa cobra más importancia en esta secuela, con mayor presencia de personajes secundarios y de pequeños detalles que nos permiten hilar los cabos sueltos que se plantean al comienzo de la historia. Gran parte de los textos son opcionales, los diálogos breves y concisos. Esta especie de narrativa ambiental permite que seamos nosotros quienes decidamos si queremos prestar o no atención a los sentimientos de los homúnculos. Incluso las escenas profundas, narradas con el sostén de bellos artes conceptuales, son opcionales y pueden ser omitidas si decidimos centrarnos única y exclusivamente en la parte jugable. Ender Magnolia sigue en este sentido la estela de su antecesor y coloca mayor énfasis en ofrecer información a quien desee recibirla. Sin embargo, el auténtico protagonista de esta aventura no es su narrativa, sino la exploración y, sobre todo, los numerosos combates a los que nos enfrentamos de manera recurrente.
La exploración, mejorada
Ender Magnolia es una aventura de acción y rol bidimensional, un auténtico metroidvania que sigue muy al pie de la letra el sistema de juego del género. Ante nosotros se descubre un enorme mapa con zonas interconectadas, algunas ocultas, otras inaccesibles, todas repletas de monstruos de diversa índole que, sobre todo en los primeros compases de juego, tienden a castigarnos con golpes que merman muy fácilmente la energía de Lilac. A medida que avanzamos desbloqueamos nuevas habilidades que nos permitirán ser más efectivos tanto en los combates como en la exploración, ya sea con la adquisición de reliquias o de nuevos homúnculos. Como en ambos casos hay muchos lugares ocultos a los que no tenemos acceso sin invertir algo de tiempo explorando el mapeado a consciencia, es inevitable tener que recurrir al habitual backtracking, esto es: recorrer zonas por las que ya hemos pasado para encontrar secretos u objetos que pasaron desapercibidos en nuestro primer paseo.

Al excelente diseño de niveles se suma ahora un mapa más fácil de explorar, en el que vemos con claridad cada uno de los recovecos que esconde. Gracias a él es relativamente fácil saber en qué zonas nos hemos dejado algún secreto oculto o incluso si falta algún aspecto por descubrir. Además, los puntos de descanso (bancos en los que recuperamos vitalidad, guardamos la partida y podemos mejorar nuestras habilidades, entre otras cosas) son frecuentes y permiten, llegado el momento, viajar de forma instantánea entre ellos, por lo que la exploración se hace aún más apetecible si cabe. El sistema de exploración es ágil, fácil de dominar y en él invertiremos gran parte del tiempo que nos llevará terminar las entre doce y quince horas de juego que tardaremos en llegar a los créditos finales (hay que añadir algunas horas más si buscamos obtener el 100 % del contenido).
Combates exigentes
Para poder explorar con calma primero es imprescindible lidiar con los enemigos que pululan por los mapeados. Hay un bestiario muy variado y cada criatura que encontramos nos obliga a plantear una estrategia distinta para ser vencida. Los combates son, por lo general, muy parecidos a los que disfrutamos en Ender Lilies. Lilac es una jovenzuela bastante frágil que cuenta con el apoyo de los homúnculos. Podemos equipar un número determinado de ellos para facilitarnos la vida, y cada uno proporciona una serie de técnicas especiales y distintas peculiaridades. Hay algunas que requieren una carga previa, otras que se limitan a servirnos de ataque básico, así como también otras que son meramente de apoyo. Al principio puede que nos confundamos a la hora de decidir qué botón tenemos que pulsar para hacer uso de ellas, sobre todo al combatir contra varios enemigos a la vez, pero la equilibrada curva de dificultad que propone el juego permite que podamos ir ganando experiencia a la par que o hace la protagonista.

Las habilidades son ahora más variadas y dependen en gran parte también de las reliquias con las que nos equipemos. Estos objetos nos granjean algunos atributos mejorados, aspecto que podemos mejorar todavía más si se combina sabiamente con el equipamiento que porta Lilac. Parece evidente que la idea de Live Wire se basa en proporcionarnos las herramientas necesarias para que seamos nosotros quienes decidamos cómo preferimos enfocar los combates. Sucede en este apartado algo parecido a lo que veíamos antes con el argumento: la base es la misma que la de Ender Lilies, pero muy mejorada. Si lo que nos gusta es practicar un parry efectivo, contamos con un homúnculo específico para ello. Cada una de estas criaturas cuenta a su vez con distintas técnicas que podemos ir adquiriendo a medida que obtengamos más experiencia o puntos específicos para ello. Lo mismo sucede con las herramientas que podemos mejorar en el herrero, o con las propias reliquias, que debidamente potenciadas elevarán nuestra potencia de ataque, de defensa o de agilidad hasta nuevas cotas de perfeccionamiento.
El único pero de la mecánica de juego radica precisamente por su marcada línea continuista: nos encantan las habilidades y la progresión del personaje, pero tenemos la sensación de haber visto esto antes, y lo cierto es que se echa en falta algo más de gusto por ofrecer algo nuevo. Lógicamente hablamos de un concepto que depende de la experiencia de cada jugador en el género, pero sí es cierto que esperábamos algo más de ganas de proponer algo que pueda sorprender. Los que hayan disfrutado del título original se encontrarán aquí con algo más y mejor; los que no, con el clásico más de lo mismo.
A vueltas con la dificultad
Como cabe esperar, los combates, especialmente ante jefes finales, son los que marcan el nivel de dificultad de la partida. Al comienzo de la misma podemos elegir entre tres modalidades distintas que, a su vez, cuentan con varios controles deslizantes que podemos ajustar (o simplemente anular) para que la experiencia de juego sea más o menos exigente. Si Ender Lilies fue considerado por muchos como un soulslike, esta secuela permite eliminar de la ecuación de la partida ese concepto gracias a rebajar el nivel de daño que causan los enemigos si jugamos en una dificultad baja. No es algo tan perceptible durante los primeros compases de juego debido a los parcos movimientos de los que hace gala Lilac, hasta que obtenemos un par de técnicas nuevas (y de reliquias o de armaduras con las que podemos mejorar nuestra agilidad), pero en fases avanzadas sí será notorio para los jugadores que sean más duchos en estas lides (lógicamente sucede también al contrario: si los metroidvania no son nuestro fuerte, al menos aquí no salimos escaldados con tanta frecuencia).
Hay que tener en cuenta que esto no se traduce necesariamente en una experiencia de juego sencilla. Nada más lejos de la realidad, ni tan siquiera en niveles muy asequibles se convierte esta aventura en un machacabotones. Sin embargo, sí se trata de un aspecto a tener en cuenta de cara a los jugadores que tengan reticencias a la hora de afrontar este tipo de experiencias. Que se ofrezca la posibilidad de disfrutar de opciones de juego asequibles o más exigentes es, desde nuestro punto de vista, un acierto.
Belleza artística
Sobra decir que Ender Magnolia entra con tanta facilidad por los ojos como por los oídos, o lo que viene a ser lo mismo: es una delicia visual y sonora. En este sentido hay pocas novedades significativas con respecto a su antecesor, dado que se ha optado por una línea continuista que sigue funcionando a la perfección. El tono, con su marcado gusto gótico y melancólico, nos lleva por zonas de gran belleza, lo que unido a la variedad de diseño de los fondos y de los enemigos hacen de esta una experiencia que vale la pena disfrutar solo por su marcado gusto estético. La ambientación ha ganado enteros gracias a un énfasis algo mayor por presentar escenarios con más contrastes de colores, más llamativos si cabe que en Ender Lilies. La acción se reproduce con todo lujo de detalles, un sinfín de efectos visuales sin ralentizaciones ni tiempos de carga entre escenarios (ni viajes entre zonas de descanso).

Solo se le puede poner una pega, también presente en el original: las melodías, pese a que encajan como anillo al dedo con la propuesta de juego, tienden a resultar algo repetitivas en los escenarios más amplios o exigentes. Como la banda sonora vuelve a estar en manos de Mili, responsables también de las canciones del Ender Lilies, no hay grandes cambios en este sentido.
Conclusiones
Ender Lilies: Bloom in the Mist es, en esencia, una secuela que apuesta por ofrecer más de lo mismo, pero mejor en casi todos los sentidos. Todo aquello que tenía margen de mejora en el original se ha potenciado (más habilidades, mejor diseño de niveles, con un mapa más fácil de entender y de explorar). Otros aspectos, como el argumento, cobran más relevancia, pese a que siguen cediendo el testigo del protagonismo a los combates. Con un nivel de dificultad más asequible, pero ofreciendo aún la opción de ser un hueso duro de roer si así lo deseamos, este metroidvania es sin lugar a duda uno de los primeros imprescindibles del año. Poco se puede añadir sobre el apartado artístico, de nuevo sobresaliente.
Aunque echamos de menos algo más de ambición a la hora de añadir nuevas mecánicas o técnicas que ofrezcan algo realmente innovador, es difícil encontrar un título igual de atractivo en todas sus facetas, ideal para que los amantes del género se sumerjan durante horas en su contenido. Eso es, a fin de cuentas, lo que todos buscamos en cualquier experiencia que valga la pena recomendar.
Hemos realizado este análisis en PS5 con un código proporcionado por Player Two PR.
NOTA
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Puntos negativos
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