Análisis Blood Bowl 3, fútbol americano de fantasía al estilo Games Workshop (PS5, PC, Xbox Series X/S, PS4, Xbox One)
¿Pueden los Elfos, los Hombres, los Enanos, los Orcos y otras razas de origen fantástico aparcar sus diferencias para disputar un partido de fútbol americano? La pregunta surgió en el seno de la empresa británica Games Workshop, propietaria de la licencia de Warhammer, y creadora de algunos de los juegos de mesa con miniaturas más exitosos de todos los tiempos. Más allá de sus líneas de Warhammer 40.000 y Warhammer Age of Sigmar -que han tenido múltiples videojuegos- existen los llamados juegos de especialista, aquellos que tienen reglas más complejas o un rango de producto más limitado, y entre ellos, brilla con especial aura Blood Bowl.
Blood Bowl, como juego de mesa, nos propone una idea descabellada pero muy divertida: llevar los partidos de fútbol americano a la edad medieval fantástica de Warhammer. Es decir, en lugar de ver jugar a los Patriots de Nueva Inglaterra, los Ravens de Baltimore o los Cowboys de Dallas, disfrutaremos de encuentros de equipos Elfos, Hombres, Enanos y demás razas de Warhammer, en los que la magia y la violencia más extrema hacen acto de aparición en cada yarda. Blood Bowl no es ajeno al mundo del videojuego, y desde hace un tiempo ha contado con adaptaciones de todo tipo al ocio digital, algunas más acertadas que otras, así como con una enorme cantidad de contenidos inspirados en su retorcido mundo.
Blood Bowl III es la tercera entrega de esta saga de Cyanide Studio y Nacon, que tras el lanzamiento de la lejana segunda parte en 2015, viene corriendo hacia la endzone con un buen número de novedades y cambios en base a la última edición de su versión homóloga con miniaturas, así como con alguna que otra decisión controvertida y varios fallos que empañan el resultado final.
Fútbol brutal y sangriento con un corte fantástico y de marcado carácter estratégico
No nos andaremos con rodeos: Blood Bowl 3 sigue siendo un juego con una barrera de entrada considerable. Es un título que necesita de algo de tiempo para ser disfrutado al completo y que presenta unas mecánicas y tácticas un tanto densas, pero que sabe tender la mano al jugador más profano si tiene interés. Como ya sucedía en la segunda entrega de la saga, Cyanide Studio vuelve a apostar por incluir un modo campaña con historia, que a su vez, nos presenta un tutorial que servirá para comprender los engranajes del sistema de juego. Los primeros compases pueden ser abrumadores, con una interfaz atiborrada de texto y unas lecciones sobre el juego y sus posibilidades que a veces generan confusión por la excesiva explicación de determinados conceptos, pero que en última instancia sirven para que sepamos que esto es un juego que no hace concesiones.
Básicamente nos encontramos ante un juego de deportes de corte fantástico en el que todo se desarrolla en base a los turnos, y en el que cada equipo realiza jugadas, pases y estrategias distintas antes de ceder la vez al rival. Ya estamos jugando contra jugadores a través de internet en el modo multijugador o contra la inteligencia artificial, seguiremos de forma vaga las reglas del fútbol americano, en las que un equipo de ataque y otro de defensa intentan llevar el balón a la zona del rival para anotar un touchdown o impedirlo. Lógicamente, aquí no hay miramientos, y existe una pátina fantástica que adereza todo, complicándolo con nuevas reglas, añadiendo trampas o incluso incorporando brutales asesinatos por el camino.
Una de las críticas a Blood Bowl II, y que nosotros hicimos en su correspondiente análisis, es que el ritmo de los partidos era un tanto caótico, a veces artificial, dilatándose en exceso en algunos momentos concretos. En esta tercera parte se ha pulido eso, dándose la impresión de que los encuentros son más dinámicos y orgánicos, con cambios de ritmo y situaciones impredecibles que hacen que cada partida sea desafiante y distinta, como una partida de ajedrez. Es un juego por turnos, con todo lo bueno y malo que eso acarrea en términos de mecánicas, pero cuando nos ponemos a los mandos de nuestro conjunto, sentimos un mayor grado de tensión, como si nos fuera la vida en ello. Y hablamos de algo que puede suceder casi de forma literal, claro.
Blood Bowl 3 es un juego muy entretenido y absorbente pero también muy difícil. Sí, aprender a mover la pelota de un lado a otro quizás sea fácil de comprender una vez pasamos el mal trago del tutorial, así como eso de desplazar los jugadores por las casillas que aparecen en el terreno de juego. Pero hay mucho más. Cada jugador tiene habilidades especiales y funciona de una manera única, con tiradas de dados que pueden ser especiales, modificadores y un sinfín de estadísticas anexas. En esta edición se han incluido los Incentivos, unas habilidades y objetos especiales que elegimos antes de cada partido que nos pueden beneficiar de distintas maneras, pero todo dependerá de la cantidad de dinero que tengamos en nuestro haber. En este ámbito también aparecen los mercenarios, jugadores estrella que pueden ser contratados antes de los encuentros y que pueden inclinar el resultado del partido a nuestro favor.
Los partidos están llenos de momentos especiales en los que, mientras tengamos en nuestro poder la peliaguda pelota de cuero y hierro con la que se juega en el Viejo Mundo y emprendamos una marcha decidida hacia la zona del rival, todo parecerá ir bien y el público aplaudirá con un ruido ensordecedor. Pero es un espejismo, nunca hay que confiarse. Los pases en Blood Bowl son esenciales, cada jugada cuenta, y nunca debemos mover de más o de menos, guiados por el impulso o las corazonadas. Es tentador, sí, pero el juego no va de eso. Por eso, calcular qué precio tendrán nuestras acciones y las consecuencias de las mismas en futuras jugadas, examinando las probabilidades de éxito de cada decisión, es vital. En Blood Bowl 3, como en el juego de mesa y en las anteriores entregas, todo se basa en tiradas de dados y en el porcentaje de éxito, por lo que veremos toneladas de dados especiales y de seis caras a la hora de hacer placajes, recoger el balón o incluso diblar.
En función del equipo que estemos manejando, la raza que nos haya entrado por los ojos o los Incentivos usados antes del partido, las probabilidades de triunfar en las jugadas y, en última instancia los partidos, variarán. ¿Nos gusta derribar y arrasar con los jugadores del rival y luego anotar? ¿Preferimos defender y mantener posiciones arriesgándonos a pases complicados? ¿Queremos un equipo todoterreno pero ligero? Como os decimos, las capas jugables de Blood Bowl 3 son muchas, y las interacciones entre ellas y nuestra manera de jugar, son las claves para comenzar a ganar partidos y comenzar a comprender qué podemos sacar de un juego tan profundo y absorbente como, en determinadas circunstancias, frustrante.
Blood Bowl 3 necesita más contenido, modos de juego y una interfaz más cuidada
Cuando arrancamos Blood Bowl 3, se nos pide que elijamos un equipo. Podemos escoger entre 12 conjuntos diferentes que nos permiten conducir a los Skaven, los Orcos, los seguidores de Nurgle, distintos grupos de adoradores del Caos, Enanos, Elfos y Elfos Oscuros y Humanos. De hecho, incluso podemos hacernos a los mandos de un conjunto que mezcle a algunas de las razas más benévolas del Viejo Mundo. Cada equipo tiene su propio sistema de juego, más enfocado al ataque o la defensa, o incluso con un punto intermedio, así como sus propias vicisitudes y mecánicas en base a unidades o jugadores especiales. Se nos indicará lo complicado o sencillo de su manejo en base a un sistema de estrellas, por lo que os recomendamos encarecidamente que vayáis echándole un ojo a esta calificación si no queréis perder demasiados partidos en las primeras horas de juego.
Podemos personalizar su estética, los estadios o incluso las animadoras que amenizan los encuentros, invitándonos a manejar el presupuesto, tener en cuenta a los patrocinadores o los jugadores estrella. Es más, como si se tratase de un Madden NFL, podemos contratar entrenadores y mejorar nuestros resultados en base al refinamiento constante de nuestros jugadores. Competir en Blood Bowl 3 es divertido, pero pronto nos daremos cuenta de que la inteligencia artificial puede apretarnos las cuerdas y pasar de cero a cien en apenas unos segundos, algo que hace que los partidos sean imprevisibles en el peor sentido posible, sobre todo si somos novatos y no sabemos reaccionar correctamente a un cambio de tercio. Es decir, sí los encuentros son divertidos, pero no hay red: debemos tener en cuenta que cualquier partido ganado puede perderse si nos confiamos.
Pero nuestra mayor queja viene por unos confusos, poco intuitivos y anodinos menús e interfaces. El videojuego puede hacerse muy complicado de navegar, a veces incluso torpe, con unos iconos que pueden generar que pulsemos en el lado incorrecto en el peor momento posible. La legibilidad del texto, las fuentes escogidas o los colores usados para aceptar o cancelar, generan el efecto contrario en el jugador. Un aspecto que nos ha frustrado enormemente es que la información vital -aquella que puede ser útil para el jugador, el partido y demás- está escondida o no es relevante en la pantalla, haciéndonos escudriñar qué se ha hecho, cuándo y de qué manera.
En algunos encuentros, cuando las filas de los equipos chocan y debemos elegir qué hacer con los dados, la interfaz se superpone de una manera incómoda, con iconos muy mal diseñados y poco claros a los que cuesta hacerse. Sí, una vez que dominamos las mecánicas automatizaremos muchísimas de estas acciones, pero Cyanide ha dado marcha atrás en este sistema con respecto al anterior videojuego y nos ha dejado la sensación de que se ha intentado innovar pero se ha fracasado por el camino. A esto hay que sumarle que Blood Bowl 3, aunque está enfocado al multijugador online -esporádico o con ligas complejas en las que competir-, da la sensación de salir al mercado completamente falto de contenido. Sí, su campaña tiene unas seis vertientes de la historia con pequeñas misiones y partidos, y eso nos garantiza unas cuantas horas de entretenimiento, pero se nos antoja insuficiente como para mantener el atractivo del juego al medio y largo plazo para aquellos jugadores que deseen una experiencia en solitario.
Esto es especialmente sangrante en los equipos propiamente dichos, unos 12, que se antojan a todas luces insuficientes si los comparamos con los que llegaron en la anterior entrega y que se pueden encontrar en las tiendas en forma de miniaturas. Echamos en falta a los Wolfenburg Crypt-Stealers, uno compuesto por zombis, fantasmas y hombres lobos, a los Gwaka’Moli Crater Gators de los Hombres Lagarto o el equipo de los Greenfield Grasshuggers, integrado enteramente por medianos. Más razas más allá de las de siempre habrían aportado sabor y diversión a un juego que parece haber salido con lo justo para cumplir expediente.
Da igual. Hay más de 21 equipos en la edición actual del juego de mesa de Blood Bowl por parte de Games Workshop, algunos muy divertidos y originales, y teniendo en cuenta la política de contenidos descargables de este tipo de videojuegos, no sería de extrañar que llegasen en forma de extras en los sucesivos meses. Una lástima. Flaco a favor hace también la aparición de una abrumadora cantidad de ítems cosméticos, todos ellos para lucir partes y aspectos únicos en nuestro jugadores, y que se pueden adquirir a través del desembolso de la llamada Warpstone, la piedra bruja que tanta importancia tiene en el lore de Warhammer.
Un apartado técnico lleno de luces y sombras
Blood Bowl 3 se ve ligeramente mejor que su anterior entrega, lanzada en 2015 para una generación de consolas y máquinas muy inferior a nivel técnico que las actuales. Sí, el mundo sucio, violento y atiborrado de fantasía alocada propia de Games Workshop está muy bien recreado, y los estadios, llenos de un público entregado a cada jugada o falta, son abrumadores. También son destacables los modelados de los jugadores y los entrenadores, incluso del bueno del Apotecario, que saldrá a curarnos a los más dolidos con un delantal lleno de sangre y vísceras. Se nota que hay mucho cuidado y mimo a la hora de trasladar el juego de miniaturas a la pantalla, pero la verdad es que esperábamos mucho más tras tantos años de retrasos y ajustes por el camino.
Ajustes que no parecen haberse aplicado a la cantidad de glitches y bugs que pueblan el juego, tanto a nivel audiovisual como técnico, con algunos partidos que nos han dejado colgados esperando una tirada del rival que nunca llegó a suceder o con personajes que aparecen y desaparecen con el balón entre las manos en el peor momento posible. Es cierto que la versión de consolas, que hemos analizado a través del port para PlayStation 5, se ha librado de mucha de la tragedia que parece rodear la edición para PC, pero Blood Bowl 3 da la impresión de juego inestable y poco pulido en todas sus plataformas, más similar a los resultados propios de una versión early access.
Conclusiones finales
Blood Bowl 3 está plagado de luces y sombras. Es un juego entretenido y profundo, complejo en sus mecánicas y que sigue de forma inteligente los cambios realizados por Games Workshop en la nueva edición del juego de mesa con miniaturas, mejorando algunos aspectos controvertidos de la jugabilidad. Sin embargo, creemos que arrastra algunos fallos evidentes relacionados con la falta de contenido, la existencia de un apartado técnico poco cuidado y de una interfaz y unos menús realmente malos. Sí, puede entretener y conquistar a los amantes de Warhammer y el Viejo Mundo, así como a los aficionados a Blood Bowl como licencia, pero esperábamos muchísimo más de una tercera entrega que partió de una más que notable segunda parte. Blood Bowl 3 se ha quedado a medio camino y ha obtenido una tirada muy mala en los dados y parece no tener modificadores a corto plazo que le permitan modificarla.
Hemos analizado Blood Bowl 3 gracias a un código para PS5 proporcionado por Nacon.