Análisis de Wild Guns Reloaded (PS4, PC, Switch)
Hay géneros –y jugabilidad podríamos decir- que están muy ligados a una época concreta. Ese aire a clásico a veces se interpreta por anticuado, y muchas veces no falta razón. El control, el diseño de niveles o las mecánicas han evolucionado por una simple cuestión de aprendizaje de los desarrolladores. Hoy día resulta muy difícil ver juegos como Cabal, NAM-1975 o Wild Guns en plataformas actuales, shooters con gráficos 2D donde eliminamos a los enemigos que van apareciendo por la pantalla. Lo más parecido: un juego de pistola de luz sin pistola.
Natsume, que ya había relanzado el Wild Guns original de Super Nintendo en la Consola Virtual para Wii y Wii U, se ha animado a adaptar el título en PlayStation 4. Wild Guns Reloaded no es tanto una remasterización en el sentido al que estamos acostumbrados a ver –la mejora de gráficos-, puesto que este apartado se mantiene bastante intacto salvo por su formato panorámico, una mayor cantidad de planos de profundidad y algunos efectos, sino porque realiza algunos cambios en el contenido. No es un remake con gráficos 3D, en todo momento deja claro su origen de 16 bits aunque los sprites se han retocado un poco.
Empecemos por lo básico: es una galería de tiro. Controlamos la mirilla y a nuestro personaje, que aparece en primer plano. Una serie de enemigos surge por los laterales o en escondites del escenario, y nuestro objetivo por un lado es acabar con ellos y, naturalmente, esquivar sus disparos o explosivos. Tiene sus jefes, elementos interactivos en el escenario y… robots. Porque su ambientación es principalmente del Salvaje Oeste, pero también introduce un poco de fantasía robótica inspirada en el manga Cobra.
Wild Guns nos permite devolver dinamita, paralizar enemigos con el lazo, obtener algunos ítems –tesoros, nuevos tipos de munición- y utilizar armas más potentes que la que tenemos por defecto. Reloaded es tan directo como el original, sin historias ni tutoriales: pasas la pantalla principal y ya estás masacrando forajidos o mechas. Lo que seguro que va a sorprender a los jugadores más novatos es su dificultad de puro arcade. A menos que seas un auténtico aficionado al original –y mantengas tus habilidades intactas-, en las primeras partidas probablemente tendrás problemas para superar la segunda pantalla.
Pero la edición Reloaded trae algunas novedades interesantes. En primer lugar, el modo cooperativo de dos jugadores ahora se amplía a cuatro –local, no online-. Para evitar que los jugadores se limiten a seleccionar a Clint y Annie con diferentes paletas de colores, esta versión añade otros dos personajes totalmente nuevos, Bullet y Doris.
El perro Bullet está acompañado de un dron -quien realmente ataca-. La diferencia frente a los personajes clásicos es que no requiere una posición fija para disparar, y que el robot abarca un área bastante generosa en la cual fija su disparo si entra un enemigo. Aunque sea un poco extraño su manejo y en nuestra opinión es preferible empezar por los héroes clásicos, suaviza un poco la dificultad.
Doris en cambio lanza granadas, una o varias si mantienes pulsado el botón. El rango de las explosiones es amplio, pero es la más lenta del cuarteto y su movilidad con los saltos muy reducida. Parece el típico personaje para jugones que han memorizado la aparición de enemigos, y desde luego no es la manera más cómoda de aprender a jugar. Al final, las incorporaciones son un buen motivo para rejugar a Wild Guns incluso si ya lo tienes en otro formato.
También incorpora nuevas pantallas –una juega con los efectos de oscuridad- y nuevos enemigos. Gráficamente no desentona con el resto del juego y es un buen extra, aunque tampoco amplía demasiado la duración de un título que puede llevar de 30 a 60 minutos dependiendo de nuestros reflejos. Eso sí, como hemos dicho, Wild Guns no perdona errores y el tiempo que nos llevará ver los títulos de crédito sí requiere muchas más sesiones de juego; no hay sistema de guardado, recuperación de vida ni zarandajas, tendrás que completarlo de un tirón.
En definitiva, el juego no lo esconde en ningún momento que se basa en la rejugabilidad, conseguir mejores récords y repetir con diferentes compañeros. Es divertido, un poco frustrante y con una curva de dificultad a la antigua usanza. Tanto que echamos en falta que el juego explicase mejor sus mecánicas, estrategias y diferencias entre personajes –es decir, un manual digital-, así que toca experimentar un poco por nuestra cuenta.
Hay que reconocerle un mérito a Wild Guns: se ve razonablemente bien incluso con el paso del tiempo. Sin la calidad de animaciones de SNK ni toda la definición o colores que hoy se podrían lograr con una revisión más profunda, pero con mucho estilo y carisma. La atención al detalle –con los medios de la época- supera a producciones actuales independientes inspiradas en los 8-bits.
En cuanto a extras de otro tipo, incluye la habitual opción de activar líneas horizontales para simular una pantalla CRT con varios grados de visibilidad, y un poco de distorsión cromática en el valor más alto. Se pueden desbloquear sonidos retro terminando el juego sin gastar continuaciones. Un poco escaso y no ofrece galerías de arte o documentación.
Conclusiones
Descubras por primera vez Wild Guns con Reloaded o quieras darle una nueva oportunidad por sus novedades, el juego de Natsume es pura dinamita para jugar con amigos. Hay que asumir un control un poco durillo y la dificultad que ya era exigente en su época; un disparo, una muerte.
El precio de lanzamiento, quizás un poco alto para su contenido y novedades -29,99 euros- es lo único que chirría en este clásico atemporal de SNES que nos recuerda lo poco que se necesita para pasar un buen rato frente a la pantalla.
Hemos realizado este análisis con un código de descarga que nos ha proporcionado Natsume.