Análisis de The Banner Saga (PS4, Xbox One)

Ahora justo hace dos años se lanzó The Banner Saga en PC, un juego de estrategia y aventura con una personalidad tremenda, un suculento fruto del micromecenazgo de Kickstarter, un modelo de financiación que con aciertos como este demuestra lo mucho que ha aportado a la industria del videojuego. Tras lanzarse en dispositivos móviles a finales de 2014, por fin llega la prometida versión de consola, en el año en el que también se lanzará para todas las plataformas la esperada secuela: The Banner Saga 2.
Estamos ante un juego de estrategia por turnos cuyos combates se desarrollan en un escenario dividido en casillas, como tantos otros clásicos del género. Aunque en un principio el sistema de combate puede no parecer demasiado original, poco a poco va mostrando su propia personalidad, como es el hecho de que los puntos de salud sean los mismos que de fuerza, y así que cuanto más debilitados estemos, menos daño causaremos a los enemigos. O la importancia de los puntos de armadura, ya que cada vez que atacamos decidimos si queremos dañar la fuerza/vida o a la defensa, algo muy importante en ciertos tipos de enemigos y en los combates más avanzados.

Como en otros juegos del género como XCOM o Fire Emblem podemos perder algunos personajes para siempre durante un combate, aunque la mayoría de las veces quedarán heridos y debilitados para los siguientes enfrentamientos. Y a diferencia de esos referentes de la estrategia por turnos que hemos mencionado, en The Banner Saga el escenario donde se desarrollan los combates no juega un papel importante, suele ser un cuadrilátero plano sin otros elementos, algo que para nosotros es una pequeña carencia, y que de hecho van a solucionar en la secuela.
Pero lo que consigue que The Banner Saga sobresalga por encima de la media no son sus combates, que son buenos y desafiantes, sino su perfecta mezcla de estrategia, aventura y gestión, con una historia muy interesante y llena de giros que sostiene sus tres pilares jugables. A través de abundantes conversaciones tenemos que ir tomando decisiones a lo largo de toda la aventura, y estas tienen una repercusión real en el devenir de los acontecimientos, totalmente impredecibles e incontrolables.

Es un juego en el que tienes una constante sensación de que nunca tienes el control de la situación, y que en cualquier momento se pueden torcer las cosas, algo que encaja perfectamente con la ambientación sombría y melancólica, de un mundo hostil lleno de peligros e injusticias en el que no hay demasiado lugar para la esperanza. Unas decisiones que no solo afectan a la historia, y que también pueden tener su incidencia en la jugabilidad, como perder o no un valioso aliado, disputar un combate que podíamos haber evitado, o luchar una batalla con ciertas desventajas.

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