Análisis de Spheroids (PS4, Switch, Wii U, PSVITA, Xbox One, PC)
Eclipse Games es uno de esos estudios españoles que llevan tiempo al pie del cañón, pero que por unas causas u otras no acaban de dar el salto al conocimiento masivo por parte de los aficionados. De hecho, su desarrollador más conocido, Eduardo Jimenez, es un programador experimentado que además de haber trabajado en Pyro Studios en varios juegos, estuvo también trabajando en Black Rock (de Disney Interactive) en otros títulos tan conocidos como Pure o Split/Second: Velocity.
Tras decidirse a fundar Eclipse, sus desarrollos han conseguido cierto buen recibimiento por parte de los aficionados, pero nunca han acabado ni siendo éxitos masivos, ni alcanzando unas notas en Metacritic de escándalo. El primero, Toy Cars, es un sencillo juego de coches para Xbox Live Indie Games y ordenadores que acabó viendo una mejor y más exitosa secuela en esta generación de consolas. El segundo, Lightfish, es un pequeño éxito de PC que recupera la mecánica de Qix para los mismos dispositivos, mientras que una versión de tono ecológico para PlayStation Minis y plataformas iOS intentó alargar este éxito. Tachyon Project, por su parte, es un interesantísimo matamarcianos al más puro estilo Geometry Wars, con añadidos y cambios muy acertados que ya apareció en todos los dispositivos actuales.
El juego que nos ocupa, Spheroids, coge una mecánica ya conocida, y la intenta aplicar con éxito a nuevos cambios y posibilidades. Concretamente, la mecánica principal que encontramos es la de Pang (o Buster Bros en otras tierras), un juego de Mitchell que fue un éxito en recreativos (particularmente en España, pero sin duda en otros lugares del mundo), y que ya vio desde entonces multitud de clones o juegos inspirados en él, como Monster World, Pix Pang, Cuerpo Rompe Bolas, o Pop! (curiosamente, todos estos juegos son españoles). Versiones oficiales de Pang hubo unas cuantas también, pero curiosamente no es un juego que haya tenido demasiadas secuelas ni mucha atención mediática desde entonces, aunque hace poco hemos recibido Pang Adventures de los franceses DotEmu.
La historia nos pone en la piel de un chaval canadiense llamado Lucas que recibe el aviso del doctor Otto de la invasión por parte de los spheroids de la Tierra. Por suerte el doctor Otto ha inventado varios cacharros muy útiles para la ocasión, entre los que se encuentran un teletransporte para llevarlo a diferentes lugares del mundo, y una pistola que proyecta un taladro que perfora spheroids.
Con estos mimbres se echa Lucas hacia delante en su misión de erradicar la amenaza spheroid, lo que implica recorrer 32 niveles divididos entre varios países, y en cada cual se va aprendiendo una mecánica nueva. Al principio Lucas visita Japón, y en él tenemos las mecánicas básicas: El gancho no se puede lanzar sólo hacia arriba, como en el original, sino que también se puede lanzar hacia abajo. Esto tiene cierta utilidad, como derrotar a rivales que se encuentran en un piso inferior, o romper ciertos bloques que nos impidan el paso en otros momentos.
Cada uno de estos niveles es relativamente pequeño, de un tamaño parecido al que pueda tener cualquier juego de plataformas de desplazamiento lateral, y tiene situados con cierta habilidad puntos que al ser atravesados nos permitirán continuar la partida desde esa situación. Esto es realmente práctico, porque aunque al principio el juego es más o menos sencillo, poco a poco se va complicando hasta unos niveles bastante notables, sin llegar a ser imposible en ningún caso. Pero entre estos puntos de control y que no tenemos un límite de intentos para poder seguir la aventura de Lucas, en todo momento sentimos que podemos seguir avanzando, lo que produce una sensación realmente adictiva.
Además, conforme avanza la partida cada vez aparecen más mecánicas. Ya en Brasil nos encontramos con un gancho que imita, según sus propios creadores, el sistema de Umihara Kawase, aunque realmente se parece más a la cuerda de los Worms originales. Pero después encontraremos unas botas que permiten invertir la gravedad en determinadas circunstancias, o la posibilidad de acceder al fondo de la pantalla, como si de un juego de 3DS de los que juegan con la profundidad se tratase.
Gracias a todas estas posibilidades el juego acaba teniendo un diseño de niveles realmente interesante, con enemigos mucho más variados que las simples pelotas que se dividen, trozos de combate móvil, escenas de saltos que ponen a prueba la habilidad del jugador, y todo tipo de sorpresas que convierten a Spheroids en una sorpresa bastante agradable.
Además, es un juego que cuenta con un aspecto visual con bastante personalidad, merced a un diseño de personajes muy agradable, un colorido notable, y muchos elementos simpáticos en pantalla. Incluye otro homenaje a Pang, y es esa sensación de estar viajando por todo el mundo, reflejando esta característica en los decorados, los cuales incorporan objetos característicos de los diferentes países por los que viaja Lucas, creando siempre una sensación muy correcta. Si acaso, como punto negativo podemos destacar que en los momentos en los que aparecen letras no se acaba de leer muy bien (versión Vita), y como no es un juego en el que tengamos que apretar nada para avanzar, a veces puede ser interesante repetir la escena para poder enterarse del contenido del texto.
El apartado sonoro cuenta con melodías muy bien llevadas, con un ritmo y una manera de interpretarse que se adecuan mucho a las necesidades del juego. A base de ritmos electrónicos podemos ver como el juego hace su labor de llevar los clásicos arcade a los tiempos modernos. Los sonidos cumplen, sin más, pero hay que reconocer que a falta de voces, buenos son unos textos (sencillos) en castellano.
Conclusiones
Spheroids es una buena manera de empezar este año 2017. Es sencillo, adictivo, agradable, que pone a prueba nuestra habilidad y que empieza pareciendo un homenaje demasiado directo, para acabar convirtiéndose en algo con bastante personalidad.
Hemos realizado este análisis en su versión de PS Vita con un código proporcionado por Eclipse Games.