Análisis de One Upon Light (PS4, PC)

Los juegos de puzles nunca abundan, así que es toda una sorpresa ver dos lanzamientos para PlayStation 4 que prácticamente coinciden en el tiempo, el excelente The Talos Principle Deluxe Edition y el nuevo One Upon Light, a cargo de la Universidad de Tecnología y Diseño de Singapur, publicado por Rising Star Games.

El juego nos presenta a un científico perdido en su laboratorio. Al levantarse tras lo que parece un accidente descubre que algo no va bien: es dañado cuando recibe luz directa. Esta particularidad es lo que da pie a toda la parte jugable que consiste en controlar al protagonista, desde una vista superior, por pequeños laberintos de pasillos hasta la meta mientras sorteamos algo tan simple como la luz de las bombillas y focos. Al principio parece fácil, hasta que el mapa se vuelve más complejo y aumenta el número de rayos solares, son móviles o hay que echar mano de objetos.

One Upon Light es un mundo gris al que le habría sentado mejor un contraste más acusado –se nos ocurre incluso un estilo similar al de Sin City de Frank Miller- pero dentro de su estilo claramente inspirado en las series de animación cartoon de rectas torcidas las sombras sí tienen un comportamiento realista, algo esencial para que los puzles tengan sentido y la solución sea predecible. Corre sobre el motor Unity y eso permite a los desarrolladores crear un mundo de sombras dinámicas.

El funcionamiento va ganando profundidad a medida que aparecen nuevos peligros y ayudas. En general el truco está en seguir el patrón de las luces que parpadean, o si hay maquinaria que cada cierto tiempo proyecta sombra sobre el suelo, aprovechar ese momento para avanzar. En otros casos consiste en utilizar cajas como parapetos o para activar dispositivos. Hay puertas bloqueadas que deben ser abiertas previamente con una palanca, trampas que funcionan con sensores e incluso un dispositivo para controlar sombras de objetos. Es un concepto simple: sólo puedes recibir luz apenas un instante, lo suficiente para pasar por finos rayos. Si escuchas una alerta y la imagen se aclara, sabrás que debes apartarte lo más rápidamente posible, con unos dos segundos de luz estás muerto.

Dentro del curioso planteamiento, lo cierto es que la parte de puzle es en la mayoría de ocasiones bastante pequeña. A pesar de lo que diga la descripción oficial de sus creadores, One Upon Light se podría emparentar más con un juego de sigilo –sustituyendo luz por campo de visión de enemigos y cámaras recordaría a Volume- o de pruebas de habilidad que de reto mental. Prima más la observación del entorno, correr protegido en las sombras en movimiento y entender el ritmo del escenario que en encontrar una colocación especial de los objetos, que también, pero no es su pilar fundamental.

La muerte no es un gran castigo –prácticamente a cada habitación hay un punto de control-, pero se hace un poco tedioso cuando fallas múltiples veces ante una misma trampa, especialmente cuando es culpa del control, algo durillo y sin una reacción rápida. Puede que esto último no se aprecie al principio, pero cuando debes empujar una caja a lo largo de pasillos o repetir tramos de ida y vuelta aparece la incomodidad. Sí, a veces mueres y no es por falta de tu ingenio, sino por el juego, algo que molesta mucho. Luego resulta curioso que las fases más sencillas sean muy insípidas y las que suben de dificultad no son más divertidas, sólo más frustrantes.

En cualquier caso el conjunto no brilla tanto como cabría esperar por algunas cuestiones de diseño o contenido. Su desarrollo de pisos parece más apropiado para plataformas móviles, las completas una tras otra por simple inercia. Es posible que pocos echen en falta una historia en este tipo de juego, pero aquí el problema es lo mal integrada que está. Cuando se intenta contar algo se hace mediante los periódicos que se encuentran al final de cada fase, un pantallazo como recompensa que no aporta demasiado a la motivación. Quizás sea pedir demasiado a One Upon Light, sin embargo estos detalles son los que demuestran la ambición de un juego.

Es también un juego corto que puedes superar en una o dos sesiones, sin factor rejugabilidad. No destaca en ninguno de esos géneros que toca, y más veces de las deseables se apoya únicamente en invitar al jugador a que experimente, en reintentar una sección para dar con la velocidad adecuada a la que debe correr. No es que sea un mal juego, sino que es demasiado flojo como puzle y muy monótono si lo vemos como una aventura. Gustará a quien esté satisfecho con un punto intermedio.

El último de los apartados un tanto irregular podría sorprender si al mirar las imágenes piensas que estamos ante un juego indie artístico con gran atmósfera que imita a una película antigua. One Upon Light no es Limbo. Los efectos de sonido son ruido genérico y chispazos, los gráficos dejan de sorprender a los pocos minutos. Es fácil de asumir que se eliminen colores para resaltar más la luz, y eso contradice que por otra parte la imagen sea tan poco clara, con texturas, adornos y formas que confunden innecesariamente. Feo no es, que quede claro; original a estas alturas tampoco, y no consigue del todo suplir las limitaciones técnicas de la manera más inteligente.

Conclusiones

Tratándose del primer juego de esta desarrolladora se pueden perdonar muchas de sus carencias y errores, ninguno tan grave como para hacer de One Upon Light un fracaso. Está lejos de serlo.

Los usuarios exigentes en cambio encontrará que necesita mucho más contenido, un aspecto más atractivo y una dificultad más equilibrada. El planteamiento tiene potencial, con más dedicación y experiencia se podría hacer algo realmente especial. Por el momento tenemos un prototipo que por los 12 euros que cuesta en su lanzamiento dejará con ganas de más –y mejor-.