Análisis de inFamous: Second Son (PS4)

Si decidimos ser buenos, realizaremos redadas antidroga, ayudaremos a peatones en apuros que han sido heridos o rescataremos a sospechosos de ser "conductores". Si optamos por ser malos –la verdad, bastante más divertido-, tendremos que disolver manifestaciones a la fuerza, pegar palizas a músicos callejeros, destruir las celdas de los presos, o simplemente masacrar civiles. También hay ciertas tareas comunes para ambos caminos, ya que al fin y al cabo el objetivo más importante de la aventura es echar de la ciudad a las fuerzas del D.U.P, que tienen controlada cada calle de Seattle.

La ciudad está dividida en distritos, y realizando diversas acciones iremos bajando el porcentaje de control del D.U.P en la zona. Por ejemplo destruyendo cámaras de seguridad, equipo y fortificaciones, descubriendo agentes secretos y cámaras ocultas, y acabando con los importantes centros de mando móviles. Cuando hayamos bajado este porcentaje lo suficiente desbloquearemos el enfrentamiento de distrito, una gran batalla en la que si ganamos echamos definitivamente de la zona al D.U.P, obteniendo algunas ventajas, como viaje rápido.
Todas estas tareas las vamos alternando con las misiones principales que hacen avanzar la historia, y es necesario entretenerse un poco. Primero porque algunas de las misiones principales no las podemos comenzar hasta que no hayamos acabado con el centro de mando móvil del distrito, y segundo porque necesitaremos mejorar los poderes obteniendo fragmentos, que conseguimos tanto de androides rastreadores que se mueven por el aire o que están en lugares ocultos, como al destrozar algunas de las instalaciones del D.U.P. No hay misiones secundarias como tales, con tramas paralelas o que impliquen a otros personajes, todo son tareas opcionales para echar al D.U.P. o para mejorar nuestros poderes.
Y hablando de poderes, no os vamos a desvelar los que todavía no se conocían para no estropearos la sorpresa, pero hay alguno más aparte del poder del humo y del neón. Cada uno tiene sus propios ataques a corta y larga distancia, en forma de proyectiles, habilidades especiales, como convertirnos en humo y meternos por los conductos de ventilación o escalar las paredes corriendo, y un tipo de misil que se gasta y que recargamos cuando volvemos a absorber una fuente de poder. Para obtener el humo tenemos que dirigirnos a alguna chimenea o coche ardiendo, y para el neón, a alguno de los muchos carteles que hay por la ciudad, o incluso los bajos de un coche con neones. Es bastante intuitivo y pronto sabes a dónde te tienes que dirigir para obtenerlos, y si tienes alguna duda, siempre puedes echar un vistazo al mapa que te indica las diferentes fuentes de poder.

En los enfrentamientos tiene un mayor peso el combate a larga distancia que el cuerpo a cuerpo, ya que si intentas acabar a golpes con dos o tres enemigos armados descubrirás qué rápido mueres. La dificultad en nivel medio está bastante bien ajustada, y hay que andarse con ojo en los combates, que son caóticos y masivos, lo que no quiere decir que puedas jugar a lo loco o durarás muy poco. Cada poder cuenta con sus pros y sus contras, y por ejemplo es muy interesante el disparo con el neón, ya que conecta la mecánica de disparo con el sistema de moralidad. Al apuntar a los enemigo vemos su cabeza marcada en rojo y sus pies en azul, pudiendo realizar la mala acción –matarles disparándolos a la cabeza-, o la buena, que es atraparles disparándoles a los pies. Lo mismo que cuando se rinden, que podemos ejecutarles o someterles.

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