Análisis de Dungeons 3 (PS4, Switch, PC, Xbox One)

"El Mal amenaza al mundo y hay que salvarlo". Bajo este resumen se encuentra la mayoría de los videojuegos que existen, pero hay algunas excepciones a esta idea. Una de ellas es la serie Dungeons, que hereda algo más que unos buenos cimientos de otra serie clásica e inevitable referencia en este caso: Dungeon Keeper. En lo años 90 Peter Molyneux en Bullfrog creó un juego con ese nombre en el que tenías que defender tu mazmorra de los héroes tradicionales. Salieron dos juegos más, pero la serie no conseguió superar bien el cambio de siglo pese a salir un juego de rol masivo en línea y una versión para móviles.

En 2011 Realmsforge recuperó el concepto y sus mejores características para hacernos disfrutar siendo los malos de la historia. Acostumbrados a luchar por el bien y acabar constantemente con esbirros y señores del Mal es casi liberador saltar al otro lado y disfrutar de la destrucción causada al ñoño ejército del Bien.

Este salto "al lado del mal" es poco habitual en los juegos pero, aún así, se da más en el entretenimiento interactivo que en el cine o la literatura, donde se pueden encontrar muy pocos ejemplos de narración de la historia desde el punto de vista de un Mal consciente y del que se disfruta sin remordimientos por ser caricaturesco.

Ahora llega Dungeons 3 para ahondar en esta opción de ser el típico malvado de risa sardónica (o maníaca, que el juego tiene diversas opciones para soltar la carcajada maligna). En realidad, se parece mucho a los juegos precedentes, pero ha realizado algunos ajustes en la jugabilidad para hacerla más rápida y fácil de entender, y esto se nota y se agradece a medida que vas jugando.

Cada mapa tiene una doble -y normalmente simultánea- forma de jugar. En el subsuelo debes ir gestionando los recursos para que prospere tu mazmorra a base de investigar nuevas tecnologías y áreas y de irlas colocando de la forma más adecuada para que los recursos vayan de una parte a otra con eficacia y se pueda defender el núcleo de la cueva de los ataques enemigos. Aquí abajo No tenemos control directo sobre los personajes, aunque sí puedes motivarlos a ser más eficaces a base de bofetones. Bajo tierra gestionas también la contratación de tu ejército de criaturas.

Gestión bajo tierra, RTS en la superficie

En la superficie el juego funciona como un RTS; seleccionas tus unidades y las mueves por los mapas -que son más grandes que en los juegos anteriores- para ir cumplendo las misiones. Hay bastante variedad, aunque siempre dentro de una tipología clásica que incluye desde la inicial de moverte con sigilo a otras de escoltar a un personaje, conquistar ciertas áreas o impedir la llegada de suministros a una ciudad. No es muy original, pero si está bien resuelto y, además, con un aire a juego finales de los 90 que gustará a los nostálgicos.

Hay dos elementos narrativos que constituyen dos de los mejores puntos del juego. Uno de ellos, el narrador, es ya un elemento característico de la serie, que se supera en esta ocasión con los comentarios hirientes y divertidos, rupturas constantes de la cuarta pared y su funcionamiento deus ex machina para presentar situaciones absurdas y locas.

Una protagonista elfa oscura renegada

En esta ocasión los ejércitos no van sólos por el mundo, sino que la columna vertebral de la historia es el camino físico y espiritual que recorre la protagonista, Thalya, una elfa oscura que es el segundo elemento narrativo destacado no tanto por lo que le sucede, que es soso, sino por cómo afronta cada situación, porque Thalya tiene una doble personalidad.

En esta ocasión el Mal que se representa en el jugador queda como ese Dios que lo maneja (casi) todo desde fuera y Thalya es su representante en el mundo de juego. Inicialmente esta hija adoptiva de Thanos (el "bueno" del juego) está en el lado del bien, pero no tarda en pasarse al otro lado. Su lado bondadoso está rebelándose constantemente contra sus propios actos, y llegaría a ser aburrido si no fuera porque a veces una de las dos Thalyas le llega a dar la razón a la otra. Como, a demás, controlar al personaje es satisfactorio, la elfa se convierte en una compañera de aventura que se agradece.

Según consigues que el Mal vaya haciéndose más poderoso en cada mapa, éste va cambiando su aspecto. Realmforge ha refinado la manera de verlo consiguiendo que los centros de maldad tengan mucha más personalidad que las fuentes del bien. Las distintas zonas de la mazmorra lucen igualmente muy bien, con una diferenciación por tonos según a lo que estén dedicadas que se extiende por los pasillos adyacentes. Tampoco es que el diseño artístico sea demasiado original ni muy diferente de los juegos anteriores, pero sí está bien hecho.

El árbol de habilidades es muy variado y sirve para unidades y tecnologías

Una de las mejores novedades de este capítulo de la serie es el árbol de habilidades, muy variado y extenso que permite jugar como desees: puedes profundizar en las trampas, en el cementerio y sus distintas criaturas, en los hechizos (y, al hacerlo, participar más activamente en los combates al lanzar cada hechizo), en la producción de recursos… e incluso estirar un poco más las opciones investigando la biblioteca, que abre una nueva capa de posibilidades gracias a los pergaminos que sirven para mejorar otras habilidades y unidades.

La campaña te va introduciendo poco a poco en todas estas opciones para que no te sientas abrumado, pero incluso aunque en estas misiones debas cumplir unos requisitos determinados, casi siempre tendremos margen para jugar de la manera que más nos guste, ya sea yendo al encuentro de los héroes o dejando la mazmorra llena de trampas, con un ejércido te gobots o con otro poblado por criaturas propias de los cementerios.

Además de la campaña tenemos un modo Combate en el que juegas un mapa aleatorio en el que definimos las características que deseemos. Tanto en la historia del juego como en Combate podemos jugar en cooperativo invitando a un amigo, aunque no es posible entrar en una partida aleatoria o que alguien que no sea amigo entre en nuestra partida, lo que es algo decepcionante y lleva a recurrir al método ya en desuso de recurrir a foros.

El multijugador propiamente dicho ofrece dos versiones, una de duelo con hasta otros tres jugadores y jugar una partida para hasta cuatro jugadores con poca personalización. El mayor inconveniente es que no hay matchmaking, de forma que, o bien abres una nueva partida o abres el chat para ver los identificadores de otros jugadores que hayan abierto partida y entras en ella. Según la hora lleva un tiempo más o menos largo encontrar rivales.

Una traducción impecable y un doblaje magnífico

La música es agradable y muy diferenciada según estemos en el subsuelo o en la superficie, y es mejor que los efectos sonoros, que no destacan especialmente por su calidad. Otra cosa es la impecable y chispeante traducción, acompañada de un magnífico doblaje sin el cual el juego no sería lo que es.

Los gráficos son bonitos tanto en la vertiente maligna como en la del bien -y tienen más carisma en la primera-, siguiendo el estilo de la serie. En PC (la versión que hemos probado) no es un juego exigente con la máquina.

Dungeons 3 es una rareza que se agradece mucho porque su aspecto y una forma de jugar que se popularizó en otros tiempos pero que es atemporal y resulta muy divertida, es un juego de un aspecto de dibujo animado con gran profundidad jugable. Sería deseable que un multijugador para el que el juego parece estar bastante orientado ofreciera más libertad y se condicionase menos a que sus amigos tengan también el título, y ojalá esté animado durante bastante tiempo, porque es un juego para sonreir y dejar salir al malvado que llevamos dentro.

Este análisis se ha escrito después de haber jugado con un código de Steam facilitado por Meridiem Games.