Análisis Concrete Genie, el poder de la creatividad (PS4)
Entre los grandes estudios de Sony, como Guerrilla Games, Naughty Dog, Santa Monica Studio y desde hace poco Insomniac Games, también hay otros más pequeños, enfocados a hacer juegos más modestos y originales, y uno de ellos es el californiano Pixelopus, que tras Entwined (2014) ahora nos ofrecen su segundo y más ambicioso trabajo: Concrete Genie.
Siendo un título que se podría considerar un doble A, por su acabado y valores de producción, realmente más bien estamos ante un indie de gran presupuesto, que ofrece una propuesta relativamente original y con mucha personalidad.
Una aventura con puzles, plataformas y algo de acción donde destaca especialmente su llamativo apartado artístico, y en el hecho de permitirnos dibujar en el mundo que nos rodea con un pincel mágico, con sorprendentes resultados.
Un juego corto, de poco más de tres horas de duración, y que no destaca especialmente en sus facetas jugables, pero que deja un cálido poso, por sus bonitos gráficos, sus personajes e historia, y por lo bien hecha que está la mecánica de dibujar en las paredes, independientemente de tus dotes artísticas.
Un pincel para unirlos a todos
Concrete Genie nos pone en la piel de Ash, un joven marginado y acosado, que vive en la gris y abandonada Denska, antaño una floreciente ciudad industrial. Maltratado por otros chavales, Ash se refugia en su libreta y sus dibujos, hasta que consigue un pincel mágico, que le permite demostrar sus capacidades artísticas en las paredes y estructuras de la ciudad, haciendo que sus dibujos cobren vida.
La manera de dibujar es tremendamente sencilla, elegimos un boceto de la libreta (que vamos desbloqueando poco a poco, encontrando hojas por la ciudad), y pulsando el gatillo derecho y moviendo el DualShock 4 (gracias a la detección por movimiento, que muy pocos títulos aprovechan) vas dibujando en las paredes, con resultados muy vistosos, incluso aunque no tengas una gran vena artística ni te pares unos segundos a pensar en lo que estás haciendo.
Los elementos que puedes dibujar son de todo tipo, pero principalmente son elementos de la naturaleza, como todo tipo de plantas, árboles, flores, soles y lunas, estrellas, manzanas, mariposas, arcoíris, lluvia o nieve, y lo más importante, los traviesos genios. Unos monstruos muy simpáticos y con características únicas, como manejar el fuego o la electricidad, que cobran vida, de manera literal, al ser pintados, y que se mueven e interactúan con el resto de dibujos que vas haciendo, siguiéndote siempre que las paredes estén iluminadas, algo que consigues dibujando.
Así, tu misión principal es devolver el color y la luz a la triste ciudad de Denska, y los genios son tus grandes aliados, ya que abren nuevos caminos, activan interruptores y son en definitiva los que te permiten seguir avanzando, mientras a base de dibujos los vas complaciendo. Por tanto, el núcleo jugable de Concrete Genie son los puzles, muy sencillos, y que resuelves a pinceladas, mientras te alegras los sentidos.
Luchando contra el acoso
En el arranque de la aventura tenemos que saber mover a los genios por las paredes, haciendo los dibujos adecuados, mientras nos encontramos en ocasiones con algo de plataformeo, un poquito torpón aunque tan guiado que no ofrece demasiados problemas. Para ponernos las cosas un pelín complicadas, tenemos una especie de enemigos, los chavales que atormentan a Ash, a los que no nos podemos enfrentar directamente, solo podemos huir y escondernos.
Aunque ya hemos visto a otros juegos independientes tratar el tema del acoso escolar o juvenil, nos ha gustado mucho el enfoque de Concrete Genie, más constructivo de lo habitual, ya que intenta explicar por qué los jóvenes se comportan así, y les ofrece una redención, lo que deja un gran sabor de boca. Es una aventura que comienza siendo un tanto oscura y tristona, y que se acaba convirtiendo en un feel good game, con un mensaje muy positivo.
Antes de que llegar a su conclusión, el desarrollado va mutando constantemente con nuevas mecánicas y situaciones, y eso a pesar de ser bastante corto. Esto, que en un principio puede sonar muy positivo, y que en efecto hace que sea variado y entretenido desde el principio hasta el final, también se cobra cierto precio, porque hace que sea muy irregular, y sus diferentes facetas jugables no funcionan igual de bien.
Si bien la mecánica de dibujar en las paredes nos ha parecido sensacional, tanto por lo bien que funciona jugablemente como por los preciosos resultados, y el arranque centrado en los puzles es acertado, con un ritmo pausado pero satisfactorio, cuando se mete en otros territorios, como el plataformeo o la acción, la cosa flojea bastante.
Esto es especialmente notorio en el último tercio, donde introducen unas mecánicas de combate que no son demasiado divertidas, no acaban de funcionar bien del todo, y que ni siquiera intentan explotar. Esto deja una sensación extraña, de una idea que no han sabido qué hacer con ella, y que solo está por aportar variedad, sin más objetivo, y lo que es peor, sin demasiada convicción.
Como decimos, aunque hay altibajos jugables, y partes más o menos inspiradas, la aventura es tan corta que se hace bastante entretenida de principio a fin, y es fácil querer acabárselo de una sentada, como nos ocurrió a nosotros. Una vez has acabado la historia puedes seguir explorando la ciudad y hacerte con todos los coleccionables y descubrir algunos secretos, que alargan su duración. No es un juego muy largo, pero no nos parece algo negativo, ya que va al grano, y preferimos esto a que hubiera tenido relleno.
También en realidad virtual
Separado de la historia principal, Concrete Genie cuenta con una experiencia de realidad virtual para PlayStation VR, que está formada por dos partes. Primero una aventura titulada Mancha y el lienzo de cristal, muy cortita, de apenas media hora, pero que es preciosa, al llevarnos un mundo en el que nuestro dibujos cobran vida, de manera literal, con resultados muy sorprendentes. Es una nueva muestra de lo que es capaz esta tecnología, que algunos menosprecian, pero que tiene muchísimo que decir todavía.
Además de esto, hay un modo de Pintura libre, en el que podemos elegir entre varios escenarios y hacer lo mismo que hacemos en la aventura principal, dibujar en paredes, aunque dentro de la realidad virtual, lo que hace que sea más impactante. Para todo esto necesitamos dos PlayStation Move, el izquierdo es la libreta donde elegimos los diseños, y con el derecho dibujamos.
Visualmente precioso
Uno de los aspectos más destacados de Concrete Genie es que es muy bonito, y lo de dibujar en las paredes y que los dibujos cobren vida es una virguería técnica, que no te cansas de disfrutar desde el principio hasta el final del juego, funciona genial.
Da igual que se te de bien dibujar o no, basta elegir diseños y trazarlos en las paredes para formar paisajes muy vistosos, y artísticamente todo siempre encaja, algo que tiene mucho mérito. Es en este apartado, en los gráficos, donde el juego deja claro que no es un indie cualquiera, ha habido cierto presupuesto, aunque su ambición como juego haya sido pequeña.
Como es habitual en los títulos producidos por Sony, cuenta con un buen doblaje al español, con efectos de sonido y una banda sonora que acompañan a la perfección a las bonitas imágenes.
Una aventura entrañable
Pese a sus limitaciones jugables, los altibajos en su desarrollo y su escasa ambición, lo mejor que se puede decir de Concrete Genie es que es un juego cálido, que se juega con una sonrisa y que deja un buen recuerdo, que no es poco. Moviéndose en un terreno extraño, porque no es un indie ni tampoco una gran producción, es una propuesta bastante original y diferente a lo que nos tiene acostumbrados Sony, y pese a sus carencias nos gustaría ver más a menudo que se atrevieran con títulos como este, que se salen de lo corriente, y lo grandilocuente; juegos más pequeños, pero que se notan hechos con mimo y cariño.
Hemos realizado este análisis con un código que nos ha proporcionado Sony.