Análisis de Aragami (PS4, Xbox One, PC)
Se suele decir que en España no hay falta de talento en la industria del videojuego, ni siquiera de escasez de estudios indies, pero la diferencia frente a otros países es que no abundan los equipos intermedios. No son lo mismo diez estudios "de garaje" que dos capaces de lanzar un juego en formato físico, múltiples sistemas, consolas y géneros de éxito comercial.
No es que esta tendencia parezca cambiar, pero al menos el trabajo de Lince Works, Aragami, es el tipo de lanzamiento que nos gustaría ver más a menudo. Una aventura con una duración respetable, multijugador y suficiente calidad para que no se hable de él únicamente por su procedencia. Se notan carencias en los valores de producción, sí, pero también interés por hacer algo con un poco más de ambición que la media.
A falta de una descripción mejor, Aragami encaja en el género del sigilo. Nuestro protagonista es un espíritu vengativo invocado por una chica que necesita su ayuda para escapar de una prisión antes del amanecer. En la tradición ninja la noche es nuestra mejor aliada, y la luz un peligro. Esto no sólo es importante para lo obvio y aprendido de Metal Gear, Splinter Cell y demás –que en la oscuridad se nos detecta con dificultad- sino que afecta directamente a nuestras habilidades.
La mecánica gira sobre el uso de las sombras: señalar un punto oscuro, dentro de un radio de acción, permite teletransportarse rápidamente. Puesto que controlamos un espíritu, también es posible atravesar rejas, subir a zonas altas o saltar distancias grandes, siempre y cuando esa área esté bajo la sombra de un árbol o un techo. La cuestión es que a veces esa zona queda iluminada por la luna y antes se necesita hacer uso de otra habilidad: proyectar una oscuridad temporal que nos permita hacer ese viaje.
Esta es la primera de las técnicas que nuestro Aragami aprende con la obtención de pergaminos coleccionables, esencial para algunas secciones de plataformas o para saltar a velocidad del rayo sin depender exclusivamente de la decoración y las partes oscuras. Hay más secretos por conseguir, y todos consumen una energía que se acumula bajo la sombra, pero cuidado, se pierde al pasar cerca de un farolillo encendido. El juego consiste, en definitiva, en estudiar el entorno y la mejor ruta para alcanzar nuestro objetivo, eliminando enemigos o no.
Hemos dicho que es un juego de sigilo con matices, y es que Aragami funciona mejor como un juego de táctica o puzle que en el sentido más clásico de las aventuras, aquellas donde nos escondemos detrás de cajas y parapetos. Se defiende bien de esta manera, de hecho tiene casi todo lo que se puede pedir en el género: muertes instantáneas al pillar desprevenido, patrullas enemigas que siguen una ruta, fase de alerta cuando detectan una víctima, argucias para llamar la atención con ruido o limitados proyectiles –kunais recargables en pequeños lugares de rezo-.
Sin embargo, la inteligencia artificial juega alguna mala pasada, es fácil encontrar comportamientos extraños en los guardias, y existe inconsistencia en sus sentidos; a veces nos detectan muy bien, en otras parecen sufrir ceguera. Además, se cansan muy rápido de buscar nuestra posición; cuando localizan un cuerpo sólo somos penalizados con menos puntos y la breve alerta temporal, no llegan nuevos refuerzos.
El sigilo es importante para sobrevivir, pero no es lo más divertido de Aragami. Lo es el uso de nuestras habilidades para engañar o eliminar a nuestros enemigos, tomar el rol de cazador y no el de una presa en inferioridad de condiciones, explorar el escenario y marcarse como reto superar los capítulos sin bajas. Entendemos que ciertos jugadores se sentirán decepcionados cuando descubran que no estamos ante un nuevo Tenchu.
No existe un sistema de combate como tal. Los Kaiho, un ejército de Luz, son capaces de matar con un golpe de su katana iluminada, con un haz de luz o con flechas. En Aragami hay que medir mucho nuestros pasos para no fracasar por un descuido mortal. Con cada zona hay un punto de control, pero las fases más amplias o con multitud de enemigos pueden ser duras si tiendes a arriesgar demasiado, puesto que fallar supone perder cinco o diez minutos de partida. Está lejos de ser un juego difícil, pero recomendamos no bajar la guardia en ningún momento.
Aragami funciona la mayor parte del tiempo porque el diseño de los mapas ofrece muchas posibilidades. Es un juego lineal y con zonas delimitadas, no obstante es lo suficientemente amplio para que puedas optar por diversas rutas y en ocasiones con la opción de avanzar por diferentes alturas para, por ejemplo, desactivar primero una barrera de luz que impide el paso. Gracias a su ambientación de bosques, templos o pequeños poblados, el recorrido se hace un poco imprevisible. En algún momento se echa en falta un botón de salto para hacer la movilidad más natural, pero con la teletransportación podremos llegar a casi donde nos propongamos.
Un punto muy a favor es su modo cooperativo para dos jugadores online. Permite disfrutar de la campaña con ayuda de otro usuario, lo que agiliza bastante la tarea de limpiar el escenario de enemigos. Por ejemplo, en solitario liquidar sin armar jaleo a dos guardias muy próximos se hace complicado, mientras que colaborando es asequible. Puedes buscar partidas disponibles, algo que te quizás te empareje con un mal jugador –que active alertas constantemente- o enviar invitaciones a amigos. No sabríamos decir si es mejor o peor que jugar offline, pero desde luego sí cambia la experiencia. Recomendamos darle una oportunidad.
La música, aunque sin demasiada presencia, tiene un buen nivel. Visualmente es irregular y lamentamos decir que el rendimiento en consola deja mucho que desear. Opta por un sombreado cercano al cel shading, algo que permite ahorrar detalle por cuestiones de estilo. A cambio debemos exigir fluidez, y aquí nos decepciona, con ralentizaciones y cortes en la pantalla –tearing- muy acusados que empañan la impresión general.
Conclusiones
Quien busque una aventura de sigilo puro tiene opciones para todos los gustos. Desde el mundo abierto de Metal Gear Solid V al universo de Deus Ex o la preparación de trampas en Hitman, todos estos juegos resultan menos forzados en su desarrollo que Aragami. Aun así, se puede ver que la intención del equipo va por otros derroteros basados en penalizar errores y aprovechar las habilidades de nuestro protagonista. La inclusión de un modo multijugador –no muy habitual en este género- es un buen punto a favor.
Lince Works no va a reinventar la rueda, pero como decíamos al inicio, hay un gran mérito detrás de este juego para tratarse de un estudio independiente. Habrá que seguir la pista del equipo con futuros proyectos.
Hemos realizado este análisis con un código de descarga de la versión PS4 que nos ha proporcionado Lince Works.
Actualización: un parche ya disponible permite activar la sincronización vertical para evitar cortes en la pantalla, mejorando la calidad de imagen.