Análisis de Tron: Evolution (PS3, PC, PSP, Xbox 360)

En 1982 y producida por Disney llegaba a los cines una película de ciencia ficción muy sorprendente y atrevida llamada Tron, que contaba la historia de cómo un programador de videojuegos acababa introducido en un mundo virtual formado por diferentes juegos y habitado por los avatares de varios programadores. Aunque conceptos como los de programador, mundo virtual o avatar le puedan parecer lo más normal del mundo a cualquier persona no demasiado mayor, por entonces eran bastante nuevos e incluso revolucionarios, y pese a que en su día no fue un éxito, con el paso del tiempo se ha ido convirtiendo en una película de culto, gracias entre otras cosas a sus efectos especiales -fue de las primeras en usar gráficos generados por ordenador-, una dirección artística muy llamativa para su época y un argumento con tintes premonitorios de lo que tecnológicamente estaría por llegar.

Hace unos años casi cualquier videojuego basado en una licencia cinematográfica era sinónimo de éxito, pero parece que poco a poco el usuario ha ido aprendiendo que la gran mayoría de estos títulos suelen tener una calidad muy discutible, por lo que en los últimos tiempos muchos juegos de películas se la han pegado en ventas. Este hecho ha provocado que las compañías sean más reticentes a realizar este tipo de títulos, o bien si se animan a desarrollarlos los cuiden más, apostando incluso por historias alternativas y complementarias a la que se cuenta en el propio filme.

Ahora una semanas antes del estreno de la película que sirve de continuación, TRON: Legacy, nos llega el videojuego TRON Evolution, cuya historia se sitúa entre las dos películas, uniendo de alguna forma sus argumentos. En este punto se ve un esfuerzo por hacer algo distinto y que enriquezca el mundo de TRON, pero lo cierto es que el título no es muy afortunado, y se limita a ser una aventura de acción -sosa y bastante aburrida-, con plataformas sin mucha inspiración -copiadas de Prince of Persia- y un modo multijugador online sin mucha gracia.

Salva el mundo de TRON en un genérico juego de aventura

Nosotros encarnamos a Anon, un programa de seguridad creado por Kevin Flynn, el protagonista de la primera película -interpretado por Jeff Bridges-. Entraremos en acción cuando un virus llamado Abraxas se empiece a expandir por el mundo, y Clu, (el alter ego de Kevin Flynn creado para mantener el orden) quiera dominar la ciudad, en un marco en el que las tensiones sociales cada vez han ido a más entre los básicos y los ISOs. El argumento puede resultar bastante incomprensible para quien no haya visto la película original, y seguro que cobra algo de más sentido cuando podamos ver la continuación (de hecho en el juego aparece un personaje femenino de la nueva película interpretado por Olivia Wilde), pero eso no quita que la historia no esté muy bien contada, y que tampoco resulte especialmente interesante. Por tanto el posible valor de servir de unión entre los dos filmes al final no resulta ningún aliciente visto el resultado, eso sí, en su honor hay que decir que respeta el universo creado en Tron -tanto en estética como en argumento-, y que no enfadará a ningún aficionado de la película.

El juego en sí es un clásico título de aventura y acción en tercera persona, que recoge en su faceta plataformera la mecánica jugable de los nuevos Prince of Persia. Trepar y correr por las paredes -o el parkour que se práctica, como muchos entenderán mejor- es demasiado parecido al del juego de Ubisoft, aunque sin el refinamiento en el control de este ni su buen diseño de niveles. Aquí las pantallas son muy lineales, y pese a estar recorriendo las calles de una ciudad no nos podremos salir ni un milímetro del camino, erradicando cualquier tipo de exploración, llegando a resultar un desarrollo aburrido y repetitivo, con unos puzles que podían haber aportado variedad, pero que se quedan en burdos y simples intentos.

Entre tanto salto tendremos tiempo para combatir, pero estas escenas de acción llegan a ser incluso más tediosas que los momentos de plataformas. Contamos con un disco con el que podremos realizar ataques lejanos, cortos o especiales, y según avancemos conseguiremos hasta cuatro discos distintos con diferentes ataques especiales. Los enemigos son casi siempre los mismos, cambiando en alguna rutina de ataque, que dentro del mismo tipo de enemigo repiten sin parar una y otra vez, sin ningún atisbo de inteligencia artificial. Al menos el juego en el nivel de dificultad normal es algo exigente -lo que se agradece-, y se debe ir con cuidado ya que con unos pocos golpes nos eliminarán, no como casi la mayoría de los juegos que últimamente nos empujan a empezar en difícil para que supongan un reto. Pero por más que avancemos y más habilidades que adquiramos los combates no mejoran ni se vuelven más divertidos, por lo que pese a lo poco inspirada que resulta, la parte de plataformas dentro de su mediocridad es incluso mejor que la de acción.

Para otorgar al desarrollo un punto de variedad se han incluido un par de momentos diferentes, controlando un tanque y una moto -sí, la misma de la primera película-. En las fases con el tanque deberemos disparar a todo lo que se mueva sin mucha gracia y con un control bastante tosco, siendo unos momentos bastante prescindibles. Las momentos con la moto tienen más gracia, en realidad no por su jugabilidad -no deja de ser ir hacia delante esquivando- pero sí porque resultan más espectaculares que todo el conjunto del juego, siendo persecuciones a gran velocidad donde se destruyen multitud de cosas.

Nuestro personaje se puede ir desarrollando según consigamos puntos de experiencia, que suponen subidas de nivel y la adquisición de más "megas" con los que podremos comprar mejoras en unos terminales. La mayoría son bastante clásicas: aumento de la vida, mejora en el beneficio que nos da recoger objetos o mayor defensa, aunque muchas de ellas están orientadas al modo multijugador.

El modo multijugador es uno de los aspectos más ingeniosos y originales del juego, ya que está bastante bien integrado en el modo para un jugador. Cuando en la aventura llegamos a uno de los terminales donde podemos adquirir mejoras, también podremos acceder al modo online. Este se divide en varios modos distintos -todos contra todos, por equipos, dominar zonas, capturar la bandera, vamos lo típico- para hasta diez jugadores, y lo que está bastante bien es que no deberemos esperar a contar con otros nueve rivales humanos, ya que si no los hay se nos colocan unos rivales controlados por el propio juego. La experiencia que consigamos aquí sirve para el modo aventura y viceversa, por lo que se agradece esta implementación, a pesar de ello como mencionábamos antes la acción del título es bastante insípida, y lo mismo pasa jugando en este modo, aunque con la posibilidad de poder usar la moto en los combates multijugador, lo que se agradece.

Por lo demás tiene una duración media -entre ocho y nueve horas- y un par de tipos de artículos coleccionables que no son muy difíciles de encontrar -culpa de unos escenarios muy cerrados con nula exploración- ni proporcionan una recompensa muy suculenta. De agradecer en la versión para PS3 el soporte para Move y televisores 3D, algo que esperamos se vuelva habitual en otros muchos lanzamientos.

Fiel a la estética de las películas aunque visualmente muy repetitivo

Es cierto que el estilo visual y el uso de los colores en las películas de TRON es el que es -aunque el juego se parece mucho más a lo que hemos podido ver de la segunda película que a la primera-, y el título se mantiene fiel a esto, pero lo que puede funcionar para un par de horas no lo hace igual de bien para una aventura de nueve, y acaba siendo aburrido recorrer siempre unos escenarios tan similares. Cuando hemos pasado más de la mitad de la aventura el juego se permite un ligero cambio en el color y diseño de los escenarios -que se agradece y mucho-, y nos preguntamos si no se podría haber producido antes.

Por tanto pocos colores y unos escenarios bastante vacíos, con unas texturas muy simples aunque se permite algún pequeño lujo, como unos reflejos en el suelo bastante vistosos, como también en el traje del protagonista. Los enemigos son casi todos iguales, y ya que los escenarios están vacíos y las texturas son tan simples podían haber tenido unos modelados más complejos, por lo que mencionar que todo se mueve fluido es lo mínimo exigible ante tan poca carga gráfica. Las animaciones cumplen bastante bien, aunque cuando corremos por las paredes no podemos evitar que nuestra memoria vuele hacía otro juego, y las escenas de vídeo cumplen con el fin de contarnos la historia de manera adecuada.

El sonido vuela un poco más alto que el resto de apartados y cuenta en su banda sonora con varios temas de la nueva película, TRON: Legacy. Puede que una música tan electrónica y por momentos minimalista no sea del gusto de todos pero hay que reconocer que le sienta bien a la ambientación, aunque en algún momento puede llegar a cansar un poco. Lo que sí se disfruta mucho y con diferencia son los dos temas de Daft Punk que aparecen en el juego -y también en la nueva película-, "Derezzed" y "The Grid", un lujo para cualquier amante de estos genios franceses de la música electrónica. El doblaje está en castellano y cuenta con unas voces correctas, no muy brillantes, pero que cumplen su trabajo.

Un título muy prescindible y olvidable

La verdad es que se trata de un juego que no tiene ningún aspecto demasiado negativo -quizás su desarrollo repetitivo que podrá satisfacer más a unos que a otros- pero su gran problema es que tampoco tiene nada destacable: acción genérica y aburrida, plataformas calcadas a otros títulos de saltos estilo parkour sin ninguna inspiración, una historia del montón no muy bien contada, un modo multijugador que no aporta gran cosa y un apartado técnico decente, pero muy monótono y que no brilla en nada. Lo seguirán intentando, no tenemos ninguna duda, pero esta no es la ocasión donde se ha realizado un gran videojuego basado en una película.