Análisis de Saints Row IV (PS3, PC, Xbox 360)
En su escalada hacia el gamberrismo la saga Saints Row no parece conocer límites. Si ya la segunda entrega de 2008 apostó por el humor y permitirnos hacer el loco de muchas maneras, una forma de diferenciarse del exitoso Grand Theft Auto IV que había aparecido hace tan solo seis meses, la celebrada tercera parte, de 2011, llevo al extremo estos dos aspectos. En esto radicó su éxito, hacer un juego extremadamente cachondo y muy divertido, sin pelos en la lengua y totalmente incorrecto, algo que muy pocos títulos se atreven a hacer.
Ahora llega Saints Row IV, menos de dos años después The Third, lo que ha levantado ciertas sospechas, sobre todo después de saber que la idea parte de lo que iba a ser un contenido descargable para la tercera entrega de la saga.
El corto tiempo de desarrollo y que se trate de un DLC "digievolucionado" no han afectado negativamente a este nuevo Saints Row, que se siente fresco y con personalidad, con bastantes novedades jugables. Tenemos que admitir que nos ha gustado menos que la anterior entrega, pero eso no quiere decir que no nos haya divertido de lo lindo.
Las novedades de Saints Row IV vienen propiciadas por su curiosa y divertida premisa argumental. Tras un prólogo-tutorial en el que salvamos el mundo, unos años después el líder de los Saints es proclamado Presidente de los Estados Unidos. Un delirante mandato que no tendremos mucho tiempo para disfrutar, ya que tras unos divertidos minutos en los que ejercemos de presidente por la Casa Blanca, teniendo que tomar decisiones tan importantes como curar el cáncer o el hambre en el mundo, unos alienígenas invaden nuestro planeta y lo conquistan.
Estos extraterrestres, como sabremos un poco más adelante, han esclavizado a los humanos, haciéndolos prisioneros en unas enormes naves espaciales y "encerrando" sus mentes en una simulación virtual, de una manera similar a como ocurría en Matrix, película a la que se homenajea en múltiples ocasiones. No tardaremos en empezar a infringir, hackear y dominar las reglas de esta simulación de Steelport, lo que nos otorgará extraordinarios poderes, el lado por el que vienen las mayores novedades jugables de esta entrega.
Supersprint, que nos permite correr a una velocidad enorme, llevándonos a peatones y coches por delante, Supersalto, poder con el que damos unos brincos enormes, para después planear por el aire, o Muerte desde el cielo, habilidad que nos permite quedarnos suspendidos en el aire, para después apuntar y golpear el suelo a supervelocidad. En el lado de los ataques especiales tenemos Descarga, que nos permite disparar hielo, fuego o incluso controlar mentalmente a los enemigos, Telequinesis, con lo que podemos coger enemigos, coches y otros objetos y lanzarlos por los aires, y Pisotón, pisotear el suelo provocando que todo a nuestro alrededor sea dañado y salga disparado, además de algún otro que no vamos a desvelar.
Lo bueno es que todos estos poderes los vamos mejorando, y acaban siendo bastante diferentes a cómo los conocemos en un principio. Por ejemplo podremos conseguir con Supersprint correr por el agua y las paredes de los edificios, o provocar un tornado a nuestro paso, con Supersalto elevarnos cientos de metros, y prácticamente cruzar media ciudad volando, y con Telequinesis llegar a levantar del suelo a vehículos pesados como tanques y camiones.
Para ir desbloqueando estas mejoras tendremos que obtener clústeres, unos halos azules que están repartidos por toda la ciudad, en cantidades industriales, que nos recuerdan y mucho a los orbes de la saga Crackdown que nos tiramos recogiendo durante horas, un juego con el que tiene mucha similitudes Saints Row IV. Además de necesitar cierto número de clústeres para desbloquear las mejoras de los poderes, necesitamos un nivel determinado de experiencia, por lo que no podemos hacer trampas y tirarnos las primeras horas cogiendo todos los clústeres para aumentar los poderes al máximo. Está búsqueda, recogiendo halos azules por todos los tejados de Steelport, a algunos les parecerá entretenida, y a otros un poco más tediosa, pero en cualquier caso no es difícil encontrarlos, y casi sin querer te topas con ellos.
Los poderes, que alguien podría tomar como una novedad anecdótica, o un añadido más, cambian por completo las dinámicas de sandbox, la exploración de la ciudad. Todos los ingredientes de The Third siguen presentes, los coches y la posibilidad personalizarlos, las estrambóticas armas y el poder mejorarlas, el "tuneo" de nuestro personaje hasta límites insospechados, etcétera, pero todo queda en un segundo plano antes los extraordinarios poderes que obtenemos. Por ejemplo ahora la manera más cómoda de trasladarnos de un punto a otro de la ciudad es correr a toda velocidad, cargar el Supersalto, elevarnos al cielo, y volar hasta nuestro destino, por lo que nos pasaremos el juego sin apenas haber conducido un vehículo.
Cuando estamos en la simulación de Steelport, Saints Row IV se siente totalmente como un sandbox de corte fantástico, estilo Crackdown, Prototype o inFamous, más cercanos a estos que a anteriores entregas de la saga o un GTA de toda la vida. Los enemigos a los que nos enfrentamos ahora son alienígenas, bastantes poderosos, apoyados por mortíferos robots, y también a la hora de luchar las armas quedan en un segundo plano, y le daremos más importancia a los poderes, mucho más potentes. Cómo no se incluyen nuevas y alocadas armas, siendo una de las más simpáticas la dubstepadora, que pone a sus víctimas a bailar a ritmo de dubstep hasta reventar, o la descacharrante sonda anal alienígena, que no necesita mayores explicaciones.
Pero no todo es fantasía y descontrol en Saints Row IV, también hay momentos más "tradicionales", con tiroteos clásicos y sin superpoderes, en las misiones de la historia principal, que a veces ocurren fuera de la simulación, y otras en la mente de nuestros compañeros de batalla –Shaundi, Pierce, Ben King, Kinzie, Johnny Gat, etcétera-, a los que tenemos que ir rescatando para poder afrontar con garantías las batalla final. Es aquí donde el juego se suelta más la melena en cuanto humor y a plantear situaciones originales y sorprendentes, que no os vamos a desvelar para no estropearos la sorpresa.
Homenajes a Tron, Terminator Metal Gear Solid, Metroid, Streets of Rage, Mass Effect, es un no parar de guiños y referencias, incluso creando misiones enteras entorno a estos, con mecánicas y estilos visuales distintos. Sobre el juego de BioWare, decir que es tronchante cómo podemos cortejar a todos los miembros de la tripulación, y tener romances con ellos, lo que da pie a situaciones divertidísimas. Además de contener toneladas de guiños al cine de ciencia ficción y a otros videojuegos, Saints Row IV también es un constante homenaje a la propia saga, recuperando personajes y situaciones de las anteriores entregas, que solo saborearán quienes se las hayan jugado, siendo un tanto excluyente para nuevos jugadores, que se perderán un poco con tantas referencias al pasado.
Las fases en la mente de los Saints son geniales, por sorprendentes y simpáticas, pero no tanto el resto de misiones, que se llegan a hacer un poco monótonas, y denotan a veces falta de imaginación y de ideas por parte de Volition. Todo lo es que es un derroche de crear chistes, chorradas y estupideces, el punto fuerte del juego, flaquea a la hora de proponer situaciones jugables estimulantes y que nos sorprendan. Ve a este punto, destruye a todos los enemigos y desconecta algo, móntate en un tanque y destruye, coge la torreta de este helicóptero y acaba con todos los enemigos que puedas, llega un momento en el que tenemos la sensación de que hemos hecho lo mismo demasiadas veces, sobre todo si nos centramos solo en la misión central.
Las misiones secundarias tampoco son una maravilla, el que era también uno de los puntos débiles de The Third, pero si combinas las misiones con las actividades basadas en puntuaciones, los objetivos, como destruir campamentos alienígenas o escalar unas enormes atalayas flotantes, y los coleccionables, como los clústeres y registros de audio ocultos, la experiencia se hace mucho más amena. En las actividades tenemos algunas recicladas de la anterior entrega, como Fraude, en la que tenemos que provocarnos todos los daños posibles contra el tráfico, o Caos, aquella en la que tenemos que coger un tanque y destrozar todo lo que podamos, pero también hay otras nuevas, que hacen un uso exhaustivo de los superpoderes.
Movernos por unas plataformas mediante supersaltos, una prueba de coger objetos y lanzarlos a unas dianas mediante la telequinesis, carreras con el supersprint, pruebas de destrucción a bordo de un meca, siempre hay un montón de cosas que hacer. La historia principal se puede terminar en unas 10 horas, pero con esto habrás completado poco más del 40%, ya que si sumamos las misiones secundarias, sin entretenernos demasiado con los desafíos y las actividades, el juego puede superar ampliamente las 20 horas de duración. Por supuesto y al igual que en The Third, se puede jugar al completo en modo cooperativo, a través de internet, aunque os advertimos de que exige pase online, por si estabais pensando pillarlo de segunda mano.
En resumen estamos ante un juego de mundo abierto tremendamente divertido, a veces por su humor, otras por las alocadas situaciones jugables que nos plantea, y los mejores momentos, cuando se unen ambas circunstancias. Es uno de esos títulos que si lo diseccionas y lo analizas por partes no es brillante; los tiroteos son flojos -con una IA enemiga inexistente, un control un tanto tosco-, la historia peca de simplona, el diseño de misiones flaquea demasiado, y se desaprovechan muchos de sus elementos como los vehículos. Pero en cambio todo el conjunto resulta muy grato, y entretiene como el que más, además de tener la capacidad de sacarnos más de una sonrisa, algo de lo que pocos juegos pueden presumir.
El apartado técnico cumple, podemos recorrer la ciudad volando, dar saltos de cientos de metros, causar cientos de explosiones con vehículos y alienígenas volando por los aires, que la tasa de imágenes no se ve comprometida, y nos permite jugar sin problemas. Es en el apartado artístico donde nos gusta un poco menos, Saints Row es una saga que nunca se ha caracterizado precisamente por su preciosismo visual, y tiende a lo hortera premeditadamente. Pero esta entrega nos parece especialmente fea, más que el tres, primero por la predominante estética dubstep, y luego por movernos por una simulación de Steelport con colores oscuros y apagados, un tanto deprimente, al igual que las múltiples naves alienígenas que visitamos.
En el apartado sonoro tenemos otra vez voces en inglés y subtítulos en castellano, algo que como suele ocurrir en este tipo de juegos, si no dominamos un poco la lengua de Shakespeare nos perderemos múltiples diálogos, algunos muy cachondos, porque no podemos estar al pan y a las tortas, esto es combatiendo cientos de alienígenas y a la vez leyendo subtítulos. La banda sonora toca diferentes palos, desde el rock a la música clásica, y por supuesto el dubstep, el gran protagonista de esta entrega. Hay algunos grupos conocidos, y algún tema hortera y muy gracioso, pero se nota que han contado con menos presupuesto que en el anterior juego. Un buen detalle es que sabiendo que apenas vamos a montarnos en coches, podemos escuchar las emisoras musicales cuando vamos a pie o surcando los cielos de Steelport con nuestro personaje.
Los Saints no flojean
Saliendo a la venta en una fecha cuanto menos atrevida, por los motivos que todos conocéis –de haberse lanzado a principios del verano hubiera sido un momento perfecto-, Saints Row IV es un genial sandbox que se ha sabido diferenciar de su antecesor apostando por la ciencia ficción y permitiéndonos usar extraordinarios poderes, que cambian la experiencia casi por completo. Muy divertido, con el irreverente humor de siempre y con muchos contenidos, no es aquel temido Saints Row 3.5 que muchos esperaban, aunque tampoco nos parece que consiga superar a la genial tercera entrega, siendo bastante diferente. En cualquier caso si os gusta la saga y sobre todo la tercera parte, es prácticamente imprescindible, y siempre aplaudiremos juegos como este, que no se tomen tan en serio y sean capaces de sacarnos más de una sonrisa.