Análisis de God of War III (PS3)
God of War era una de las grandes sagas de videojuegos que todavía no habían dado el salto a la nueva generación, y el retorno del espartano, salpicado quizás por la polémica salida de Sony de alguno de sus creadores, se había contagiado de ciertas dudas y polémicas. Pero el ex general espartano metido a verdugo de dioses disipa las dudas como mejor sabe hacer, a golpe de espada, y God of War 3 ya está aquí finalmente cumpliendo sobradamente las expectativas. Esta tercera parte, que según parece cierra la trilogía del personaje culminando su venganza, recoge el testigo de los dos anteriores y vuelve a ofrecernos la mejor experiencia de acción salvaje, o hack and slash, que se puede disfrutar hoy en día en consola alguna.
A Kratos y God of War le han salido numerosos competidores e imitadores desde que en 2005 irrumpiese cambiando el panorama de un género en el que Devil May Cry parecía el único referente y camino. Recientemente Bayonetta ha dado una lección de estilo con sabor japonés, y Dante's Inferno, el pasado mes, demostró que podía haber vida más allá de God of War, aunque sin llegar a hacernos olvidar el inminente lanzamiento de éste. Kratos los supera, ampliamente al segundo, ofreciéndonos la fórmula de jugabilidad salvaje ya conocida pero incluyendo nuevas armas, magias y movimientos, y aprovechando la mayor potencia de PlayStation 3 para ofrecer no solo unos gráficos mejores cuantitativamente en cuanto a polígonos, animación y nivel de detalle, sino también cualitativamente, con una escala y espectacularidad mucho mayor, lo que queda patente en la primera hora de juego (de la que no desvelaremos nada).
Al mismo tiempo, hay que considerar que cuando God of War llegó al mercado no había esa tendencia, o moda, de recuperar los mitos clásicos y llevarlos a la gran pantalla o al videojuego con las nuevas técnicas gráficas. Películas como 300 o la cercana Furia de Titanes se han sumado a esta tendencia, y God of War 3 se ha visto de hecho influída por ellas, con algunas reminiscencias y homenajes curiosos. El carácter espartano de Kratos era un detalle biográfico en el primer juego pero ahora se mitifica gracias a la renovada fama de esta dura y disciplinada estirpe de guerreros griegos, iconizada en la gesta de Leónidas. Al mismo tiempo, las nuevas técnicas gráficas permiten que los dioses y los titanes sean más grandes en la pantalla y la cruzada de Kratos resulte más insignificante enmarcada en una guerra mucho mayor donde parece el invitado no deseado.
Empecemos pues, por los gráficos. God of War III es otra de esas pruebas de la potencia que puede ofrecer PlayStation 3 si se explota bien, y concienzudamente, el sistema, especialmente si lo hace un equipo de Sony. En 2009 ya se elevó el listón de la consola un par de veces con Killzone 2 y Uncharted 2, y God of War III es un testimonio más de esta capacidad de PlayStation 3. Compararlo con Uncharted 2 es difícil por el diferente ritmo de los dos juegos, y por cómo God of War III aprovecha los ángulos de cámara y plantea los escenarios. Desde el comienzo del juego nos quedaremos asombrados por la escala del juego en ciertas partes, cómo el diminuto Kratos se enfrenta contra enemigos y escenarios gigantescos, y cómo el motor gráfico del juego lo mueve todo sin pestañear.
Pero el auténtico protagonista del apartado visual es Kratos, algo que se ve tanto en el juego en sí, cuando estemos aplastando a los enemigos, como en las secuencias cinemáticas generadas por el propio juego. Aunque las comparaciones sean odiosas, podemos decir que actualmente y con un margen de meses más que razonable de aquí en adelante, Kratos es el personaje de videojuego mejor hecho gráficamente. Tanto por modelado como por animación, el general espartano está gloriosamente recreado y se mueve, especialmente en las cinemáticas, como una secuencia CG prerrenderizada (cuando no lo es). Hay detalles que te dejan boquiabierto como sus expresiones faciales, la violencia que rezuman sus precisos movimientos o la sangre que se desliza por su cuerpo en tiempo real cuando mata a los enemigos. Aparte de Kratos, el diseño de los enemigos está a un gran nivel, si bien con ciertos altibajos, y hay algunos escenarios especialmente impresionantes tanto a nivel técnico como por su diseño artístico. Algunos momentos del juego, especialmente al principio, son de lo más impresionantes que se ha visto gráficamente en esta generación, y se tardará en ver algo similar.
A nivel jugable hay muchas cosas que decir y pueden decirse sin destripar enfrentamientos, magias y armas. Por una parte, el juego mezcla cinemáticas y acción más que nunca, haciendo que de vez en cuando sintamos la tentación de saltarlas para pasar directamente a la acción, especialmente al principio del juego, aunque la carga de cinemáticas se suaviza poco después. Aparte de las secuencias cinemáticas "pasivas", donde nos narran algo de la historia, el juego está plagado de integración entre acción y cinemática, especialmente en los enfrentamientos contra los jefes finales, que siguiendo la tradición de la saga no son simples duelos uno contra uno sino auténticas batallas que pasan por varios estados, donde van cambiando algunas cosas y que se aprovechan para narrarnos algo más de la historia o del enemigo final en cuestión. De nuevo estos enfrentamientos vuelven a ser las estrellas, por lo variados y divertidos que resultan, y también por el espectáculo gráfico que siempre suponen, de principio a fin, desde el primer jefe final hasta el último. Además de integrar las cinemáticas en los enfrentamientos, también se integran con otros momentos del juego para complementar la acción con algo de narración.
Al mismo tiempo, se mantiene una de las marcas de la casa de la saga, copiada hasta la saciedad con mayor o menor suerte por otros juegos similares, y también de otros géneros. Ahora son más numerosas y más variadas, pero no se centran en una faceta en cuestión del juego sino que están más distribuidas. No nos encontraremos con una secuencia de siete pulsaciones para acabar con un enemigo de tamaño medio, pero sí tendremos que realizar algunas secuencias defensivas, otras a la hora de interactuar con el escenario, y por supuesto aquellas con las que dar el golpe final a algunos enemigos; de todas formas, estas últimas no siempre son obligatorias, por lo que podremos matar a un enemigo a golpe limpio, sin tener que recurrir siempre a la secuencia final, lo que puede resultar muy útil cuando hagamos frente a muchos enemigos al mismo tiempo. Además de más variadas y distribuidas, ahora aprovechan también otras combinaciones y movimientos del mando, y se ha cambiado el icono del botón que hay que pulsar a los lados de la pantalla, para no estorbar la visión.
El sistema de combate vuelve a centrarse en las hojas encadenadas de Kratos, con sus dos ataques, horizontal y vertical, como movimientos básicos y fácilmente combinables. No ha cambiado demasiado el repertorio básico de movimientos y combos, aunque nos encontraremos con alguna sorpresa, pero sí se han añadido varios movimientos de agarre de los que ya habíamos hablado. Al agarrar a un enemigo podremos partirlo por la mitad, lanzarlo o usarlo como escudo para abatir a los demás. Aparte, se incluyen agarres durante el combate, a distancia, permitiendo nuevos movimientos. Ahora los enemigos son algo más agresivos que en la segunda y primera parte, y también más numerosos, por lo que los movimientos de bloqueo y esquivar son más importantes que nunca, sin que el juego llegue a ser demasiado defensivo.
A lo largo del juego conseguiremos tres armas más aparte de las hojas con cadenas de Kratos, que de hecho se usan más que en juegos anteriores, demasiado "protagonizados" por el arma principal. En God of War III variaremos más, porque las armas tienen pros y contras más marcados, y aparte cada una de las magias está vinculada a una de ellas. Pero lo más interesante es que podremos cambiar de armas al vuelo, pudiendo combinar varias de ellas en el mismo combos, y así lograr resultados tremendamente efectivos. Con el cambio de arma al vuelo se produce también el cambio de magia, permitiéndonos calibrar más cuándo usar nuestra barra azul. Nuevos ítems como el arco o las botas, entre otros, le añade un toque más de diversidad al combate y a las diferentes situaciones del juego.
Finalmente, los puzles vuelven a jugar un papel importante, aunque secundario, en el juego, teniendo que pensar a veces cómo avanzar combinando acción, sincronización y plataformeo. Como en los anteriores, no representan una parte del juego principal ni comparable a la de acción, pero tampoco son una excusa para darnos un respiro en nuestra matanza. No hay muchos, pero son interesantes y están bien planteados, haciendo que estemos unos minutos examinando el escenario y pensando cómo resolverlo, hasta encontrarnos el siguiente muchos minutos después.
En conclusión, God of War 3 mantiene el estilo de los anteriores con pocos cambios, aunque se notan rápidamente para los jugadores experimentados. Mantiene el endiablado ritmo de juego y amplía un poco el sensacional sistema de combate, aportando algo más de variedad en los eventos interactivos y el combate, y manteniendo las espectaculares luchas contra los jefes finales. Lo único que se le puede achacar es cierta repetición en los enemigos, donde nos encontraremos con algunos viejos conocidos, pero se echa en falta algo más de diversidad entre los enemigos de bajo calibre. La curva de dificultad está muy bien ajustada, retándonos cada vez más y exigiendo que siempre tengamos un ojo sobre nuestra barra de vida, y al mismo tiempo otorgándonos numerosos puntos de control desde los que podremos continuar.
El apartado sonoro brilla de nuevo, con un magnífico doblaje al castellano con voces conocidas, y una excepcional banda sonora con temas de todo tipo de matices: épicos, dramáticos, oscuros... Siempre en un segundo plano por el colorido y el movimiento de lo que hay en pantalla, la música realmente ayuda a crear la ambientación y la atmósfera salvaje del juego, y en algunos momentos, como en ciertas secuencias cinemáticas (o en la espectacular intro, sin ir más lejos), destaca especialmente. Finalmente, el sonido vuelve a contar con un inmenso repertorio de efectos para representar golpes, choques, decapitaciones y demás.
Por último hay que hablar de la duración del juego, más que aceptable, con varios niveles de dificultad y una gran rejugabilidad gracias a la capacidad adictiva, y a extras como -en el caso de la edición coleccionista- las arenas de batalla.
God of War III cumple las altísimas expectativas, pero eso no es ninguna sorpresa. El retorno de Kratos se llevaba esperando desde hace meses, incluso años, y por lo que se había visto y probado se sabía que iba a ser un éxito rotundo. Lo es, sin ninguna duda, lleva a la nueva generación la misma calidad visual y jugable de los dos originales, sin revolucionar la fórmula pero renovándola lo suficiente para volver a ser un juego que te engancha al momento, con un gran ritmo y un buen equilibrio entre sus diferentes partes (acción, puzles, jefes finales...) y escenas cinemáticas. Su calidad gráfica y diseño artístico tienen pocos iguales en el catálogo actual de cualquier plataforma, y en su género, el de la acción en tercera persona, vuelve a proclamarse el rey. Esta vez, las miras de la historia son mucho mayores que en anteriores juegos y, aunque no logra narrarse tan bien como en éstos, sí supone una magnífica conclusión a la sangrienta epopeya de Kratos. Se supone que el juego cierra la trilogía, pero no la saga, y estamos ansiosos por saber quién será el próximo Dios de la guerra.