Análisis de Fist of the North Star: Ken’s Rage (PS3, Xbox 360)
Kenshiro lleva su violencia de vuelta a los videojuegos con Dynasty Warriors como referente.
Daniel Escandell ·
Actualizado: 21:31 17/8/2020
GRÁFICOS
8
SONIDO
8
NOTA
7.8
DIVERSIÓN
7
JUGABILIDAD
8
Análisis de versiones PS3 y Xbox 360.
Los aficionados al manga (tebeo japonés) tienen en El Puño de la Estrella del Norte una de esas historias veteranas y añejas que siguen vivas, con diversas reediciones, homenajes, e incluso números especiales que salen de vez en cuanto todavía hoy en Japón. No en vano, tiene una dilatada historia que se narró desde 1983 hasta 1988 en la popular Shonen Jump. Clásica, y conocida por una violencia que entonces escandalizó a algunos sectores, ha seguido viva en forma de películas, la serie de televisión (y sus reposiciones, claro), e incluso algunos mangas adicionales destinados a publicitar, en estos últimos años, varias de las películas.
Sus adaptaciones al videojuego han sido numerosas, desde la época Famicom (NES), y han visitado múltiples sistemas, y géneros: acción, lucha, aventura, pachinko, mecanografía… pero muy pocos en realidad han llegado a tierras occidentales, y cuando lo han hecho -en demasiadas ocasiones- han sido rediseñados por problemas con los derechos de uso de esta marca. Ahora, de mano de Tecmo Koei nos llega Fist of North Star: Ken's Rage que, en esencia, sigue las líneas trazadas por sagas como Dynasty Warriors.
Por tanto, en vez de encontrarnos con un juego construido desde cero, se parte de un precepto jugable contrastado, que puede gustar o no, pero que ha funcionado muy bien en múltiples entregas, y que se ha adaptado también a otras marcas, como con la serie Gundam. Pero, claro, la serie Dynasty Warriors tiene unos condicionantes y un estilo muy marcados, por lo que puede gustar o no al público, aunque en líneas generales la serie se ha adaptado muy bien al estilo de juego.
Una de las cosas que más van a complacer a los aficionados es que la versión europea del juego presenta muy pocos cambios con respecto al original japonés, por lo que estilo, violencia y demás aspectos no se han visto censurados y ni recortados, como sucedió tantas veces en el pasado. Además, tenemos la suerte de que se narra lo suficientemente bien como para que los usuarios que no conocen demasiado de este personaje y su historia puedan entrar en la acción y la trama sin mayores complicaciones.
Tampoco hay que llevarse a engaños: en este tipo de series la historia, la trama en sí misma, no es muy compleja, más allá de las sorpresas sobre las intenciones de los personajes, y el clásico tipo que parece que ha muerto pero sigue vivo y buscando venganza. Pero en cualquier caso lo cierto es que es más que palpable el hecho de que ha habido un claro interés por explicar las cosas para permitir que el juego resulte interesante a todo el público, más allá de los seguidores acérrimos de la historia de Kenshiro. Además, el juego se divide en dos partes, con dos historias diferentes, que son también dos modos de juego diferentes.
Legend es, en esencia, la apuesta principal, y el modo que nos va a servir, también, para familiarizarnos con el juego, su estilo, y el proceso de adaptación a la jugabilidad de Dynasty Warriors, para quien no conozcan esa saga, y de sus cambios para quienes sí la conozcan. Es, en esencia, un modo historia al que se van sumando algunos de los personajes clave de la serie, como Mamiya, Raoh, Toki y Rei. Las sesiones de combates intensos se van combinando con partes narrativas, y las diferencias que hay entre cada personaje, que cuentan con ataques y características propias.
El otro modo de juego es Dream, y lo que nos propone es una historia completamente original no basada en ninguno de los hechos de la serie, y de la que no vamos a dar detalles argumentales. Sin embargo, sí podemos decir que está bien construida, resulta intensa, apasionante, y puede ser el contenido favorito de los seguidores de la serie. Este tipo de contribuciones suelen llevar a discusiones sobre si se respeta o no el alma del original, si traiciona sus valores o el canon, etc., pero más allá de esas discusiones (que, entendemos, son inevitables), lo cierto es que está bien narrado, mejor construido, y funciona de maravilla.
Los personajes que se pueden manejar cuentan con historias diferentes, e implican un desarrollo de la acción que también tiene variaciones. La cantidad de esas variaciones podría ser más sustanciosa, la verdad, pero sí es cierto que implica diferentes técnicas y, por tanto, el jugador debe adaptarse. No transmite una sensación completamente diferente, pero hace un buen trabajo a la hora de diversificar, sin llegar a ser completamente divergente.
En cuanto a modalidades adicionales, lo cierto es que Ken’s Rage aporta un modo de desafíos con muchos personajes, y cierta variación en su propuesta. No es lo más afortunado del juego, en la medida en que otros títulos han logrado un desarrollo más interesante en este tipo de retos adicionales, pero cumple con su objetivo principal de ofrecer algo diferente y más directo si cabe que los otros modos.
En líneas generales, Ken's Rage se juega como un "yo contra el barrio" de corte clásico llevado a las 3D, con muchos enemigos pero muy tontos, que salen en oleadas dispuestos a ser masacrados, hasta que llegamos a los puntos clave del desarrollo de los niveles, como, claro, los jefes. La gracia está en cómo eliminarlos de la manera más brutal y preferiblemente sangrienta posible, lo que retoma algunas de las acciones más hiperbólicas de la serie en la que se inspira.
El volumen de enemigos, pero caracterizados por su estupidez, es algo más que habitual en la saga, pero, sin embargo, aquí se percibe un trabajo para hacerlos algo más inteligentes. Eso no implica que haya realmente un comportamiento muy inteligente, sino simplemente más estúpido. Está claro que las consolas pueden manejar todo el volumen poligonal, pero o no se trabajan las rutinas de IA, o eso ya sería demasiado trabajo de proceso. Es el principal punto negativo de este tipo de juegos, y sigue siéndolo en esta variación, pese a las mejoras que se han logrado.
Además, en este título la violencia resulta mucho más palpable, siendo algo que se percibe casi desde el principio. Del mismo modo, el control es accesible, muy fácil, y permite hacer cosas espectaculares sin esfuerzo, algo que es también muy característico de los Dynasty Warriors. En cualquier caso, lo importante es que el juego logra introducir situaciones diferenciadas que aportan mayor variación a su desarrollo, restando la monotonía que se da a veces en el género. Por ejemplo, cuando entran en juego modos de transporte... que los aficionados al manga ya se pueden imaginar.
Eso ayuda a que el título tenga una personalidad propia dentro de la saga que adapta. Entre los puntos principales que lo diferencian de la saga en la que se sustenta su jugabildad está la mayor inteligencia artificial de los enemigos (algo que empezaba a ser especialmente sangrante en la serie). Insistimos en lo que decíamos antes: no es que sea un paso de gigante, pero sí se percibe que, aunque un tanto bobos, han ganado en recursos. Por otro lado, queremos destacar también que se integran en el juego los diferentes estilos de lucha que se han hecho famosos en el manga, destacando el archipopular hokuto (no en vano, en Japón la serie se llama Hokuto no Ken).
Esto implica que las diferencias entre las habilidades de los personajes son razonablemente consistentes, y buscan representar con tino sus diferentes estilos del manga. Hay contraprestaciones en cuanto a la respuesta del control y la facilidad del mismo, pues en algunos estilos ésta se diluye, pero la sensación global es más que positiva, y bien compensada. Como todas estas posibilidades se nos van abriendo poco a poco, suelen ir acompañadas de una mayor habilidad por nuestra parte, por lo que el sistema se compensa. Cuando sale algo más difícil, lo hace en un momento en el que ya hemos desarrollado suficiente habilidad, o estamos a punto de hacerlo, mostrando una curva de aprendizaje muy bien trazada durante todo su desarrollo.
Así, aunque empezamos con un control que se sustenta en el uso de dos botones, poco a poco ganamos ataques especiales, técnicas más complejas en múltiples ocasiones, que aportan un añadido importante a la experiencia de juego. Todo esto, a través de un sistema de puntos de experiencia que se pueden ver potenciados por afrontar misiones secundarias, lo que muestra que se ha puesto una atención especial en ofrecer un conjunto jugable profundo y equilibrado, más allá de coger una fórmula jugable establecida y cambiar los muñequitos.
El juego aparece en nuestro mercado con subtítulos en castellano y la posibilidad de escoger entre las voces en inglés o las originales japonesas, lo que, junto a una buena banda sonora, y unos gráficos más que competentes, muestran una producción cuidada. De hecho, visualmente luce bastante bien, con buenos efectos, y unos diseños fácilmente reconocibles a partir de los dibujos e ilustraciones originales. Hay ciertos sacrificios derivados de manejar escenarios amplios y muchos personajes en pantalla, pero no resulta desequilibrado; además, sabe sacar la espectacularidad visual que uno se espera.
Conclusiones
El puño de la estrella del norte como modificación sobre Dynasty Warriors es un concepto bien llevado y bastante bien ejecutado. Tiene un toque propio, personal, sin distanciarse tampoco en exceso de lo que representa la tradición de la saga de la que extrae su jugabilidad. Esto tiene una lectura doble: si te gusta Dynasty Warriors, y la serie en la que se basa el juego, éste es tu juego; si eso no se cumple, lo cierto es que este género no es precisamente mayoritario, pero suele resultar divertido, y da pie a acción arcade sin complicaciones.
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