Análisis de F1 2012 (PS3, Xbox 360)

Faltan unas pocas carreras, que tendrán lugar en estos meses, para saber quién es el campeón de la Fórmula del año 2012, pero los aficionados a los videojuegos pueden adelantarse al resultado con F1 2012. Se trata de un título que se sitúa en la senda marcada por las anteriores entregas desarrolladas por Codemasters y lo cierto es que, en ese sentido, no aporta sorpresas. Estamos ante un juego sólido que refleja con acierto la competición, y que complacerá a los aficionados a la F1.

En el paso de la entrega del año pasado a este lo cierto es que se han introducido algunas novedades en cuando al desarrollo y planteamiento de algunos modos de juego que, en nuestra opinión, han resultado muy acertados para favorecer la agilidad del planteamiento, pero, por otro lado, no se ha dado el mismo salto técnico ni de prestaciones que se palpó en el paso del juego fundacional de esta nueva era para los títulos de F1 a F1 2011.

Esto en parte se debe a que F1 2011 fue un juego muy sólido y bien definido, aunque, al mismo tiempo, uno no puede evitar preguntarse si el estancamiento que estamos percibiendo claramente en todos los juegos que mantienen religiosamente las entregas anuales se debe a limitaciones técnicas de las actuales máquinas o a limitaciones conceptuales de los desarrolladores.

Tenemos la ventaja de que F1 2012 no muestra síntomas de agotamiento como sí se notan en las entregas sucesivas de los juegos de fútbol y otros deportes, pero no es menos cierto que lleva todavía pocos años en manos de Codemasters.

La cuestión, en última instancia, reside en que no se pueden hacer filigranas imposibles y si el juego debe representar un deporte real con unos protagonistas determinados (en este caso, las escuderías y sus pilotos), con un conjunto de reglas concretas, poco más se puede hacer que conseguir la mayor fidelidad posible en la imitación de las mismas, es decir, en la ejecución del simulacro. Aquí la Fórmula 1 tiene una gran ventaja con respecto a otros deportes: los cambios en la normativa. Aunque al final del día se trata, en esencia, de acelerar y mover el volante, la F1 ha experimentado diferentes épocas, con motores diversos, con avances técnicos que han cambiado mucho cómo se pilota y ahora vivimos unos años en los que los pilotos deben usar estratégicamente recursos como el KERS y el DRS, así como la obligación de cambiar neumáticos (pero sin tener que repostar gasolina).

Dicho de otra manera, el deporte del motor se va reinventando, y es parte del videojuego asimilar esos cambios e insertarlos en su imitación de lo real. En el paso del año pasado al actual lo cierto es que no ha habido grandes cambios en cómo se maneja -desde la perspectiva de lo que afecta a un videojuego- un coche como los monoplazas del campeonato. Seguimos con el DRS y el KERS, seguimos con los cambios de neumáticos, y esta estabilidad reglamentaria quizá haya reforzado la sensación de cambios contenidos en esta entrega. Sobra decir que estéticamente el juego está actualizado como cabe esperar, con los modelados de los vehículos adaptados a los morros que se han empleado este año, así como las plantillas de pilotos para cada escudería.

Y si la simulación es tan importante, la cuestión eterna regresa: ¿es F1 2012 suficiente simulador? Y la respuesta es la de siempre: depende. Los puristas más absolutos seguirán insatisfechos, pero esto es algo que se puede aplicar a todos los títulos que hemos visto en el mercado de los juegos de coches de los últimos años con muy escasas excepciones. Para los demás, podemos correr un fin de semana de GP completo, es decir, no solo la carrera, sino todo el proceso de clasificación y demás. Si le sumamos el control que se obtiene cuando dejamos de lado todas las ayudas de conducción que ofrece el título de serie y vamos acercándonos a una conducción menos cuidadosa con nosotros, lo que nos encontramos es una muy buena experiencia de juego, exigente, en la que cualquier error implica terminar la jornada sumando cero puntos en el marcador.

F1 2012 ha seguido trabajando en las sensaciones que transmite al jugador y lo cierto es que la experiencia es más satisfactoria, aunque parece que en vez de lograrlo con los grandes pasos que se dieron en el anterior juego ahora se ha conseguido a través de refinar múltiples aspectos. Quizá en un primer contacto no parece que haya habido un gran salto de prestaciones en este terreno, pero cuando comparamos el juego con su predecesor nos damos cuenta de que sí se ha habido un progreso en este periodo de tiempo.

Los jugadores inexpertos seguirán teniendo que afrontar la dificultad adicional de gestionar el KERS y el DRS. El DRS es el alerón móvil, y en entrenamientos y clasificación se puede usar libremente (pero solo en un sector determinado en carrera, y solo si vamos a menos de 1 segundo de distancia del coche que nos precede). Se pulsa una vez y se activa, desactivándose pulsando de nuevo o al apretar el freno. Básicamente, reduce el agarre al alterar la aerodinámica del alerón trasero, lo que puede tener muy peligrosas consecuencias si -al jugar sin ayudas a la conducción- lo abrimos demasiado pronto en una curva. Derrapar, perder el control y acabar fuera de competición es algo que nos puede suceder. En clasificación se puede usar en cualquier momento, pero esa pérdida de agarre implica que usarlo en las curvas será mucho más negativo que positivo, así que hay que saber en qué momento la salida de la curva se puede emplear para ganar tiempo.

El KERS, por su parte, aporta potencia adicional y se puede usar en cualquier momento. Sin embargo, esa potencia es limitada y solo da unos segundos; cuando lo gastamos, debemos esperar hasta el siguiente paso por meta para que se recargue. Es muy útil para defender posición, sobre todo si el rival está cerca y puede usar el DRS, para tener más aceleración al salir de curvas o en una recta larga. En algunos circuitos con orografías muy marcadas, como el trazado de Spa, usar el KERS en sus cuestas nos ayudará con esa potencia adicional en el proceso de aceleración.

La principal novedad de esta entrega, dentro de su estructura de juego, es que los usuarios tienen que superar, lo primero de todo, el tutorial del juego integrado en forma de las pruebas de pretemporada para jóvenes pilotos. Esto hace que el tutorial se plantee como uno de los elementos que forman parte de la cohesión que busca reflejar el título.

Estos tutoriales en juegos de conducción, cuando son obligatorios, suelen resultar criminales. O son muy fáciles y largos (y por tanto, aburridos) o proponen pruebas sin sentido o de una complejidad que uno no se espera en un tutorial obligatorio, es decir, frustrante. F1 2012 consigue un equilibrio muy acertado y es algo muy meritorio para sus diseñadores. Las pruebas que se presentan no son muy largas, ni muy complicadas. Si ya sabemos de qué va el tema, las superamos rápidamente y sin entorpecer ni aburrirnos; si no, resultan ser útiles de verdad para conseguir una destreza mínima suficiente para el juego.

La manera más fácil de empezar, claro, es hacerlo con un equipo puntero. Eso se traduce en probar como joven piloto en Abu Dabi con Ferrari, Red Bull o McLaren. El modo campeonato se plantea en tres divisiones: el test de jóvenes pilotos, los retos y el modo carrera o historia, donde recorremos todo un campeonato. Y esto incluye también el nuevo circuito que este año se estrenará al final del calendario: el circuito de Austin, que los jugadores podrán probar y ver antes que los pilotos de verdad. Se trata de un planteamiento que, en esencia, es similar al que ya vimos en la anterior entrega, aunque todo el sistema de jóvenes pilotos es nuevo.

Se trata de superar una serie de retos concretos que nos permiten familiarizarnos con el control y algunos aspectos fundamentales de este tipo de carreras. La ventaja es que, aunque se trata de un trámite obligatorio para poder acceder al mundial, en realidad no se tarda mucho en superar estos pequeños retos, así que para los jugadores veteranos es un trámite que se superará rápido. Si nos lleva tiempo, es que realmente necesitamos este tipo de entrenamiento previo para tener una oportunidad, incluso en el nivel más bajo de dificultad.

Hay un sistema de retos especial en el que se nos plantean situaciones concretas de carrera contra cada uno de los seis campeones del mundo que participan este año en el mundial. El primer reto nos sitúa a la estela de Kimi Räikkoönen con el objetivo de conseguir adelantarlo en igualdad de condiciones. Otro reto propone, por ejemplo, dar caza y superar a Vettel pero no solo eso: también hay que conseguir la vuelta rápida de la carrera. El reto definitivo coge a los seis campeones, los pone en pista en el circuito de Austin y nos propone terminar por delante de todos ellos. Una prueba excelente para recorrer este circuito todavía inédito en el mundial al tiempo que nos enfrentamos a seis huesos duros de roer. Este sistema de retos de los campeones resulta apasionante, muy adictivo, incluso cuando ya hemos superado todas las pruebas, quizá por el subidón de moral que da todo el planteamiento de los retos y poner en juego directamente a los laureados campeones de la F1.

En la experiencia de carrera tradicional, podemos escoger la duración de la misma y si nos saltamos los libres y la clasificación para ir directamente al meollo. Además, podemos escoger qué porcentaje de vueltas damos, y a partir de cierto volumen podemos encontrarnos con un coche de seguridad. Es una buena medida, porque no tendría sentido si corremos a tres vueltas que salga en la primera o segunda, pero si corremos una parte importante de vueltas con respecto a un GP real, o la cantidad real, sí tiene mucho sentido e influencia. Por supuesto, también en esa cantidad de vueltas hay que saber cuándo entrar a cambiar neumáticos y decidir qué gomas calzamos.

Durante la carrera, además, podemos asistir a banderas amarillas, rojas o negras. Es decir, que las salidas de pista, los accidentes, y demás influyen en la reglamentación, y si cometemos una infracción grave nos penalizarán incluso expulsándonos de la carrera (es decir, sacándonos bandera negra). Esto se aplica incluso en el modo más relajado de juego: quizás uses todas las ayudas, la guía de cómo trazar, y no haya desperfectos activados en los coches, pero como decidas usar los otros coches para frenar (por ejemplo) acabarás severamente penalizado.

Visualmente, el juego captura el diseño de los monoplazas de este año, con sus peculiares morros. No recoge los últimos detalles de las modificaciones de estructuras concretas, pues, como sabemos, estos coches se van modificando a lo largo del año, añadiendo elementos, cambiando ligeramente la posición de retrovisores, escapes, etc. Salvando esos minúsculos detalles, que son imposibles de mantener totalmente al día, todos los coches se reconocen sin ningún problema y no se basa en un modelo homogéneo con texturas diferenciadas, sino de modelos específicos para cada vehículo.

De la misma manera, los circuitos están recreados con gran atención al detalle y no hemos apreciado ningún defecto visual, pese a que la versión que hemos jugado era todavía preliminar. Solo dentro del garaje hemos visto algún parpadeo en la iluminación de los mecánicos, pero ha sido completamente ocasional y se trata de una cuestión que realmente es muy habitual en versiones beta. Sí hemos tenido la sensación de que los tiempos de carga eran un tanto largos en algunos momentos, pero confiamos en que la versión final tenga un código más depurado que haga que las cargas sean más breves. En cualquier caso, lo cierto es que se ha mejorado con respecto a las que tenía su predecesor, así que está claro que se ha trabajado en este sentido.

Conclusiones

El mundial de Fórmula 1 sigue progresando en los videojuegos. El nuevo F1 2012 sigue avanzando, pero le falta ese punto de sorpresa. Se trata, sin duda, de un producto superior al del año anterior, pues está más madurado y refinado en muchos de sus aspectos. Merece la pena destacar todo el sistema de tutorial, ante todo, pero también es cierto que uno se puede plantear hasta qué punto aporta innovaciones mucho más sustanciales. Es el sino que afecta muy especialmente a los juegos deportivos con sus entregas anuales (y también a los que no son deportivos, pero llegan como un reloj año tras año), pero la cuestión es que funcionan: los apasionados tienen su ración anual con las novedades suficientes y, en casos como este, está claro además que no supone en ningún caso un retroceso en calidad; al contrario. La cuestión última es la misma: si ya tienes la entrega del año pasado, necesitas evaluar si te compensa repetir con la de este año buscando el equilibrio entre las novedades objetivas y las pasiones subjetivas. Si no la tienes, es un fantástico juego de coches y el mejor título de F1 visto en años.