Análisis de Dynasty Warriors 7 (PS3, Xbox 360)
Tecmo Koei sigue apostando por la saga Dynasty Warriors, con la que tiene todo un filón en Japón: cada entrega vende una montaña de juegos, y cuando sacan la revisión con algunas novedades adicionales, otra. Así que aunque este sea Dynasty Warriors 7 la saga suma unas cuantas entregas más gracias a esas ediciones adicionales, y los diferentes spin-off que van surgiendo. De hecho, el género es lo suficiente popular en Japón como para que haya otras sagas de similar éxito, como la producida por Capcom.
Nuestro mercado, por su parte, no es tan receptivo a este tipo de juegos, aunque por supuesto hay un público que es aficionado, los disfruta, y que tiene la suerte de que se les hace caso, pues no hay que irse tan atrás para encontrarnos con que hace unos años estos juegos ni asomaban en los catálogos occidentales.
Esta entrega suma algunos cambios, sí, pero en esencia se mantiene muy continuista y conservadora, por lo que a nivel jugable no tiene mucho que aportar a los que ya han jugado a las anteriores propuestas de la saga, aunque sí se han introducido cambios en lo referente a la narración y desarrollo de la historia, para mejor.
El modo para un jugador se divide en cuatro campañas diferentes basadas en las facciones que componen el mundo del juego: Wei, Wu, Shu y Jin. A lo largo de esa campaña nos encontramos con que asumiremos el papel de diversos generales, por lo que la historia gana en flexibilidad y no todo se centra tantísimo en los grandes protagonistas.
Lo más importante es que con estos cambios, tan sencillos como necesarios y efectivos, se ha ganado mucho a la hora de plantear el desarrollo de la partida, que es ahora mucho más estructurada e incluso atractiva.
Esto es importante, porque en anteriores entregas había cierto encanto estético, e incluso histórico -dentro de sus licencias creativas, claro-, pero no especialmente en la narrativa, que resultaba floja e incluso inconexa. Por supuesto, la historia resulta más interesante al jugador si tiene un interés especial en China y sus mitos fundacionales, pero ahora resulta atractiva más allá de lo puramente exótico.
De hecho, se gana también en dramatismo, en giros del guión, etc., por lo que sin llegar a ser una historia para tirar cohetes, gracias a los importantes pasos dados en la dirección correcta se sitúa ya con clarísima ventaja sobre sus predecesores.
Pero la base del título son sus combates con espada contra cientos de enemigos que van llenando la pantalla, y en este caso se ha dejado de lado el sistema algo más sencillo que se había tomado en la anterior entrega para volver al sistema de combates de las previas de manera que para hacer ataques fuertes debemos construir combos. No es que sea un gran cambio, pero algunos veteranos no quedaron del todo satisfechos con el sistema Renbu de Dynasty Warriors 6, que nos permitía ir encadenando sucesiones de combinaciones de botones para alcanzar ataques más potentes. Quizás no suene muy diferente, pero en la práctica sí lo es.
El resultado es que percibimos un sistema de luchas más intensas y rápidas, y en cada nivel tenemos varios objetivos a completar obligatoriamente, de manera que se favorece que haya algo más de variedad dentro de la tendencia básica de machacar a montones de enemigos sin descanso. En líneas generales los objetivos que se plantean son ofensivos, pero también hay alguna misión de escolta, que son bastante tediosas por la limitadísima inteligencia artificial de enemigos y, en este caso, aliados, pero al menos son pocas las misiones que siguen esa tendencia.
El sistema de armas también ha sido revisado ligeramente para permitir que los personajes puedan equiparse con dos armas cualesquiera, aunque con resultados muy diferentes en función de esa combinación y de las características propias de nuestro personaje. Al fin y al cabo, cada uno de ellos tiene preferencia por un tipo concreto, por lo que si empleamos esas armas (espadas, hachas, etc.) ganaremos en eficiencia en la lucha y, sobre todo, accedemos a un movimiento especial con mucha parafernalia visual y más poder destructivo. Además, poco a poco progresamos y podemos llegar a desbloquear habiilidades adicionales que podremos sumar a nuestras armas, como mayor fuerza o velocidad.
En el lado negativo, aunque hay variedad de armas, el sistema de combos es muy limitado y no se ve alterado en función de ese armamento que equipemos. Es decir, que cada arma se controla siempre de la misma manera, y todos los personajes se comportan de la misma manera con esa arma, por lo que se pierde profundidad potencial en el sistema de juego. Si hubiese más variedad de armas, esto no se notaría tanto, pero lo cierto es que es evidente. Se puede haber tomado una decisión como esta para hacer el juego más accesible y directo, pero no deja de ser extraño que haya 60 personajes diferentes… que se controlan igual en función del arma que lleven.
El punto de diferenciación reside en sus ataques especiales Musou. Cada personaje tiene su propio movimiento especial, y son capaces de, básicamente, eliminar todo lo que haya en pantalla. Los personajes más potentes tienen dos, pero lo normal es que sea un movimiento único, aunque tampoco tardaremos mucho en ver que, en realidad, los otros movimientos especiales EX resulta que sí se repiten. Algunas combinaciones son más efectivas, potentes y quedan más interesantes visualmente, sí, pero hay poca chicha en este frente.
Además del modo principal nos encontramos con un modo de conquista en el que retomamos a los personajes desbloqueados hasta ese momento y vamos pasando por el mapa superando batallas, asumiendo objetivos adicionales, etc., lo que sirve para que podamos desbloquear recompensas en forma de objetos especiales, algunas misiones muy especiales, e incluso sumar a personajes que luego aparecerán en el modo historia. Incluso se apuesta por la rejugabilidad incluyendo modificaciones si volvemos a pasar por esas fases.
En esa misma línea, dentro de esa vertiente es donde encontraremos el multijugador en línea. Su apuesta por esta modalidad parece especialmente poco comprometida, pues incluso la hemos percibido un poco escondida en el menú, opinión que -hemos constatado- no es solo nuestra. Resulta un poco extraño, porque estamos acostumbrados a que el multijugador esté en el menú principal del título, pero aquí toca pasar por submenús hasta llegar a la primera pista. Si añadimos que el sistema no parece muy eficiente a la hora de conectarnos con otros jugadores (debemos buscar partida, y nos encontrara solo a otros jugadores que también estén buscando partida en ese momento), nos encontramos con una experiencia algo deficiente. Quizás cuando el juego esté en las tiendas haya más jugadores y se consiga jugar con más normalidad, pero simplemente no cumple.
Además, hay que tener en cuenta que se ha descartado la presencia de las partidas sueltas (parece que la apuesta por el modo Conquest ha impulsado esta decisión), así que si queremos una partida sencilla, directa, y sin compromisos… no podemos. A esta exclusión debemos añadir otra decisión curiosa: se reciclan mapas del anterior juego. No son muchos, y la verdad es que cuesta mucho darse cuenta, pero así es. Se han introducido cambios en el diseño para disimular, y no creemos que sea un problema, pero los más acérrimos seguidores se quedarán con la mosca detrás de la oreja.
En el campo técnico, Dynasty Warriors 7 ha mejorado y, de hecho, por fin está a la altura de las circunstancias. Tras años de ofrecer gráficos desfasados, con pocos polígonos y peores texturas en los personajes, y un dibujado del horizonte a un palmo de nuestras narices, los programadores han decidido ponerse al día y ya no tenemos la sensación de seguir jugando a las entregas de PS2. Efectos de iluminación trabajados, buenas texturas en los personajes, y animaciones bien hechas constituyen sus virtudes; los fondos y escenarios son algo flojos, pero es lógico si pensamos en la cantidad de personajes que se van moviendo por la pantalla. Las voces, por su parte, están bien, pero la sincronización labial es un desastre, porque se parte de las voces niponas y se nota mucho el cambio. La música, por su parte, está bastante bien, y sobre todo se adapta al ritmo.
Conclusiones
Dynasty Warriors 7 es, posiblemente, el primer juego de la saga que apuesta por renovarse en años. A nivel técnico y narrativo ofrece avances sustanciales, y a nivel jugable se queda algo estancado, sí, pero cumple. La ejecución del multijugador es insuficiente, pero el acertado modo historia y el añadido de la conquista sí consiguen ofrecer algo interesante, aunque falla a la hora de ofrecer variedad real de personajes y armas. Una atractiva entrega para los seguidores del género, y un buen candidato para adentrarse por primera vez en el mismo.