Análisis de Disgaea 4 (PS3)
Nippon Ichi sigue demostrando por qué Disgaea es una serie en la que confiar entrega tras entrega, independientemente del ambiente negativo que rodea hoy día a casi cualquier juego que llegue de Japón con personajes tipo anime y tenga algo que ver con el rol. Está claro que los RPG no pasan por su mejor momento, pero la estrategia táctica es otro cantar, y no sólo por la abultada oferta en portátil –donde se han rehecho leyendas como Tactics Ogre y Final Fantasy Tactics-, también en doméstica gracias a los dos Disgaea disponibles para PlayStation 3.
Aunque Disgaea 3 no impactó tanto como sus antecesores, en parte por el deslucido apartado gráfico –evolucionó poco y eso significa retroceder frente a la competencia-, con la cuarta parte NIS se ha preocupado por mantener a una de sus sagas estrella en lo más alto del género, y lo ha conseguido.
Pero Disgaea 4 es mucho más que un rediseño de personajes para adaptarlos a la alta definición, y no son precisamente los gráficos lo que más nos gusta de este título.
El juego comienza con la presentación de Valvatorez, un vampiro, y su fiel sirviente Fenrich, un hombre lobo. Pero esto es Disgaea y aquí el guión más absurdo es lo habitual, y esto merece ser destacado porque pocos juegos nos ponen una sonrisa en la cara viendo situaciones del absurdo japonés. Nuestro vampiro por ejemplo no disfruta con la sangre humana, ya no, ha perdido sus poderes y es un instructor de prinnys, esas almas condenadas con forma de pingüino azul y alitas que tanto nos gustan y que se han independizado en un par de ocasiones en juegos de acción y plataformas para PSP. Siguiendo con la historia, Valvatorez ha cambiado la sangre por otra fuente de nutrientes y vitaminas, las sardinas, un firme candidato a convertirse en un "meme" legendario al nivel de la tarta de Portal a nada que el juego tenga éxito de ventas. Tendremos unos cuantos diálogos girando sobre este pescado y sus virtudes dignos de un gag de los Monty Python, y poco a poco aprenderás curiosidades y otros datos que te serán útiles a la hora de hacer la compra en el supermercado –o eso, o acabarás harto de este pez-.
Nuestro vampiro además de aficionado a las sardinas tiene un detalle importante de su personalidad: nunca rompe una promesa. Y cuando el Gobierno pone en marcha su plan de acabar con los prinnys por su superpoblación, con el peligro de romper su promesa de dar una sardina a los nuevos graduados, Valvatorez se dispone a enfrentarse a todos. Y es que el mundo de los humanos está muy corrupto –de ahí tantos prinnys-, pero el Inframundo de Disgaea 4 no lo está menos. Además encontraremos a un abultado grupo de secundarios memorables –y algún que otro cameo que reconocerán los seguidores de la saga-, y aunque en apariencia todo parece una comedia ligera, en el fondo tiene algunos temas más serios. Quizás explicar que es divertido un argumento que incluye a un jefe final descartado, a una chica con gorra de pingüino que no pudo llegar a convertirse en prinny o el travieso hijo del presidente es difícil, pero precisamente ahí está el mérito de NIS, en hacer que queramos superar los tableros para ver qué nuevo giro encontraremos en el siguiente capítulo. Además, Valvatorez y Fenrich son una buena pareja protagonista con unas personalidades muy marcadas.
Si no es tu primer Disgaea, o tienes experiencia en juegos del mismo género, vas a poder saltar a la acción rápidamente porque la base es muy similar al resto. Tenemos un submundo o zona central desde la que decidir avanzar en la historia, comprar equipo u objetos, guardar la partida, etc. El juego empieza con unos tutoriales sobre el movimiento en las casillas, las técnicas de ataque, combos, los cubos de efectos o la acción de coger y lanzar objetos, personajes y crear torres. No vamos a explicar demasiado la mecánica porque la jugabilidad no difiere demasiado de anteriores títulos, todo consiste en realizar los movimientos y ataques, terminar nuestro turno, esperar al enemigo, y volver a la acción, hasta que acabamos con todos.
Si no habías tocado un Disgaea hasta ahora, entender las normas será fácil, aunque pronto te encontrarás algún combate que dejará de ser un paseo y te obligará a replantearte mejor las estrategias. No hay nada fuera de lo normal, cada unidad tiene un desplazamiento –casillas por las que moverse en cada turno-, los ataques con armas pueden ser cuerpo a cuerpo o a larga distancia –con armas de fuego o similares-, hay magias negras y blancas, movimientos especiales y ataques combinados según la posición de los personajes, pero cuando entran en juego unidades que curan a los enemigos, monstruos fusionados y otro tipo de peligros, necesitaremos medir nuestros turnos de manera precisa. No es un juego fácil.
Regresan los geobloques y geopaneles, y sus efectos –como aumentar un porcentaje del daño, reducir defensa…- con los que debemos tener algo más de cuidado, prestando atención a dónde se encuentran nuestras unidades y los enemigos. Como en anteriores Disgaea, es posible destruir los bloques o cambiar el color de cada zona, dañando de paso a todo el que se encuentre en las casillas. Tenemos además la habilidad de formar un "super monstruo" fusionando a dos de la misma raza, una criatura más potente pero que se desplaza de manera más lenta, o la opción de transformar durante un tiempo a un monstruo en un arma para un humano.
Además de los combates en la aventura principal, tenemos también una parte política de la trama que se refleja en la zona llamada Cam-Pain, un mapa en el que colocamos personajes y podemos compartir maná y puntos de experiencia entre las unidades, en definitiva, otra zona para mejorar a nuestro bando. Las casillas de este mapa se desbloquean al superar las fases de la historia. Podemos colocar los "Evil Symbol", unos edificios que proporcionan potenciadores a los personajes adyacentes, por ejemplo, con un artefacto de experiencia, conseguiremos que un porcentaje de la experiencia de una unidad la reciban el resto de afectados por el símbolo, sin necesidad de participar en el combate. Como os contamos en nuestras impresiones, viene a ser como el Aula de la Academia de Disgaea 3, y según la posición en la que se encuentren las unidades vamos mejorando su relación, por ejemplo, con los de ataques físicos ligados a un Evil Simbol, algo que nos puede proporcionar combos más numerosos.
Tampoco se ha perdido el Congreso, con el sistema de votaciones para crear nuevos integrantes del equipo o conseguir objetos de más valor en las tiendas y otras ventajas. Si todo sale bien, y tenemos al Congreso de nuestra parte, pagamos una cuota de maná y se aprueba la decisión. Si el porcentaje de éxito ronda el 50%, o incluso no parece favorable, quizás tengamos que echar mano de engatusar a los políticos con regalos. Todo un complejo sistema que depende de muchas cosas para el éxito, como el tipo de personaje que utilizamos para pedir la votación, o las filias y odios entre razas.
Una característica que se recupera de otros Disgaea es el "ítem world", y ahora podemos elegir diferentes caminos para evolucionar los objetos. Los conocedores de la saga saben que es: elegir un objeto, arma o armadura y entrar en su mundo, luchando en batallas aleatorias. Superar los niveles de este universo sube los parámetros del equipamiento e incluso añade nuevos. Se ha subido además el nivel máximo de 100 a 300, así que ahora es posible crear armaduras, armas y otros ítems más potentes que nunca, una tarea que nos puede ofrecer muchísimas horas extra al margen de la historia principal si decidimos sacar lo mejor de cada objeto. Es una opción que conviene investigar una vez estamos confiados en nuestras posibilidades, y cuidado, engancha, es un juego dentro de un juego.
Otra característica de Disgaea 4 es el juego online, aunque al final ha quedado algo más descafeinado de lo que se prometía –la versión occidental está más limitada que la versión japonesa-. Mejorar este aspecto será probablemente la gran tarea del próximo Disgaea. En este caso, podemos editar mapas, utilizar geo paneles, y otros objetos para que los usuarios puedan jugar en ellos. No sólo es divertido crear y jugar a ellos, también ganamos unos puntos que servirán para añadir elementos al mapa y editar nuestra base. Además, a bordo de un barco que crearemos con sus tripulantes, líder y otras opciones relativas a la inteligencia artificial, saltaremos a la conquista de los mares de Internet atacando a otros jugadores. Desgraciadamente, no hay juego online como tal, porque el combate es de manera automática. Otra interacción online permite entrar en el senado de amigos para recibir regalos por la extorsión, una situación graciosa. En definitiva, este juego explora un poco el juego en red, pero no apuesta tan fuerte como nos gustaría.
El sistema de tortura que tanto ha dado que hablar desde el anuncio del juego es una evolución de la captura de enemigos, que se hacía llevando a un rival a nuestra base. Ahora podemos extraer información de los prisioneros como la situación de tesoros en los mapas, pero también robar dinero, y por supuesto, conseguir que se unan a nuestro batallón. Estas torturas no son dignas de las películas Saw, porque tenemos la opción de abofetear al enemigo con un fajo de billetes. El caso es que es divertido decidir qué hacer con los monstruos secuestrados, muchos objetos clave sólo se encuentran mediante estas "torturas".
Aunque gran parte de Disgaea 4 no huele a nuevo, está lejos de ser una simple secuela con gráficos renovados. Es más profundo que nunca y si lo que estabas esperando es un juego largo, que te va a durar más de dos tardes, con buenos retos y muchas opciones de configuración, aunque no todas las novedades son vitales –la de fusión por ejemplo no la hemos usado demasiado-. Incluso cuando termines la historia con alguno de los finales, tendrás más cosas que hacer, incluyendo desbloquear esos personajes clásicos que no se pueden perder ningún Disgaea, como Etna, o la zona más complicada de todo el juego, Land of Carnage. Si en tu catálogo tienes muchos juegos para partidas ocasionales y rápidas, y quieres un cambio, lo nuevo de NIS es lo que buscas. Quizás conectes mejor con los protagonistas de otro Disgaea o tengas más cariño al que te inició en la serie, pero esta cuarta entrega es la más completa a todos los niveles de la saga.
La principal crítica que se podría hacer a Disgaea 4 es que, a pesar de tutoriales y explicaciones, la curva de dificultad es alta para el novato. Las posibilidades de modificar las armas y personajes son tantas que desbordan y en muchas ocasiones no tenemos nuestro equipo optimizado de la mejor manera. Es realmente una cuestión de tiempo y costumbre, pero no todo es tan accesible en las primeras horas de juego si no tenemos experiencia previa. Para reducir la frustración, si mueres, tienes la opción de empezar un nuevo juego con todo lo que habías acumulado –nivel, habilidades y objetos-, algo que puede ayudar si sólo estás en las primeras horas de la historia. Por otro lado, el seguidor de la saga encontrará que todo lo que adora de Disgaea se mantiene, mejora y se añade un puñado de novedades. Pero que quede claro, no es necesario explorar todo el potencial ni consumir cientos de horas para encontrar la magia de Disgaea 4, pero si eres un perfeccionista, posiblemente el juego ocupe meses y meses en tu consola antes de cambiar de disco. De hecho, el juego te enganchará tanto como para que por propia iniciativa investigues todas las configuraciones.
El apartado gráfico de esta secuela también ha sido una de las noticias desde el anuncio del juego. Y es que se trata del primer Disgaea con gráficos de alta definición –en cuanto a los personajes bidimensionales-. Los escenarios poligonales no son demasiado diferentes a los de sus predecesores, algunos son más detallados que otros, unas temáticas nos gustan más o menos, y aunque la ambientación pega muy bien con el estilo visual de la saga –son coloridos-, se echa de menos que no se haya prestado más atención por ejemplo al fondo tras la porción del mapa –no hay nada-. Son pequeños detalles que se arrastran en el género desde siempre, pero no por ello habría que descuidarlo, aunque tampoco hablamos de crear todo un fondo que despiste del tablero.
Los personajes bidimensionales han sido rehechos a más definición. Existe la opción de volver a los antiguos, cosa que se podría hacer si quieres ver personajes pixelados, pero el nuevo aspecto es mucho mejor. Ahora parecen personajes animados, limpios, que en la batalla quedan tan bien como en los retratos que aparecen durante algunos diálogos. No se ha perdido nada de carisma en el paso a más definición. Pero son sprites y por su naturaleza es inevitable que en algún momento veamos los bordes dentados –algo disimulados por el desenfoque-, cosa que sucede cuando la cámara se acerca más de lo normal –por ejemplo, en los ataques especiales- o cuando fusionamos dos monstruos y tenemos uno mucho más grande. Así que, aunque la mejora respecto a Disgaea 3 es notable, seguimos hablando de un juego que basa todo su potencial visual en el estilo anime, las animaciones, el colorido y la fluidez. La PlayStation 3 no va a sudar la gota gorda para ejecutar este juego, pero la belleza compensa muchas críticas técnicas.
Donde sí está al nivel de cualquier superproducción es en la música y el doblaje. Las voces son fantásticas –en inglés, aunque tenemos la opción de escucharlas en japonés-, se identifican muy bien la personalidad de cada personaje, su carácter, su cultura. No es lo mismo escuchar al servicial Fenrich y su lenguaje que a la joven Fuka. La pena es, que salvo sorpresa de última hora, el juego nos llegará sin traducción –la versión analizada es la norteamericana-. Una pequeña o gran pega, pues sin entender los diálogos se pierde la gracia del argumento, y necesitaríamos la ayuda externa para entender el funcionamiento del juego. Por suerte, no se requiere un nivel de inglés alto, siendo más asequible que, por ejemplo, Final Fantasy Tactics o Tactics Ogre. Y la banda sonora sigue la línea de la saga, que mezcla sonidos de todo tipo, principalmente alegres, con coros y guitarras.
Conclusiones
Disgaea 4 es un imprescindible para los amantes del género, y NIS demuestra que actualmente son el referente del rol de estrategia de tablero, así como lo fue Square Enix en los años 90. Está aún a un paso de la perfección, ya que sigue sin apostar por el juego online de manera seria, y echamos en falta una función tan básica como el guardado durante una batalla –algunas son tan complejas o largas que lo piden a gritos-. Pero aunque esta entrega no acomete ninguna revolución, se apoya en las sólidas bases de la saga y mejora todos los aspectos, incluso el gráfico, del cual, aunque aún podríamos pedir más, es un aspecto casi "menor". Y a pesar de que la historia principal te puede llevar 50 horas, tienes centenares aseguradas si quieres exprimir todo de este juego y alcanzar el nivel máximo, 9999.
Un juego tan adictivo que te costará apagar la consola, y el mejor Disgaea hasta la fecha. ¿Qué más se puede pedir del mejor exponente, remakes aparte, de la estrategia de tablero disponible hoy día?