El boom del tuning
La película The Fast and the Furious ha creado una especie de culto alrededor de ella, siendo especialmente celebrada por sus competiciones salvajes entre coches y por las enormes modificaciones que se mostraban en los vehículos. Los resultados se pueden ver en cualquier zona de fiesta, y es el clásico ejemplo del coche modificado en todos sus aspectos. Ahora bien, este fenómeno ha tenido su particular explosión en los videojuegos. El ejemplo paradigmático es la saga Underground de Need for Speed, que llevó en gran parte el espíritu de este movimiento urbanita a los videojuegos. En este sentido, conviene recordar que ese juego fue uno de los más vendidos en estos inicios del siglo XXI, sorprendiendo incluso a la propia Electronic Arts. Derivado de su éxito salieron juegos como Juiced o Street Racing Syndicate, y un etcétera cada vez mayor. Ahora es impensable realizar un título en el cual no se pueda realizar una modificación del automóvil. Es ya algo consustancial al juego de coches, y que muchos consideran más divertido que las carreras en sí.
Siguiendo esta estela nos llega el primer juego oficial en la franquicia, casi seis años después del estreno de la película original. Basado en Tokyo Drift, la película más reciente, ofrece toda la jugabilidad que uno podía esperar en este tipo de juegos unida a amplias modificaciones en el vehículo, y – en fin – las competiciones que resultan el elemento sustancial del diseño.
Curioso tándem
Esta adaptación está producida por Namco Bandai y desarrollada por Eutechnyx. Estos últimos han tenido una carrera en el género automovilístico desigual, desarrollando Street Racing Syndicate, Big Mutha Truckers y varios títulos con licencia de Ford. No son una compañía de la que se pueda esperar grandes juegos, aunque a decir verdad este Fast and the Furious es de lo mejor que han realizado, notándose mucho la mano de Namco en la producción y jugabilidad (que recuerda un poco a Ridge Racer). En este sentido, el juego se centra en la jugabilidad casi completamente Arcade, obligando a medir cada giro o curva. Este control se basa mucho en los derrapes, algo que refuerza esta sensación Arcade que hemos mencionado.
Tokyo races
El juego se inicia con una pequeña carrera en la cual tendremos que ganar a otro conductor en una pequeña autopista a las afueras de Tokio. Ganado éste obtendremos dinero para comprar nuestro primer vehículo. Una vez con libertad para recorrer toda la ciudad con nuestro coche, podremos elegir entre el Touge, las afueras, y Wangan, el centro urbano. Son dos contextos extremadamente diferentes, obligando el primero a carreras de derrape – incluso hay un modo de derrape – y el segundo a carreras técnicas, de esquive, donde tendrás que ganar a los rivales a base de precisión. En este último entorno urbano podrás visitar las distintas escuderías, comprando todo chipo de chucherías para el coche.
A medida que vayas circulando por Tokio encontrarás rivales, más de 40, a los que podrás retar. Para localizar los distintos eventos o carreras, está también el mapa, bastante útil de cara a desarrollar una estrategia específica. Ahora bien, los entornos son demasiado parecidos en algunas situaciones. La mayoría de fabricantes son japoneses, aunque en la base naval estadounidense pondrás encontrar coches y piezas extranjeras.
Por otra parte, existe una gran diferenciación entre los distintos coches de este título, a través de lo que han llamado los desarrolladores Tracción total y Tracción Trasera. Son más que elementos de conducción, más bien distintas formas de actuar en las carreras del juego. Los primeros son más estables, pero los segundos pueden resultas más efectivos si llegas a dominar el derrape a a la Ridge Racer con el que cuenta el juego. A eso se añade el turbo, que deberemos racionar en las distintas ocasiones para realizar un adelantamiento específico. Su buen uso nos llevará a una victoria más sencilla, pero antes tendremos que aprender a dominarlo.
Apartado audiovisual
No nos encontramos, desde luego, con la última experiencia visual para PlayStation 2, pero sí con un apartado gráfico competente, fluido y que se ve acompañado de un motor físico adecuado. Esto es, los coches realmente tienen un peso específico, algo que se nota en el control. Lamentablemente, el poligonizado es reducido y las texturas son un poco inferiores a lo visto en la consola. Faltan elementos, efectos y una cierta sensación de frenetismo que en Midnight Club 3 llegaba a poner en duda los límites de PlayStation 2. A pesar de todo su fluidez y desarrollo enlazado dejan una buena imagen de un apartado mediano.
El sonido es muy curioso, y es que con la excusa japonesa el usuario clásico de Tuning va a encontrar más que tecno repetitivo o rap, secuencias ambientales estilo Ridge Racer. Éstas son de calidad, aunque un tanto anodinas en depende qué situaciones. Más interesante, el juego está repleto de voces en inglés que personalizan el desarrollo y permiten identificarte con la película más a fondo. Es una solución a medio gas pero funciona de manera efectiva introduciendo al jugador en el desarrollo. Lamentablemente no ha sido doblado al castellano.
Limitaciones estructurales
El Tokio de este título es bastante más limitado de lo que parece a primera vista, y en poco tiempo tendrás dominado los accesos y salidas de la ciudad. Ahora bien, la limitación de escenarios no va acompañada de limitación de retos, y contamos con una cantidad competente de carreras a lo largo del juego. Por otra parte, el desarrollo de nuestra evolución en Tokio es muy lento, algo que extrañará a los seguidores de otros títulos en los cuales en apenas dos horas tenías varios coches último modelo. Este Fast and the Furious requiere ante todo paciencia, combinación gracias a su completísimo modelo Tuning (que influye bastante en la conducción, a diferencia de otros juegos) y tiempo para poder sacarle todo el jugo posible.
Por último, el juego incluye un modo en línea que se amplía a cuatro jugadores a través de Internet, permitiendo incluso usar comunicación por voz.
Conclusión
Fast and the Furious es un competente título de licencia y sin duda uno de los mejores juegos desarrollados por Eutechnyx. Desigual en algunas cosas, limitado en otras, se salva por sus posibilidades de conducción dentro del género del Arcade de conducción. Está acompañado de un buen apartado visual, y un sonido curioso, que aportan un contexto competente al desarrollo. La única pega es un desarrollo lento que extrañará a los aficionados a juegos más frenéticos. Eso y quizá una cierta limitación en el desarrollo, escasa ambición, que hacen un poco desigual la experiencia de juego. A pesar de todo, el título resulta divertido y efectivo en recrear la atmósfera de la película, algo que todos los aficionados agradecerán.