Análisis de Stolen (PS2, Xbox, PC)
Los juegos de acción y sigilo han sido durante estos últimos años un género en el que muchas compañías han querido meterse, intentando apuntarse al éxito y la popularidad de la saga Metal Gear. Aunque han sido numerosas las apuestas, desde adaptaciones de series de televisión como Alias hasta juegos más orientados a la acción como Winback, tan solo Ubisoft con sus saga Splinter Cell ha sabido entender cuál es el listón al que hay que llegar para complacer al usuario y lograr establecer una franquicia alternativa en este género.
Sin embargo está claro que queda mucho espacio por rellenar en este género, y los desarrolladores Blue 52 lo sabían cuando en 2001/2002 comenzaron a trabajar en Stolen, un proyecto que inicialmente iba a ser publicado por Sony y que de hecho se mantuvo en secreto durante largo tiempo, al estilo de Killzone.
Sin embargo, en marzo del año pasado Sony decidió abandonar el proyecto, y al parecer Blue 52 comenzó a pasar por graves apuros, pese a que la emergente Hip Games se hizo con los derechos del juego y continuó financiando su producción. Finalmente el juego ha llegado a las tiendas, Blue 52 ha quebrado justo después de completar el juego –pero pronto emergerá con otro nombre, como ya han confirmado-, y tenemos en nuestras manos un título más de acción y sigilo. Veamos por lo tanto qué nos ofrece.
Stolen, como su propio nombre en inglés indica, es un juego de robar. Nosotros encarnaremos a una hábil ladrona, dotada de habilidades atléticas del máximo nivel y de un arsenal de armas y aparatos de alta tecnología que le ayudarán a cumplir con su trabajo: robar sin ser detectada. Para ello tendremos, sobre todo, que escondernos de los numerosos guardias que protegen los valiosos objetos que vamos a afanar, aunque también podremos recurrir a técnicas letales si somos detectados o si no nos queda más remedio que matar por la espalda al pobre guardia.
El nivel de ocultación de la ladrona, Anya Romanov, está indicado por una barra medidora que tiene tanto un color (verde, amarillo, rojo) como un tamaño. El color nos dice de qué modo seremos vistos (con verde prácticamente imposible, con amarillo únicamente desde cerca y con rojo desde lejos) y el tamaño nos dice a grandes rasgos la posibilidad de que eso suceda. Esta barra, al igual que en Splinter Cell, estará determinado por nuestro grado de exposición a la luz, mientras que como es de esperar también entra en juego el esconderse de los enemigos tras objetos o paredes.
Aparte del sigilo, contaremos también con un nada desdeñable elemento plataformero que nos obligará a saltar de cornisa en cornisa, deslizarnos bajo tuberías, introducirnos por conductos de ventilación, y otras maniobras. Sin embargo lo más original que posee Stolen son los aparatos, o "gadgets" que usaremos para cumplir nuestros cometidos. Tendremos un mapa de la zona a nuestra disposición, donde sin embargo los guardias no aparecerán marcados como en Metal Gear Solid, y marcarlos será algo que tendremos que hacer por nuestra cuenta. Disparándoles unos dardos especiales, se nos mostrará su trayectoria (y hacia donde miran en el mapa), permitiéndonos planear nuestras incursiones sin ser descubiertos.
Otro aparato interesante es el de producir un sonido que distraiga a un guardia, muy eficaz y casi indispensable en algunas ocasiones, mientras que el disruptor eléctrico podrá desactivar cámaras, luces y otros aparatos que nos puedan entorpecer. Aparte de la visión nocturna, tendremos también un curioso añadido para saber qué nos espera al otro lado de una puerta, en la línea del cable óptico de Sam Fisher pero más original: la visión sónica. Con ella veremos (en tonos azulados) lo que hay al otro lado de la puerta en caso de que se produzca un sonido cercano, pero podremos provocarlo también nosotros silbando –lo que atraerá a los guardias.
Stolen, por lo tanto, sigue unas dinámicas ya vistas en otros juegos, pero las enriquece con algunas novedades interesantes y en ocasiones frescas, lo que sorprenderá a los aficionados al género. También, para cosas como la apertura de cerraduras o el pirateo de ordenadores, habrá minijuegos en la línea de Splinter Cell, pero diferentes. Para abrir cerraduras tendremos que seleccionar una clave y pulsarla con la fuerza justa para que encaje en ella –mientras intentamos no ser vistos-, mientras que para hackear ordenadores habrá que superar unos sencillos minijuegos de seguir una trayectoria con el joystick, habiéndola memorizado antes.
El juego por lo tanto se aleja de la moda de clonar, y aunque toma elementos de los clásicos del género del sigilo, introduce también sus propias novedades que lo diferencian a la hora de jugar –aparte de tener que buscar en cajones y cajas objetos que robar. Sin embargo, lo que en teoría son unas premisas interesantes se ven enturbiadas más adelante por una serie de problemas. El primero es un diseño de los niveles en exceso simple, en el que pese a algunas partes donde hay dos formas que hacer las cosas, resulta por norma general extremadamente fácil saber cómo seguir –otra cosa es la dificultad de lograrlo.
El segundo es una inteligencia artificial de los enemigos bastante desfasada, donde estos se basan en rutinas de patrulla o acción y cuentan con la típica ceguera y falta de memoria de los juegos de este estilo; el tercero y último es una curva de dificultad –y de calidad- muy irregular, con niveles muy buenos y divertidos, y otros malos y repetitivos, habiendo además una progresión de dificultad bastante rara entre ellos, habiendo niveles ya avanzado el juego que son más fáciles que otros bastante anteriores.
A nivel gráfico Stolen no es un mal juego en absoluto pero no está a la altura de los últimos exponentes en cualquiera de las tres plataformas en las que ha salido. Sin ningún fallo que llegue a entorpecer en la jugabilidad, lo que siempre es de agradecer, el juego no sorprende ni brilla en ninguno de los apartados del aspecto gráfico; ni en el modelado de los personajes, ni en su animación, ni en la variedad, ni en la complejidad de los escenarios. No son malos en absoluto, ni siquiera mediocres, pero simplemente aprueban y palidecen frente a sus más directos competidores.
El sonido es probablemente la mejor parte del juego, con una banda sonora de intriga y sigilo muy adecuada, unos FX que ambientan perfectamente la acción y, sobre todo, un doblaje al castellano excelente, muy en la línea de Virgin Play –su distribuidora en nuestro país-, y que contribuye a hacer la historia muy interesante y absorbente para el jugador.
En definitiva, Stolen no es un mal juego en absoluto, y cuenta con ideas interesantes que hará que muchos jugones –especialmente los más aficionados a este tipo de juegos- se enganchen y pasen muy buenos ratos robando con Anya Romanov. Sin embargo para otros resultarán insuficientes para paliar un diseño de juego nada sorprendente ni complejo, y que queda en evidencia frente a los monstruos del género –que no hace falta ni nombrar-, acompañado de un apartado gráfico decente pero desfasado. Puede divertir mucho, y es muy recomendable para alquilar, pero no ocupará un lugar destacado en ninguna juegoteca.