¿Quién no conoce PlayBoy? La marca creada por el multimillonario Hugh Hefner se ha convertido en algo tan reconocible como la Coca Cola. Lo que fuera una pequeña revista con desnudos para adolescentes y camioneros, ha resultado en un pequeño emporio compuesto no sólo de la revista, sino en un conglomerado mediático líder en su sector. Este PlayBoy: The Mansión es otra pieza del enorme entramado mediático de Hefner, y sin duda una curiosa vuelta del género erótico en los videojuegos.
Aunque no es nuestra labor hacer una historia sobre este género, mencionaremos algunos referentes como La Colmena realizado por TopoSoft y con dibujos de Azpiri o la saga Larry realizada por la extinta Sierra Online. PlayBoy: The Mansión se encuentra en este género por derecho propio, por mostrar un toque de erotismo simple de un atolondrado mal gusto. A lo largo del juego veremos chicas PlayBoy que, más que esculturales, resultan deformes al tener la parte superior del cuerpo totalmente desproporcionada.
Esto hace el juego un tanto esperpéntico, ya que las pobres recreaciones virtuales resultan un tanto artificiosas y con ello no transmiten gran cosa al jugador. Los desnudos se reducen a la exclusión de la parte de arriba, no pudiendo ver el cofre de pudores de tan bellas damas. Por lo tanto, el +16 del Pegi está bastante justificado.
Síntesis fallida
El juego es una curiosa síntesis entre el modelo de Los Sims con la clásica macro-administración de los juegos basados en controlar una empresa. Por lo tanto, tu objetivo tiene una doble vertiente: Decorar el hogar de Hugh, tu personaje protagonista, con los más divertidos motivos y a la vez mantener el negocio de erotismo más rentable del mundo. Esto hace al juego un tanto cargante, ya que la interfaz de juego tipo Los Sims no es precisamente lo más rápido para llevar el mundo editorial de PlayBoy. No hay secretarias o subalternos, los primeros reportajes se deben hacer utilizando a Hefner como contacto con otros periodistas. Si esto hace el juego un tanto lioso, la contratación no es mucho mejor y deberás obtener a los periodistas con jugosos contratos. Para realizar el número de PlayBoy debes hacer fotos a las
playmates mediante fotógrafos, escribir artículos y realizar entrevistas a famosos. Tienes, por supuesto, un presupuesto limitado y algunas limitaciones bastante curiosas.
Al ser en el fondo un juego estilo Los Sims, la casa actúa como parte de la edición de la revista. Así, los articulistas no podrán escribir artículos si no construyes un segundo piso con una mesa de escritorio. Esto es tan suficientemente rebuscado que altera la jugabilidad del juego, y convierte lo que podría haber sido un buen ingrediente empresarial en una mezcla de juego de las casitas y Mad TV bastante defectuosa. Otro elemento discutible, es que la publicación no está sujeta a un determinado factor de competencia, siendo fácil obtener beneficios al poco de jugar. Lo más divertido de la creación de la revista son las sesiones fotográficas con las Playmates que podemos realizar personalmente. Aunque parece un modo innovador, no deja de ser un remedo de algunos simuladores japoneses de este mismo estilo. Estos últimos ofrecen más posibilidades y una mayor captura de movimientos de las actrices, lo que brilla por ausencia en este juego.
Las fiestas
Para obtener entrevistas a celebridades o reclutar a chicas recauchutadas para nuestro próximo número, deberemos realizar fiestas en nuestra mansión. Las fiestas son más graciosas de ver que de jugar, ya que podremos ver el atolondrado ligoteo entre nuestros periodistas estrella y las conejitas o playmates. En general, estos sucesos sirven como método para obtener celebridades famosas, y con ello aumentar las ventas de la revista. Los famosos incluidos en el juego son totalmente serie B, y van desde exhumoristas de Saturday Night Live a la siempre despampanante Carmen Electra. Para que las fiestas sean un éxito debes contratar a camareros serviciales, a la vez que desarrollas antros de vicio basados en el modelo Las Vegas. Cuanto más fosforito y neón haya en la casa, más fama tomarán tus fiestas, y con ello más gente importante vendrá.
Decoración y relaciones
No hemos olvidado la parte Sim, que aunque un tanto reducida, será una de las más agradecidas y donde tendremos verdaderas posibilidades de edición. Las posibilidades de creación de la Mansión están realmente bien, superando la oferta de otros juegos con temática similar como Singles. Aunque la variedad de decoración y construcción de casas se basa en el estereotipo californiano más detestable, las posibilidades que lleva consigo son interesantes, pudiendo crear futuras portadas de algunas revistas del corazón.
En cuanto a la evolución de Hugh Hefner, nuestro Sim, es mucho más sencilla que en otros títulos, ya que su posición de poder le permite desarrollar relaciones con suma facilidad. Esto es, la clásica monogamia proclive a bajones de los Sims ha sido sustituida por una poligamia estilo Sultán de Brunei en la cual Hugh picotea entre miles de flores. Respecto al resto de Sims, las relaciones son importantes para mejorar el estado de felicidad de nuestros colaboradores o conseguir entrevistas de algún famoso rendido a los encantos de nuestras Playmate.
Apartado visual
Bastante mejorado con respecto a las versiones Beta, el juego ha ganado en número de polígonos, texturas y animaciones. La mayoría de personajes están bien animados, aunque estando debajo del genial trabajo de Maxis en Sims 2. Los modelados de las chicas les falta también un poco de alma, resultando un tanto artificiosas en su manera de andar o relacionarse con los demás. Aún así, el apartado más flojo son los escenarios, tirando demasiado del trabajo de texturas, a costa de un uso muy limitado de los polígonos. Aunque las texturas y el trabajo de luces no son de mala calidad, lo anguloso de las distintas superficies da un aspecto viejo a muchos elementos del juego. No es mal apartado, pero la mayoría de su competencia en el género de simulación social es muy superior. Las versiones de consola reducen la resolución pero sin perder elementos, ya que el juego no es especialmente exigente gráficamente.
Apartado sonoro
Sin duda el mejor apartado del juego, ofrece melodías pasadas por el fino tamiz de Felix Da Housecat, conocido DJ que ha colaborado con Madonna. Una vez compres un equipo de música, podrás sintonizar pegadizas melodías que van desde el flamenco-fusión al jazz más sensual. Esto crea una buena sintonía entre que lo se oye y lo que se muestra, dando al juego un toque personal muy adecuado en algunas situaciones. Sin duda todo un logro a la altura de lo visto en este género. Los FX mantienen los murmullos de Sim, sólo que de manera más cómica por la propia situación de Hugh. Es en definitiva el mejor apartado del juego, y que por el propio género pasa un poco desapercibido.
Mezcla defectuosa, diversión reducida
PlayBoy: The Mansión resulta un juego un tanto desangelado al haber mezclado muy complicadamente dos elementos difícilmente compatibles como la gestión de una revista y la típica casa de muñecas. Es muy complicado realizar acciones en la revista ya que
todas deben pasar a través de Hugh, y a veces se basan en elementos un tanto absurdos como la compra de mesas específicas antes mencionada. Por su parte, la ración Sim es un tanto insípida, ya que la facilidad para realizar acciones y el escaso componente intelectual de la mayoría de seres que habitan la mansión, impiden los clásicos piques entre personajes.
Aún con sus defectos, y por la propia temática, resulta medianamente divertido ya que siempre es interesante actuar de editor de la revista erótica más vendida del mundo. También está el aliciente de conocer a miles de conejitas y sacarles las fotos más atrevidas. Por lo demás, parece que los desarrolladores no han llegado a hilar de manera eficiente la administración y el interfaz Sim, lo que hará un poco pesado realizar tanto uno como otro modo.
Conclusión
¿A quién se dirige este juego? Como producto erótico queda un tanto limitado por el carácter suave de la mayoría de desnudos y situaciones. Como simulador social es muy inferior en posibilidades al reciente juego de Electronic Arts. La mezcla que ha resultado es insuficiente de cara a mantener una jugabilidad divertida, y con ello justificar tanto el contexto como la marca del juego. El discurrir resulta anodino, al juego le falta alma, y las posibilidades se ven reducidas a las misiones específicas. Quizás el mayor interés sea obtener los interesantes extras que van desde entrevistas a lideres diversos o las portadas de las playmate más imponentes. Más de uno se alegrará la vista con las últimas…