Análisis de Ar tonelico II: Melody of Metafalica (PS2)
PlayStation 2 continúa alimentándose de títulos, principalmente de rol, aparecidos hace tiempo en Japón. Algunos de ellos son una buena oportunidad para recibir grandes juegos que creíamos que no llegarían, y otros rellenan el catálogo con lanzamientos en horas bajas y precios asequibles. Ar Tonelico 2: Melody of Metafalica es uno de estos RPGs por encima de la media que tenemos la suerte de ver en nuestro país y que viene a reivindicar la plataforma (PS2) aún como la reina del género sin discusión, tras la llegada del sobresaliente Persona 4, y del algo más discreto Mana Khemia.
Lanzado a finales de 2007 en Japón, es la secuela de Ar Tonelico: Melody of Elemia, continuando la historia tiempo después y en el mismo planeta (Ar Ciel) y mitología, pero diferente lugar, Metafalls, asolada por una pandemia exclusiva de las Reyvateil. Por si fuera poco, hay una batalla abierta entre la "Sacred army" y la "Grand Bell army". El caballaero Croix será enviado al lugar para contener dicha enfermedad, pero la aventura lo llevará por diferentes enclaves y misiones una vez conozcamos a Cloche, última sacerdotisa capaz de entonar Metafallica, que se dice salvará al planeta, y a Luca, una amiga y vieja novia del héroe. Como no podía ser de otra forma, el destino de todos los habitantes Ar Ciel dependerá de este variopinto grupo.
Ar Tonelico II destaca sobre otros RPG por su sistema de batalla, depurado y complejo de corte clásico que perfecciona todo lo aprendido durante las últimas décadas, especialmente tras la explosión rolera de los 16 y 32 bits, demostrando todo el potencial que los denominados JRPG mantienen, pese a su evidente crisis actual en las plataformas de última generación –la falta de ideas en argumento e innovación técnica, y los clichés excesivamente reciclados son algunas de estas causas-. Debajo de unos gráficos muy conservadores que bien podrían tener cabida en una portátil como PSP, se esconden unos combates que sitúan a este título entre lo mejor visto en el género, que no es poco. Ar Tonelico II mejora y evoluciona lo visto en la primera entrega, con decisivas elecciones en la trama que nos harán volver a jugar desde el principio.
El uso de batallas por turnos siempre es un arma de doble filo: bien desarrollados dan como resultan una mecánica inteligente, que pone a prueba al jugador y lo mantiene activo durante cada combate; por otro lado, un sistema pobre tira por tierra un posible buen trabajo en otros aspectos y convierte un interesante RPG en una constante repetición sin chispa en el que deseamos terminar de una vez con cada uno de los encuentros lo antes posible para avanzar en la historia. Melody of Metafalica es de los que consigue no aburrir al jugador y toda una demostración por parte de la desarrolladora de cómo mezclar estrategia de combate con reflejos.
Durante la exploración de campos o mazmorras, un indicador en pantalla muestra mediante colores la probabilidad de encontrar batallas aleatorias, que son finitas –al menos, hasta abandonar el lugar-. Si bien este tipo de batallas "invisibles" no es del gusto de todos los jugadores, y la propia saga Final Fantasy va renegando de ellas desde la undécima entrega, Ar Tonelico II nos da la oportunidad de limpiar una zona y caminar libremente por ella. La dificultad de la última parte del juego, sin embargo, se dispara, y los encuentros de la mazmorra son continuos, pero no esperábamos menos de los momentos más duros del juego.
Los combates se dividen claramente en dos fases: ataque y defensa. La disposición de los personajes y el sistema de ataque recuerda, entre otros muchos juegos, al clásico Valkyrie Profile (el cual ya gozaba de unos sólidos combates); cada uno de los personajes es controlado con un botón junto a direcciones, y mientras atacamos, el poder mágico de las Reyvtails (que se mantienen en la retaguardia, tras los protectores) aumenta, con la posibilidad de realizar movimientos devastadores tanto con los guerreros como las cantantes, antes de que un medidor circular que determina el tiempo de nuestras acciones llegue a cero. Una vez terminado el turno, llega el momento de recibir los ataques enemigos, pero, añadiendo dinamismo a estos momentos de machaque del grupo, disponemos de un minijuego de pulsación de botón (dependiendo del guerrero que va a absorber el daño), similar, por poner un ejemplo, a lo visto en el ataque final de Squall en Final Fantasy VIII o en algunos juegos musicales. Por supuesto no sólo nos hace partícipes durante toda la partida, también es tremendamente divertido y pone a prueba nuestros reflejos.
Existen muchos aspectos del juego que se podrían mencionar y que forman una compleja jugabilidad, como el sistema Lakra para buscar a las Reyvateils infectadas mediante un radar. Por otra parte, el procedimiento para aumentar el nivel de poder de las heroínas consiste en un baño de cristales; efectivamente, tras elegir cristales, jabones e incluso juguetes para este descanso, el juego hace gala de ese humor desenfadado tan del gusto japonés. La opción de profundizar en el alma de las Reyvateil con el propósito de conseguir nuevas canciones mágicas nos da la posibilidad de entrar en su mente y conocer las emociones, sentimientos y problemas. El sistema de sintetizado permite crear armas a partir de objetos y recetas, y dependiendo de nuestra ayudante, el resultado puede diferir.
Con Ar Tonelico II Gust demuestra la magia de las pequeñas producciones y sitúa al juego como uno de los mejores juegos de rol de la consola. La historia guarda suficientes sorpresas como para levantar el vuelo cuando crees estar ante un juego típico, y el humor –subido de tono en más de una ocasión- inunda el juego y hace que no se tome en serio a sí mismo, sin alardes de epicidad dramática como nos tienen acostumbrados otras sagas.
Gráficamente, el juego utiliza una mezcla entre 3D y 2D –los personajes son sprites estilo deformed con una animación simple- que crea un mundo detallado, muy del estilo de un dibujo con varios planos de profundidad. La exploración de los mapas, tipo laberinto, se puede realizar hacia los laterales o el fondo, aunque sin gran libertad de movimiento. No cabe duda de que Final Fantasy XII (e incluso FF X) parecen estar un salto generacional por delante de Ar Tonelico II en cuanto a uso de las capacidades de la consola, pero Gust no compite en el mismo terreno y la belleza del juego compensa cualquier exigencia técnica que se le pueda achacar: cumple con los efectos especiales típicos para las magias de las batallas y el aire a clásico encandilará a muchos jugadores de la era 32 bits.
Los diálogos con otros personajes se realizan por cajas de texto y con las típicas ilustraciones de los protagonistas de la charla. Finalmente, los momentos más espectaculares que requieren escenas de vídeo nos regalarán secuencias de anime. La interfaz de las batallas es en un principio, algo caótica; además de los necesarios indicadores de vitalidad recibimos más información como los armónicos (determinan la confianza entre las Reyvteils y los protectores), sin embargo todos estos datos son necesarios. En conjunto, Ar Tonelico II no resulta impactante en su apartado técnico, pero la maestría de la desarrolladora y la dirección artística salva con viejos trucos y artimañas más propias de hace una década borra del mapa cualquier crítica, ofreciendo un resultado más satisfactorio que el obtenido, por ejemplo, en Mana Khemia.
Donde Ar Tonelico II si pone el listón muy alto es con su gran banda sonora. No podía ser de otra forma, en un juego en el que los cantos son tan importantes, en el juego abundan los temas con letra y coro, además de las melodías que ambientan cada lugar del juego o batalla. Ya se sea fan o no de este tipo de mezcla de géneros (J-Pop, ópera, música celta y electrónica), estamos ante uno de los mejores acompañamientos sonoros de los últimos años, un aspecto generalmente no mal descuidado en los RPG pero que en este caso destaca especialmente. Cuatro voces principales y varios compositores fijos de Gust dan forma a todos estos sonidos que por momentos nos recuerdan a las mejores canciones compuestas para videojuegos desde que Yasunori Mitsuda produjo la alegre y variada música de Chrono Cross. Además, el doblaje tanto en japonés como inglés permite disfrutar de las voces originales, si es nuestro deseo.
Cabe mencionar que el juego no esta libre de fallos, muchos de ellos producidos por una mala fase de testeo –y no por rápida, puesto que tiene dos años de retraso respecto al lanzamiento japonés-. Entre ellos, el más importante era un bug que bajo ciertas circunstancias bloqueaba el juego en un enfrentamiento contra un jefe final; por suerte, hay que comentar que ha sido subsanado en la versión PAL. La traducción (al inglés) sin embargo presenta algunas erratas (cambios de género, frases sin traducir del japonés) y se ha reducido la mitad de diálogos hablados con el propósito de incluir los dos audios. La conversión nos llega únicamente a 50 hz y, finalmente, en este momento, y a expensas de futuros firmware que puedan mejorar la compatibilidad con PS2, las PlayStation 3 retrocompatibles –el desaparecido modelo 60 Gb- no reproducen el juego.
Conclusiones
Superior a la primera entrega en todos los apartados, Ar Tonelico II es sin duda uno de esos juegos beneficiados por las relajadas normas de distribución de PlayStation 2. Quizás el momento actual del sistema –en el ocaso de su ciclo- no favorezca un gran éxito de ventas, pero los poseedores de PS2 están de enhorabuena por recibir un RPG que reúne todas las características para poder ser definido como "clásico".
Sólo un discreto apartado técnico –que no debería ser obstáculo- y el idioma, inglés, pueden echar para atrás a algunos jugadores, pero más allá de ello se esconde un juego largo, que puede llevar más de 50 horas, con varios finales y una jugabilidad a prueba de bombas. Una de las últimas joyas para la consola que cierra un catálogo desbordante de juegos de rol con esta entrada que tiene visos de convertirse en una saga sólida que encuentre su hueco entre los aires a superproducción de Final Fantasy y el cuidado en personajes e historia de Persona.