Análisis de Wheel World, un mundo abierto de ciclismo con bicis fantasmas y preciosos paisajes (PC, PS5, Xbox Series X)
Wheel World es una aventura de ciclismo en mundo abierto en la que tenemos que recomponer una bicicleta ancestral recuperando sus piezas de unos líderes que las han robado no sabemos muy bien por qué. Con esa premisa queda claro que aunque se trate de un videojuego de ciclismo realmente aquí no podemos esperar el más mínimo atisbo de simulación deportiva. El proyecto desarrollado por Messhof y editado por Annapurna Interactive es más bien un viaje gustoso por una isla de inspiración mediterránea, un mundo abierto contenido en el que caben desde la pura competición hasta la contemplación más sosegada.
¿Eso que me está hablando es una bicicleta fantasma?
En el juego controlamos a Kat, una ciclista que despierta justo al lado de un templo en el que mora una calavera flotante. Es un espíritu del ciclismo que elige a la protagonista a recorrer todo Wheel World, isla ficticia que da nombre al juego, en busca de las piezas que componían su ser antes de que unos vándalos la descuartizasen por algún motivo desconocido. Así, ambos parten en una aventura con una estructura muy clara: hay cuatro sets de piezas a recuperar, cada uno en manos de unos líderes que están repartidos en las cuatro regiones principales del juego.
No obstante, enfrentarse a ellos no está a la altura de cualquier aficionado a las bicis. Para conseguir que te acepten una carrera necesitas ‘Rep’, puntos de experiencia que se obtienen compitiendo en carreras con grupos que hay repartidos por todo el mapa. En cada carrera hay varios objetivos y cuantos más cumplas mayor será el botín de puntos de experiencia que consigas. Como véis, una estructura muy sencilla que queda fenomenalmente clara cuando empiezas a jugar y hace que la experiencia sea accesible y cómoda desde el principio. Vamos, que va sobre ruedas.

Unos sistemas menos profundos de lo esperado
Hablando de ruedas; una parte importante de Wheel World es la personalización de la bici. Las piezas ancestrales que buscas son el gran objetivo principal, pero a medida que recorras libremente el mundo abierto del juego irás encontrando piezas normales perdidas por ahí y tiendas en las que podrás comprar otras para ir dando forma a tu vehículo de competición. Hay una serie de parámetros que se van modificando cuando cambiamos entre una pieza u otra: manejo, potencia, aerodinámica… pero a la hora de la verdad no hemos notado gran diferencia al modificar la bici y esperábamos que este sistema tuviera mayor peso en la experiencia.
Cuando toca competir, lo cierto es que el sistema de conducción de Wheel World es más simple de lo que puede parecer al comienzo de la aventura. Al principio parece que va a escalar de una manera que resulta estimulante, como que te va a pedir que cambies ruedas al enfrentarte a un equipo que compite en el campo para que tu bici tenga más agarre, pero eso no sucede y puedes aguantar con una misma bicicleta durante todo el juego (que dura algo más de 5-6 horas jugando con calma). Nos habría gustado algo más de profundidad y variedad ahí, pero parece que no es el objetivo de este proyecto.

Para competir y ganar en las carreras simplemente tienes que cogerle el truco al acelerador y freno de la bici, así como al impulso mágico que te da la calavera fantasma y que puedes ir mejorando al desbloquear los no demasiados santuarios del timbre que hay por el mapa. Wheel World en general es bastante sencillo y permisivo en las carreras, con una IA rival que no nos pone las cosas nada difíciles excepto en el tramo final. ¿Es esto una flaqueza? Queda en el tejado de cada uno decidirlo, pero a nostros nos ha gustado bastante la escala del desafío, que te deja disfrutar de un juego de ciclismo arcade bastante divertido, tensando un poco la cuerda cuando más controlado crees tener su gameplay.
Mejor cuanto menos exigente
De hecho, el juego parece querer apretar las tuercas durante un tramo final que nos ha parecido forzado y desacertado, con un cambio de ritmo y dificultad muy brusco que deja al descubierto sus principales debilidades: las físicas son inconsistentes y dan lugar a reacciones no demasiado bien medidas, la aleatoriedad de obstáculos como el tráfico pueden perjudicar sin mucho sentido una buena carrera, y el sistema de personalización de la bicicleta no sirve para ajustar el juego buscando nuevas ventajas específicas para cada carrera.
Wheel World da lo mejor de sí cuando sabe crear desafíos disfrutones. Es muy divertido encontrarse con carreras con saltos y curvas cerradas enmarcadas en unos preciosos escenarios que se dibujan con muchos colores y pocos polígonos. El nivel de dificultad de sus mejores circuitos se despliega de forma más natural gracias a los múltiples objetivos que presentan, como conseguir las tres letras del nombre de la protagonista que están escondidas durante el recorrido, y animan a rejugar aquellas carreras de las que todavía no hemos completado algunos. Nos ha parecido que el juego es considerablemente más abrupto e incómodo cuanto más exigente quiere ser.

Quizás esto último sucede por culpa del rígido control que plantea la bicicleta de Wheel World. Echamos en falta algo más de expresividad y dinamismo en el movimiento del vehículo y en el de la protagonista, que a veces es demasiado cuadriculado para lo que exigen esos circuitos más difíciles y menos estimulantes. Hay animaciones muy buenas en el cuerpo de Kat y el derrape llega a ser satisfactorio cuando se le coge el truco, pero en general da la sensación de ser un videojuego muy estático.
Las bicicletas son para el verano
En cualquier caso, es muy disfrutable. En gran parte precisamente por esa dirección artística que llama la atención nada más verla. No sólo en el apartado gráfico destaca, sino también en su banda sonora (que a veces entra con una fuerza que motiva a ganar la carrera) y en el propio diseño de los personajes y sus simpáticas conversaciones. Recorrer el mundo de Wheel World buscando carreras, piezas, santuarios o desafíos aleatorios (hay carreras improvisadas bastante divertidas) es verdaderamente gratificante, y tiene mérito haber conseguido eso partiendo desde una base mecánica que encuentra la satisfacción en la simpleza.
Lo cierto es que cuando es bueno, Wheel World es muy bueno. Es una pasada pedalear por sus escenarios, recorrer zonas rurales muy variadas (de viñedos a bosques pasando por carreteras en acantilados que dan a un mar muy azul) hasta llegar a pequeños pueblos o ciudades de mayor tamaño. Es un juego muy veraniego, que da gusto recorrer sin presiones ni pretensiones. Quizás por eso es mejor en los momentos en los que se toma menos en serio la competición: porque es ahí donde confluyen con acierto la relajación del paseito estival con la emoción de una carrera casi amistosa en la que tú decides qué grado de intensidad ponerle.

Conclusiones
Wheel World es una aventura de ciclismo que brilla cuando se aleja de la competición pura para centrarse en la exploración relajada y la estética veraniega de su encantador mundo mediterráneo. Sin grandes pretensiones ni aspiraciones de simulador, ofrece una experiencia ligera, simpática y accesible que sabe seducir con su arte, su música y su ambiente. Aunque tropieza en aspectos como el control de la bici o la falta de profundidad en su sistema de progresión, consigue que pedalear por sus coloridos paisajes sea algo que apetece, incluso cuando no hay una carrera en juego. Un juego fresquito que entra solo en este extremadamente caluroso verano.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de PC proporcionado por Popagenda.

NOTA
Puntos positivos
Puntos negativos
En resumen
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