Análisis de Warhammer 40.000: Dawn of War - Soulstorm (PC)
No hay dudas del magnífico trabajo que realizó el equipo de desarrollo Relic Entertainment, creadores de la serie Homeworld o el reciente Company of Heroes, al adaptar el universo de Warhammer 40.000 al mundo de la estrategia en tiempo real. Tanto Dawn of War como su primera expansión, Winter Assault, conjugaron a la perfección los elementos definitorios de este popular género con la acción más encarnizada y el rol característico de este clásico juego de mesa, permitiendo a los jugadores controlar con gran libertad a algunas de las facciones más populares diseñadas por Games Workshop como los Marines Espaciales o los Orkos. Dark Crusade daría un paso más allá y, aparte de ampliar el repertorio de facciones en liza con la inclusión de los Tau y Necron, apostó por una nueva forma de presentar la acción del juego al incluir un gran mapa fragmentado en regiones que los ejércitos en conflicto debían conquistar a toda costa.
Ahora, bajo la batuta del ya desaparecido estudio Iron Lore, los aficionados a esta exitosa serie de juegos de estrategia podrán guiar hacia la victoria a dos nuevos ejércitos, las Hermanas de Batalla y los Dark Eldar, a través de una sucesión de encarnizadas luchas por el control de todo un sistema solar.
En este sentido, las Adepta Sororitas y los Dark Eldar vienen a ampliar el ya considerable repertorio de ejércitos en liza, que suman nueve en total, ofreciendo dos estilos de combate no muy distintos a los habituales en el género, pero sí complementando a la perfección al resto de facciones. En el caso de las Hermanas de Batalla, se trata de una hermandad de combatientes volcada por completo en la defensa del Emperador, lo que las hace temibles por el fervor con el que defienden sus posiciones.
No en vano, los que decidan hacerse con las riendas de este ejército deberán tener en cuenta un nuevo recurso, la fe, que se irá ampliando progresivamente con la conquista de nuevos puntos de control, y que permitirá realizar una serie de acciones especiales. Además, con una buena variedad de tropas de asalto a distancia y unidades especializadas en mejorar la moral, salud e incluso resistencia de sus aliadas gracias a figuras como la Santa Viviente, este ejército permite un estilo de combate equilibrado sin demasiadas complicaciones para el jugador, que puede diseñar escuadras de luchadoras de lo más variadas, como ocurre con el resto de ejércitos.
Huelga recordar, para los no iniciados en la saga, que cada escuadra de soldados que compramos en sus respectivos cuarteles puede ampliar su número de efectivos constantemente –hasta un límite-, así como modificar también la especialización de cada una de estas tropas. De este modo, por ejemplo, podemos destinar una escuadra de infantería a castigar la moral de los batallones contrarios usando armas como los lanzallamas que pulverizarán los ánimos de cualquier enemigo que se cruce ante nosotros, o centrarnos más en la lucha con artillería pesada. Por supuesto, tampoco faltan las unidades especiales o veteranas que mejorarán considerablemente las capacidades ofensivas de estos escuadrones gracias a sus variadas habilidades especiales. Lógicamente, nosotros deberemos combinar sabiamente a todas nuestras unidades para aprovechar al máximo sus virtudes y minimizar sus defectos, algo fundamental en un título como éste donde las nueve facciones en liza se encuentran tan niveladas a nivel de posibilidades de acción.
Siguiendo con las novedades no podemos olvidar a los Dark Eldar, que también contarán con un nuevo recurso que deberemos tener en cuenta a la hora de liderar a nuestras letales huestes: la esencia del alma. En este sentido, algunas de nuestras unidades contarán con la capacidad de extraer la esencia vital de los cadáveres, algo que después nos permitirá lanzar potentes hechizos capaces de modificar la moral de los combatientes. Con esto, estas oscuras tropas se moverán con una velocidad endiablada por los sangrientos entornos mientras acribillan a tiros a todos los rivales que les salgan al paso, si bien tienden a romper filas con extremada facilidad si su moral desciende, así como sus habilidades de combate cuerpo a cuerpo no resultan del todo equiparables a las de otras facciones del juego. También son unidades que presentan serios problemas a la hora de enfrentarse a unidades blindadas y estructuras, sobre todo por la falta de una mayor variedad de tropas especializadas en el combate pesado.
Como remarcábamos anteriormente, a estas dos nuevas facciones debemos sumarle la inclusión de las unidades aéreas, que prometían en principio ofrecer nuevas fórmulas jugables en el transcurso de las contiendas, pero que finalmente no llegan a casar con el estilo de la serie. A grandes rasgos, podemos decir que estas unidades actúan de forma similar a los soldados equipados con propulsores, aunque lógicamente pueden permanecer en el aire de forma permanente. Pueden recorrer grandes distancias en poco tiempo –aunque hay zonas que no pueden sobrevolar- y permitirnos explorar el entorno sin excesivos problemas; pero su papel en las batallas será meramente testimonial, algo que decepciona porque bien podrían haberse empleado todos estos recursos para incluir nuevas unidades mecanizadas.
También hay que destacar que todas las estructuras edificadas sobre una región no se mantendrán tras terminar la batalla, lo que hará que el asedio a las posiciones enemigas no sea tan costoso como podía llegar a serlo en Dark Crusade. Aún así, todo aquel que controle a las Hermanas de Batalla, o haya conquistado su fortaleza –esto permite hacerse con la habilidad principal de una facción-, podrá construir una serie de estructuras sobre el territorio antes de sumergirse en la guerra, algo que de nuevo viene a denotar el gran trabajo llevado a cabo tanto por Relic como por Iron Lore para diferenciar a todos y cada uno de los ejércitos del juego.
En relación al asedio a las fortalezas, como en Dark Crusade, estas misiones presentarán un desarrollo de la acción algo distinto, ya que las afrontaremos con una serie de condicionantes determinados. Por ello, vuelven a ser sin duda uno de los principales atractivos del juego por lo intensas que pueden llegar a ser las escaramuzas. Sin embargo, en este punto se echa de menos un mayor grado de personalización por parte de los desarrolladores, que no han tenido en cuenta un detalle que hizo grande a la anterior expansión: en esta ocasión no se tienen en cuenta los bandos que se enfrentan entre sí, presentándosenos la secuencia introductoria a la misión de forma genérica. Hay que recordar que en Dark Crusade, dependiendo de los ejércitos que se daban cita, la narración de los hechos variaba.
La inteligencia artificial de los enemigos y aliados, como ya es habitual en la serie, volverá a sorprendernos por lo efectiva que resulta, aunque de nuevo el juego a través de Internet seguirá siendo uno de los principales alicientes de este Soulstorm; máxime cuando el número de ejércitos a controlar sigue creciendo.