Análisis de This War of Mine (PC, iPhone, Android)
Acostumbrados a las habituales y multitudinarias campañas de agresivo marketing por parte de las grandes editoriales de videojuegos -que nos anuncian el juego de turno años y meses antes de su lanzamiento-, This War of Mine se mostró no con demasiado ruido, pero sí acaparando el interés de medios especializados y generalistas gracias a su arriesgado y ambicioso planteamiento. This War of Mine nos llevaría al enésimo conflicto bélico, sí, pero lo haría desde una perspectiva radicalmente distinta, mostrándonos las consecuencias de la guerra en los ciudadanos de a pie. Instantáneamente, llamó nuestra atención, confirmándonos la máxima de que siempre hay espacio para la originalidad y la denuncia en el desarrollo de videojuegos. ¿Por qué no aprovechar un medio tan democrático, masivo y bien instalado en los hogares medio planeta para arrojar luz y puntos de vista que versen alrededor de las inquietudes y problemas de gran parte de la humanidad?
Los horrores de la guerra
This War of Mine arranca sin fuegos de artificio, introducciones épicas ni grandes dosis de sentimentalismo barato -algo en lo que podría haber caído a las mínimas de cambio-.
Con una presentación casi espartana, y una división en forma de diario -el juego divide sus diferentes etapas, niveles y escenarios mediante días y noches- comenzaremos nuestra desgraciada aventura en terreno yermo a través de tres personajes -que bien podrían ser anónimos, intención de 11 Bits Studios a la hora de diseñarlos-, pero que en nuestro partida tienen su propio nombre -Bruno, Katie y Pavle y otros-, rostro, trasfondo y habilidades, y que nos servirán para explorar y experimentar diferentes facetas en términos de supervivencia.
El juego genera tres supervivientes diferentes para cada partida, con lo que cada experiencia puede ser diferente en función de las facetas que muestre cada protagonista. This War of Mine nos recordará, jugablemente y estéticamente, al famoso juego de Tequila Works, Deadlight. De hecho comparte muchos puntos en común, desde su perspectiva a su control, si bien las formas, las motivaciones y el tempo de uno y otro, son radicalmente opuestas.
Los primeros minutos en This War of Mine, son de pura aclimatación. Podemos controlar cualquiera de los tres supervivientes, moviéndolos de un lado a otro en lo que se nos revela como un enorme -y derruido- caserón de tres plantas y sótano, que utilizaremos como base de operaciones al comienzo. Nuestro primer impulso como jugadores, será el de explorar y acumular tantos objetos y elementos como seamos capaces de encontrar, descubriendo hasta qué punto podemos interactuar con el entorno. This War of Mine nos facilita mucho esta tarea, pues marcará correspondientemente cada punto de interés con una suerte icono. De esta manera, encontraremos puertas, escombros y otros objetos -como bancos de trabajo o frigoríficos- convenientemente marcados.
Hay acciones instantáneas -como abrir una puerta, siempre y cuando no esté cerrada- y otras que nos llevará cierto tiempo -como aquellas que conciernen a la limpieza de escombros o búsqueda de objetos en armarios, por ejemplo-, con lo que debemos tener en cuenta siempre la duración de cada una de ellas si estamos explorando o saqueando en un lugar peligroso o ajeno. Durante el día, nuestros supervivientes permanecerán ocultos en el citado edificio o refugio, construyendo objetos -el crafteo es parte importante del juego- y haciendo recuentos de nuestras reservas y víveres. Los personajes pueden caer enfermos o acabar desnutridos a las primeras de cambio, con lo que habrá que estar muy atentos a las cantidades de medicamentos, plantas medicinales -con las que elaborar remedios caseros-, botellas de agua o comida que poseemos, y calcular muy bien el espacio para guardar más en caso de necesidad.
Uno de los problemas más acuciantes a los que debimos hacer frente en nuestra primera partida es la citada enfermedad, pues uno de los personajes comenzará a presentar ciertos síntomas gripales. Teniendo en cuenta que cada uno de los supervivientes a los que tendremos acceso atesora una serie de habilidades únicas y distintas -uno es experto en cocinar y preparar comidas, otro tiene unas aptitudes físicas más respetables, mientras que Katie es la ideal para construir, reparar e ingeniar combinaciones de objetos-, la caída en desgracia de cualquiera de los integrantes del grupo será un verdadero trauma de cara al devenir de los hechos. Para curarnos en salud -y nunca mejor dicho-, deberemos prestar mucha atención a los primeros síntomas de debilidad, poniéndole remedio en forma de descanso, medicamentos y otros cuidados a las primeras de cambio.
Tal y como podéis imaginar,las salidas en búsqueda de víveres y útiles, serán la parte más complicada y movida del juego. La ciudad por el día está asediada bajo continuos bombardeos y la presencia de los militares, mientras que por la noche, una falsa calma parece reinar en kilómetros a la redonda. This War of Mine nos presenta cada noche una pantalla de saqueo, en la que podemos escoger qué punto y qué personaje se aventura a la búsqueda de comida y utensilios, arriesgando su vida por ello. Es aquí donde la estrategia y la prudencia hacen acto de presencia, pues se nos plantean continuos interrogantes, obstáculos y retos en cada salida.
Fuera de nuestro refugio impera en las calles la más dura y estricta ley de la supervivencia, con cientos de civiles realizando tareas de búsqueda y saqueo de suministro de la misma forma y manera que nosotros y algunos peligrosos lobos solitarios -francotiradores y soldados de un bando y otro que no dudarán ni un solo segundo en meternos una bala entre ceja y ceja-. En tiempos de desesperación no suele haber acto generoso y compasivo que valga, consiguiendo que en cualquier situación, podamos encontrarnos con una partida de supervivientes que nos roben todo lo que tenemos a las primeras de cambio.
Por eso hay que saber en qué momento abandonar o dejar una planta sin explorar o saquear lugares poco concurridos. El mapa de la ciudad no es especialmente extenso, pero sí lo suficientemente variado como para tenernos de aquí para allá, visitando casas, bloques de pisos, puestos fronterizos y lugares como hospitales, hoteles o gasolineras. Por añadir un detalle más: en cada partida, This War of Mine creará un escenario único para evitar salidas monótonas o situaciones idénticas y en bucle una y otra vez.
Las búsquedas de recursos y víveres suelen ser muy peligrosas, si bien durante los más tempranos compases del título, si somos diestros y no nos achantamos a las primeras de cambio, podemos conseguir un arma de fuego, que quizás no llegue a suponer demasiada diferencia en el día a día, pero si nos garantizará algo de seguridad a nosotros y a los de nuestro grupo. Es en estos momentos cuando This War of Mine se vuelve más tenso y difícil, y cuando más dura se vuelve su experiencia -y de paso, lección de vida-. El título nos planteará sendos dilemas morales, como ayudar a otros ciudadanos, colaborar con ellos… O saquearlos para así sobrevivir un día o una semana más. 11 Bit Studios va mucho más allá del simple script o momento lacrimógeno, exprimiendo al máximo la vivencia más negativa derivada de un entorno en el que la población civil es capaz de matar o robar a sus compatriotas por poder dar de comer y proteger a los suyos.
This War of Mine es un juego entretenido, muy completo, que además se hace muy interesante para el usuario. Tal y como decíamos, más allá del denso mensaje que intenta trasladar, This War of Mine muestra un leitmotiv jugable basado en la supervivencia que se hace ameno, y que además, tiene la suerte de calar bien hondo. No hay un objetivo, ni quizás una meta en término lúdicos, ni se gana o se obtiene una victoria de forma clara. No existe un final bonito, ni se termina entre vítores por haber salvado a la humanidad en una algarabía de explosiones y vehículos militares. Cada día en el que seamos capaces de sobrevivir sin acabar muertos en las calles o cayendo enfermos sin remedios cercanos, será suficiente éxito y victoria.
Las caras de la guerra
Otro de los aspectos más destacables de This War of Mine, y que a consecuencia, va ligado con respecto a la jugabilidad, es su ambientación. El título de 11 Bit Studios hace gala de un más que interesante diseño visual, que nada entre el realismo tridimensional desde su perspectiva 2D y el sketch o bosquejo a mano alzada, con garabatos y trazos inconsistentes que acrecientan la sensación de desazón y amargo recuerdo que intenta trasladar continuamente al jugador.
En el juego visitaremos escenarios regados por la nieve y el fuego, derruidos y oscuros, mientras los pocos supervivientes -cuyas recreaciones son también estremecedoras- intentan recomponer sus vidas esperando ayuda y víveres. Se ha procurado encontrar un sano equilibrio entre la recreación fotográfica y documental de una zona de guerra y lo que un usuario puede llegar a imaginar, consiguiendo impactar de una forma única en las retinas de cada jugador, transportándolo a una vivencia única que a posteriori, bien podría considerarse un recuerdo.
En eso también influye la excelente banda sonora, que aboga por temas melancólicos e intimistas, con un punto fuerte de folclore centro-europeo -11 Bit Studios tomó ciertas referencias de un artículo publicado en prensa sobre la guerra en los Balcanes a mediados de los noventa y es algo que se nota a cada segundo que pasamos en el juego, si bien el título recibe y se empapa de sendas influencias de multitud de conflictos bélicos más actuales-.
Por último añadir que, técnicamente y a nivel de configuración, el juego no exige demasiada máquina siendo francamente escalable y personalizable en casi cualquier equipo existente. This War of Mine no está traducido al castellano.
Conclusiones finales
Con gran valentía y una serie de mecánicas muy interesantes y accesibles, This War of Mine trasciende el significado lúdico -que está presente, no lo olvidemos- y nos ofrece una experiencia única. This War of Mine nos invita a sobrevivir en las más pecaminosas situaciones derivadas de una guerra de larga duración, y nos enseña al mismo tiempo, todo aquello que compartimos los seres humanos de aquí y allá incluso en los momentos más crudos de nuestra propia existencia.