Análisis de The Stanley Parable (PC)

Siempre es difícil enfrentarse a una hoja en blanco, e intentar explicaros de la mejor manera posible qué nos ha parecido un juego, pero en el caso que hoy nos ocupa, la tarea es doblemente complicada. Primero porque The Stanley Parable es uno de los juegos más originales e inusuales que hemos jugado nunca, y segundo porque no queremos contaros demasiado, ya que queremos que os sorprenda tanto como lo ha hecho con nosotros.

The Stanley Parable es una aventura en primera persona de exploración, en la que poco más podemos hacer que movernos, agacharnos y pulsar un botón para interactuar, en la línea de juegos como Dear Esther o el reciente Gone Home.

Dicho de una manera un tanto simple, es como si a Portal le despojáramos de todos sus puzles, y dejáramos solo la narrativa, nuestra divertida relación con GLaDOS, solo que en The Stanley Parable con más libertad para vacilar a esa voz omnipresente que nos acompaña en todo momento.

Somos Stanley, el Empleado 427 de una compañía ubicada en un gran edificio, cuyo trabajo es sentarse todos los días delante de un escritorio con un ordenador y presionar botones en un teclado, órdenes que le dicen qué teclas presionar, por cuánto tiempo y en qué orden. Esto es lo que hace cada día del año, sin saber muy bien siquiera para qué sirve, una tarea que muchos considerarían aburrida, tediosa e insoportable, pero que a Stanley le deleita y le hace feliz. Hasta que un día algo ocurre, y durante una hora no aparece ninguna orden en la pantalla de su ordenador, nadie le da instrucciones, le saluda o le llama para una reunión, un hecho insólito en su confortable rutina, que le deja paralizado un buen rato, hasta que decide levantarse de su asiento y descubrir qué ocurre, pasando nosotros a tomar el control del personaje.

Pronto el narrador, el auténtico protagonista del juego, nos da la bienvenida Todos sus compañeros de trabajo habían desaparecido, ¿por qué podía ser?, y no tarda demasiado en empezar a dirigir nuestros pasos Stanley decidió ir a la sala de reuniones; quizá simplemente se había perdido una reunión. Seguimos avanzando, no tenemos realmente otra opción, hasta que llegamos a la primera encrucijada: Cuando Stanley llegó a un sitio con dos puertas abiertas, entró en la puerta de la izquierda.

Aquí como jugadores tomamos nuestra primera elección, ¿entramos por la puerta de la derecha o la de la izquierda? ¿Seguimos el hilo del relato, o contradecimos al narrador? Si seguimos a pies juntillas lo que marca la narración, es posible que la historia se desarrolle con normalidad y alcancemos un final feliz, pero es difícil resistirse a la tentación de contradecir al resabiado narrador, e intentar fastidiar su historia se torna muy divertido.

Si nos metemos por la puerta derecha, haciendo lo contrario de lo que nos indica la historia, es cuando comenzamos a descubrir de qué va The Stanley Parable, una divertida e ingeniosa lucha entre el jugador y el narrador. O mejor dicho, entre el usuario y los creadores del juego, y que nos habla de diseño y narrativa en los videojuegos, de linealidad o presunto libre albedrío, y si escarbamos un poco más incluso de cosas bastante profundas, como del sentido de que tiene nuestra existencia, de la amarga rutina de hacer lo mismo todos los días para poder ganarnos la vida, de ser una oveja más en el rebaño de nuestra sociedad para intentar ser feliz, y otro tipo de reflexiones filosóficas, momentos en los que la aventura se vuelve peligrosamente pretenciosa.

Nos gusta más cuando ironiza sobre el lenguaje y las reglas del mundo de los videojuegos, como con el hecho de que en un juego en primera persona no nos veamos los pies, y con que estemos ante un desarrollo totalmente lineal, o aparentemente abierto, siempre estamos atados y sujetos a las reglas y normas que han planteado los creadores del juego, capaces de conseguir una más o menos acertada sensación de libertad, que analizada con cierto cinismo, siempre es falsa.

No hay objetivo definido ni un fin concreto, iremos probando diferentes alternativas y hallaremos distintos "finales", aunque como bien rezan las pantallas de carga, el final nunca es el final, y siempre la aventura se termina reseteando y comenzando desde el principio, como si estuviéramos en la película protagonizada por Bill Murray, Atrapado en el tiempo. El narrador sí va teniendo en cuenta nuestras anteriores partidas y finales, y actúa en consecuencia, cambiando muchas veces las reglas del juego, estableciendo un desafiante diálogo con el jugador, a veces muy ingenioso y que funciona a la perfección, otras un tanto pedante.

Lo mejor que se puede decir de The Stanley Parable es que es imprevisible, caótico, desconcertante y bastante gracioso, y tan pronto es capaz de sacarnos una sonrisa como de hacernos pensar, incluso sobre nuestra propia existencia, ojo que a más de uno puede que incluso le llegue a dejar rayado un buen rato. No hay puzles, no hay diálogos, solo nos movemos, interactuamos con algunos elementos del escenario, muy pocos, y tomamos constantes decisiones, simplemente con nuestros movimientos, entrar por la puerta de la izquierda o de la derecha, elegir un camino u otro, apretar o no un botón. Suena extraño, lo sabemos, por ello empezamos diciendo en este texto que estamos ante una de las aventuras más originales que hemos probado nunca, con momentos impagables, que evidentemente no os vamos a destripar.

The Stanley Parable no ha salido de la nada, su origen se remonta al verano de 2011, cuando apareció como un mod gratuito para Half-Life 2, que a pesar de haber cosechado muy buenas críticas, pocos conocían. Ahora llega a Steam con nuevos contenidos e ideas, un apartado técnico mucho mejor, la excelente voz de Kevan Brighting como narrador –con subtítulos en castellano-, y en definitiva un excelente remake de la idea original, que compensa los 10 euros que cuesta. Por cierto, bajad su demo, ya que es una de las más originales que recordamos, no se trata de un pedazo del juego, sino de una aventura completamente diferente, independiente del producto completo.

El final nunca es el final

The Stanley Parable es un juego un tanto hipster, que no rompe la cuarta pared, simplemente la destroza, por momentos tan ingenioso como pretencioso, que a veces se cree demasiado inteligente, rozando la pedantería, pero que a todos aquellos que estáis ávidos de nuevas experiencias, siempre buscando juegos diferentes, seguro que os va a encantar, es único en su especie. Le dedicarás 3 o 4 horas explorando todas sus posibilidades, no mucho más, pero será tiempo suficiente para dejarte desconcertado, para sacarte más de una sonrisa, para sorprenderte con su ingenio, y para que incluso te haga pensar, sobre la narrativa de los videojuegos, y quien sabe si en algo más profundo. Te podrá gustar más o menos, conectarás o no con su propuesta, pero no se puede negar que es polémico, arriesgado, diferente, y sobre todo, necesario, un tono más que añadir a la cada día más compleja paleta de colores que es el mundo de los videojuegos.