Análisis The Crew Motorfest: Variedad y cantidad sobre ruedas, en el mar y por el aire (PC, PS5, Xbox Series X/S, PS4, Xbox One)

Correr por las calles de Honolulu en un hipercoche a toda velocidad. Saltar por un volcán conduciendo un vehículo monstruoso. Adelantar por las dunas en un robusto 4x4. Disfrutar del paisaje de la playa al volante de un clásico motorizado. Volar sobre nuestros rivales al manillar de un impredecible quad. Tomar curvas peliagudas en motos de gran cilindrada. Vivir una experiencia futurista en un coche eléctrico durante una tormenta intensa. Cabalgar las olas en carreras en lanchas. Surcar los cielos en aviones de época. Destruir a nuestros adversarios en un battle royale sobre ruedas.

The Crew Motorfest se caracteriza por la variedad y la cantidad de sus contenidos. Al jugar al arcade de conducción de Ubisoft Ivory Tower es complicado olvidarse de Forza Horizon, no porque sea el referente principal del género, sino porque el nuevo The Crew replica muchos de los valores de la saga de Playground Games, como ofrecer momentos espectaculares al volante dignos de un juego de acción y un tono inspirado por los festivales de música. Aun así, el estudio lionés consigue tener cierta seña de identidad en el amplio catálogo de actividades, y sobre todo, en su estructura: las playlists.

Muchas experiencias de conducción en Hawái

El mejor The Crew hasta la fecha nos lleva a Oahu (recreada con libertad creativa para añadir elementos de otras zonas del archipiélago hawaiano), un paraíso turístico que ofrece distintos terrenos y entornos por los que conducir, y que se ha vestido para la ocasión con decoración vistosa, colorida y variada propicia para un festival del motor. La actividad principal en este mundo abierto, diseñado como una mezcla de la Australia y el México de los Horizon, son las playlists, un amplio catálogo de campañas con propuestas diferentes en la temática, en lo jugable y en la ambientación que también sirven para que conozcamos la isla.

Cada una de estas playlist se presenta con un vistoso vídeo en imagen real que deja claro el tono y el estilo del puñado de pruebas, en algunas listas más y en otras menos, que jugaremos a continuación. Hay una centrada en la cultura de las carreras japonesas, por lo que nos ponen al volante de vehículos fabricados en el país nipón para participar en carreras a varias vueltas, recorridos, duelos y competiciones de derrape mientras recorremos un Hawái casi siempre nocturno y decorado con dragones de neón. Las hay dedicadas a coches específicos y marcas, como las playlist de Mustang y Lamborghini, y otras centradas en estilos de conducción como el off-road, el rally y el drifting.

Hay algunas que destacan sobre las demás por su originalidad. La que más nos ha gustado es la dedicada a los coches clásicos, con una prueba para cada década, que ajusta el estilo artístico y jugable a cada cual: una en blanco y negro, otra con los colores vivos de los 70… El final de esa lista, ambientado en los años 80, es absolutamente increíble, y todas estas pruebas tienen la particularidad de prescindir del GPS: el recorrido lo conocemos gracias a unas fotografías Polaroid que nos indican hacia dónde girar al pasar un elemento reconocible del escenario.

Hay más ideas tan curiosas como esa: las competiciones con hipercoches eléctricos nos ponen en un Hawai azotado por una espectacular tormenta eléctrica y coloca en las calzadas pistas que otorgan un turbo al pasar sobre ellas, hay otra playlist en la que un estridente youtuber propone una serie de duelos para probar si es mejor un coche u otro, la de Fórmula 1 obliga a cambiar de neumáticos conforme se desgastan y otra más dedicada a un reputado modificador de coches japonés en la que probamos algunos de sus vehículos. Nos dejamos muchas, como la dedicada al motociclismo y la centrada en las lanchas y los aviones, pero os hacéis una idea de la inmensa variedad.

La atracción principal es completar todas estas playlist, lo que os llevará alrededor de veinte horas y recompensan con un vehículo destacado de los que te han prestado durante los eventos, pero tras completar cada lista se desbloquean retos que cumplir en sus pruebas para obtener aún más recompensas, además de los desafíos y las actividades fotográficas que se reparten por el mundo abierto. Además, al terminar todas las playlist se pueden rejugar todos los eventos modificando la categoría del vehículo, la climatología y el momento del día. Por si fuera poco, hay desafíos semanales temáticos y temporadas que añaden gratis playlist, vehículos y temáticas.

Conducción simple en un mundo diverso

Hawái también destaca por la cantidad de ecosistemas que aloja: hay una gran ciudad, zonas rurales, campos, bosques, playas, desiertos, volcanes. Es diversa y espectacular, pero nos ha parecido poco densa en cuanto a retos. El quedarnos sin cosas interesantes por hacer al ir de un evento a otro es un problema porque el viaje rápido a cualquier punto destacado del mapa tarda un puñado de horas en desbloquearse. Al menos, una vez hemos comprado una lancha y un avión, en cualquier momento podemos cambiar entre los tres tipos de vehículos, lo que agiliza el ir de un punto a otro. Eso sí, nos ha agradado que en lugar de llenar el mapa de carteles y otras cosas que romper, aquí se ha optado por esconder recompensas que se detectan con un radar que pita más conforme nos acercamos, lo que es algo más estimulante que la propuesta de Horizon en este apartado.

Sin embargo, el gran fallo de The Crew Motorfest está en la disonancia que rodea a toda la experiencia. Es un arcade de conducción que, durante esas playlist, da mucha importancia a la cultura automovilística: constantemente te están contextualizando los coches que conduces y la inteligencia artificial del GPS u otros personajes te cuentan historias sobre las disciplinas, las marcas y las categorías de las máquinas. Por ello choca la poca importancia que tiene la conducción en sí misma. Es entretenido manejar los vehículos, la gestión del nitro da un siempre bienvenido toque estratégico a las carreras y hemos vivido algunos momentazos con carreras que se decidían en los últimos segundos, con duelos muy intensos y con competiciones off-road espectaculares.

Pero el control de los coches no es satisfactorio porque todos los que pertenecen a una misma categoría se perciben igual. Al acelerar, al derrapar, al frenar y al girar no tardamos en darnos cuenta de que, a excepción de algunos vehículos que han recibido un tratamiento más exclusivo, no hay diferencias palpables dentro del mismo arquetipo (supercoches, eléctricos, quads, clásicos, 4x4, etcétera). Incluso teniendo en cuenta que es un arcade, da la sensación de que los coches no tienen peso, y las físicas de los impactos y de los roces son a veces inexistentes, y a veces impredecibles.

En un juego centrado en ampliar el garaje hasta el infinito y más allá con casi 600 vehículos, es un fallo grave que, además, provoca que nos acomodemos, que no percibamos novedades jugables tras las primeras horas y que, en definitiva, nuestro cerebro desconecte de lo que está ocurriendo en la pantalla y lo que están haciendo nuestras manos instintivamente. Un error que se acrecenta en las otras disciplinas, los aviones, las lanchas y las motos, que en esencia son menos satisfactorias.

A ello hay que sumar un sistema de dificultad que no nos ha terminado de encajar, o viceversa, que no hemos terminado de encajar en él. Esto es algo muy subjetivo y la experiencia de cada uno puede ser diferente. Al comenzar la partida elegimos entre tres niveles de dificultad generales, y conforme completamos carreras, el título nos sugiere aumentar o disminuir el reto. Así, hay cinco niveles de dificultad para los eventos que, además de con estas sugerencias, podemos cambiar desde los menús; el problema está en que, con cierta experiencia, el penúltimo nivel es muy fácil y el máximo requiere en algunas pruebas una precisión casi milimétrica, por lo que estábamos cambiando asiduamente de uno a otro, lo que nos hacía estar más tiempo todavía en unos menús que ya de por sí son obtusos.

Porque a los menús accedemos muchas veces en una sesión de juego. Ya sea para abrir el mapa y marcar nuestro punto de ruta, para recoger recompensas, para seleccionar listas de juego y ver el progreso en ellas, o para modificar nuestros coches. Como si se tratara de un Diablo o un Borderlands, aquí nos otorgan equipamiento, piezas con habilidades pasivas (más fuerza al chocar con otros vehículos, aumentar la precisión de los frenos…) que equipar en los huecos correspondientes del coche. Ni se nota demasiado a los mandos ni es satisfactorio, porque nos dan tanta basura que vamos a eliminar conforme llegue al buzón, que este sistema se percibe como un trámite, una molestia por la que pasar de vez en cuando si una carrera concreta se nos atraganta, algo que no suele ocurrir.

Un online curioso donde faltan modos básicos

Toca hablar del modo en línea, donde los desarrolladores han tomado varias decisiones cuestionables. Podemos explorar Hawái acompañados de nuestros amigos y participar con ellos en las pruebas, pero esta opción no tiene juego cruzado con otras plataformas. Donde sí hay juego cruzado es en las tablas de clasificación y en los dos modos principales.

Grand Race es una caótica carrera de 28 jugadores que hace gracia al principio pero no tarda en quemarse, y Demolition Royale es un curioso battle royale en el que aparecemos como avión, caemos transformados en coche y debemos recoger potenciadores y escudos para que nuestro equipo de cuatro jugadores sobreviva a los otros siete; en ambos modos, el circuito y/o el escenario cambian cada ciertas horas, no se pueden elegir. Se echan en falta torneos clasificatorios, competiciones e incluso algo tan básico como un modo carrera rápida online. No hay multijugador a pantalla partida.

Cumplidor en lo audiovisual, con claroscuros

Pasando al apartado audiovisual, The Crew Motorfest es un juego vistoso, capaz de ofrecer panorámicas de aúpa y, como ya adelantamos cuando hablamos de las playlist y del mundo abierto, variado artísticamente. Los modelados de los coches son correctos sin destacar y tienen un toque plasticoso, aunque es cierto que algunos vehículos están más trabajados que otros, algo que se nota sobre todo en los interiores. La sensación de velocidad es fantástica, los efectos climatológicos son cumplidores sin sorprender, y como dijimos más arriba, las físicas no lo son tanto. Además, con la cámara dinámica (la predeterminada, también hay estándar, de interior, de capó y de circuito), hemos notado un extraño fallo cuando nos impactan por detrás, que provoca un molesto corte, un cambio inmediato en la posición de la cámara.

En la versión para PC que hemos jugado hemos echado en falta técnicas de reescalado como DLSS y AMD FSR, aunque con el equipo que indicamos al final de este análisis hemos conseguido a una resolución de 3440x1440 y ajustes en Alto los 60 FPS estables, ya que no hay framerate desbloqueado; también se puede elegir bloquearlos a 30 FPS.

En lo sonoro también hay unas de cal y otras de arena. La radio cuenta con muchas emisoras, pero hay pocos temas en cada uno de los estilos. Los efectos de sonido son culpables de que muchos vehículos se perciban casi iguales, y a pesar de que hay momentos efectistas como al pasar por túneles o al saltar, está menos trabajado que en sus referentes. La localización al español de los textos es buena, pero en un juego donde nos están constantemente hablando se echa en falta un doblaje al español, pues habrá quien se distraiga de la carretera al leer los subtítulos.

Conclusión

The Crew Motorfest es el mejor juego de la serie y destaca por su variedad y su cantidad. La idea de las playlist y la ejecución de las mismas es genial: desborda amor por la cultura automovilística, consigue transmitirlo al jugador y ofrece experiencias diferenciadas y curiosas. Sin embargo, sigue sin corregir el Talón de Aquiles de sus predecesores: la conducción es demasiado simple y homogénea en los coches, y todavía más en las motos, las lanchas y los aviones. El mundo abierto que representa en una sola isla el archipiélago de Hawái es diverso y capaz de ofrecer algunos recorridos muy interesantes, pero se percibe poco denso de actividades secundarias. En lo visual y en lo sonoro no destaca, ni para bien ni para mal.

Así, la obra de Ubisoft Ivory Tower es un producto que, si se midiera al peso, sería fantástico: aquí hay juego variado para rato. Pero el videojuego y la cultura en general no se mide al peso, sino por sensaciones y por los momentos que nos hacen vivir, y aunque hay que elogiar algunas de sus propuestas, el tercer The Crew, aun siendo un competente arcade de conducción, queda lejos de otros grandes del género y de su principal referente, Forza Horizon, en el que se fija demasiado perdiendo casi toda seña de identidad.

Hemos realizado este análisis en PC gracias a un código facilitado por Ubisoft España. El equipo utilizado se compone de una Nvidia RTX 3070, un AMD Ryzen 5600X y 32 GB de RAM.