Análisis de Strength & Honour (PC)
Strength&Honour –S&H a partir de ahora- es un título de estrategia por turnos, con batallas en tiempo real, que se centrará en el período que va desde el 260 a. C. hasta el 100 d. C. En un principio, sus posibilidades son amplísimas: podemos controlar de manera individual todas las ciudades que comprenden nuestro imperio, declarar la guerra o firmar tratados de paz con nuestros vecinos, mandar asesinos o diplomáticos para solucionar problemas, etc. El problema radica en que se trata de un juego que no divierte. Sí, prácticamente lo podemos hacer todo: desde subir los impuestos en las diversas ciudades que controlemos, hasta seleccionar el sistema de gobierno que vamos a implantar. Pero no habrá alicientes que nos inciten a jugar, ni si quiera el hecho de conquistar el mundo nos alegrará la tarde.
Y es que de eso va S&H. En el modo campaña, deberemos seleccionar el período histórico en el que nos vamos a centrar. Cuando lo hayamos hecho, simplemente tendremos que escoger a una de las naciones disponibles y a partir de ahí, conquistar el mundo conocido. Aunque no será una tarea sencilla, más que nada porque hablamos de un juego muy denso; hay infinidad de posibilidades escondidas en un sinfín de menús que nos volverán locos desde el principio.
Y para colmo, los desarrolladores han pensado que lo mejor sería no incluir un tutorial con el que ir aprendiendo paso a paso los conceptos más básicos del juego, por lo que al final, nos encontraremos con que no sabemos muy bien por dónde empezar. La lectura del manual será obligatoria si lo que queremos es comenzar con buen pie.
Como os podéis imaginar, gestionar un pequeño grupo de ciudades será una tarea sencilla. En cambio, cuando tengamos bajo nuestro mando un buen número de poblaciones, la cosa se complicará un poco más: habrá ciudades que funcionen bien sin casi tocar ningún parámetro, en cambio, nos podremos encontrar con otras ciudades en las cuales, los habitantes no estén contentos. Así pues, en cada uno de los turnos, deberemos ir revisando todas las ciudades que estén bajo nuestro mando para evitar que el descontento popular aumente, y para ello, deberemos enriquecer a toda la población. Aún así, en muchas ocasiones, las ciudades querrán separarse de nuestro imperio y entonces, habrá llegado el momento de tomar decisiones de suma importancia. Podemos optar por tácticas poco ortodoxas como mandar asesinos para que terminen rápidamente con los dirigentes insurrectos, o si lo preferimos, podemos intentar calmar las ansias de poder otorgándoles plena autonomía -así podrán gestionar al ejército y los impuestos-.
También, como habíamos comentado antes, será importante conseguir acuerdos con otras naciones ya que por ejemplo, un acuerdo político con una ciudad, nos proporcionará información valiosa sobre los movimientos enemigos; así como un buen acuerdo comercial nos permitirá obtener recursos económicos con los que costear nuestros gastos militares. Y aquí debemos resaltar la importancia del ejército. Las naciones enemigas no pararán hasta que terminen con todo nuestro imperio y la única manera de hacerles frente será mediante un gran ejército, aunque los diplomáticos pueden intentar conseguir la paz mediante acuerdos.
Para empezar, deberemos ir comprando a las unidades que lucharán por nuestra causa en las diferentes edificaciones que se encuentran repartidas por nuestras ciudades. Los generales, serán los encargados de encabezar los batallones que podrán llegar hasta las mil unidades. En cada uno de nuestros turnos, podremos ir moviendo nuestras tropas de un lugar a otro. Si vamos a pisar una ciudad que no es nuestra, deberemos antes firmar un tratado militar ya que si no lo hacemos, les estaremos declarando la guerra.
Cuando avistemos a un enemigo podremos lanzar nuestra tropa contra ellos, entrando de lleno en una batalla en tiempo real. La acción, por tanto, cambiará por completo. En escenarios en tres dimensiones, deberemos combatir contra los enemigos combinando a la perfección los distintos tipos de unidades: los arqueros será mejor colocarlos en la retaguardia para que puedan cubrir a nuestra infantería, como también será mucho más provechoso mandar a la caballería para que terminen con los arqueros enemigos. También habrá que tener en cuenta la orografía del escenario: los arqueros serán mucho más eficaces en zonas elevadas, por ejemplo.
El problema en estas batallas, y en el juego en general, radica en que la inteligencia artificial de nuestros rivales no será todo lo buena que se podría esperar. Nuestros enemigos suelen tener una actitud demasiado inocente: nosotros podemos mandar a todo nuestro ejército de golpe a por las tropas enemigas, que ellas se quedarán impasibles sin ni siquiera intentar buscar una solución al problema que se les viene encima. También será frecuente encontrarse con decisiones no demasiado inteligentes como pasar por una ciudad nuestra y no conquistarla.
Por lo tanto, la dificultad con la que nos encontraremos en S&H no vendrá dada por las tácticas y las estrategias de nuestros enemigos, sino que nos costará avanzar en la campaña por culpa de un interfaz farragoso. Y es que ya lo hemos comentado al principio del análisis. S&H es un título denso, con un montón de posibilidades que se ocultan tras un sinfín de menús desplegables y tablas con estadísticas. El jugador en todo momento se sentirá perdido al no saber muy bien cómo enfocar la acción, por tanto, pensamos que este es uno de los principales problemas con los que se encontrará el jugador.
Durante las batallas, la cosa cambia y mejora en cierto sentido: como hemos dicho, nuestro ejército puede estar formado por hasta mil unidades que se enfrentarán con hasta tres ejércitos de más de mil unidades cada uno. Pero todo sigue siendo demasiado simple: las animaciones de las unidades como su nivel de detalles… nada es destacable.
Al menos, sí podemos decir que el juego funcionará en la mayoría de equipos sin ningún tipo de problemas. En cuanto al apartado sonoro, tampoco hay mucho que destacar. Las melodías son demasiado repetitivas y habrá muy poca variedad. Los sonidos FX son de lo más típicos y tampoco es que abunden en el desarrollo de la acción: batallas y poco más.
Así pues, poco más podemos decir de este título. Los amantes de la estrategia por turnos puede que encuentren algo de diversión en el ir navegando por un sinfín de menús mientras intentan firmar la paz con una gran potencia mundial, pero el resto de jugadores, seguramente se queden sin encontrarle la gracia al producto. También existe la posibilidad de jugar a través de Internet pero como es un título poco conocido, encontraremos problemas a la hora de encontrar a gente con la que jugar. Por último, cabría destacar el trabajo realizado por Friendware al traducir al castellano el juego. Por lo menos, en ese sentido no existen problemas a la hora de iniciar nuestra andadura en el mundo antiguo.