Análisis Shinobi: Art of Vengeance: el mejor regreso posible para Joe Mushashi (PC, PS5, PS4, Xbox Series X, Xbox One, Switch)

Una de las mejores iniciativas que pueden tomar las editoras más veteranas, con un enorme legado de licencias guardadas bajo llave, es prestarlas a estudios independientes con talento que están dispuestos dar una segunda oportunidad a sagas que parecían destinadas al olvido o, en el mejor de los casos, colecciones retro. Y Sega es una compañía con decenas y decenas de juegos de los 80 y 90 que esperan su turno entre los Sonic y Like a Dragon anuales.

La relación entre Sega y Lizardcube viene desde hace tiempo; en 2017 lanzaron Wonder Boy: The Dragon's Trap (que no dejaba de ser un remake, precioso eso sí) y Streets of Rage 4, un brillante beat'em up que por fin hacía justicia a una marca que llevaba años intentando volver sin mucho éxito (ya desde los tiempos de Dreamcast). Pero este es el año del ninja, y si Ninja Gaiden pisa fuerte con tres lanzamientos en 2025, el viejo Joe Mushashi no iba a ser menos. Shinobi: Art of Vengeance es todo lo que podríamos desear de su retorno... e incluso más.

La senda del Shinobi

Han pasado más de 10 años desde el último juego de la saga (Shinobi/Shinobi 3D de 2011) pero Mushashi debe volver a empuñar Oborozuki. Muy pronto descubrimos que su aldea ha sido atacada por unas fuerzas malignas que han convertido en piedra a su clan. La organización ENE Corp. y el poderoso Lord Ruse han conseguido doblegar a los ejércitos de todo el mundo, y ahora sólo nuestro protagonista se interpone en su victoria total. La aventura comienza en la aldea de Oboro, pero este viaje épico te llevará por bosques, cuevas, ruinas, castillos, ciudades, mercados y bases secretas, enfrentándote a soldados, ninjas, robots y otro tipo de criaturas demoníacas.

Sabíamos que Lizardcube dominaba el aspecto visual (de esto hablaremos más adelante) y el gameplay, que en Streets of Rage 4 era impecable. Shinobi: Art of Vengeance es una versión moderna de Shinobi: tenemos todos los movimientos clásicos, pero con una velocidad y fluidez que no habíamos visto en 8 o 16 bits. Los combos salen de manera natural, los golpes son contundentes, puedes realizar juggles, machacar a los rivales antes de que toquen el suelo, pasar rápidamente a otro objetivo y prepararte ante la siguiente oleada, que probablemente traerá enemigos con escudos o algún truco bajo la manga.

Es previsible que en los próximos días veamos comparativas entre el planteamiento de Ninja Gaiden: Ragebound y Shinobi: Art of Vengeance, pero de manera resumida podríamos decir que el juego de The Game Kitchen es más fiel al gameplay clásico de Ninja Gaiden (ataques rápidos, te hace mantenerte en constante movimiento) mientras que Lizardcube potencia una jugabilidad más inspirada en juegos de lucha, con un diseño de niveles más sencillo para favorecer las arenas de combate; se reconoce el ADN de Streets of Rage 4. Aunque por supuesto, esto necesita muchos matices.

¿Hablamos de un metroidvania? No... O al menos no en el sentido más estricto. Una gran cantidad de fases presentan un desarrollo bastante lineal si no investigas por tu cuenta, y es que hay muchas tareas opcionales en cada nivel, desde desafíos extra, coleccionables (las reliquias de Oboro, para comprar técnicas en la tienda), las grietas del Ankou o los cofres secretos, y os podemos decir que es bastante complicado descubrir todo en la primera pasada. Así que sí, las fases son lineales pero se pueden investigar más allá del recorrido principal.

También es un juego por fases, por lo que no hablamos de un mundo interconectado. Pero es verdad que hay algunas zonas, especialmente las últimas, que tienden a ser más laberínticas. En estos casos, en los que se utilizará más el viaje rápido entre puntos de guardado, hablaríamos de un diseño más libre y con vuelta sobre nuestros pasos. De hecho hay un guiño claro a los metroidvania: algunos de las primeros niveles incluyen zonas inaccesibles (por ejemplo las barreras yokai) que requieren alguna habilidad que no disponemos en ese momento, y está pensado para que vuelvas más adelante. Es un juego muy arcade, y aunque llegar a los créditos finales te llevará unas 10 horas dependiendo de la dificultad elegida (se pueden tocar muchos parámetros), todavía tendrás tiempo para exprimirlo con las tareas pendientes.

Mushashi se controla a la perfección. A los combos, el movimiento evasivo, la voltereta ninja o los limitados kunais, se suma la ejecución shinobi (los enemigos disponen de una barra bajo su salud) que permite liquidar a múltiples objetivos en cadena, hay diferentes ninpos (ataques mágicos que consumen una casilla propia) para activar desde la pose ninja, o los demoledores ninjutsus, que barren toda la pantalla. Y como hemos mencionado, en la tienda se puede ampliar el arsenal de ataques básicos y movimientos especiales, más los amuletos con ventajas pasivas o activas. Tienes un auténtico arsenal para que, si lo deseas, puedas hacer auténticas virguerías (en las dificultades más altas necesitarás echar mano de todos los trucos). Shinobi: Art of Vengeance invita a ser creativos y ofrece una buena variedad de enemigos, muchos de ellos extraídos de los clásicos.

Decíamos que Lizardcube ha puesto el foco en la acción, pero eso no significa que no encontremos algunos niveles con sus plataformas y ligerísimos puzles de palancas o desplazamiento de bloques. Sólo en la recta final, cuando hemos acumulado suficientes movimientos de exploración, como las garras para escalar ciertas paredes o el planeador, se empiezan a combinar corrientes de aire, saltos dobles y plataformas un poco más desafiantes para dar al diseño del nivel una variedad muy necesaria.

De este maravilloso gameplay sólo hemos encontrado un par de pequeñas pegas. Una es su mapa, que no es todo lo suficientemente detallado que desearíamos. Sí, indica las puertas bloqueadas, pero cuando abres una que está en otra zona no siempre queda claro qué habitación o pasillo has abierto. Puesto que sólo hay uno o dos niveles un poco enrevesados tampoco es un problema muy habitual, y no te llevará más que un tiempo descubrir tu próximo destino.

El otro inconveniente está en sus secciones contrarreloj, aquellas con una amenaza en constante movimiento que nos piden correr o ascender por un tramo sin cometer un error: al primer fallo, volverás a comenzar esta prueba. También durante la partida corriente muchas veces lo peor de las amenazas ambientales, que no restan demasiada vitalidad, es que nos devuelven al último punto de control. Esta nula permisividad puede ser un poco frustrante y en nuestra opinión habría sido preferible que al tocar unos pinchos durante un vuelo en planeador se castigase con más daño pero no la muerte instantánea.

Aspectos mejorables, al menos para nuestro gusto, que son de lo poco que podemos criticar a un título sobresaliente. Shinobi: Art of Vengeance sabe cuándo ser exigente, cuándo cambiar de ritmo para no saturar entre los enfrentamientos obligatorios y aquellos que no lo son, introducir fases de persecución o colocar algún subjefe a mitad de recorrido. Hablando de jefes, quizás no sean los más espectaculares o imponentes en tamaño, pero están planteados para sacar lo mejor del sistema de combate y, en ocasiones, aprovechar alguna mecánica recién aprendida.

Cuando crees que has visto todo en Shinobi: Art of Vengeance, tendrás la oportunidad de sacar el 100 % de cada fase, desbloquearás un modo Boss Rush para derrotar a los jefes en el menor tiempo posible y un modo arcade para todos los escenarios que te pide conseguir el mejor rango posible y quién sabe, quizás logres obtener una poderosa nueva arma o un nuevo desafío.

Unos gráficos a la altura de la diversión

Shinobi: Art of Vengeance no es sólo un plataformas de acción entretenidísimo, también se ve de lujo. La cuidada animación, la cantidad de planos para dar profundidad y el reconocible estilo de cómic (más europeo que japonés) que ya vimos en pasados trabajos del estudio encajan muy bien en Shinobi. Que guste más este "dibujo animado" o el pixel-art de Ninja Gaiden: Ragebound es una cuestión personal: las dos desarrolladoras han tomado la decisión correcta de aprovechar sus fortalezas artísticas.

Gracias a que este Shinobi abarca una gran cantidad de temáticas, desde paisajes naturales a zonas industriales o de fantasía, también despliega multitud de paletas y juegos de luces. Nos costaría elegir nuestras favoritas, pero quizás las de temática futurista sacan lo mejor de su arte, sin desmerecer las localizaciones de ambiente más nipón.

De la banda sonora quizás seamos menos entusiastas. Que conste que hay buenos temas para los momentos de acción, pero nada realmente memorable, y eso es una pequeña decepción si tenemos en cuenta que detrás están Tee Lopes y Yuzo Koshiro. El primero es conocido por Sonic Mania (entre otros Sonic modernos), Streets of Rage 4 Mr. X Nightmare o Metal Slug Tactics, mientras que el segundo (que viene de lanzar el excelente Earthion) no necesita presentación y ha participado en varios Shinobi clásicos. La música cumple, pero esperábamos algo más.

Conclusiones

Art of Vengeance es Shinobi a la enésima potencia: más rápido, variado, rejugable y con más contenido que nunca, adaptado a los tiempos modernos pero capaz de convencer a los veteranos. Cada minuto frente a la pantalla ha pasado volando, y las detalladas opciones para ajustar la dificultad aseguran que cualquiera puede encontrar el punto exacto de reto y diversión.

Shinobi: Art of Vengeance y Ninja Gaiden: Ragebound no son competencia pese a su casi coincidencia de lanzamientos, sino dos joyas que se complementan muy bien y vuelven a demostrar que cualquier gloria pasada puede regresar por todo lo alto si cae en buenas manos. Sólo podemos esperar que Lizardcube esté trabajando en otra licencia de Sega porque son los más indicados para resucitar Golden Axe, Comix Zone o lo que se propongan. Confianza ciega en esta desarrolladora.

Hemos escrito este análisis con un código de descarga para PC proporcionado por Cosmocover.