Análisis de Sacred Citadel (PC, PS3, Xbox 360)
Los beat 'em up o "yo contra el barrio" fueron uno de los géneros estrella durante los años 90, tardes enteras en los recreativos o en los salones de nuestras casas jugando a títulos como Double Dragon, Golden Axe, Street of Rage, Final Fight, Knights of the Round, Captain Commando, Cadillacs and Dinosaurs y un largo etcétera de grandísimos juegos de Capcom. Con la llegada de las consolas de 32 bits, los gráficos poligonales y el ocaso de los salones arcade, el género fue cayendo en el olvido, y vivió durante largos años una dura travesía por el desierto.
Por suerte, las plataformas de descarga digital –Xbox Live, PlayStation Network y Steam- han permitido que revivan muchos géneros que creíamos olvidados, como los plataformas en dos dimensiones, los juegos de puzles, o los beat 'em up, no con muchos títulos pero sí unos pocos juegazos como Castle Crashers y Scott Pilgrim Contra el Mundo.
Ahora Deep Silver, en la línea de estos últimos, nos ofrece un nuevo "yo contra el barrio" son sabor añejo, Sacred Citadel, que coge prestado el nombre de la saga de acción y rol de la que ya se está preparando su tercera entrega, a la que sirve de prólogo, para realizar un desenfadado juego de acción arcade.
Podemos jugar en modo cooperativo hasta tres jugadores, ya sea desde la misma consola o a través de internet, sin duda la manera en la que más se disfruta este tipo de juegos. Al comenzar podemos elegir a uno de los cuatro héroes: el Guerrero safiri, el mejor combatiente cuerpo a cuerpo, que utiliza las armas más pesadas y potentes como las hachas y los martillos, el Explorador ancariano, un especialista en el combate a distancia gracias a su arco, y con veloces ataques cuerpo a cuerpo, la Maga serafín, con hechizos que paralizan o hacen arder a los enemigos, además de cierto talento para el cuerpo a cuerpo, y la Chamán khukuri, que lanza proyectiles mágicos y refuerzos que afectan a todo el grupo.
A la hora de la verdad el control, la ejecución de los combos y las sensaciones son muy parecidas entre los cuatro personajes, siendo el elemento diferenciador el ataque secundario, que excepto en el Guerrero, es siempre a larga distancia. Tenemos dos botones de ataque, arma primaria y secundaria, un botón de salto, otro para correr, un ataque especial, y una acción para protegernos, además de poder rodar por el suelo con el stick derecho. La acción de defendernos solo la tendremos que utilizar contra los jefes finales, y si le pillamos el truco y nos protegemos justo en el momento en el que nos atacan, de manera sincronizada, les dejaremos aturdidos, lo que consigue que a veces sea un paseo vencerles.
Hay un toque rolero, según derrotamos enemigos vamos subiendo de nivel, y además de mejorar los atributos –ataque, defensa, destreza, poder-, aprendemos nuevos movimientos y combos. Al comenzar la aventura apenas tenemos ataques, todo parece muy limitado y excesivamente simple, no será hasta que hayamos subido unos cuantos niveles y adquirido nuevos movimientos cuando la jugabilidad gane en interés, aunque se estanca pronto. Hay un combo llamado remate, que se realiza tras tres golpes normales pulsando el ataque secundario, que lanza a los enemigos al suelo, que descubriremos más tarde o más temprano que es demasiado efectivo. Con este combo nos podremos pasar el 90% del juego, lo que da una pobre sensación e inevitablemente consigue que se haga repetitivo.
La aventura está dividida en cuatro actos, con cinco fases cada uno, que se pueden completar en unas 5 o 6 horas, solo con un personaje eso sí, ya que el progreso de cada uno de los cuatro héroes está separado. Nos cuentan una sencilla historia que nos dará prácticamente igual, ya que ni los protagonistas ni el universo que presentan resulta demasiado interesante o con carisma, y se nota que sus creadores de adolescentes pasaron muchas horas jugando al Golden Axe de Sega, al que homenajean en no pocas ocasiones. La música del primer acto es sospechosamente parecida a la del mítico beat 'em up, y algunas situaciones, enemigos y el montar sobre criaturas para combatir nos recuerda mucho al título de Sega.
Al principio Sacred Citadel sabe entretener y propone situaciones diferentes para no caer en la monotonía, aunque esto no se mantiene a lo largo de toda la aventura, tiene graves altibajos de ritmo, a veces es bastante variado, otras muy repetitivo. En las primeras fases además de derrotar a infinidad de enemigos, hay alguna que otra sección de plataformas, abundantes jefes finales, divertidas trampas en los escenarios que afectan tanto a los enemigos como a nosotros, criaturas y máquinas en las que podemos montar para machacar a los rivales, y el desarrollo se hace muy ameno. Pero hacia el ecuador del juego o incluso antes, este dinamismo decae, se desaprovecha la oportunidad de incluir secciones de plataformas, las trampas comienzan a desaparecer, y nos descubriremos realizando siempre el mismo combo una y otra vez, mientras los enemigos se repiten sin descanso, solo cambian en cada acto.
Antes o después de entrar a un nivel podemos visitar un poblado, en el que comprar nuevas armas, armaduras, pociones, o incluso apostar dinero en los desafíos, que nos proponen acabar el próximo nivel sin morir, en un determinado tiempo, o habiendo causado cierto número de puntos de daño. Durante las fases, al derrotar enemigos, estos sueltan todo tipo de objetos, como dinero, ítems que recuperan salud, armamento y accesorios que podemos equipar al instante, viendo sus estadísticas comparadas con el equipo que llevamos, o las útiles pócimas. La curativa, la de furia –que aumenta el daño durante unos segundos-, o la de poder, que rellena el medidor con el que realizamos los ataques especiales. Solo podemos llevar tres pócimas de cada, y tendremos que hacer un uso inteligente de ellas, para no quedarnos con el trasero al aire en los combates más complicados contra los jefes finales, aunque no estamos ante un juego precisamente difícil.
Solo tenemos los cuatro actos y sus respectivos niveles que podemos repetir para obtener la máxima puntuación, consiguiendo la medalla de bronce, plata y oro, o alguno de los tres desafíos de tiempo, salud y daño, y se echan de menos otros modos extra, que no fueran jugar las misma fases una y otra vez, y que aportaran algo de variedad. Estamos ante un título que como más se disfruta es jugando junto a unos amigos, donde nos entretendremos y pasaremos buenos ratos, pero si vas a jugar solo, piénsatelo dos veces, se hace pronto repetitivo, carece de profundidad jugable, y ni siquiera tenemos diferentes niveles de dificultad.
El apartado gráfico es bastante vistoso, usa la atractiva técnica cel shading de manera sutil, sin remarcar en negro los bordes de los elementos, y queda muy bien, tanto en los escenarios como en los enemigos, una estética muy apropiada para un juego arcade de este corte, logrando localizaciones en ocasiones bastante bonitas. Las animaciones sin ser malas no son tan buenas como la dirección de arte, y el diseño artístico de los enemigos y protagonistas cumple, aunque le falta algo de carisma y personalidad, no es capaz de sorprender o sobresalir de lo que se espera en cualquier típico universo de fantasía medieval. La música la queremos destacar por floja, melodías sosas y repetitivas, que se nota no han trabajado lo suficiente, un apartado que han descuidado siendo para nosotros algo importante en un "yo contra el barrio", que históricamente han contado con melodías pegadizas, que más tarde te sorprendías tarareando en tus quehaceres diarios.
Un correcto beat 'em up recomendable para los amantes del género
Sacred Citadel es un buen juego de acción de desarrollo lateral como aquellos que disfrutamos tanto durante los años 90, que incorpora algunos toque roleros como el equipamiento de armas y armaduras, y la progresión de los personajes. Adornos que no ocultan su decida y sencilla apuesta arcade, con poca profundidad y variedad jugable, lo que acaba jugando rápidamente en su contra, a la par que la falta de carisma y encanto del universo que propone. Su mayor baza es el hecho de poder jugar en cooperativo junto a otros dos amigos, ya sea desde la misma consola o a través internet, donde resulta moderadamente entretenido, mucho más gris y soso si vas a jugar solo. Un beat 'em up que no pasará a la historia, pero que tampoco hace nada demasiado mal y cumple en la mayoría de sus apartados. Ya está disponible en Xbox Live por 1.200 Microsoft Points y en PlayStation 3 y Steam por 14,99 euros.