Análisis de Port Royale 3: Pirates & Merchants (PC, Xbox 360, PS3)
Han tenido que pasar bastantes años para que Port Royale reciba una nueva entrega, aunque la espera por fin ha terminado. Con la misma premisa que los dos juegos anteriores, Port Royale 3 nos propone convertirnos en el comerciante más rico del Caribe o en el pirata más temido de los Siete Mares, aunque por desgracia se deja toda la diversión por el camino.
Aburrimiento marítimo
Para los recién llegados, decir que nos encontramos ante un título de estrategia y gestión donde solo tendremos un objetivo: enriquecernos todo lo que podamos. Para alcanzar esta meta, podremos recurrir al comercio entre los distintos puertos del juego, dedicarnos al pillaje o incluso realizar una combinación de ambos estilos de juego. Si optamos por la vía honrada tenemos que saber que la ley de la oferta y la demanda es la clave para alcanzar el éxito. Si en un puerto tienen escasez de algún tipo de recurso podremos vendérselo a precios realmente altos, mientras que si se da el caso contrario, no sacaremos demasiado provecho vendiendo unidades de un tipo de recurso del que van sobrados.
Al principio solo conoceremos unos pocos puertos y puntos de interés, pero si exploramos el mapa podremos descubrir nuevos lugares con los que comerciar y por los que expandir nuestra influencia. Para facilitar todo el proceso de intercambio, podemos fijar nuestras propias rutas marítimas para que el comercio se realice de forma automatizada según los parámetros que indiquemos para que todo vaya según nuestros designios. Precisamente aquí encontramos uno de los grandes puntos flacos de Port Royale 3. Por norma general rara vez ocurrirá algo que nos obligue a variar e improvisar nuestra estrategia, por lo que una vez que hayamos establecido nuestras rutas de comercio nos bastará con quedarnos mirando a la pantalla mientras todo el proceso se realiza automáticamente y viendo cómo nuestros ingresos crecen sin parar, quitándole casi toda la dificultad y diversión al título.
Continuando con el sistema de juego, las ciudades serán puntos muy importantes donde pasaremos buena parte del tiempo. En estos sitios encontraremos edificios de todo tipo que nos servirán para una cosa u otra, ya sea para escuchar rumores, aceptar objetivos secundarios, comprar barcos, levantar nuestros propios edificios, etcétera. La obtención de licencias para construir es algo a tener muy en cuenta, ya que nuestras estructuras nos reportarán recursos a un coste mucho menor de lo habitual.
A medida que vayamos amasando fortuna también iremos subiendo de rango. Llegar a nuevos rangos nos permitirá desbloquear diversas características que harán mucho más fácil nuestra vida marítima. Por ejemplo, uno de los rangos será el que nos permita comprar licencias para construir edificios. Otro aspecto importante será el de la popularidad, ya que nos interesará mantener contentos a los ciudadanos de los diversos puertos. Para ello lo mejor será que les llevemos recursos raros y que no les quitemos los suyos más escasos (que a fin de cuentas puede ser otra estrategia dejar a un puerto sin un recurso para luego revendérselo a un precio estratosférico).
Si lo de ser honrados comerciantes no va con nosotros, como piratas tendremos que preocuparnos de invertir nuestros recursos en grandes y poderosos barcos que nos permitan asaltar sin problemas cualquier nave que se nos ponga por delante. Fijar los puntos donde deseamos realizar pillajes será importantísimo, por lo que posicionar bien a nuestra flota por los mares del Caribe será algo básico. Esta vía también nos permitirá crear una nueva facción y asaltar puertos para unirlos a nuestra causa y aprovecharnos de todos sus recursos. Eso sí, tendremos que cuidarnos de que las autoridades de los distintos reinos no nos den caza, ya que a medida que ganemos fama, más enemigos vendrán a por nosotros y más protección tendrán los barcos mercantes.
El combate naval se limita básicamente al número de unidades y al tipo de arma que tenemos, aunque nos permite tener un papel algo más activo al decidir las diversas estrategias a seguir, mientras tenemos en cuenta otras variables como la dirección en la que sopla el viento. Probablemente sea de las partes más interesantes de la jugabilidad de Port Royale 3, aunque tampoco resulta nada del otro mundo. El problema de dedicarnos a la piratería es que acaba por resultar una vía muy limitada en opciones y que se hace bastante repetitiva.
Sin embargo, el gran problema de Port Royale 3 reside en su desastrosa interfaz. En un juego de estrategia y gestión como este, encontrarnos con una interfaz minimalista, donde casi todas las acciones importantes y de uso frecuente se encuentran ocultas, y donde nos obligan a hacer una gran cantidad de clicks para hacer casi cualquier cosa, es algo imperdonable. A efectos prácticos es como una invitación para dejar de jugar, ya que convierte toda su jugabilidad en algo innecesariamente complejo y engorroso. Si acciones tan básicas como movernos entre nuestros barcos puede ser algo realmente complicado, imaginaros la odisea que llega a ser el gestionar una batalla naval.
En cuanto a modos de juego nos encontramos con la campaña, el modo libre y el multijugador online. La campaña para un jugador es en realidad un tutorial dividido en dos (piratas y mercaderes) donde nos explicarán los entresijos de cada una de las dos vías. Su narrativa y desarrollo no es nada del otro mundo, así que no esperéis grandes cosas de ella. Por otro lado, el modo libre nos permitirá configurar una gran cantidad de parámetros para embarcarnos en una partida a nuestro gusto. Finalmente, el multijugador online nos permite jugar hasta con otros tres jugadores, haciendo algo más interesante la experiencia. Por desgracia, encontrar una partida puede ser algo realmente complicado y llenarla con cuatro jugadores más todavía.
Gráficamente Port Royale 3 no es ninguna maravilla, aunque se deja ver lo suficientemente bien como para que no nos desagrade. Tenemos que destacar especialmente la recreación del agua, que nos ha parecido bastante buena y con unos reflejos según la iluminación que haya muy conseguidos. Sin embargo, la dirección artística pasa sin pena ni gloria, y las texturas y modelados de las islas y las ciudades no son para tirar cohetes. Tal y como comentamos anteriormente, la gran lacra de este apartado la encontramos en su interfaz, ya que un juego de este tipo tiene que tener una buena interfaz antes que una recreación visual de primer nivel (si tiene ambas cosas mejor).
Finalmente, en lo que respecta al sonido, la banda sonora es meramente funcional. A pesar de que se adapta bien a lo que vemos en pantalla, llega a hacerse muy repetitiva y no cuenta con ningún tema realmente destacable. Los efectos de sonido cumplen con su cometido sin alardes y el doblaje (en inglés con subtítulos en español) no pasa de lo meramente correcto.
Conclusiones
A pesar de los años transcurridos desde el lanzamiento de los dos primeros juegos de la saga, Port Royale 3 es un título muy continuista que peca de errores demasiado graves y que enturbian un título que podría haber dado mucho más de sí. Realmente esconde muchas posibilidades, pero su falta de dinamismo y de dificultad acaban por limitarlo bastante. Y todo esto sin contar su terrible interfaz, sin duda el mayor problema de todos los que arrastra esta entrega y que termina de matar toda la diversión que podríamos haber encontrado en él.