Análisis de Mirror's Edge Catalyst (PC)
Si algo tiene internet es que le da a cualquiera la oportunidad de dar su opinión. Esto no es necesariamente bueno, pero a veces nos permite rescatar proyectos que de otra manera habrían caído en el olvido. Sony reconoció que, sin la insistencia de los fans, The Last Guardian habría sido cancelado. Lo mismo pasó con Bayonetta 2 y con el juego que hoy nos ocupa: Mirror's Edge Catalyst.
El Mirror's Edge original fue un juego muy discreto, casi de nicho, pero con mucha personalidad y encanto.
Esto hizo que arrastrara una pequeña legión de fans (mucho mayor que sus ventas, de todos modos), que ahora ven sus exigencias materializadas en una nueva entrega que viene a expandirse en todos los sentidos, con una historia más elaborada y pasando al mundo abierto, con una fórmula que se convierte en un arma de doble filo.
Al borde del espejo
Mirror's Edge Catalyst es un juego de acción, exploración y plataformas en primera persona. Continuando con las mecánicas del original, tenemos una mezcla de combate y parkour, donde se premia la habilidad del jugador para desplazarse de manera fluida, continua y suave por los escenarios, a la vez que luchamos contra enemigos cuerpo a cuerpo.
El mayor cambio es la transición al mundo abierto, que, como comentábamos anteriormente, se convierte en un arma de doble filo. Uno de los fallos del original fue su escasa duración, y para evitar este problema, Mirror's Edge Catalyst adopta esta fórmula que de manera un tanto artificial, aumenta la duración de la aventura principal. Como es habitual, también viene a ofrecer misiones secundarias, carreras contrarreloj y todo tipo de objetos coleccionables.
La historia principal, yendo directamente a por ella sin distracciones, puede completarse en unas siete u ocho horas, aunque hay misiones secundarias que, de completarlas, pueden añadir una o dos horas más de juego. No os confundáis con los desafíos secundarios. Estas misiones secundarias están más elaboradas, cuentan con sus secuencias introductorias y añaden información adicional a la historia. No son el "relleno" del mundo abierto.
Este relleno son los coleccionables –que muchas veces parecen estar repartidos por el escenario porque sí, sin desafío alguno por encontrarlos–, las misiones de recadero –aunque las hay de varios tipos, ya sea de pura velocidad, pasando desapercibidos…–, hackear pantallas o misiones de plataformeo puro en las que tenemos que desactivar una torre para desbloquear el viaje rápido en esa zona. Estas últimas son probablemente las mejores de todas.
No sabríamos decir si el mundo abierto le hace bien o le hace mal al concepto original. Obviamente, la libertad es genial y nos encanta recorrer la ciudad a nuestro gusto, pero, por otra parte, si venimos con la idea del primero en mente, se rompe el dinamismo y el ritmo, y se pierde la intensidad de la experiencia. Incluso si vamos a por la historia, nos vamos a tragar más de un paseo "innecesario" que sentimos que no le hace demasiado bien al ritmo de Mirror's Edge Catalyst.
En cualquier caso, las misiones están bastante bien diseñadas. Son divertidas y variadas, y saben aprovechar el entorno y las nuevas herramientas y habilidades de Faith. Es una pena que no tenga una batalla final en condiciones, ya que la última misión está muy bien planteada y es muy épica –dentro de la paz propia de la saga–, pero jugablemente nos ha parecido un cierre demasiado frío.
Completadas todas las misiones de la historia –primarias y secundarias–, no podemos evitar tener esa sensación de mundo abierto genérico, sin vida ni demasiadas sorpresas, donde encontramos una inevitable sensación de relleno común a la mayoría de juegos de mapa abierto actuales, y donde los coleccionables (aun teniendo su utilidad) aportan pocos alicientes al jugador medio que no tenga particular interés en hacerse con todos. Los más competitivos, al menos, podrán divertirse hackeando paneles y compitiendo en los desafíos de la comunidad y las carreras contrarreloj, muy abundantes y divertidas. En resumen tenemos un juego mucho más grande y ambicioso que el primer Mirror's Edge, pero no necesariamente mejor.
Historia y jugabilidad
Las misiones, como imaginaréis, se enlazan con secuencias de vídeo que nos cuentan la historia de Faith, tanto la que vive durante el juego como la de su infancia. Aunque cumple su cometido, es una historia con bastantes clichés y demasiados personajes sin carisma. Apenas Faith se salva de la mediocridad en lo que respecta a personalidad (y quizás porque ya le habíamos cogido cariño), pero, como decimos, está bien contar con un hilo narrativo que nos meta más en la aventura.
Sí que nos ha gustado mucho más la evolución del control, que ahora resulta mucho más lógico y preciso. Los que jugaron al primero sabrán que, aunque al final te acababas acostumbrando, la distribución de los controles era un tanto particular, y la buena noticia es que esta secuela mantiene la base del control original pero hace la jugabilidad más intuitiva y práctica.
Sigue fallando el combate, que sencillamente cumple sin más, no por el diseño (que es bueno), sino por la ejecución. Ahora no podemos usar armas (lo que tampoco es una gran pérdida) y tenemos gadgets a nuestra disposición para noquear a los enemigos temporalmente, pero las batallas muchas veces rozan lo absurdo, con soldados de élite tropezándose entre ellos como señoras mayores y todo tipo de puñetazos y patadas al aire propias de una tangana cualquiera. Por si fuera poco, hay poquísimos tipos de enemigos, y la inteligencia artificial es nula.
Faith tiene el gancho/garfio que no puede faltar en cualquier juego actual. Éste (y sus diferentes habilidades) lo desbloqueamos según avanzamos, permitiéndonos desplazarnos por el entorno de diferentes maneras y volver a zonas anteriores para llegar a áreas antes innacesibles. A esto hay que añadir el árbol de habilidades, que nos permite personalizar la manera en la que jugamos. Su objetivo es ofrecer una sensación de progreso durante la partida, algo que funciona sin más, aunque no es algo a lo que acabemos dedicándole demasiado tiempo o atención.
Belleza y efectividad con altibajos
Ya sea guiado o abierto, el mundo de Mirror’s Edge tiene una gran personalidad, y DICE ha realizado un gran trabajo a la hora de trasladarlo a la nueva generación con su motor Frostbite. Mirror’s Edge Catalyst luce genial, con muy buenos efectos de iluminación, su ya conocido esquema de colores, zonas bastante complejas, y todo ello a 60 imágenes por segundo que mantienen su tasa bastante estable, aun con algunos bajones puntuales, al menos en la versión de Xbox One, la que hemos probado.
Una de las cosas que más nos ha gustado de esta entrega es poder ver la ciudad de noche. Aunque quizás algo más lento que en otros juegos, éste cuenta con un ciclo de día y noche que modifica la apariencia de la ciudad en tiempo real. Nos ha llamado la atención cómo maneja los atardeceres y los amaneceres, totalmente libres de tonos anaranjados, probablemente para mantener esa estética basada en el blanco y los colores planos de la saga.
Hablando de gráficos, las secuencias de vídeo son prerrenderizadas, aunque están claramente realizadas con el motor del juego.. De hecho, tenemos la sensación de que la idea era que se ejecutaran en tiempo real, pero por alguna razón se ha tirado de vídeo. En cualquier caso, el juego tiene importantes problemas con la carga de texturas y, en menor medida, el popping. No es raro ver cómo cargan las texturas, y si afinamos la vista veremos elementos generarse ante nuestros ojos.
Antes de pasar al sonido, comentar el siempre polémico tema de las resoluciones. La versión de Xbox One (que es la que hemos jugado) va a 720p, la de PlayStation 4 a 900p y la de PC a la que permita vuestro equipo. Incluso a 720p el juego luce bien, pero no vamos a negar que la claridad se resiente y la imagen no es tan nítida como debería, algo perceptible en la mayoría de escenas. Además, siendo un juego que se ve tan "limpio", con escenarios tan angulares, la falta de un antialiasing que merme las carencias de los 720p hace que la resolución se nos antoje demasiado baja, con dientes de sierra que afean el conjunto.
La banda sonora es también discreta, muy ambiental e ideal para acompañar la acción. A pesar de pasar generalmente desapercibida, sí que sabe cuándo hacer acto de presencia, y nos deja algunos momentos en los que es parte integral de la experiencia. A España además llega con unas correctas voces en castellano, algo que siempre se agradece en un juego como este con abundantes conversaciones y grabaciones mientras jugamos.
Mirror's Edge vuelve por y para sus fans
Mirror's Edge Catalyst es más Mirror's Edge, aunque coge su concepto original y lo ejecuta de manera un tanto diferente; unas cosas gustarán más y otras gustarán menos. Si el original ya fue un divisor de opiniones, el paso al mundo abierto va a dividirlas todavía más. Sabemos que muchos jugadores van a echar de menos el minimalismo del que el primero hacía gala en todos sus aspectos, pero creemos que todavía mantiene su esencia.
DICE ha hecho un juego por y para sus fans, y pensamos que los que disfrutaron con el original también van a disfrutar con éste. Sigue siendo una delicia correr con Faith mientras disfrutamos del diseño artístico del juego, pero no podemos negar sus problemas, como unos combates mal ejecutados y un mundo inerte. Al menos, si eras uno de esos jugadores que disfrutaba con los desafíos contrarreloj del primero, ahora tienes muchas más posibilidades gracias a los desafíos de la comunidad.
Como defensores de la primera entrega y después de tan larga espera, en cierto modo nos apena que DICE no haya sacado un producto más redondo y, aparte, que la transición al mundo abierto no haya sido tan buena como esperábamos. En definitiva, si eres fan de Mirror's Edge, creemos que te va a gustar; si te atrae el concepto, pensamos que deberías de probarlo (cuenta con una prueba gratuita en EA Access); y si el primero no te dijo nada, probablemente tampoco te lo diga éste.
Hemos realizado este análisis en su versión de Xbox One con un código de descarga que nos ha proporcionado Electronic Arts.