Análisis Iron Danger, una aventura donde puedes cambiar tu pasado (PC, PS5, Xbox Series X/S)
Parece que hay géneros en los que ya está dicho y hecho de todo, pero de vez en cuando las desarrolladoras –muchas veces las más modestas- presentan alguna mecánica que lo hace diferente a su competencia. Este es el caso de Iron Guard, un título de rol –con matices- que incorpora un sistema de rebobinado del tiempo; es posible que esta idea la hayamos visto en multitud de juegos de puzles o, por citar una aventura muy conocida en su momento, Prince of Persia: The Sands of Time, pero no es tan habitual verlo aplicado al tipo de juego que nos propone Action Squad Studios.
Retrocede y evita tu muerte
La temática de Iron Danger se inspira en la cultura y los mitos finlandeses, y comienza con el ataque a una aldea. La joven Kipuna huye de la destrucción y el fuego, cuando un accidente provoca su muerte –básicamente, termina empalada por un extraño cristal-. Pero, aquí llega la sorpresa, un antiguo poder le concede la habilidad de retroceder la línea temporal hasta el momento anterior del fatal desenlace, lo que nos permite esquivar la muerte. A partir de aquí la historia, desarrollada en varios episodios, nos habla de guerras y la amenaza de la reina bruja Lowhee, a la vez que intentamos dominar el poder para proteger a la humanidad de los enemigos que buscan su destrucción. Kipuna es adorable, se aleja de personajes heroicos, supone un buen contraste a otros compañeros más estereotipados y en definitiva aporta interés a una trama que, por lo demás, caería en algo bastante genérico.
Hablamos de un RPG –pero muy, muy ligero, e incluso esto se podría debatir- de combates tácticos y vista isométrica que a simple vista parece lo de siempre: selecciona el punto que explorar o interactuar, mejora tus habilidades al finalizar cada episodio y, muy interesante, afronta las situaciones como desees: plantando cara a los enemigos con tu equipo de dos personajes, huyendo a la carrera o de manera más sigilosa. No siempre vas a evitar enfrentamientos, pero sí es una opción en muchas ocasiones si por cualquier razón no deseas arriesgar tus salud. Por suerte, no suelen abundar los combates y están bien dosificados allí donde tienen sentido, este no es un juego con batallas cada dos pasos. Dependiendo del entorno, también puedes aprovechar trampas, elementos explosivos y otras tácticas que resuelven rápidamente los combates donde en teoría estamos en inferioridad de condiciones.
No obstante, hay que aclarar que los aspectos roleros en cuanto a personalización pueden saber a poco para los más jugones o aquellos que lo prueben pensando que hablamos de un Diablo o similar. Para empezar no es un juego excesivamente largo para el género –poco más de 10 horas-, no hay experiencia o niveles, olvídate de cambiar equipamiento, misiones secundarias, mercadeo… Aunque sí se puede encasillar en el género, ya os advertimos que es una extraña mezcla de varias influencias sin profundizar demasiado en ninguna de ellas.
Por supuesto, la auténtica chispa de su jugabilidad es la que deriva de la propia historia: el control del tiempo. Y esto no es tan habitual en los dungeon crawlers, porque cambia drásticamente la manera de jugar. En combate, la acción se pausa al elegir nuestro ataque –un golpe directo, otro de barrido, patadas que empujan a los oponentes, defensa-, y al actuar, se mueven los enemigos. En la barra inferior –como si se tratase de un editor de vídeo- podemos ver una gráfica con las acciones de los personajes, que van reflejando todo lo que sucede al ocupar una serie de casillas: el daño que hemos recibido, causado e incluso una muerte. Si no estás satisfecho con el transcurso que toma, por ejemplo por un daño excesivo que deja nuestra salud tiritando, puedes volver atrás hasta unos segundos de límite y cambiar el comando por una evasión o bloqueo. Y así hasta que decidas cuál es la mejor manera de afrontar la lucha.
Este control del tiempo abre una nueva dimensión de posibilidades para perfeccionar la partida hasta el extremo, probando las opciones para ver cuál es la que más nos beneficia o incluso salvándonos de muertes que eran seguras. ¿Comienzas atacando al enemigo más fuerte o al que dispara proyectiles? ¿Un enfoque agresivo o cambias el ataque por otra acción? La desarrolladora compara estos combates con lo mejor de los combates en tiempo real y por turnos, y la verdad es que por lo menos le da una personalidad que otros RPG no tienen.
Eso sí, con muchos enemigos –y más de un par ya requiere mucha gestión- se puede volver un poco farragoso, y tanta complejidad de variables quizás eche atrás a quienes busquen un sistema más sencillo o directo. No siempre más es mejor, y habrá que resistir la tentación de solucionar cada mínimo error; no lo recomendamos porque en ese caso nos podemos quemar demasiado pronto y lo que era un punto a favor del juego paraliza el ritmo de juego hasta que pierde su gracia. Cuando todo funciona tal y como debería, es muy adictivo y casi un puzle en sí mismo, pero no siempre da con la tecla. Cuando lo termines tampoco tendrás muchas ganas de volver a rejugarlo, pues es bastante lineal y ya habrás rehecho cada combate decenas de ocasiones durante tu primera partida.
Buen acabado audiovisual pese a sus limitaciones
El mundo del juego es bonito y para tratarse de una producción independiente cumple de sobra. Prácticamente todo el juego se puede controlar con dos botones del ratón –el teclado es más para los atajos-, incluyendo la rotación de la cámara y el efecto de volver atrás en el combate siempre queda bien. La banda sonora también es destacable, y los diálogos están hablados –en inglés, con textos en español-.
Conclusiones
Iron Guard está lejos de ser el nuevo estándar en las aventuras de estrategia, pero no está nada mal para quien esté cansado de otras propuestas más conservadoras, aunque sean superiores. Su mecánica de controlar el tiempo suena mejor de lo que es en la práctica, que al final no es más que un ensayo y error continuo para alcanzar la victoria con el mínimo de rasguños posible, es decir, que el componente de táctica al final no tiene tanto peso, porque cualquier metedura de pata se puede subsanar más tarde. Desde luego el juego de Action Squad Studios, que no es exactamente un RPG, ofrece ideas curiosas y divierte siempre que no seas un perfeccionista obsesivo dispuesto a controlar el más mínimo fallo.
Hemos realizado este análisis con un código que nos ha proporcionado Marchsreiter Communications.