Análisis Happy Game, un oscuro viaje al mundo de las pesadillas (PC, iPhone, Android, Switch)
Amanita Design ha vuelto y lo ha hecho de la mejor forma posible: Jaromír Plachý, diseñador de Chuchel, se ha puesto al frente de este nuevo proyecto después de que los dos últimos lanzamientos del estudio checo, Creaks y Pilgrim, apostasen por fórmulas más alejadas de la tradicional línea creativa de la desarrolladora independiente. De la mente de Plachý y las manos de su equipo de desarrollo ha salido Happy Game, un título de puzles del que precisamente podríamos decir que es una versión macabra de Chuchel; en él vamos a encontrar muchas similitudes con el juego de la iracunda pelusa -rompecabezas en escenarios acotados, soberbio manejo de lo estético y una magnífica banda sonora en la que repite la banda freak folk DVA-, pero con un elemento diferenciador fundamental: el terror.
Terror con colorines y conejitos
Happy Game es un juego de terror. No es como los juegos de terror a los que estamos acostumbrados, pero lo es. Aquí controlamos a un niño que explora sus pesadillas y lo hacemos en escenarios muy parecidos a en los que jugábamos a Chuchel: son espacios diáfanos en dos dimensiones con muy pocos elementos con los que interactuar y una importante potencia estética que parte desde ese mismo minimalismo para hablarnos del terror a lo desconocido. A lo largo de las dos horas y pico que dura esta tétrica aventura visitaremos varias de estas escenas conociendo a una serie de grotescos personajes mientras perseguimos una pelota, una muñeca y a nuestro perrito; tres elementos que tenemos que recuperar para devolverle la felicidad al protagonista.
No parece que en ningún caso haya sido la intención de Amanita Design ocultar que detrás del adorable nombre 'Happy Game' se esconde un videojuego grotesco, afortunadamente no es uno de esos juegos que busca sorprender desde el mero giro de tuerca estético, pero aun así lo primero que nos encontramos nada más ejecutarlo es un aviso: en absoluto estamos ante un juego feliz.
Vamos a vivir una experiencia perturbadora que no se corta ni un pelo a la hora de enseñarnos sangre, mutilaciones y cualquier otro tipo de situación desagradable que podáis imaginar. Y todo ello con una impecable técnica que no sólo comprende a la perfección el estilo del juego, sino que sabe recoger referencias de diferentes subgéneros del terror y adaptarlos a un dibujo muy peculiar, marca de la casa, que nos deja algunos de los niveles más originales visualmente hablando que hemos visto en los últimos tiempos.
Soluciones grotescas a puzles perturbadores
Lo importante aquí es que esas ilustraciones son interactivas, rompecabezas con los que tenemos que jugar hasta superarlos, en la mayoría de ocasiones, con una solución nada agradable. El viaje hacia el centro de las pesadillas del niño que protagoniza Happy Game nos augura acciones que desearíamos no realizar: decapitar conejos, asesinar a seres felices o entregarnos a un misterioso ser que claramente va a devorar nuestra cabeza. La solución a los puzles de Happy Game a veces es más sencilla que otras, pero siempre es grotesca de una forma tangible dada la manera en la que interactuamos con los seres y objetos de este tétrico mundo. En esa sensación de fisicalidad pone de su parte el también macabro apartado sonoro del juego, plagado de efectos diseñados específicamente para ser desagradables que combinan con la tenebrosa banda sonora de DVA.
Si hay un aspecto negativo que podemos señalar de Happy Game quizás sería su linealidad jugable que deja a un lado los pasos hacia adelante que Amanita Design dio con Chuchel: al contrario que en el juego de la pelusa, aquí no se premia tanto la investigación de los escenarios ni se valora el fracaso mediante el humor. Fallar aquí tiene dos resultados: morir o no poder avanzar. Es lógico, en parte, puesto que esta aventura busca sensaciones diferentes, pero por otro lado el diseño del juego es algo más clásico de la cuenta y eso no encaja demasiado bien con la originalidad del resto de la propuesta. El diseño independiente de cada rompecabezas está bien llevado, a veces más inspirado que otras, pero en conjunto se nota que aquí se persigue una narrativa más lineal y clásica que inevitablemente deja menos espacio al jugueteo.
Conclusiones
No es desacertado definir Happy Game como un Chuchel tétrico. La fórmula de ambos juegos puede parecer muy similar y, de hecho, en partes como la estética, el diseño de los rompecabezas, los espacios en los que jugamos o la música, son dos videojuegos muy parecidos; pero hay dos diferencias clave entre uno y otro: la primera, que salta a la vista, es que aquí se apuesta por una aventura de terror grotesca, y la segunda es que ese interés por hablar del miedo hace que esta entrega sea algo más lineal, menos libre jugablemente hablando, que el juego de la pelusa. Por lo demás, lo que vamos a encontrarnos aquí es Amanita Design en su salsa, con un juego sorprendente, original, atractivo y estiloso que si bien en esta ocasión no es apto para todos los públicos, dejará huella en aquellas personas que se atrevan a adentrarse en sus desagradables pesadillas.
Hemos realizado este análisis en PC con un código proporcionado por Amanita Design.