Análisis de Bejeweled 3 (PC, PS3, NDS)

PopCap Games tiene una fórmula de éxito que no siempre es obvia, pero que se traduce en que todo el mundo es capaz de jugar con sus títulos desde el primer minuto, sino antes. Y, sin embargo, no son en absoluto superficiales, como demuestran éxitos del calibre de Plants vs. Zombies, Bookworm, Peggle, Zuma, etc., aunque su catálogo es mucho más amplio. La segunda parte de la fórmula pasa por ofrecer versiones de prueba gratis, en Flash, para el navegador (lo que basta y sobra para echarse unas partiditas en la oficina), y versiones mucho más completas para ordenador, consola, portátil, móviles…

Estamos ahora ante Bejeweled 3 (que, en realidad, es el quinto), el clásico puzle de mover fichas para juntar tres (o más) iguales, mientras las casillas de juego (64, 8 verticales y 8 horizontales) se siguen rellenando desde arriba.

Se trata, por tanto, de una fórmula que resulta tan reconocible como el propio Tetris, y que ha demostrado venderse en cantidades ingentes, pese a ser accesible en formato gratuito, e incluso integrado en redes sociales.

La pregunta principal que surge con este tipo de juegos es si realmente hacía falta una nueva entrega, algo que el consumidor se pregunta cada vez que aparece un nuevo Tetris, o cualquier otro puzle, en el mercado. Las entregas incorporan novedades, sí, pero no siempre son sustanciosas en la misma medida que un juego de otro género, y si optamos por adquirir el título a través de Steam (con la ventaja de tenerla tanto para Windows como para Mac, gracias a SteamPlay), nos encontramos con que las anteriores entregas son más baratas (19,99€ éste, 9,99€ cada uno de los anteriores). En el lado negativo, no integra logros de Steam, aunque sí cuenta con un sistema propio de medallas y retos.

Pero hay una buena razón por optar por esta entrega, más que la simple novedad: sus ocho modos de juego, lo que lo hace atractivo incluso para quienes hayan pasado un buen surtido de horas con las entregas Blitz o Twist. En realidad, sólo cuatro modos están abiertos desde el principio, pero conseguir los cuatro adicionales requerirá apenas algo más de media hora al jugador experto. No se trata, por tanto, de que sean importantes recompensas, sino de hacernos pasar por una muestra de sus cuatro modos principales, pues cada uno (con un requisito muy comedido) desbloquea a uno de los cuatro adicionales.

Sea cual sea el modo de juego que escojamos, el juego se basa sobre la misma base. La plantilla de juego, el casillero, está lleno de gemas, y debemos unir al menos tres del mismo color para que desaparezcan, y su hueco sea cubierto por las que están por encima. Podemos moverlas sólo de una en una, y en las cuatro direcciones principales (sin diagonales, por tanto), y si no hace línea (horizontal o vertical) con otras fichas, regresará a su posición de partida.

Si en vez de tres juntamos cuatro, cinco o eliminamos fichas en L o T, obtenemos gemas especiales con diferentes consecuencias, pero de gran poder en cualquier caso. Las de cuatro crean una joya en llamas que explotará al hacer una línea; las de cinco crean un hipercubo que elimina a todas las fichas de un mismo color. Si eliminamos fichas en forma de L y T conseguimos una joya estrella que al ser jugada elimina toda la línea.

El modo Clásico es absolutamente tradicional, y debemos jugar superando los diferentes niveles hasta que nos quedamos sin movimientos posibles, por lo que es recomendable intentar tener un buen comodín en la manga, en forma de hipercubos o similares. Si realizamos un movimiento espectacular, como un combo, además de ser recompensados con una voz entre seria y marcadamente metálica (en castellano) que nos dirá algo como "magnífico", podremos ver una repetición de la jugada.

En Clásico jugamos, en esencia, contra nosotros y contra el azar como un componente más, con la misma importancia que en otros puzles. Si lo que buscamos es una experiencia mucho más relajante, y sin tensiones, el modo Zen es lo que nos hace falta, pues se presenta como el heredero natural del Endless Mode de anteriores entregas.

En esta modalidad no es posible perder, pues la máquina nos da las fichas de manera que siempre hay, al menos, un movimiento posible. Se trata, simplemente, de ir sumando puntos, destruyendo gemas, y disfrutar de música supuestamente relajante. No podemos decir que parezca funcionar, pero es posible que sí haya quien alcance el nirvana. En todo caso, busca ser una experiencia jugable y sinestésica de relajación, sin tensión, pero entretenida; y al menos esto último sí lo consigue.

En las antípodas se sitúa el modo Relámpago, donde jugamos contra el reloj, y que se trata, en esencia, del modo Blitz de anteriores entregas. Tenemos un minuto para destruir todas las gemas que podamos en ese tiempo; al hacerlo, además, ganamos segundos adicionales. Es un modo muy competitivo y retante, por lo que nos dará muchas horas de diversión con sus rondas cortas pero intensas. Una partida normal puede durar un par de rondas; un buen jugador podrá alargarse por encima de los cinco minutos. Y vuelta a empezar, a batir nuestro récord.

El último modo principal propone retos específicos que son variaciones de los diferentes modos de juego que nos encontramos por el juego, estructurados en un sistema de progresión que nos lleva a conseguir pequeños hitos para, finalmente, desbloquear y seguir progresando en la aventura. Este modo Misión no tiene tanta rejugabilidad, claro, pero es una revisión de todos los demás modos dentro de una estructura determinada, con 40 minijuegos, que bien puede valer para practicar ciertas destrezas específicas, mientras cumplimos el objetivo de conseguir una serie de reliquias.

Pero, como decíamos, esos son sólo los modos de juego principales, y hay que sumar cuatro más, que resultan más difíciles e intensos, así como arriesgados en su planteamiento. Podemos, por tanto, jugar a una versión del póquer muy singular en el que además de juntar gemas tenemos cinco turnos para sumar cinco cartas, y conseguir la mejor mano. Cada color de gema se asocia a un palo de la baraja, y así construimos manos como color, full, dobles parejas...

Si optamos por jugar en Glaciar, debemos dar preferencia a hacer líneas en vertical para detener a las columnas de hielo que surgen desde la base . En Mina de diamantes hay que procurar jugar con la base de la zona de juego para romper el suelo y conseguir oro, tesoros, e incrementar nuestras arcas, mientras el tiempo también juega en nuestra contra. Por último, Mariposas nos sustituye a algunas gemas por mariposas, que van subiendo con cada movimiento; pero en la parte de arriba hay una araña: si coge una mariposa, hemos perdido. Cuantas más mariposas, más cuidado hay que tener para introducirlas en las jugadas y que vuelen, sin que suban demasiado las demás, y acaben en las garras de la araña, estando atentos a poder realizar un combo con varias mariposas, para nuestra mayor gloria.

De entre estos modos, tanto el póquer como las mariposas tienen un encanto especial, pero lo interesante es que cada una de sus propuestas jugables (siete, pues ya hemos visto que en realidad Misión es una variación de todos los demás) tiene su interés, y son bien diferentes entre sí. Hay modos para partidas rápidas y tensas, para otras más estratégicas, y también para partidas dilatadas en el tiempo con mayor o menor estrés asociado a las mismas, una variación de ánimos y propuestas que es, en realidad, poco habitual en el género, y no siempre se consigue bien.

A nivel técnico, es un juego muy poco exigente con nuestra máquina, algo lógico si tenemos en cuenta que es un puzle y no necesita potencia bruta. Sin embargo, el estilo visual, aunque clásico, se permite apostar por la alta resolución, por lo que aunque no sea espectacular sí luce más que bien en los monitores actuales, incluso con un panel de 27" como el de un iMac. Precisa un ordenador con unos requisitos moderados, pro lo que la mayoría de netbooks incluso lo ejecutarán con holgura.

Le falta algo de espectáculo, sí, pero es efectivo, y la música acompaña muy bien. Resulta tensa en la mayoría de los modos, pero en Zen da un giro y se adapta a su estilo pausado y relajante. Sin embargo, lo cierto es que los efectos sonoros son demasiado clásicos en la saga o, lo que es lo mismo, han sido reciclados en su mayor parte. En todo caso, son contundentes, y la voz en español es un buen detalle.

En el lado negativo, parece poco justificable que el juego siga sin introducir tablas de puntuación en línea, sobre todo si tenemos en cuenta la vinculación de Blitz con Facebook. Es posible que se mejore este aspecto en el futuro (y sin tener que pasar por caja), pero está claro que además de los logros del juego, en forma de insignias, las puntuaciones locales, y las estadísticas completas del jugador, incluyendo un sistema de rangos, una buena tabla de puntuaciones en línea habría sido la puntilla a su rejugabilidad.

Conclusiones

Aunque le ha costado cambiar de número (aunque no tanto como a la saga Street Fighter), lo cierto es que no hemos andado cortos de entregas de Bejeweled. Pero ésta bien se merece el 3, gracias a sus ocho modos de juego, que recogen lo mejor de las últimas entregas, depuran el paquete, y ofrecen todavía más cosas. Es un tipo de puzle agradecido, muy accesible, que sabe aportar azar sin descuidar la estrategia, de manera que cuando uno pierde sabe que lo ha hecho por sus errores, y se incita la autosuperación, algo esencial en el género. Por eso Bejeweled 3 es tan adictivo, pero por otro lado, no podemos obviar que su precio es algo elevado (sobre todo en relación a sus predecesores), que le falta un sistema de puntuaciones en línea y que, la verdad, su línea es continuista. Mejora, sí, pero no aporta ninguna novedad radical; y, sin embargo, eso no impide que sea uno de los mejores en lo suyo.