Análisis de Back in 1995 (PC, PS4, PSVITA, Switch, Xbox One)

Es una realidad que el recurso del envoltorio retro se ha convertido en una moda dentro de la escena independiente, a diario vemos cómo en multitud de juegos de distinto tipo se rescatan viejas mecánicas o se emplean diseños en pixel art. Claro que también es cierto que estamos acostumbrados a que se basen en los grandes referentes o bien a que esa máscara nostálgica se utilice a favor del desarrollador para hacer algo totalmente nuevo.

No es el caso de Back in 1995, un survival horror creado por una sola persona –con ayuda en ciertos detalles– que se propone recuperar la experiencia de jugar a una aventura de terror en 3D de aquel primer año de PlayStation y Sega Saturn en occidente, pero además sin adulterar. Aunque tiene elementos que nos recordarán a los exponentes de su género, como Silent Hill, su apariencia apunta a Fade to Black, Clock Tower 2 o Doctor Hauzer, juegos mucho más cercanos al enfoque tridimensional propio del año al que nos retrotrae.

Esto provocará división de opiniones, pero aunque imite una etapa no muy agraciada, se puede asegurar que la experiencia es auténtica: modelados a baja resolución, texture warping, control tanque, cámaras fijas y emulación de monitor CRT, entre otros aspectos.

El juego nos pondrá en la piel de Kent Randall, un enigmático personaje que aparece en medio de una azotea sin saber muy bien qué ha ocurrido en la ciudad, en la que han empezado a aparecer unas horribles criaturas. Tan pronto tomamos el control, el título nos transporta 20 años atrás, como si fuese un juego lanzado en la época que acabamos de descubrir. En ese sentido la inmersión es absoluta, da justamente lo que promete. Hasta se han respetado las pantallas de carga con el típico Loading… sin resultar molestas, y el guardado de partida se realiza en unos viejos ordenadores, otro guiño a aquellos tiempos.

El control "tipo tanque" es otra de esas señas, muy anclado al uso del D-Pad direccional previo a los sticks analógicos. De hecho nos recomiendan jugarlo así si es posible, pero se puede jugar con analógico sin problemas, lo han adaptado bien y además nos ofrecen soporte para todo tipo de mandos actuales: Dual Shock 4, Steam Controller, mando de Xbox One (Windows 7/8 y 10), mando de Xbox 360 e incluso joystick y teclado. Pero si tenemos el dispositivo para conectar un mando de PSOne mediante USB también se puede utilizar, para mayor fidelidad. Una variedad de opciones que sin duda se agradece.

La historia se nos va contando mediante texto, tanto en conversaciones –el tráiler puede llevar a engaño, pero no se han grabado voces– como documentos que nos encontramos y que contribuyen a la narrativa. Eso sí, el juego viene en inglés y japonés, por lo que a pesar de no tener mucha dependencia del idioma echamos en falta el castellano. Quizás con el tiempo localicen el juego a más lenguas como hacen a menudo otros equipos.

El planteamiento del juego es el que cabría esperar, tenemos unas pocas armas con las que defendernos, analgésicos para curar la salud y objetos con los que interactuar con el entorno, como llaves o palancas. Todo es accesible desde el menú, el único punto desde donde podemos ver nuestro estado, cambiar de equipo o leer el último archivo recogido.

Movernos por el mapeado se asemeja a lo que solía ser un juego entonces, aunque a una pequeña escala, porque no hay demasiados escenarios ni mucho tramo para poder recorrerlos. Nos encontraremos puertas cerradas, atajos que se desbloquean y algunos puzles de combinación numérica que aunque en general son fáciles, al menos uno sí nos hará dar unas pocas vueltas. Hay cierto backtracking, pero en realidad es escaso.

Los combates no nos supondrán ningún reto, es relativamente sencillo acabar con los enemigos incluso con la llave inglesa. Por una parte se agradece, porque al igual que en tantos juegos de este estilo no está muy bien resuelto y se volvería frustrante avanzar, pero hace que los enfrentamientos sean más un pasatiempo que algo intimidatorio. Los diseños de monstruos tampoco están muy inspirados, aunque hay alguno interesante.

Las cámaras son fijas pero de circuito cerrado, en lugar de planos estáticos siguen poco a poco el movimiento del jugador. Esto suele funcionar bien, pero en más de una ocasión nos dejará vendido sin poder ver tras una pared o sin que veamos bien a los enemigos en pantalla, lo que por momentos entorpece la acción. Por suerte los controles no responden mal del todo y hay ciertas ayudas al apuntar, el arma enfoca el disparo a lo más cercano.

El sonido no tiene demasiada presencia, pero la poca que tiene nos ha parecido muy acertada, con efectos apropiados para aquella época y algunas piezas ambientales que le van como anillo al dedo, aunque no nos dejarán ninguna huella. En el rendimiento no hemos encontrado problemas, el juego se mantiene estable y solo hay errores que parecen intencionados debido a la propuesta, como el clipping. Ofrece varias opciones de configuración como modo de pantalla, personalización del mando o filtros CRT (Con ruido / Sin ruido / Quitado), que recomiendan dejar activados dado que ayudan a disimular sus vergüenzas.

El punto más negro es desde luego su duración, ya que tal como avisa el propio creador en la descripción, nos ha durado sobre las 3 horas. Tampoco hay nada que hacer una vez lo completamos, se hubiese agradecido al menos que nos incitaran a rejugarlo añadiedo extras de algún tipo, así que deberemos considerar si nos merece el precio. La mayoría de los juegos a los que hace alusión eran cortos, pero para un juego lanzado en la actualidad puede resultar insuficiente si no vamos previamente con esa idea.

A pesar de ello resulta entretenido y guarda alguna sorpresa que nos ha gustado mucho, pues lo coloca más cerca de ser un pequeño viaje en el tiempo que un juego propiamente dicho. Las fuerzas parecen estar más depositadas en la experiencia y en la trama que en todo lo que atañe a la jugabilidad, que nos puede parecer algo escasa o superficial.

Conclusiones

Resulta complicado valorar un juego así, pero es fácil saber si encaja con nosotros. Back in 1995 no inventa nada ni destaca en su estilo, pero es una propuesta arriesgada y casi única hoy en día. Lo mejor es preguntarnos si jugaríamos hoy a una modesta aventura en 3D de los primeros años del catálogo de 32-bits. Si la respuesta es negativa, tampoco os interesará este indie sucesor. Si por el contrario sois aficionados ávidos de más juegos de ese tipo, seguro que os gustará el homenaje sincero de Throw The Warped Code Out.

Hemos realizado este análisis con un código de descarga que nos ha proporcionado Degica.