Mundos abiertos
El lanzamiento en el 2001 de Operation Flashpoint parece ser el pistoletazo de salida del boom de juegos desarrollados en Europa del este. Así, un título muy local, desarrollado por Bohemia Interactive, saltó fronteras gracias a la distribución de Codemasters y fue uno de los pioneros en mostrar entornos abiertos masivos. Lo que en principio podría ser un simulador bélico más, acabó convirtiéndose en el primer título masivo con un mundo abierto donde las misiones no tenían fin. Una verdadera gema que fue convertida posteriormente a Xbox y ganó el carácter de culto tanto por sus logros como por su terrorífica dificultad. Bohemia Interactive se convirtió, de hecho, en el estudio checo más prometedor gracias a este título y todos esperaban una secuela que dejara atrás lo visto en Operation Flashpoint.
Esta tuvo que llegar casi cinco años más tarde con ArmA: Armed Assault, heredero directo de lo realizado en el anterior juego y con novedades y mejoras importantes. Ubicado en la isla Sahrani, una especie de república latinoamericana avant la lettre, ofrecía más de 300 km2 de escenarios con muchas misiones y entornos notablemente diversos. La campaña principal seguía el enfrentamiento entre un régimen comunista local y otro democrático – liberal. Así, el dictador del norte decide invadir el sur de la isla luego del abandono de la mayoría de tropas americanas, lo que provoca la intervención de las pocas tropas de los EEUU que quedaban en la isla.

El estilo de las misiones, a pesar de estar delimitado en los objetivos, es bastante libre tanto por los métodos de realización como por la trabajadísima inteligencia artificial que convertía cada intento en distinto. El problema del título, tal como salió, era que la campaña se quedaba a la mitad de la resolución del conflicto, dejando al jugador un tanto cortado en la trama. Otros errores eran muchos fallos en el motor gráfico y su escasa optimización. Por tanto, todo el mundo esperaba una expansión que resolviera estos problemas y convirtiera al juego en la prometida experiencia por parte de Bohemia Interactive. Ahora la expansión ha llegado ¿Lo habrán conseguido esta vez?
Más modos y opciones
ArmA Queen’s Gambit ofrece principalmente dos campañas nuevas de duración competente. La primera, El Conflicto de Rahmadi, cierra la trama original ofreciendo ya combates masivos unidos a misiones de infiltración. Es de una dificultad diabólica, y exige una precisión en la realización de las misiones poco menos que imposible. La segunda, Escalera Real, nos pone al mando de un grupo de mercenarios realizando tareas específicas y sobreviviendo en un conflicto donde el enemigo empieza a no estar muy claro. Otros añadidos son escenarios multijugador en el estilo de los asaltos y captura de bandera, y la incorporación de todos los añadidos del parche 1.08
Estos últimos no son sólo correcciones – algo necesario dados los errores del juego original -, sino un añadido notable de armas, vehículos y personajes unido a nuevas opciones jugables como la gestión de recursos y la aparición de los traficantes de armas. Estos dos últimos añadidos se quedan a medio gas, ya que aunque amplían lo que podría llamarse las posibilidades del modo principal no están llevados hasta sus máximas posibilidades. Son incorporaciones curiosas, que aportan cierta variedad, pero que no llevan más allá la simulación de la clásica de misión de infiltración, asalto o dominio.
Game Over
Queen’s Gambit es otro tour de force de dificultad que requiere nada más y nada menos que el estudio aplicado de los objetivos de la misión y el trazo preciso de distintas estrategias para realizarla. Lo más común, incluso estudiando con tiempo la situación previa, es que nuestro primer intento a la hora de abordar cualquier misión se salde con la pantalla de Game Over (que, por cierto, incorpora ciertas frases aleccionadoras sobre lo que es la guerra). Bohemia no ha creado ni un Arcade, ni siquiera un pseudo-simulador, sino más bien un simulador bélico notablemente realista, donde con apenas dos o tres disparos podremos acabar mordiendo el polvo.