Análisis de Undercover: Doble Traición (NDS)
Cuando se anunció la salida al mercado de Nintendo DS, así como las novedades que incorporaba (pantalla táctil y micrófono principalmente), casi de forma inmediata el género de aventura gráfica se perfilaba como uno de los temas de los que mayor partido cabría esperar, precisamente porque el stylus era una alternativa real, eficaz y equivalente al uso del ratón en un ordenador. Sin embargo y justo al contrario de lo que se creía inicialmente, muy pocos juegos de este corte han salido en toda la vida de la portátil, salvo algunas honrosas excepciones y que apenas se han visto en nuestro país. Si bien es cierto que muchos juegos han incorporado el género de aventura gráfica en mayor o menor medida, como por ejemplo Phoenix Wright o el Hotel Disk, donde el jugador debía descubrir elementos en el decorado que le ayudasen a desarrollar y avanzar en la aventura.
Así, y tras varios meses de retraso en relación con el mercado americano, nos llega Undercover: Doble Traición, programado por Sproing, y cuya trama nos muestra los antecedentes de Undercover: Wintersun, otra aventura gráfica que apareció hace algún tiempo en PC y que pese a unas altas expectativas no cosechó un gran éxito. Cabe esperar, por tanto, que los creadores de Undercover tomasen nota de las críticas recibidas y preparasen a conciencia la segunda entrega, corrigiendo errores, aprovechando virtudes, y como no, servirse de las cualidades únicas del hardware de la consola portátil de Nintendo. Veamos pues, qué nos ofrece este juego.
La aventura nos ubica en Inglaterra, antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Alguien ha filtrado un alto secreto militar referente a un nuevo proyecto aéreo alemán, y una mano negra implica al científico John Russell, el cual, junto con su inseparable amiga Audrey, deberá probar su inocencia en un plazo de 24 horas antes de que el coronel y otras autoridades de alto rango decidan procesarlo por alta traición. Se trata de una aventura gráfica de corte tradicional en cuanto a sistema de juego se refiere, y nosotros seremos los encargados de desenmarañar toda esta trama, buscando minuciosamente en cada uno de los lugares que visitaremos, tocando con el stylus por todos lados tratando de encontrar cualquier objeto que podamos añadir a nuestro inventario, y que luego quizás tengamos que combinar para transformar algo que en un principio carecía de sentido en una cosa vital para progresar en la aventura. Por suerte tendremos un atajo en los controles para conocer los elementos con los que podremos interactuar en cada lugar que nos encontremos, y el menú que se despliega en cada uno de ellos se reduce a tres opciones: mirar, acción, y entrar, lo cual facilita bastante el desarrollo.
Tal y como la coletilla del título indica (doble traición), deberemos controlar a los dos personajes, John Russel y Audrey, lo cual es algo que le da un interés extra al aparecer situaciones en las que por ejemplo se debe utilizar a uno de ellos para distraer a un guardia, mientras que con el otro aprovechamos para colarnos y resolver el consecuente acertijo en una habitación antes vigilada. El personaje que manejamos y su ubicación estará presente en la pantalla inferior, donde podemos guiarlo a golpe de stylus, y el otro se verá en la pantalla superior, sin importar lo alejados que estén uno del otro; además, con un simple botón podemos intercambiar las dos pantallas, lo cual le aporta dinamismo al juego.
Lamentablemente, el equipo de Sproing no ha sabido introducir situaciones que sacasen provecho de este potencial, de tal manera que utilizaremos al científico John Russel como mozo de cuerda haciendo todo el trabajo que Audrey no puede hacer por su condición de fémina, como por ejemplo subir escaleras (ella no quiere mostrar su ropa interior), levantar cajas (la pobre no tiene fuerza suficiente), manipular cables eléctricos (una descarga podría estropearle la permanente), e incluso reparar viejas tuberías de agua (la ropa le transparentaría sus voluptuosas lorzas).
Como suele suceder con las aventuras gráficas, la combinación de dos o más objetos que vamos consiguiendo a lo largo de la aventura es una de las piezas clave del juego. Además, se pueden intercambiar muy fácilmente entre los dos personajes y sin que sea necesario que se encuentren uno al lado del otro para dicha operación. En algunas ocasiones, también podremos modificar las cosas que vamos recogiendo, como por ejemplo darle a un alambre la forma apropiada para levantar los pernos de una cerradura. El aspecto negativo de este asunto es que en bastantes ocasiones no resulta del todo lógico conseguir la combinación de objetos correcta, lo cual conduce a un desesperante ciclo de prueba y error. Sin embargo, a la hora de localizar los lugares en los que podemos interactuar, se ha habilitado un botón para que se muestren en pantalla todos ellos, de tal forma que al menos no habrá que ir tocando a ciegas por la pantalla como suele suceder con este tipo de juegos.
Las imágenes de fondo que nos sitúan en los escasos lugares que podremos visitar, son estáticas principalmente, pero bastante detalladas. En un principio el conjunto proporciona una sensación de que se ha hecho un buen trabajo gráfico, empañado tan sólo por un pixelamiento de los personajes poligonales que se mueven por el escenario. En cuanto al aspecto sonoro, hay que decir que la música es bastante decente, pero rápidamente desaparece para dejar paso al silencio, lo cual rompe con esa atmósfera de suspense creada. Por otra parte, los efectos de sonido, ya sean voces, gritos o ruido de cosas que se manipulan, brillan por su absoluta ausencia, produciendo un ambiente todavía más extraño si cabe.
Por último hay que mencionar que la duración del juego es muy corta. En cuanto el jugador empieza a familiarizarse medianamente bien con los controles, y empieza a cogerle el gustillo a la aventura, ésta de repente se termina, dejando a uno con un buen palmo de narices. Además, no hay extras ni alicientes, no hay una línea alternativa que nos obligue a jugar otra vez para recolectar cosas para completar un álbum, o niveles de dificultad, ni un traje para desbloquear, o al menos otro final alternativo. Y por supuesto no se volverá a jugar porque una vez que se conoce qué hay que hacer en cada situación, el juego te lo pasarías en abrir y cerrar de ojos. Lo único que restará será una lástima por el dinero invertido en este juego y unas ganas de comprobar la resistencia de los materiales del plástico de una tarjeta para Nintendo DS.
Conclusiones
Undercover: doble traición se las prometía como un gran juego gracias a lo bien implementado que está manejarse por los menús y el control del personaje. Además, la escasez de aventuras gráficas para esta consola podría encumbrarlo como uno de los imprescindibles dentro de su género. Sin embargo, el juego está muy mal equilibrado, tanto en el aspecto técnico, mostrando unos fondos decentes mezclado con animaciones ortopédicas y casi con una ausencia de sonido total; como en el aspecto jugable, basando el centro de la aventura en atascar al jugador con acertijos un tanto absurdos, y con una historia y argumento pobre, sin giros argumentales que sorprendan.