Análisis de Polarium (NDS, Game Boy Advance)
Los puzzles no suelen llevarse bien con las premisas complicadas y en ocasiones absurdas que han ido salpicando al género desde el principio de los tiempos, pues es eso algo que va contra la más básica de las reglas que definen a un videojuego de este género adictivo: la simplicidad. Sólo así se puede entender que Tetris siga siendo el gran referente en su campo, un juego que se ha mantenido prácticamente inalterado pese a los años y los múltiples sistemas que ha visitado. Es, además, un juego que se convirtió en el gran estandarte de la GameBoy original, y que regaló incontables horas de diversión a muchísimas personas.
Desde aquellos muy finales de los 80 hasta nuestros días, han pasado muchas cosas, y hemos disfrutado con muchos juegos más o menos originales, con propuestas tan dispersas (pero similares en algunos puntos) como Columns, Panel de Pon, Bust-A-Move, Puyo-Puyo, Dr. Mario... todo un mundo de fichas, sin duda alguna. Y, con todo, esos son apenas algunos ejemplos clásicos de un subgénero concreto, al que también podemos adscribir este Polarium que nos ocupa.
Parece que con las nuevas portátiles (tanto Nintendo DS como PSP) vamos a asistir a un renacer del género, o al menos eso nos dejan intuir títulos tan apasionantes como los futuros Meteos, Lumines o el propio Polarium, cada uno con un carácter bien diferente. Quizás la portátil de Nintendo, dadas sus peculiaridades (doble pantalla, micrófono, pantalla táctil...) se preste más –al menos a priori- a los experimentos y nuevas apuestas de los creadores que deseen aportar algo al mundo de los puzles, aunque eso es algo que sólo el tiempo nos dirá. Sea como fuere, aquí y ahora podemos disfrutar de este curioso juego cuya premisa jugable se define en una línea (y nunca mejor dicho): elimina las fichas blancas y negras formando líneas de un mismo color. Tan simple como suena.
Esa premisa se plantea de dos maneras bien diferentes, según el modo de juego que seleccionemos. Lo lógico será empezar por un tutorial que nos enseñará a usar la pantalla táctil y nos explicará un poco de qué va el asunto; es bastante práctico y sencillo, aunque algo tedioso en las primeras lecciones ya que está orientado a llegar incluso a los más inexpertos con el sistema táctil. Los dos modos que presenta son igualmente adictivos, pero el menos rejugable es el Rompecabezas. Se nos presentarán en este modo 10 puzles (podremos escoger el que queramos) en los que, como ya hemos dicho, habrá que eliminar las fichas blancas y negras formando líneas de un mismo color, sabiendo que al pasar sobre ellas el lápiz táctil, girarán sobre sí mismas y cambiarán de color al acabar la línea que hayamos trazado... pero aquí la peculiaridad es que tendremos que hacerlo de un único trazo, es decir, sin levantar el lápiz de la pantalla salvo para probar si lo hemos hecho bien.
Al principio, el área de juego será pequeña, con pocas fichas y éstas formarán dibujos sencillos, como líneas alternas de ambos colores... pero, poco a poco, según resolvemos los 100 rompecabezas propuestos (que habrá que ir abriendo con paciencia) la cosa se irá complicando. Como opción muy interesante, podremos guardar en la memoria del juego tantos rompecabezas creados por nosotros como hayamos resuelto... es decir, al principio podremos guardar 10; luego 20, y así hasta el centenar.
Además, podremos introducir códigos que nos pasen nuestros amigos, que nos dé Nintendo en la página del juego, que encontréis en nuestra sección de trucos... o bien, podréis intercambiarlos directamente con otro jugador mediante la conexión sin cables de la consola, lo que nos ahorra andar con códigos. Si alguno en concreto nos da problemas, siempre podremos activar la posibilidad de que el juego nos dé algunas pistas, mostrándonos en la pantalla superior el último intento fallido, que nos sugiera un punto de partida y un punto final, o ambas cosas.
El modo Rompecabezas es, por tanto, extenso, aunque quizás no destaque por su rejugabilidad, aunque es muy recomendable jugarlo ya que podremos aprender algunas estrategias muy importantes para el otro modo de juego: el Desafío. Si en el Rompecabezas tenemos todo el tiempo del mundo para resolver un puzle determinado de un único trazo, en Desafío tendremos que ser los más rápidos eliminando las fichas que van cayendo desde la parte superior de la pantalla de arriba, evitando que alcancen la línea roja que hay en esa misma pantalla, ya que si se nos acumulan hasta esta altura, habremos perdido. En este modo de juego no es necesario eliminar todas las fichas de un único trazo, entre otras cosas porque la montaña no para de crecer. Con todo, será esencial obtener todas las bonificaciones posibles que se nos dan por jugar como unos maestros.
Tendremos muchos más puntos cuantas más líneas eliminemos de un único trazo, por la cantidad de contactos entre bloques de un mismo color eliminados, por el número de líneas que se queden entre las líneas eliminadas, por las veces seguidas que eliminemos alguna línea en cada movimiento, y por el número de veces que eliminemos todas las fichas de la pantalla. Aumentar nuestra puntuación realizando esas combinaciones será esencial para poder firmar en la tabla de puntuaciones máximas y obtener un rango digno, pues no todo será conseguir alcanzar las 1000 líneas. Además, cada 100 líneas, se nos amplía el modo Entrenamiento, en el que podremos practicar en las diferentes dificultades que implican cada centenar de líneas logradas.
Con eso hay sin duda alguna bastante para uno solo, pero si tiene compañía, nada mejor que jugar con más personas. En este sentido, Polarium viene bien preparado, ya que no hace falta que el otro jugador tenga una copia del juego: podrá descargarse desde nuestra consola una versión "demo" que le servirá para probarlo y jugar a dobles contra nosotros, hasta que apague la consola. Por supuesto, si cada uno tiene su copia del juego, podremos jugar a dobles sin ningún problema, faltaría más. Antes de empezar a jugar, tendremos que seleccionar el número de rondas y la duración del duelo, siendo estos los parámetros principales. Las reglas en este modo de juego para dos personas (cada con su consola) es muy sencillo, y a diferencia de lo que pasaba en Zoo Keeper aquí la suerte no va a ser un elemento determinante ni que desequilibre el duelo.
No hay lugar para el azar, sólo para la rapidez de reflejos y la estrategia más eficaz, ya que cada vez que eliminemos una línea, se la enviaremos a nuestro rival. Ganará el que consiga mandar todas sus líneas al otro, y, si se acaba antes el tiempo, el que tenga menos líneas en su pantalla. Pero hay un factor más a tener en cuenta: podremos usar unos efectos que nos serán de gran ayuda. Se trata de cinco modificadores que consisten en enviar líneas de bloqueo al oponente (tendrá que eliminarlas borrando las adyacentes); acelerar la velocidad de envío de las líneas a nuestro contrincante; ralentizar su velocidad de envío hacia nosotros; anular el margen exterior del área de juego o hacer que todas sus fichas giren sobre sí mismas. Por si esto no fuera poco, en la propia área de juego habrá una ficha de efecto que, al eliminarla, producirá un efecto al azar entre los ya descritos.
Gráficamente, Polarium es un juego tan simple como lo puede ser cualquier puzle al uso, sobre todo si tenemos en cuenta que se basa en girar fichas cuadradas que son blancas o negras y que están rodeadas por un marco de fichas grises. El juego carece de fondos, marcos o cualquier otro elemento que pueda distraernos o aportar una nota de color y variedad al juego en este sentido. Dado su carácter, es muy cierto que el juego no precisa de nada más, pero se hubiese agradecido la posibilidad de escoger el color de las fichas, algunos fondos, o algún elemento que, en definitiva, le dotase de un aire menos sobrio, ya que, aunque a algunos les gustará su estética espartana, a otros quizá les resulte tediosa, y era muy fácil poder complacer a ambos.
Es su apuesta estética, está claro que es una decisión tomada por los desarrolladores que buscaban que el juego fuese exactamente así, pero no por ello debe gustar a todo el mundo. En cuanto a su sonido, el juego tiene algún que otro efecto de sonido, y una melodía absorbente, al estilo de las obsesivas musiquillas clásicas de Tetris, pero ni mucho es digna de mención ni es agradable de escuchar cuando llevemos un puñado de horas jugando o dejándonos la sesera en intentar resolver algún rompecabezas que se nos resista. Estamos ante un juego que, si bien es todo un acierto desde la perspectiva jugable, presenta un envoltorio anodino y muy mejorable.
Conclusiones
Estamos ante un puzle que hace un gran uso de las características de la nueva portátil de Nintendo, aportando una jugabilidad endiablada que encantará a los apasionados del género y que puede sorprender por su mecánica y accesibilidad a los menos dados a este tipo de juegos. Sin embargo, su presentación sencilla hasta el extremo lo hace poco agradable a primera vista, aunque esto no es un problema para jugarlo mejor o peor. Un conjunto técnico más variado (algunas melodías para escoger, la opción de darle alguna variedad en su acabado visual...) hubiese ayudado a venderlo, pero al fin y al cabo, debemos recordar que estamos ante un puzle, y que lo más importante es que es divertidísimo de jugar, muy adictivo, y representa un pequeño soplo de aire fresco en un género que necesita renovarse. Lo demás, es accesorio.