Análisis de La Momia: La Tumba del Emperador Dragón (NDS)
El verano es la estación perfecta para ir al cine: vacaciones, palomitas y aire acondicionado son los ingredientes esenciales para disfrutar en verano de una película. Seguramente por eso, las compañías se dedican a deleitarnos con un montón de estrenos en los meses de junio a septiembre. Una parte de estos estrenos se dedica al cine de animación, actualmente en alza gracias a la intrusión de las nuevas tecnologías en su desarrollo; otra, a las películas de thriller, acción y aventuras de toda la vida. Y, en otro plano, encontramos las películas de autor (que, por otra parte, parecen mucho más abundantes en las temporadas de otoño e invierno, quizás debido a la profundidad de los temas a tratar; el verano parece más destinado a la evasión que a la reflexión, la verdad…).
En el segundo de los grupos citados (dentro de una categorización del cine, ciertamente, muy genérica y personal), entra la película en la que se basa el videojuego del que hablamos en este análisis, La Momia: La Tumba del Emperador Dragón.
La última película de aventuras protagonizada por Brendan Fraser promete más de lo ya visto en las anteriores entregas de la franquicia: aventuras increíbles en escenarios dignos de cualquiera de las mejores producciones Hollywoodienses, muy dentro del estilo de la estela marcada por aventureros de la talla de Indiana Jones y compañía, y con un derroche de medios centrado, principalmente, en los efectos visuales, los cuales predominan por encima de cualquiera de las otras facultades técnicas del filme.
Cualquiera de los que hayan disfrutado con las aventuras de O’Connel y familia (en este caso, su hijo) en los cines durante estos meses podría plantearse la compra del título que nos ocupa en el presente análisis. Lamentablemente, al hacerlo se dará inmediatamente cuenta de que el hecho de que comparta nombre con la mencionada película no significa que nos ofrezca un producto de la misma calidad, aún hablando únicamente de lo relativo a la espectacularidad visual. Pero, ante todo, nos encontramos con un título que falla en lo que la película más destaca: en su capacidad para entretener y divertir al público objetivo. Esta nueva entrega de la franquicia para la portátil de Nintendo, desgraciadamente, no pasa de ser un producto mediocre basado en una franquicia cinematográfica de éxito. Y poco más.
Argumento del juego
La versión para portátil de La Momia: La Tumba del Emperador Dragón sigue, a grandes rasgos, el argumento de la película. El juego se estructura a base de una serie de escenas separadas, conectadas entre sí gracias a una serie de secuencias cinemáticas (o de imágenes estáticas entrelazadas, en su defecto), acompañadas de un interesante elenco de voces que, a medida que transcurre la historia, nos relatan lo que está sucediendo. Con ello, la verdad es que la linealidad de la estructura argumental del título acaba por perderse bastante, y acaba por convertirse en un juego formado por una serie de misiones y niveles descontextualizados entre sí en los que, a grandes rasgos, nuestros objetivos serán más o menos siempre los mismos.
Encarnaremos durante el juego a los dos miembros de la familia O’Connel protagonistas de la historia, padre e hijo. Los acompañaremos a través de su viaje por China, y nos adentraremos en diferentes escenarios de la película en los que se sucederán diferentes escenas de la misma. En este caso, el maligno ser al que nos enfrentaremos es el temido Emperador Dragón, legendario constructor de la Gran Muralla, quien fue presa de una terrible maldición que lo convirtió a él y a todo su ejército en figuras de terracota. Además, nos enfrentaremos al General Yang, líder del Ejército Chino, y a todos sus vasallos, intentando en varias ocasiones impedir que resucite al malvado Emperador.
Sistema de juego
La aventura a la que nos enfrentaremos será, fundamentalmente, un derroche de golpes, mamporros, tiros y puzles de escasa dificultad. Nos enfrentaremos tanto a los ejércitos de soldados de terracota del Emperador como a los esbirros del General Yang, y en ninguno de los dos casos la experiencia será agradable. La verdad es el sistema de combate en el juego es horrenda: las colisiones han sido realizadas con demasiada precisión, respecto a la poca precisión que nos ofrece el sistema de control del juego, con lo que acertar a nuestros adversarios con nuestros golpes será (nunca mejor dicho) tarea de chinos...
Veremos a nuestro personaje en unos entornos totalmente tridimensionales, mediante una atractiva vista isométrica que abarcará gran parte del escenario en el que nos movamos. Dependiendo de la zona en la que estemos, la cámara se acercará a nuestro protagonista o se alejará de él, con lo que los modelos de personajes del juego pasarán de ser pequeños a ser totalmente irreconocibles, cosa que tampoco ayudará al tener que combatir contra nuestros enemigos.
Por otra parte, como decíamos, el sistema de control de nuestro personaje no ofrece demasiada precisión a la hora de movernos por el entorno, así como al enfrentarnos contra nuestros adversarios. Así, nos encontraremos golpeando más de una vez al vacío y esquivando golpes inexistentes, mientras un grupo de tres o cuatro enemigos nos hacen picadillo con sus armas o sus puños. Eso sí, contaremos con armas de fuego (dos pistolas o una escopeta), pero su manejo es complicado y poco práctico.
Si bien es cierto que deberemos de utilizar nuestras armas contra la mayoría de los enemigos, dado que nuestros puños se muestran francamente insuficientes para encargarnos de más de un enemigo a la vez, por otro lado el manejo de las mismas nos dará más de un quebradero de cabeza. Así, mientras el movimiento de nuestro personaje lo controlaremos mediante la cruceta de control, y las habilidades de combate cuerpo a cuerpo (así como también las habilidades de escalar y mover objetos, de las que hablaremos un poco más adelante) mediante los botones frontales de nuestra consola, dispararemos nuestras armas presionando la pantalla táctil de nuestra consola en la dirección que deseemos disparar.
Este sistema resulta francamente incómodo, ya que deberemos de dejar los botones frontales rápidamente para dar rienda suelta a nuestras habilidades con las armas, y, por otro lado, la precisión del sistema de apuntado deja mucho que desear, con lo que al final lo único que nos quedará es disparar a nuestros enemigos a la vez que huimos de ellos, rezando por acertar en alguno de nuestros disparos, acabar con todos nuestros enemigos y pasar a la siguiente zona. Por otro lado, la dificultad del juego es muy elevada, sobretodo en las escenas de combate, cosa que, todo hay que decirlo, es de agradecer, ya que hará que el juego nos durá algunas horas más, dada la poca duración del mismo (como parece suceder con casi todas las adaptaciones a videojuego de franquicias cinematográficas). Pero, teniendo en cuenta la gran cantidad de enfrentamientos en los que nos veremos inmersos durante el juego (y cada vez más a medida que nos acercamos al final del mismo), podemos calificar el hecho como un motivo de frustración evidente para el jugador.
Podremos recoger diferentes ítems que recuperarán nuestra barra de salud, aunque, la verdad, no abundarán durante la aventura. Por otro lado, conseguiremos potenciadores de adrenalina que, en caso de presionar el botón lateral L, aumentarán nuestra fuerza física y potenciarán nuestras habilidades por un breve lapso de tiempo. Como antes hemos mencionado, podremos mover objetos y escalar pequeños desniveles, cosa que nos permitirá acceder a lugares de otro modo inalcanzables para nuestro personaje. También deberemos de activar determinados interruptores, que nos permitan acceder a diferentes zonas del escenario, abriendo alguna puerta o poniendo en marcha algún artilugio que nos abra el camino hacia otros lugares del mapa.
Encontraremos diversas trampas a nuestro paso, la mayoría fáciles de evitar, si seguimos las secuencias temporales de activación. Y, por último, contaremos con un sistema de claves que nos permitirá apuntar en nuestro cuaderno ciertos caracteres chinos que encontraremos en determinadas zonas del escenario (algunas veces, de forma muy evidente; otras, no tanto…). Estas claves las deberemos de reproducir en los lugares dispuestos a tal efecto, lo que nos permitirá acceder a determinados objetos imprescindibles para la consecución de la aventura, o (como sucede en la mayoría de los casos) para abrir una puerta que nos permita continuar nuestro camino. Para apuntar estos caracteres, deberemos de utilizar nuestro lápiz táctil como si de una pluma se tratase, cargando cada dos por tres de tinta la punta del mismo, y trazando las diferentes líneas de cada carácter en una trama dispuesta a tal efecto. El sistema, al principio resulta curioso, pero, la verdad, acaba por cansar al jugador demasiado pronto.
El problema fundamental con el que nos encontramos a la hora de jugar a La Momia: La Tumba del Emperador Dragón es que el juego acaba por ser demasiado lineal, manteniendo siempre el mismo sistema de puzles y plataformas, e intercalando combates de una dificultad endiablada que lo único que harán es conseguir que acabemos perdiendo los estribos y apagando la consola, hasta el momento en que decidamos volver a intentarlo. Por otra parte, sólo cuenta con dos niveles de dificultad, y pocos alicientes para volver a jugarlo una vez consigamos pasárnoslo. El juego es corto, ciertamente, aunque gracias a su dificultad (más evidente en algunas de las fases que en otras, por ejemplo en aquellas en las que deberemos de conseguir un objetivo en un tiempo determinado) logra aumentar considerablemente su duración. Pero, desgraciadamente, a fuerza de frustrar al personal…
Apartado técnico
Sin llegar a ser ninguna maravilla, el apartado gráfico del juego es resultón, sobretodo en la realización de los escenarios y los entornos del juego. Eso sí, se echa de menos que podamos interactuar más con ellos, ya que el camino estará prefijado desde el inicio de la aventura, y no contaremos con ningún componente de exploración en ninguno de los escenarios. Los personajes, tanto los protagonistas como los enemigos del juego, son muy pequeños, pese a estar realizados en tres dimensiones, y no cuentan con apenas detalles que nos permitan distinguirlos unos de otros.
La música tampoco es nada del otro mundo, aunque los efectos de sonido del juego y las voces que acompañan a la acción del mismo, así como las que nos relatan el argumento en las escenas cinemáticas entre niveles, son de notable calidad. Eso sí, durante la acción nos cansaremos rápidamente de oír siempre las mismas expresiones, gruñidos y frases, que apenas cambian durante el transcurso del juego.
Por último, cabe decir que la jugabilidad del título deja mucho que desear. Podría haberse realizado un sistema de combate más sencillo y práctico a través de los botones de la consola, cosa que hubiera dado resultados fantásticos, siendo mucho más divertido a pesar de la dificultad de los enemigos a los que nos enfrentamos. Por otro lado, el sistema de control y colisiones de nuestro personaje respecto al resto de personajes del juego, así como respecto a los objetos con los que nos encontraremos en los diferentes escenarios del juego, no ha sido tratado con todo el cuidado que se merecía. Lamentablemente, todo esto convierte al juego en producto mediocre, que a duras penas destaca mínimamente dentro del catálogo de la portátil.
Conclusiones
La Momia: La Tumba del Emperador Dragón no deja de ser un título que aprovecha el tirón del estreno de la película este verano para tener una excusa para salir a la luz. Lamentablemente, lo que ha acabado por surgir no pasa de ser un producto mediocre que a duras penas agradará a los seguidores de la franquicia cinematográfica. Los amantes de los títulos de aventuras y acción a buen seguro encontrarán mejores opciones que el juego que nos ocupa dentro del extenso catálogo de la portátil de doble pantalla.