Análisis de Monument Valley (iPhone, Android, PC)
La irrupción de las plataformas digitales en el organigrama tradicional del mundo del videojuego, ha traído cosas buenas -y malas- a la industria, y por ende, a los jugadores y aficionados. Es bastante tópico tirar y hablar de precios altos en versiones digitales, de DLC y de demás contenidos descargables completamente intangibles y a precio de oro, pero también tendemos a olvidar -y nos incluimos- a la cantidad de juegos y aplicaciones que de otro modo, quizás no habría entrado o irrumpido en nuestras vidas de tener que gozar de un soporte físico para ser comercializados. En otras palabras: de no ser por las tiendas digitales de PC -Steam, sin ir más lejos-, iOS o Android, quizás no habríamos disfrutado de una enorme multitud de juegos brillantes y absolutamente diferentes y distintos a todo lo anterior.
Sentido, perspectiva y sensibilidad
Definir y acotar Monument Valley, es algo tan pantagruélico y dificultoso, como sencillo y simple es su concepto de juego. Enmarcándose dentro del género puzles, y apostando por los rompecabezas basados en perspectivas tridimensionales, Monument Valley, como si de una cinta de Moebius se tratase, nos invita a encontrar el camino y el punto de vista concreto con inteligencia, para que nuestra protagonista -la silenciosa Ida- encuentre el camino correcto.
Monument Valley se presenta parco en detalles al jugador, pero al mismo tiempo, lo intenta envolver con su ambientación y su particular historia, que pese a ser escueta, cuenta lo suficiente como para hacernos partícipes en su desarrollo.
La sensaciones que transmite Monument Valley nada más comenzar, son claras y concisas, pero oníricas al mismo tiempo, en una algarabía de sentimientos que nos recuerdan, y mucho, a los vividos en ICO o Shadow of Colossus. ¿Cómo llegamos hacia ese portal? ¿Qué podemos hacer? ¿Con qué elementos interactuar? ¿Hacia donde nos dirigimos? Pese a que el planteamiento y la mecánica jugable de Monument Valley es simple como el mecanismo de un botijo -valga la redundancia-, y está encorsetada y planteada en diferentes niveles con sus propios rompecabezas, nosotros, como jugadores, podemos decidir de qué manera plantear los puzles e interactuar con el entorno, escogiendo el camino más lógico para avanzar y llegar a la salida del nivel. En Monument Valley, todo es práctico y fácil de memorizar, y se reduce a tocar, mantener y girar.
Es decir, en la sencillez de la que hace gala Monument Valley, encontramos un complejo sistema de maquinarias, pasadizos, puntos de vista, ascensores y escalas que pueden llegar a conjugarse de maneras distintas, únicas, y haciendo muestra de un gusto estético soberbio. ¿De qué forma podemos encontrar el camino hacia la salida de cada castillo o nivel? Pues generalmente, hay una sola opción válida, y dependemos del milenario método del ensayo y error -sin frustraciones ni trucos efectistas de por medio- para encontrar la salida con la que seguir avanzando hacia la nueva pantalla que nos reserve el juego de la mano de la princesa Ida.
Monument Valley hace, de nuevo, partícipe al jugador y a la propia Ida de su planteamiento jugable, ya que tendremos, en más de una ocasión, que encontrar el timing o el tempo correcto para resolver un determinado rompecabezas. La cosa se irá complicando cuando aparezcan criaturas, nuevos enfoques y se dilapiden las direcciones, con un personaje como el de la muda e impoluta Ida, que podrá caminar en casi cualquier sentido y manera por el escenario -escaleras o paredes incluidas-, como si de una versión colorida de dibujo de M.C Escher se tratase. En ese momento, el pasillo será pared, la pared, pasillo, pudiendo Ida moverse de un lado a otro hasta llegar a la salida indemne, lo que nos lleva al único problema de la app: su duración.
Monument Valley es un título muy lineal, demasiado directo, y puede llegar a durarnos un suspiro si no sabemos dosificarnos o dejarnos ciertos niveles para futuras partidas. A poco que queramos seguir hacia adelante, o resolver todos y cada uno de los problemas que se nos presenten por delante, tardaremos menos de un par de horas en llegar al final de la aventura de Ida, algo que no nos hará demasiada gracia teniendo en cuenta que el juego cuesta poco más de tres euros.
El apartado audiovisual de Monument Valley es otro de los ingredientes indispensables para complementar su rica experiencia, y de cierta forma, nos incita a compartirla con otros jugadores y contactos -la app permite subir fotos y hacer capturas para que las distribuyamos a la red social de turno-. Cada nivel es una pequeña obra maestra, llena de colores vivos, perspectivas imposibles -pero lógicas- o elementos arquitectónicos complejos, y más de una vez, nos reconoceremos mirando embobados todos y cada uno de los detalles que componen la esencia de cada construcción de forma obsesiva, casi minuciosa, recreándonos en cada rincón, columna o escalera que se nos ponga por delante. Tanto en iPhone -sobre todo en dispositivos como el iPhone 5 o en adelante-, como en iPad -es un juego especialmente bonito en pantalla retina-, Monument Valley entra por los ojos -y por nuestros oídos, pues su banda sonora y sus efectos no se quedan tampoco en el limbo-. La app se encuentra al mismo tiempo, en perfecto castellano.
Conclusiones finales
Seremos claros: Monument Valley es uno de esos juegos que marcan un antes y un después en la experiencia jugable de iOS, y que a buen seguro, tenderán y edificarán un nuevo camino o sendero a seguir por los futuros desarrolladores de aplicaciones que deseen llegar a ser recordados a la hora de hacer videojuegos y títulos para el iPhone o el iPad. Quizás su mayor problema sea la duración, que es algo exigua, y puede traer más de un suspiro de impotencia del respetable tras ver que la app apenas ofrece diez niveles distintos. Dosificar los rompecabezas y puzles, será nuestra única opción, pues Monument Valley absorbe y engulle al jugador, introduciéndolo en una mecánica única sin parangón en la plataforma táctil de Apple. Muy recomendada.