Análisis de Mario Power Tennis (Game Boy Advance)
Mario, la mascota de Nintendo, y uno de los mayores emblemas no sólo de la compañía sino de todo el mundo de los videojuegos, ha sabido adaptarse a múltiples estilos de videojuegos, siendo una estrella invitada en no pocos títulos haciendo de él un aval casi seguro en los diferentes géneros que ha probado, sobre todo en toda la serie de juegos deportivos ambientados en el universo del fontanero. En esta ocasión, Mario se enfrenta al tenis, un deporte que ya tuvo su correspondiente entrega en GameCube, una historia que ya vimos con el golf, cuando el título salió primero en la consola doméstica y luego Camelot –el mismo estudio que nos ofrece Mario Power Tennis para GBA- desarrolló la edición portátil.
Este estudio ha ofrecido juegos deportivos de tanta calidad como sus respetados juegos de rol, si bien es cierto que los primeros se han visto siempre favorecidos de una saludable influencia del género más habitual de Camelot, sazonada con la siempre directa y sorprendente jugabilidad de los juegos deportivos de los juegos protagonizados por Mario, como es el caso que nos ocupa.
De este modo, Mario Power Tennis para GBA se convierte en una extensa experiencia para un jugador con una buena dosis de aventura. Habrá que construir nuestro tenista, ya sea chico o chica, desde sus inicios en la escuela de tenis, teniendo que enfrentarnos a otros estudiantes para mejorar nuestras habilidades, aunque nuestras posibilidades de victoria serán mínimas si no hemos entrenado duro antes.
Los entrenamientos se traducen en una serie de minijuegos que resultan amenos y divertidos para el jugador, superando así uno de los problemas habituales de los juegos deportivos que exigen llevar a cabo un entrenamiento para conseguir que nuestro personaje sea mínimamente competitivo y en este juego, además, conseguir golpes maestros con efectos devastadores que pueden convertirse en la llave de las victorias más difíciles. Algunos de los minijuegos incluidos pueden recordarnos viejas fórmulas de Nintendo, pero en líneas generales son frescos y lo suficientemente variados como para incitarnos a mejorar a nuestro personaje más allá de lo estrictamente necesario, algo muy importante ya que todos los toques de aventura/rol fracasarían si este aspecto no estuviese bien desarrollado.
Si ya hemos jugado a las anteriores entregas de la saga, o incluso a otros juegos de la serie deportiva de Mario, sabremos más o menos qué nos vamos a encontrar en cuanto a jugabilidad en este título. Camelot ha realizado una gran tarea adoptando el preciso control por stick analógico de GameCube a la cruceta digital de la portátil, aunque si hemos destinado mucho tiempo a esa edición puede costarnos un poco acostumbrarnos al nuevo sistema de control, aunque desde luego no es un problema real en ningún momento, y como mucho puede exigirnos un poco más de precisión en situaciones muy concretas. Por suerte, la distribución de botones ha sido muy acertada, con un audaz uso de los botones laterales L y R que complementan a los botones frontales A y B (recordemos que GBA está bastante limitada con respecto a GCN e incluso Nintendo DS en este sentido) ofreciendo un amplísimo abanico de movimientos. Boleas, remates y demás movimientos no serán ningún problema.
El juego presenta una curva de dificultad muy acertada, si bien muchos jugadores considerarán que es demasiado fácil durante las primeras partidas. La inteligencia artificial de los contrincantes durante los primeros partidos que disputemos es no sólo cuestionable, sino simplemente inexistente. Sus lentos reflejos, nula capacidad de reacción, y profunda ceguera harán que los primeros partidos sean aburridos, sosos, y nos darán una impresión poco acertada de lo elaborado del título en este sentido. Y es que según avancemos en el juego y nos enfrentemos a contrincantes de mayor rango, veremos cómo su comportamiento se va refinando, llegando a un nivel francamente elevado cuando la situación lo requiere, dejando atrás a nuestros patosos contrincantes del principio para dar paso a rivales rápidos, ágiles y audaces. El multijugador, sin embargo, es uno de los aspectos más perjudicados con respecto a la versión doméstica, pues el juego nos exige una copia por cada jugador que quiera echar un partido con nosotros, lo que lo hace poco accesible para la mayoría de sus compradores potenciales.
El modo para un jugador, sin embargo, es extenso y profundo, no sólo por sus rasgos aventureros, sino porque el desarrollo se presenta abierto al jugador, y muy atractivo dadas las múltiples competiciones presentes que nos llevarán a liderar la Mario ATP. Además, no tendremos que desarrollar sólo a nuestro tenista, sino que habrá que tener en cuenta la necesaria progresión de nuestro compañero o compañera de batallas, y que nos acompaña en los partidos a dobles (siempre mixtos). De este modo, si en los entrenamientos los puntos obtenidos para mejorar las características los destinamos sólo a nuestro personaje, aunque eso nos ayudará a progresar rápidamente será una trampa, ya que la torpeza de nuestro compañero de equipo en los partidos a doble nos dará una derrota casi segura como resultado.
Gráficamente el juego presenta un acabado bueno, aunque con algunos rasgos un tanto dispares. Lo cierto es que la secuencia del principio es espectacular, pero poco más y de escaso interés, ya que si quisiéramos ver vídeos no estaríamos, desde luego, con nuestra pequeña portátil. Dicho esto, debemos tener en consideración que el juego presenta dos apuestas estéticas diferentes en función de si estamos en el modo historia o bien estamos jugando un partido de tenis. En el primer caso los gráficos son presentados en forma de gráficos bastante tradicionales, con un buen colorido y una definición de todos los elementos del necesario muy lograda. Los entornos son variados, y desde luego superiores a los diseños de los personajes, pero el resultado es más que bueno y lo cierto es que nos convence más que el acabado gráfico presentado una vez estemos en la pista.
La perspectiva es muy práctica, ofreciendo un gran porcentaje de la pista en todo momento, y la pantalla, de todos modos, se mueve con gran suavidad siguiendo a la pelota, de manera que no nos perderemos nada de lo que suceda en el partido. Los jugadores cuentan con unas animaciones algo simple en ocasiones, denotando en varias circunstancias la falta de cuadros de animación, y los personajes, realizados mediante gráficos prerrenderizados, son un tanto pequeños. Es cierto que esto es consecuencia directa de la acertada perspectiva del juego, pero no justifica que su definición sea algo baja y en general estén faltos de detalle. Durante los partidos los golpes especiales de nuestros personajes son francamente espectaculares, pero lo cierto es que pueden ser molestos dada la excesiva parafernalia que les acompaña.
Sin ser para echar cohetes, la música del juego nos da unas composiciones acertadas y que aprovechan bastante bien las capacidades técnicas que ofrece la pequeña portátil, pero su limitada librería de efectos especiales y ausencia de cortes de voz casi por completo lo sitúan algo por debajo del acabado gráfico.