Análisis de Gunman Clive 2 (Nintendo 3DS, PC)
Hace un par de años, llegaba a Nintendo 3DS un juego independiente llamado Gunman Clive, el cual era prácticamente una carta de amor a los clásicos de plataformas y acción, que nos recordó mucho a títulos como Shinobi, el original de recreativas y Master System. Sí, era breve, pero por 1,99 euros a precio oficial –nada de rebajas– y con opciones para rejugarlo, bien merecía la pena. Ahora nos llega esta secuela, hecha con el mismo cariño, y mejorando muchas de las carencias del original.
¿El Salvaje Oeste?
De la mano de Hörberg Productions –dos únicas personas han hecho todo el juego– nos llega esta secuela en la que volvemos al Salvaje Oeste... durante un rato. Como el Gunman Clive original, Gunman Clive 2 nos ofrece una experiencia de corte tradicionalísimo, propia de los 8 y 16 bits. Es un juego de desarrollo lateral, en el que se combina plataformas y acción, además de nuevas secuencias en las que avanzamos hacia el fondo de la pantalla.
Las mecánicas básicas son prácticamente idénticas a la de su predecesor, pero Gunman Clive 2 añade más variedad en su desarrollo, tanto en lo jugable como en lo visual, ya que aunque empezamos en el Salvaje Oeste, no tardaremos demasiado en avanzar a otros escenarios totalmente diferentes. Lo haremos persiguiendo al malo de turno, sin más historia que perseguirlo y acabar con él.
Experiencia clásica en vena
Cualquiera que haya disfrutado con juegos como el mencionado Shinobi, Sonic the Hedgehog, Super Mario World o Donkey Kong Country, tienen aquí un poquito de cada uno. Como decimos, los componentes básicos de su jugabilidad son las plataformas y los disparos, con uno de los sistemas de cobertura más antiguos de la historia de los videojuegos: agacharte detrás de una caja. Nuestro pistolero no puede disparar arriba o abajo, sólo a la izquierda y a la derecha, por lo que saltar y agacharnos será también un componente importante de la jugabilidad.
A esto hay que añadirle dos potenciadores, que nos permitirán disparar entres direcciones o una especie de bala explosiva. Otro factor clásico es la vida: nada de regenerarse, y si se agota, comenzamos cada nivel desde el principio. Para recuperarla podremos encontrar trozos de tarta y, si tenemos mucha suerte, tartas enteras. Todo ello, a lo largo de 25 fases que llegan a complicarse razonablemente, y con tres niveles de dificultad para ajustar a nuestras destreza al mando.
Sin duda, algo que nos ha gustado mucho es la inmensa cantidad de guiños más o menos sutiles a los mencionados juegos. Quizás el que más presente hemos tenido es Sonic the Hedgehog 2, ya que el malo es un homenaje constante a Robotnik, que van desde su constante transformación y huída hasta algunas de las mecánicas de las batallas finales. Además, algunos de los niveles también nos recuerdan a los del juego del erizo. Para no entretenernos demasiado en detalles, recordamos por encima las plataformas móviles de Super Mario World parecidas a las del primer éxito móvil Snake, o la mítica fase de la vagoneta de Donkey Kong Country.
Corrigiendo errores pasados
Gunman Clive tenía muchas cosas buenas, pero es innegable que era un juego corto y no demasiado variado. Estos dos aspectos eran más que justificables por su ajustadísimo precio, que, os recordamos, era de 1,99 euros. Gunman Clive 2 viene a solucionar esos problemas, siempre dentro de sus posibilidades y su, una vez más, ajustado precio, que esta vez es de 2,99 euros.
Gunman Clive 2 es algo más largo que su predecesor, si bien completar su historia principal, en difícil, nos ha llevado poco más de dos horas. Todo dependerá de nuestra habilidad, por supuesto, así como de la dificultad elegida. En cualquier caso, tenemos muchas opciones para rejugarlo, como mejorar nuestro tiempo, conseguir completar niveles sin recibir daño, o probar los diferentes personajes.
Clive, el vaquero por defecto, es el personaje básico. Salta y dispara, sin demasiado más. Ms. Johnson, que repite, es una señorita que puede disparar y que, como si de Peach se tratara –¿otro guiño?–, puede planear con su falda. Se suman el Cheftain Bob, un indio nativo que ataca lanza en mano, y una vez completado el juego, desbloquearemos un modo secreto (que si no queréis saber mejor saltad de párrafo, aunque ya que estaba presente en el primero) en el que podemos jugar como un pato. Así que, si queréis exprimir Gunman Clive 2 al máximo, esos 2,99 euros pueden dar muchísimo de sí.
Además, ahora es un título mucho más variado en casi todos los aspectos posibles. Ahora abandona los tonos sepias en favor del colorido –solo el primer nivel ya juega con el morado y los naranjas–, que irán progresando con tonos propios para cada bloque de niveles. También hay mucha más variedad en lo jugable, con niveles en los que tenemos que desplazarnos hacia el fondo de la pantalla mientras disparamos y esquivamos obstáculos, u otros niveles en los que tenemos que huir de determinados peligros a lomos de un animal. Incluso en los niveles de plataformas tradicionales, hay bastante variedad en su diseño.
Aspectos audiovisuales y técnicos
Como acabáis de leer, lo primero que llama la atención después de jugar al primero es el aumento del color en pantalla. No es el juego más colorido del mundo, pero es un santo notable con respecto a Gunman Clive. Este título apuesta por una estética que parece dibujada a mano, que le sienta muy bien, y además se mueve a 60 imágenes por segundo, impecables incluso en 3D, efecto que, dicho sea de paso, es prescindible pero acompaña con muchísimo acierto a la acción.
En lo sonoro, las melodías son bastante pegadizas, aunque a veces nos parecen demasiado alegres para la ambientación del juego, y si nos matan en repetidas ocasiones en una fase pueden llegar a quemarnos un poco. Eso no quita que, en líneas generales, el aspecto sonoros raye a muy buen nivel.
Una de las mejores maneras de invertir tres euros
Si Gunman Clive os gustó, Gunman Clive 2 os va a encantar. Un derroche de amor por los clásicos de acción y plataformas de los 8 y los 16 bits, breve pero intenso, y muy bien ejecutado. Gunman Clive 2 corrige gran parte de los errores (o aspectos mejorables) de su predecesor, y a pesar de que se acaba en bastante pronto –en el hipotético caso de que no queráis exprimirlo–, por 2,99 euros no podemos pedirle mucho más. Sin duda, una de esos pocos juegos que consigue recuperar esas sensaciones de antaño.