El año pasado nuestro compañero Alberto González nos deleitó con un completo reportaje sobre los videojuegos inspirado por la saga Alien, pero ha llegado el momento de profundizar más en uno de ellos, concretamente en la memorable recreativa inspirada en Aliens, que Konami lanzó al mercado en 1990.
Antes de regresar al planeta LV426, es conveniente recordar que Konami no era precisamente una novata a la hora de dar vida a los xenomorfos creados por H.R. Giger. La compañía japonesa ya había fusilado sin contemplaciones los diseños del suizo en las dos entregas recreativas de Contra (y sus adaptaciones domésticas), sin soltar un yen por ello. Aunque en esta ocasión sí sacaron la chequera para hacerse con la licencia del film de James Cameron, estrenado en los cines cuatro años antes.
De hecho, la dirección del proyecto corrió a cargo de Satoru Okamoto (quien además realizó aquí tareas de programación), el cual ya había trabajado en el desarrollo del Contra de 1987. Aunque la recreativa estaba inspirada en la película de 1986, Okamoto y su equipo se tomaron bastantes libertades. No solo tiñieron de rubia a Ripley, sino que incorporaron todo un repertorio de criaturas de su propia cosecha: xenomorfos de colores chillones, aliens voladores, e incluso zombis. Aunque por supuesto también incluyeron a los facehuggers, los chestbursters y la mismísima Reina Alien.
Este despiporre estaba justificado por la necesidad de aportar cierta variedad de enemigos a la placa, algo que Capcom también haría unos años más tarde en la recreativa de Alien Vs Predator. Tampoco era cuestión de matar a los mismos aliens a lo largo de los seis niveles del juego.
Tras tentarnos con un attract mode bastante llamativo, con imágenes digitalizadas de la película, la acción arranca con Ripley (controlada por el primer jugador) y Hicks (segundo jugador) entrando en la colonia del planeta LV426. A diferencia de otros shooters de la casa, como los mencionados Contra, los escenarios de Aliens tienen profundidad, como en un arcade de peleas callejeras, aunque nuestros personajes no cuentan con la capacidad de saltar. Hay un botón para disparar de pie y otro para disparar agachado, algo realmente útil a la hora de liquidar facehuggers y otras criaturas reptantes.
La ambientación de Aliens es espectacular, con nuestros personajes despedazando hordas de xenomorfos mientras recorremos escenarios repletos de simpáticos detalles, como esos colonos agonizantes que revientan a nuestro paso (dando a luz unos cuantos chestbursters) e incluso puede verse a la pequeña Newt saliendo de un tubo de ventilación para recoger su costroso peluche, en el arranque de la primera fase.
Nuestra arma por defecto es la M56 (el mamotreto que portaban Vasquez y Drake en la película de Cameron), aunque a lo largo del juego podemos echarle el guante a un variado arsenal que incluye el lanzallamas (como no), un lanzacohetes o un rifle que dispara tres lásers. También es posible recoger bombas, que se lanzan pulsando los dos botones de disparo a la vez.
Afortunadamente los aliens de Konami no salpican tanto como los de las películas, porque aquí se deshacen, literalmente, bajo el impacto de nuestras balas. En un par de ocasiones el juego cambia por completo de mecánica para subirnos a bordo de un tanque APC, desde donde tendremos que disparar a todos los xenomorfos que aparecen brincando desde el fondo de la pantalla, con un efecto de profundidad bastante conseguido.
Tras un tour por los túneles de ventilación, llegará el momento de subirse al clásico montacargas, en el que sobreviviremos a sucesivas oleadas de enemigos con la dificultad añadida de tener que proteger los cables del ascensor. Si los aliens destruyen los tres cables el ascensor se vendrá abajo, acabando directamente con una de las dos vidas que nos da la placa.
El diseño de los jefes finales es delirante. Desde una pareja de xenomorfos capaces de lanzar electricidad hasta otro que se convertía en una bola gigante, y mi favorito: una suerte de escroto con patas que no habría desentonado en el Alien Storm de Sega.
Aunque en Konami se tomaron bastantes libertades, no traicionaron uno de los momentos cumbre de la película de Cameron: la visita a la cámara de la Reina Alien. Por supuesto, nuestro objetivo es destruir su saco de huevos, pero no deja de tener gracia el ver cómo, en pleno combate, van apareciendo oleadas de xenomorfos que transportan más huevos, como si fueran bombonas de butano.
La sexta y última fase de la placa nos lleva hasta la Sulaco, donde tiene lugar el duelo final contra la Reina, a los mandos de un mecha elevador (que ya habíamos podido manejar brevemente en una fase anterior). Como en la peli, el objetivo es zurrar a la Reina hasta que se abra la compuerta desde la que podremos expulsarla al Espacio Exterior.
Gracias al bendito MAME es posible comprobar las sutiles diferencias entre la placa que todos disfrutamos en los billares de nuestro barrio y la versión japonesa. En esta última no aparecen las subfases a bordo del APC, cada nivel es precedido por una pantalla con su título y el duelo contra la Reina es bastante más puñetero, ya que ejecuta un ataque especial que no aparece en la recreativa que llegó por estos lares.
Aunque ya habían pasado unos cuantos años desde el estreno de la película, Aliens recaudó toneladas de monedas en los salones recreativos. Sus espectaculares gráficos compensaban con creces su tremenda dificultad. La puñetera máquina se tragaba las monedas como si fueran caramelos, pero nos daba igual. Todos queríamos llegar hasta el duelo final contra la Reina Alien y gritar aquello de "aléjate de ella, puerca".
Aliens habría arrasado en las consolas de la época, pero por desgracia la licencia de Konami estaba limitada solo al mercado de las recreativas, así que nos quedamos con las ganas de jugarlo en casa, aunque años más tarde pudimos desquitarnos gracias al MAME.
¿Cuánta pasta os dejasteis en la recreativa de Aliens? ¿Alguno llegó a reventar a la Reina en la cubierta de carga de la Sulaco en lugar de arrojarla directamente al vacío? ¿Se dice xenomorfo o xenoformo? Como siempre, esperamos vuestros comentarios y anécdotas.