Hugh Hefner ha fallecido el 27 de septiembre de 2017. Recuperamos este artículo publicado el pasado agosto recordando su vida.
Por su educación, fuertemente conservadora y cristiana, estaba destinado a que su vida se moviera con los pulsos de una religión. Pero no abrazó ninguna existente. Creó una propia. Adoraría a las mujeres por encima de todo. Y se dedicaría a evangelizar a la sociedad americana en la revolución sexual. Marido y padre. Amante empedernido. Defensor de los derechos civiles. Icono de las mujeres-objeto. Ángel y demonio. Contrastes. Hugh Hefner es ante todo humano, sin pudor para demostrarlo.El imperio que nació de un corazón roto
A sus 91 años, Hefner ha colgado la bata de raso y la gorra de capitán. Los rumores lo sitúan ya con un pie en la tumba. Esa que se compró al lado de Marilyn Monroe, la mujer que lo lanzó a la fama, su primera musa, el germen de su éxito empresarial.
La rubia de las curvas de infarto era en 1953 la novia de Hollywood, oscuro objeto de deseo de una sociedad, la americana, que por aquel entonces solo consumía erotismo gráfico en publicaciones clandestinas, marginales.
A las manos de Hefner llegaron las fotografías de la primera Marilyn Monroe, la pelirroja, la que no tenía dinero para pagar el alquiler antes de alcanzar la fama y posó, carne sobre terciopelo, en un desnudo integral, elegante, sinuoso. Hefner pagó 500 dolares por las fotos y esa imagen fue el desplegable del primer número de la revista Playboy, que salió de las rotativas en la Navidad de 1953. La devoraron. La América puritana se alistaba en su iglesia. Había nacido la filosofía Playboy, esa que propagaría poco a poco en los editoriales de su revista: "Yo siempre he dicho que Playboy no es una revista de sexo, sino una publicación sobre estilo de vida que dedica una atención especial al sexo, porque el sexo es una parte importante de la vida".
“Pedirle al mundo que cambie es duro”, es otra de sus reflexiones. Aunque él sabía que era posible. Porque el propio Hefner es metamorfosis, tuvo varias vidas. Cuando lanzó Playboy tenía 27 años, ya se le conocía como Hef, ya se rodeaba de mujeres, ya había escrito varios textos sobre la libertad sexual.
Su único y verdadero amor lo traicionó
Pero en su anterior vida fue un niño criado en un entorno metodista, cristiano, con la intención (de su madre) de que fuera un misionero, ironías de la vida. Escribió para el ejército durante la Segunda Guerra Mundial. Fue periodista en Esquire. Y fue un hombre enamorado de una sola mujer: su primera esposa, la que le partió el corazón cuando se acostó con otro mientras él estaba en la guerra. Según Hefner, el daño que le hicieron esos cuernos le llevaron a replantearse toda su existencia, sus valores, lo establecido sobre el comportamiento sexual. Y empezó a darle forma en su cabeza al medio para difundir sus ideas, su propia publicación. Lo que hoy conocemos como Playboy. Por cierto, su madre, la conservadora, aportó 1000 dólares para ayudar al lanzamiento del primer número. Madre no hay más que una.“La compro por los artículos”
Playboy se coló rápidamente en las casas norteamericanas, pasando a ser un elemento más de ocio masculino. La frase “la compro por los artículos” salvó varias discusiones de pareja. Porque como mínimo, era parcialmente cierta. Playboy era cuerpo y mente.
En sus páginas firmaron escritos Truman Capote, Kerouac o Gabriel García Márquez. Fueron entrevistados Salvador Dalí, Orson Welles, Woody Allen o Fidel Castro. Dibujaron Picasso y Andy Warhol. Dio voz a Martin Luther King; de hecho sus páginas recogieron su último artículo antes de ser asesinado por supremacistas blancos.
Es el reflejo del otro Hugh Hefner. El filósofo, el intelectual, el comprometido con los derechos civiles. El defensor de la causa negra en Estados Unidos, el que “dejó” actuar en su show televisivo a artistas afroamericanos cuando pocos o nadie lo permitían. El que ha apoyado públicamente, desde antes incluso de que fuera motivo de debate público, los derechos de los homosexuales. El hombre que hizo campaña por Obama hasta que la política lo desilusionó. El que luchó por la libertad en los medios de comunicación.
En 1963, tras ser arrestado por publicar material obsceno y resultar absuelto, estableció una fundación para combatir la censura e investigar en el terreno de la sexualidad. Su actividad lo enfrentó a los puritanos. Pero desde su perspectiva abanderó el derecho de la mujer a destaparse y del hombre a gozarlo con ello. Porque según su punto de vista, en esa nueva sociedad liberada de prejuicios, ellas querían quitarse la ropa y ellos observar.
Por la madriguera del conejo
Luego llegaron la Mansión Playboy, las fiestas alocadas en la piscina, el final desgraciado de algunas playmates. Las sombras. Varias conejitas, como Anna Nicole, Elisa Rebecca Bridges o Tiffany Sloan murieron por abuso de drogas. Otras fueron asesinadas. ¿Consecuencia del estilo de vida? El mundo ya hablaba de la maldición Playboy.
Las mujeres que habían vivido en aquel “paraíso”, en aquel edén de los deseos masculinos, empezaron a contar su historia. En el libro “Down the rabbit hole” (algo así como “Por la madriguera del conejo”), Holly Madison, que vivió en la Mansión Playboy entre el 2000 y el 2008, relata una vida de poco brillo y mucho sufrimiento. Las conejitas cobraban unos 1000 dólares semanales por alegrar la vista a Hefner y contribuir a la diversión de sus invitados. Según Madison, entró en la casa con la idea de que no tendría que practicar sexo y acabó siendo una especie de esclava sexual, obligada a estar en casa antes de las 9 de la noche y a practicarle a Hefner todo lo que pedía. Madison asegura que llegó a pensar en suicidarse. Hefner siempre ha rechazado las acusaciones, asegurando que Madison (y las otras mujeres que sacaron sus trapos sucios) habían retorcido los hechos para su propio beneficio. Beneficio económico sacaron, sin duda. Lo que no sabemos es si realmente les compensó las experiencia allí vivida. Por este y otros episodios, la figura de Hefner es la superposición de dos extremos, aparentemente irreconciliables: el promotor de una nueva forma de liberación sexual y el sátiro con gorra de capitán que esclaviza a las mujeres.
Playboy, en manos de una mujer
Ni santo ni cabrón, Hefner es producto de su tiempo. Un animal trasnochado cuyas actitudes hacia la mujer, en su momento atrevidas y rompedoras (también muy lucrativas, todo sea dicho) hoy son totalmente prescindibles. Y evitables. Quizá porque está abonado a la polémica, cuando quiso retirarse de la primera línea dejó su imperio en manos de su hija, Christie Hefner. Una mujer, autoproclamada feminista, al frente de un imperio económico que usa la imagen sexualizada de la mujer como reclamo. Sin sucumbir a la contradicción, Christie Hefner fue la CEO de Playboy hasta 2009, cuando se hizo a un lado para “implicarse en trabajos más caritativos”.
Otro de sus hijos, Cooper Hefner, sí sigue ligado a la publicación, que en el último año y medio se ha replanteado su existencia, girando 360 grados, hasta volver al punto de partida. En noviembre del 2015 anunciaban que retiraban los desnudos de sus páginas. Para qué intentar competir con toda la pornografía explícita de Internet. Pero en febrero de este año el experimento terminaba. Va a ser que no la compraban por los artículos. La justificación de Cooper Hefner bañó de filosofía una decisión presumiblemente económica: “Soy el primero en admitir que la manera en que la revista retrataba la desnudez era anticuada, pero retirarlos por completo ha sido un error. La desnudez nunca ha sido el problema porque la desnudez no es un problema. Vamos a recuperar nuestra identidad y reclamar quiénes somos”.
¿Y qué hay de Hefner padre? Con la mítica Mansión Playboy ya vendida (aunque por contrato puede seguir viviendo en ella hasta que fallezca), pasa sus últimos años en compañía de su jovencísima tercera esposa, Crystal. Para acallar los rumores que lo daban por muerto, a finales del pasado año apareció en Snapchat, bromeando con largas orejas y hocico. Qué vida más perra.
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