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Dinosaurios vivos en África: del Mokèlé-mbèmbé al Kasai rex

¿Puede existir un dinosaurio vivo en la actualidad? Repasamos algunas de las leyendas y mitos más frecuentes, así como los testimonios de tribus, científicos y exploradores que afirman haberlos visto.
Dinosaurios vivos en África: del Mokèlé-mbèmbé al Kasai rex
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Vivimos en un mundo cada vez más conectado y pequeño. La revolución de las telecomunicaciones y la irrupción de internet y todo lo que ha conllevado, ha cambiado para siempre la concepción que tenemos de la Tierra. El ser humano ha pasado de pensar en ella como un lugar gigantesco y enorme, en el que poder perdernos en cualquiera de sus paisajes naturales, a hacerlo en términos muchos más tangibles y terrenales. Esto ha traído consecuencias, como el fin parcial de la exploración y el trabajo de campo clásico en la biología o la zoología, pero a día de hoy, en una sociedad que puede escudriñar cualquier rincón del globo gracias a Google Earth a golpe de click, curiosamente hay leyendas y mitos que siguen perdurando. Como el de los mundos perdidos y el de la existencia de los monstruos prehistóricos. ¿Puede existir un animal así, vivo y coleando, en tiempos del smartphone y el tablet? Ahondamos en las leyendas y en los mitos de estos seres en África.

La leyenda del Mokèle-mbèmbé y otros dinosaurios vivos en África

¿Qué es el Mokèle-mbèmbé? Aquel que detiene los ríos, conocido por muchos como mbulu-embembe en Camerún o nyamala en Gabón, se trata de una de las bestias más célebres de la criptozoología actual, un relicto de un tiempo pasado y remoto. Común y recurrente en las historias de varias culturas y tribus del África Central, mayoritariamente pigmeos, se trata de lo que podría considerarse como un enorme dinosaurio de cuello largo, un saurópodo, cuya existencia se le ubica en los pantanos del río Likouala-aux-Herbes en la República Popular del Congo. Apodado "el diablo acuático", la criatura es objeto de debates entre criptozoólogos, que se debaten en considerarlo como el ejemplo perfecto de lo que podría ser un dinosaurio vivo en nuestros tiempos. Su fama es enorme, llegando a contar incluso con películas como Baby: Secret of the Lost Legend, una aproximación de Hollywood al relato.

Dibujo del Mokèle-Mbèmbé

Las historias sobre el Mokèlé-mbèmbé son a menudo muy contradictorias, pero hay elementos comunes que han creado una leyenda sólida alrededor de la figura de esta supuesta bestia extinta. Hablamos de un animal gris de color gris pardo, con un tamaño superior al de un elefante, con unos cuatro o seis metros de alto y unos 10 de largo en algunas historias. Su tamaño varía, a veces es descrito como un animal de las dimensiones de un hipopótamo, y otras alcanza el tamaño de lo que podríamos considerar un saurópodo medio. Todos los relatos alegan que tiene el cuello largo, y que no posee apenas dientes, e incluso unos pocos afirman que goza de una especie de cuerno o protuberancia. Hay otros relatos que afirman que el ser es bastante escurridizo y violento, con una cola musculosa como la de un caimán que es capaz de partir en dos a los troncos de los árboles más duros, y que su afición por vivir en los ríos y las orillas, a las que trepa para buscar alimento con su cuello, han causado problemas de inundaciones y falta de agua por su tamaño.

Cuadro del Mokèle

El Mokèlé-mbèmbé es descrito a veces como un ser parecido a un diplodocus, un camarasaurus o un brontosaurio

Un animal de estas características, tan inusual y extraño, debería dejar huellas. Y así habría sido, al menos según algunas expediciones. Sus huellas serían similares a las de los hipopótamos, circulares, con muy pocos dedos, y su dieta, pese a los ataques a humanos, sería exclusivamente vegetal. Muchas tribus africanas, como las de los pigmeos, temen aventurarse en estos lagos, pues los pescadores tienen aversión a las zonas pantanosas en las que se cree que habita o ha habitado la criatura. Para muchos, el Mokèlé-mbèmbé es simplemente un mito persistente. Desde el 1776 al 1985, diversos biólogos, científicos y cazadores han intentado buscar a la criatura con nefasto resultado. Algunas huellas, algún que otro testimonio vago y poco concluso, y la sempiterna cantinela de siempre: es un animal huidizo e inteligente que se sumerge en el agua. Además, cuando hay medios para capturarlo en imágenes o vídeos, siempre ha sucedido lo mismo, con tapas que cubrían la lenta de la cámara, baterías que se apagan o movimientos fugaces de la supuesta criatura que nunca llegan a filmarse.

Dinosaurios en un pantano

"Los nativos que desean complacer al visitante blanco y al mismo tiempo esperan alguna recompensa valiosa están demasiado dispuestos a garantizar que conocen un animal de piel azul, seis patas, un solo ojo y cuatro colmillos. El tamaño de la bestia dependerá de quien lo pregunte. El nativo dirá lo que cree que el hombre blanco desea escuchar", llegó a explicar un cazador conocido como Hans Schomburgk, el cual fue contratado por el millonario Carl Hagenbeck, que lo empleó de cara a capturar diversos especímenes para su parque zoológico de Hamburgo.

Las pruebas de su existencia nunca son concluyentes: los testimonios orales son poco fiables

Lago en el que habita el animal

Pero este saurópodo no es el único animal vivo del que hablan las leyendas en África. Los pigmeos hablan en su folclore del Mbielu-Mbielu-Mbielu, otro ser de aspecto reptiliano y de gran tamaño que vive en lo profundo de los bosques del Congo. Con aletas a la espalda y muy territorial -se esconde en el barro y el musgo para no ser visto, y es capaz de golpear con su cola a los incautos que osan acercarse-. Muchos creen que es un dinosaurio viviente de la familia del estegosaurio, quizás un Kentrosaurus, aunque los expertos en criptozoología piensan que podría ser otro animal, mucho más terrenal. En relación a este tipo de dinosaurio también tenemos la supuesta existencia del Muhuru, otro relicto blindado con placas a sus espaldas y una poderosa cola, un hipotético ankylosaurio, que ha sido avistado por misioneros y tribus de la actual Kenia. Su existencia es bastante difusa, y muchos científicos creen que podría ser otro ejemplar del Mbielu-Mbielu-Mbielu o una desviación del mito oral del mismo. En la misma línea tenemos al Emela-ntouka, el matador de elefantes, otro animal recurrente en las historias de los pigmeos, cuya descripción sería similar a la de un triceratops o un ceratópsido similar. Inspira verdadero terror entre los aborígenes, quienes afirman que suele cazar y devorar humanos, y lo consideran a evitar.

Kongamato

Más curioso es el caso del Kongamato (cuya traducción sería el rompe botes), un supuesto pterodáctilo, un monstruo volador que ha sido descrito en numerosas ocasiones por indígenas de la región pantanosa de Jiundú, un pequeño afluente del Zambeze ubicado en la actual Zambia. Estos relatos hablan de un ser alado, mezcla entre lo que sería un reptil y un murciélago gigante, que ataca a los pescadores que se internan en esa región y les roba las capturas. Las descripciones coinciden en algunos aspectos de su fisionomía, como un pico largo y unas alas que llegan a los dos metros de longitud extendidas en el aire, pero los últimos descubrimientos hacen pensar que se trata de algún tipo de ave no catalogada de la familia de las grullas o incluso de un tipo de murciélago no indexado por los biólogos.

Hay decenas de relictos en las leyendas africanas

Por último, y no por ello menos importante, tenemos al rey de los lagartos tiranos en nuestros tiempos, el Kasai rex. Este animal, otra de las vacas sagradas de la criptozoología, sería un dinosaurio carnívoro, un terópodo, cuyas descripciones contradictorias tienen en jaque a la comunidad científica. Su primera aparición en el folclore aparece en 1932, cuando un dueño de una plantación sueca, John Johanson, viajaba con un sirviente en el valle de Kasai, en el antiguo Congo Belga. En su relato afirma que se llegó a encontrar con un rinoceronte, y para evitar sobresaltarlo, decidieron esconderse hasta que pasara de largo y pudieran continuar con su camino. Sin embargo, habrían sido sorprendidos por una enorme criatura que salió de la maleza, atacando al herbívoro. Johanson llegó a declarar que su sirviente huyó aterrorizado, y él se desmayó por la impresión que le causo este enorme ser antediluviano. Cuando se despertó y recobró fuerzas, explica que la misteriosa criatura se estaba comiendo al rinoceronte tranquilamente.

Kasai rex

"Era de un color rojizo, con franjas negruzcas. Su morro era largo, con numerosos dientes", relataba el sueco. Este explorador llegó a decir que el tamaño de esta criatura rondaba los 13 metros de largo, con fuertes patas. "Sus patas eran gruesas, me recordó a un león, adaptado a la velocidad", llegó a confesar a la prensa local, cuyo contacto con fue registrado por periódico Rhodesia Herald, también en 1932. Se trata del único testimonio existente del Kasai rex, un animal que encajaría con la descripción de un supuesto tiranosaurio, y que en teoría habría sido fotografiado en dos ocasiones, siendo ambas imágenes más que posibles montajes de mala calidad.

¿Dinosaurios y criaturas prehistóricas vivas en África?

Sí, a simple vista, parece imposible. ¿Cómo puede sobrevivir un animal como un saurópodo en mitad de África durante más de 66 millones de años? Para que algo así pudiera ser posible, se necesitarían comunidades de seres vivos estables, de cientos de individuos, condiciones climáticas muy concretas o incluso cantidades de comida enormes para alimentarlos y mantenerlos con salud. Un animal como, en este caso, un dinosaurio, no tiene una esperanza de vida tan larga y es difícil prever cuál sería su comportamiento. Además, ¿dónde se ocultaría un ser como el Mokèle-mbèmbé? Siendo un animal tan grande, pese a la alta densidad vegetal o rocosa de algunas zonas del continente, sería muy difícil no verlo, ni a él ni a sus posibles restos biológicos como heces, caminos o senderos.

Congo Belga

Para algunos criptozoólogos, aquellos que estudian la existencia de animales extintos, extraños o de difícil clasificación científica, la existencia de un ser como el Mokèle-mbèmbé podría haber sido real en algún punto, ya que gran parte del terreno natural existente en África está inalterado. Aunque esto no es del todo cierto. La flora y fauna del continente ha ido atravesando muchísimos cambios, antes y después del reinado de los dinosaurios, y la pervivencia de un ser de esta características es bastante difícil. Los paleontólogos llevan desmintiendo este tipo de historias desde hace décadas, pero muchos siguen aferrándose a la creencia de que algún animal desconocido puede esconderse en las profundidades de las selvas y regiones más inaccesibles del centro de África.

Esqueleto de dinosaurio

"No, es imposible", explicaba Paul Barret, paleontólogo en el Museo de Historia Natural de Londres. "El clima es distinto. Las lluvias forestales han crecido, han disminuido y han vuelto a crecer con el paso de los años. Y eso por hablar de un fenómeno climático concreto. A nivel geológico también se han experimentado cambios, y este tipo de movimientos tectónicos borra por completo la idea inocente de que existan este tipo de reliquias vivas en África", prosigue. "No tenemos evidencia en el registro fósil de los últimos 66 millones de años de nada que se parezca a un saurópodo en el mundo", prosigue.

Se necesitaría mucha comida, unas condiciones climáticas concretas y una gran cantidad de miembros de la misma especie

De hecho, Barret piensa que es probable que algunas de las historias que vieron en relación al Mokèle-mbèmbé y otros seres prehistóricos similares durante finales del siglo XIX, se deba a la existencia de otras criaturas gigantes o muy grandes que sí llegaron a vivir en aquellos lares. Desde subespecies de hipopótamos colosales o muy ancianos a especies extintas de rinocerontes, cuya presencia cerca del lago Télé podria ser demostrada. "Estos relatos de exploradores, científicos y lugareños podrían haber sido malinterpretados con el paso de los años y la tradición oral. Podrían hablar de hipopótamos, cocodrilos, tortugas gigantes, elefantes e incluso troncos que tuvieran formas extrañas y flotasen en el agua", prosigue. "Este tipo de historias no son inusuales, y se dan en todas las partes del mundo", concluía el experto.

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